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Procusto es, en la mitología griega, “el que mata al que sobresale” y ya con esta definición nos adentramos en este trastorno o carácter oscuro de la personalidad que lo sufren una buen parte de los que forman ese saco informe denominado gente tóxica. El Síndrome de Procusto es el que está detrás de ese jefe medio que hará todo lo posible para que sus empleados más brillantes no puedan ascender o de esas actitudes (a medio camino entre el acoso, la difamación y el bullying) que se da en tantos grupos sociales contra aquel que es distinto, contra el que sobresale, contra el que brilla o el que aporta una idea o forma de vida novedosa. Los Procustos de distintos tipos son cada vez más frecuentes en la sociedad occidental, allí donde se ha sustituido la excelencia por la mediocridad, la pasión por el dejarse llevar y la envidia hacia el que tiene la valentía de vivir la vida de otro modo.  

Ahora bien, qué nos dice la mitología clásica del Síndrome de Procusto

Según los relatos de la literatura griega, Procusto era un posadero con un negocio apartado sobre una colina. Hasta allí llegaban los cansados peregrinos a pedir reposo y descanso. Éste servicialmente le ofrecía una cama de hierro en una habitación apartada. Una vez el agotado caminante se había deslizado por las profundidades del sueño, sin que se diera cuenta, era atado a los barrotes de la cama, amordazado y su destino final se dirimía en función de su “altura”. Si sobresalía de las medidas del lecho, Procusto, con un hacha, cercenaba pies y cabeza matando, por tanto, al desdichado caminante. Quien no llegaba a estas medidas no corrían mejor suerte, ya que era estirado y descoyuntado por el cruel posadero hasta que, sufriendo terribles dolores, se ajustaba a la medida propuesta por Procusto. Su final no era mejor que en el otro caso ya que el viajero siempre acababa muerto.  

Otras versiones del mito clásico anotan que el posadero tenía dos camas distintas y ofrecía una u otra dependiendo de la medida de su cliente. En otras traducciones nos encontramos una cama adaptable que se va moviendo al antojo del cruel hostelero. Dicho esto, en todos los relatos nos encontramos con el mismo destino para los viajeros. Procusto los mata sea cuales sean sus características físicas. 

El Síndrome de Procusto explicado a la luz del mito 

En definitiva, quien se conduce llevado por la misma personalidad que el personaje clásico va a ir por el otro, por el que está enfrente, haga este lo que haga. Dicho esto, en psicología contemporánea se ha encontrado que este tipo de personalidades no se entretienen con personas anodinas o de carácter afable. Los Procustos contemporáneos lanzan sus iras, hachas y recursos destructivos contra todo aquel que brilla, el que puede hacerle sombra, el que le recuerda (con los actos de su vida) su poca valía.  

Los podemos encontrar en todos los órdenes de la vida aunque abundan en los entornos laborales. Son esos receptores de currículum que escamotea el más valido, el jefe medio que ningunea a los que están bajo su cargo o el superior que se dedica a apartar (con una tarea de menor rango para la que se está cualificado las más de las veces) a quienes se atreven a brillar. Son los mismos que intoxican los ambientes con habladurías (cuando no con calumnias) hasta llegar a crear entornos irrespirables que pueden llegar  al síndrome de burnout, uno de los más destructivos de los que se dan en el trabajo.  

Pero estas personas, por desgracia, no se encuentran solo en el trabajo y extienden su radio de acción en todos los aspectos vitales. Son los que consienten o promueven el bullying (en todas sus modalidades) en colegios o vecindarios con ninguneos, silencios y apartamientos del niño que se muestra (por las razones que sea) distinto. Aunque este tipo de actitudes rozan lo delictivo y denunciable, en ocasiones, las víctimas no llegan a este extremo amplificando un dolor emocional, como el que el Procusto clásico realizaba con quienes no se “ajustaba a su medida”. 

¿Por qué se produce el Síndrome de Procusto y qué hay detrás?  

1.- Aunque siempre nos encontramos a persona tóxicas, esta denominación es tan amplia que en psicología hay que matizar bastante. Lo que mueve este tipo de actitudes es siempre la envidia.

2.- También hay un poso de cobardía por no aceptar las propias limitaciones y negarse a reconocer las de aquel que brilla. 

3.- Por otro lado, esta actitud también se adoba con un dejarse resbalar por la zona de confort fácil donde es más sencillo sucumbir a las habladurías, a las críticas y a las calumnias antes que realizar el duro trabajo interior que lleva al crecimiento personal continuado. 

4.- En otros individuos se encuentra un marcado carácter narcisista que es incapaz de soportar del otro ningún don. Esta personalidad oscura, para poder sobrellevar su falta de valía, se dedica a hundir al otro con todos los medios que encuentra a su alcance. 

5.- Uno de las más peligrosas artimañas que pueden llevar a cabo los que están envenenados por el Síndrome de Procusto es reclutar un ejército de seguidores. Este tipo de personas, a veces, son capaces de lanzar sus venenos hacia un tercero a través de un grupo de aduladores o de individuos que le siguen el juego. El más peligroso de estos personajes es el que recae en una madre narcisista que, a través de la conocida figura del chivo expiatorio, se dedica a levantar una familia tóxica. Si por algo se caracteriza este tipo de clanes es por cortar cualquier libertad o deseo de mejora de ese miembro que brilla, el mismo que no acepta las absurdos mandatos familiares que exigen ciega sumisión. 

6.- Con similares características se puede encontrar el Síndrome de Procusto en cualquier rol social ya sea laboral, escolar o vecinal. Es aquí donde todo un grupo se confabula con el que es distinto, con el que no se adapta a la medida, con el que no puede ser encasillado o, simplemente, que propone fórmulas nuevas de convivencia. En este sentido, aunque la persona que es destinataria de esas iras se dé cuenta de lo que está ocurriendo, nunca se le dará la oportunidad de aportar su mejor versión. Es más, si es alguien que ha recorrido algún camino vital, tirará la toalla inmediatamente y se apartará de los dardos envenenados de estos grupos tóxicos. 

7.- Detrás del Síndrome de Procusto siempre hay un individuo o un grupo con una autoestima baja que, bajo ningún concepto, va a permitir que salga a la luz la cobardía de la que adolece a la hora de afrontar su falta de valía. 

8.- Y, por último, la envidia soterrada está siempre detrás de estas personalidades. Este es uno de los vicios más destructivos del ser humano tanto para el que lo sufre como el que es objeto de sus dardos envenenados. 

¿Por qué el Síndrome de Procusto es tan frecuente en la sociedad occidental?

Aunque las respuestas a todo lo que suponen las luces y las sombras del espíritu humano no son fáciles, nos podemos identificar mucho con la tesis del filósofo y profesor de sociología en la Universidad de Quebec, Canadá, Alaín Deneuault. Es el autor de la obra (publicada en español por la editorial Turner) Mediocracia, cuando los mediocres llegan al poder

En ella hace un examen demoledor de nuestra sociedad contemporánea repleta de individuos que califica como sandwiches mixtos. Esto es, son personas que, aún siendo “comestibles” no llegan a la excelencia ni de un plato casero realizado con amor ni, por supuesto, de un manjar de un chef con pericia. Esta metáfora culinaria le sirve al filósofo para triturar los fundamentos culturales formados por personas que, aún siendo útiles al sistema con distintas habilidades, están todas cortadas por el mismo patrón. Son estos individuos, en la media (que eso significa mediocre), que aún no cometiendo grandes delitos o maldades (ni siquiera llegan a eso) son capaces, en el día a día, de ir generando pequeños actos de crueldad, de cobardía, de silencios, de apartamientos del otro, de burlas soterradas que, por amontonamiento, se convierten en una gran mala acción. 

¿Qué hacemos ante aquellos que padecen el Síndrome de Procusto?  

La única manera de protegernos de este tipo de seres oscuros (que no llegan a la calificación de psicópata pero que se quedan en las lindes del narcisista perverso) es  empezar reconociendo nuestra valía. Y esta no es más que aceptar que somos seres únicos y dar gracias por ello. En esa “rareza” se encuentra el brillo que nos hace especiales, distintos a los otros y dignos de hacer una obra de arte con nuestra vida.  En el extremo contrario, se encuentran los que se acomodan a toda costa y, como Procusto, se dedican a matar a todo el que sobresale. 

En segundo lugar, una vez hemos reconocido, esta actitud en el otro, toca no dejarnos avasallar y defendernos. La defensa puede ser incluso un repliegue. El que te importe un comino lo que las “viejas de los visillos” digan de ti te reconoce en tu libertad y en grandeza. En el caso de encontrarte con estas personas en el entorno laboral el asunto se vuelve más difícil. Aquí tienes que andarte con pies de plomo para no despertar la hidra que llevan dentro. Cuando te das cuenta de lo que hay, siempre es más fácil tomar una decisión en un sentido u el otro.  

Intenta siempre rodearte de personas inspiradoras, de esas que traen luz a tu vida, de aquellos con los que te sientes realizado y en paz. Elimina de tu mundo las que roban energía, las que te agotan y sacan lo peor de ti.  

Si, por último, crees que sufres del Síndrome de Procusto y que tus actitudes no te están dejando crecer, ya has dado el primer paso fundamental para pasarte al lado luminoso de la vida. Busca ayuda profesional, de un psicólogo. Y con este acompañamiento será más fácil ver qué se quedó enredado dentro de ti (y en qué momento y circunstancia) para que te conduzcas por la vida de esta manera.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Procusto es, en la mitología griega, “el que mata al que sobresale” y ya con esta definición nos adentramos en este trastorno o carácter oscuro de la personalidad que lo sufren una buen parte de los que forman ese saco informe denominado gente tóxica. El Síndrome de Procusto es el que está detrás de ese jefe medio que hará todo lo posible para que sus empleados más brillantes no puedan ascender o de esas actitudes (a medio camino entre el acoso, la difamación y el bullying) que se da en tantos grupos sociales contra aquel que es distinto, contra el que sobresale, contra el que brilla o el que aporta una idea o forma de vida novedosa. Los Procustos de distintos tipos son cada vez más frecuentes en la sociedad occidental, allí donde se ha sustituido la excelencia por la mediocridad, la pasión por el dejarse llevar y la envidia hacia el que tiene la valentía de vivir la vida de otro modo.  

Ahora bien, qué nos dice la mitología clásica del Síndrome de Procusto

Según los relatos de la literatura griega, Procusto era un posadero con un negocio apartado sobre una colina. Hasta allí llegaban los cansados peregrinos a pedir reposo y descanso. Éste servicialmente le ofrecía una cama de hierro en una habitación apartada. Una vez el agotado caminante se había deslizado por las profundidades del sueño, sin que se diera cuenta, era atado a los barrotes de la cama, amordazado y su destino final se dirimía en función de su “altura”. Si sobresalía de las medidas del lecho, Procusto, con un hacha, cercenaba pies y cabeza matando, por tanto, al desdichado caminante. Quien no llegaba a estas medidas no corrían mejor suerte, ya que era estirado y descoyuntado por el cruel posadero hasta que, sufriendo terribles dolores, se ajustaba a la medida propuesta por Procusto. Su final no era mejor que en el otro caso ya que el viajero siempre acababa muerto.  

Otras versiones del mito clásico anotan que el posadero tenía dos camas distintas y ofrecía una u otra dependiendo de la medida de su cliente. En otras traducciones nos encontramos una cama adaptable que se va moviendo al antojo del cruel hostelero. Dicho esto, en todos los relatos nos encontramos con el mismo destino para los viajeros. Procusto los mata sea cuales sean sus características físicas. 

El Síndrome de Procusto explicado a la luz del mito 

En definitiva, quien se conduce llevado por la misma personalidad que el personaje clásico va a ir por el otro, por el que está enfrente, haga este lo que haga. Dicho esto, en psicología contemporánea se ha encontrado que este tipo de personalidades no se entretienen con personas anodinas o de carácter afable. Los Procustos contemporáneos lanzan sus iras, hachas y recursos destructivos contra todo aquel que brilla, el que puede hacerle sombra, el que le recuerda (con los actos de su vida) su poca valía.  

Los podemos encontrar en todos los órdenes de la vida aunque abundan en los entornos laborales. Son esos receptores de currículum que escamotea el más valido, el jefe medio que ningunea a los que están bajo su cargo o el superior que se dedica a apartar (con una tarea de menor rango para la que se está cualificado las más de las veces) a quienes se atreven a brillar. Son los mismos que intoxican los ambientes con habladurías (cuando no con calumnias) hasta llegar a crear entornos irrespirables que pueden llegar  al síndrome de burnout, uno de los más destructivos de los que se dan en el trabajo.  

Pero estas personas, por desgracia, no se encuentran solo en el trabajo y extienden su radio de acción en todos los aspectos vitales. Son los que consienten o promueven el bullying (en todas sus modalidades) en colegios o vecindarios con ninguneos, silencios y apartamientos del niño que se muestra (por las razones que sea) distinto. Aunque este tipo de actitudes rozan lo delictivo y denunciable, en ocasiones, las víctimas no llegan a este extremo amplificando un dolor emocional, como el que el Procusto clásico realizaba con quienes no se “ajustaba a su medida”. 

¿Por qué se produce el Síndrome de Procusto y qué hay detrás?  

1.- Aunque siempre nos encontramos a persona tóxicas, esta denominación es tan amplia que en psicología hay que matizar bastante. Lo que mueve este tipo de actitudes es siempre la envidia.

2.- También hay un poso de cobardía por no aceptar las propias limitaciones y negarse a reconocer las de aquel que brilla. 

3.- Por otro lado, esta actitud también se adoba con un dejarse resbalar por la zona de confort fácil donde es más sencillo sucumbir a las habladurías, a las críticas y a las calumnias antes que realizar el duro trabajo interior que lleva al crecimiento personal continuado. 

4.- En otros individuos se encuentra un marcado carácter narcisista que es incapaz de soportar del otro ningún don. Esta personalidad oscura, para poder sobrellevar su falta de valía, se dedica a hundir al otro con todos los medios que encuentra a su alcance. 

5.- Uno de las más peligrosas artimañas que pueden llevar a cabo los que están envenenados por el Síndrome de Procusto es reclutar un ejército de seguidores. Este tipo de personas, a veces, son capaces de lanzar sus venenos hacia un tercero a través de un grupo de aduladores o de individuos que le siguen el juego. El más peligroso de estos personajes es el que recae en una madre narcisista que, a través de la conocida figura del chivo expiatorio, se dedica a levantar una familia tóxica. Si por algo se caracteriza este tipo de clanes es por cortar cualquier libertad o deseo de mejora de ese miembro que brilla, el mismo que no acepta las absurdos mandatos familiares que exigen ciega sumisión. 

6.- Con similares características se puede encontrar el Síndrome de Procusto en cualquier rol social ya sea laboral, escolar o vecinal. Es aquí donde todo un grupo se confabula con el que es distinto, con el que no se adapta a la medida, con el que no puede ser encasillado o, simplemente, que propone fórmulas nuevas de convivencia. En este sentido, aunque la persona que es destinataria de esas iras se dé cuenta de lo que está ocurriendo, nunca se le dará la oportunidad de aportar su mejor versión. Es más, si es alguien que ha recorrido algún camino vital, tirará la toalla inmediatamente y se apartará de los dardos envenenados de estos grupos tóxicos. 

7.- Detrás del Síndrome de Procusto siempre hay un individuo o un grupo con una autoestima baja que, bajo ningún concepto, va a permitir que salga a la luz la cobardía de la que adolece a la hora de afrontar su falta de valía. 

8.- Y, por último, la envidia soterrada está siempre detrás de estas personalidades. Este es uno de los vicios más destructivos del ser humano tanto para el que lo sufre como el que es objeto de sus dardos envenenados. 

¿Por qué el Síndrome de Procusto es tan frecuente en la sociedad occidental?

Aunque las respuestas a todo lo que suponen las luces y las sombras del espíritu humano no son fáciles, nos podemos identificar mucho con la tesis del filósofo y profesor de sociología en la Universidad de Quebec, Canadá, Alaín Deneuault. Es el autor de la obra (publicada en español por la editorial Turner) Mediocracia, cuando los mediocres llegan al poder

En ella hace un examen demoledor de nuestra sociedad contemporánea repleta de individuos que califica como sandwiches mixtos. Esto es, son personas que, aún siendo “comestibles” no llegan a la excelencia ni de un plato casero realizado con amor ni, por supuesto, de un manjar de un chef con pericia. Esta metáfora culinaria le sirve al filósofo para triturar los fundamentos culturales formados por personas que, aún siendo útiles al sistema con distintas habilidades, están todas cortadas por el mismo patrón. Son estos individuos, en la media (que eso significa mediocre), que aún no cometiendo grandes delitos o maldades (ni siquiera llegan a eso) son capaces, en el día a día, de ir generando pequeños actos de crueldad, de cobardía, de silencios, de apartamientos del otro, de burlas soterradas que, por amontonamiento, se convierten en una gran mala acción. 

¿Qué hacemos ante aquellos que padecen el Síndrome de Procusto?  

La única manera de protegernos de este tipo de seres oscuros (que no llegan a la calificación de psicópata pero que se quedan en las lindes del narcisista perverso) es  empezar reconociendo nuestra valía. Y esta no es más que aceptar que somos seres únicos y dar gracias por ello. En esa “rareza” se encuentra el brillo que nos hace especiales, distintos a los otros y dignos de hacer una obra de arte con nuestra vida.  En el extremo contrario, se encuentran los que se acomodan a toda costa y, como Procusto, se dedican a matar a todo el que sobresale. 

En segundo lugar, una vez hemos reconocido, esta actitud en el otro, toca no dejarnos avasallar y defendernos. La defensa puede ser incluso un repliegue. El que te importe un comino lo que las “viejas de los visillos” digan de ti te reconoce en tu libertad y en grandeza. En el caso de encontrarte con estas personas en el entorno laboral el asunto se vuelve más difícil. Aquí tienes que andarte con pies de plomo para no despertar la hidra que llevan dentro. Cuando te das cuenta de lo que hay, siempre es más fácil tomar una decisión en un sentido u el otro.  

Intenta siempre rodearte de personas inspiradoras, de esas que traen luz a tu vida, de aquellos con los que te sientes realizado y en paz. Elimina de tu mundo las que roban energía, las que te agotan y sacan lo peor de ti.  

Si, por último, crees que sufres del Síndrome de Procusto y que tus actitudes no te están dejando crecer, ya has dado el primer paso fundamental para pasarte al lado luminoso de la vida. Busca ayuda profesional, de un psicólogo. Y con este acompañamiento será más fácil ver qué se quedó enredado dentro de ti (y en qué momento y circunstancia) para que te conduzcas por la vida de esta manera.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Y especialmente cuando encadenas una tras otra. Las relaciones tóxicas son la cara más cruel de aquello que tú creías un cuento de hadas y se convirtió en un auténtico infierno. En ocasiones, detrás nos encontramos a un verdadero psicópata (hombre o mujer) que se las apaña para absorber toda la energía anímica del otro. Sea como fuere, en este tipo de vínculo el resultado siempre es el mismo.  Ninguno de los miembros puede crecer como persona convirtiendo la convivencia en una cárcel de tristeza y, a veces, en una espesura de violencia psíquica o, lo que es peor, física. Adelanto, que, en ocasiones, cuando el daño es muy profundo, no basta con “saber” de manera general qué ha sucedido informándote como estás haciendo ahora. Desafortunadamente, cuando la persona se encuentra en un estado de abatimiento que es imposible continuar con su vida o tropieza demasiadas veces en piedras parecidas o iguales, es imprescindible la terapia psicológica. Dicho esto, siempre te va a ayudar a salir adelante si tienes un pequeño manual de instrucciones que te recuerde, de alguna manera u otra, qué no debes hacer nunca y hacia donde sí debes encaminar tus pasos. 

 

Empecemos por el principio, definiendo las relaciones tóxicas 

En esencia, son aquellas en las que uno de su miembros o todos no pueden crecer como personas debido al ambiente que se ha creado. Estas no tienen por qué solo ser a nivel de pareja sino que también se pueden desarrollar en cualquier ámbito en el que concurran varios individuos. Hay familias tóxicas empeñadas en ningunear a uno, varios o a todos sus miembros donde la cooperación que se espera se convierte en una competición feroz cuando no en una batalla emocional diaria. Este tipo de situaciones son especialmente dañinas cuando en el vértice de la pirámide se encuentra una madre narcisista, progenitores descuidados o padres enganchados a cualquier sustancia, desde el alcohol hasta la ludopatía. Los pequeños que crecen en estos ambientes no logran hacer valer sus propias emociones y tienen muchas posibilidades, en el futuro, de adultos, de anteponer las necesidades de los demás a las suyas propias de manera patológica. A la larga, este tipo de personas van generando una creciente indefensión aprendida que son el caldo de cultivo para caer en relaciones tóxicas constantes. 

En el ámbito de pareja siempre se produce cuando uno (o los dos) se conduce de una manera tan egoísta (a veces narcisista) que no deja espacio de crecimiento al otro. En esta situación se abren las puertas para que entren los celos a raudales, los intentos de control al otro, la negación del mínimo apoyo, las peleas a diario y la infelicidad más grande. ¿Cómo puede alguien soportar este tipo de maltrato? La respuesta es complicada y, a la vez, sencilla. Quienes se han acostumbrado desde pequeño a vivir en ambientes infectados de falta de empatía llegan incluso a justificar este tipo de actitudes. ¡Y de ninguna manera pueden ser defendidas! Por eso tienes que tener en cuenta siempre que si el otro no logra congeniar con tus necesidades (emocionales, físicas o vitales) y la falta de respeto (con ironías, insultos velados o críticas constantes) se ha instalado en la convivencia, no queda más remedio que la separación. 

¿Por qué caigo una y otra vez en relaciones tóxicas y degradantes? 

Tal como he anotado un poco más arriba, se puede dar una combinación de factores que no ayudan a ver este tipo de relaciones hasta que ha pasado mucho tiempo. A veces, nos encontramos con hijos de por medio que son víctimas directas. Por eso es importante preguntarte si estás en estas circunstancias.  

1.- Si has vivido en un mal ambiente en tu infancia en el que nunca han tenido en cuenta tus necesidades emocionales, es muy fácil que se instale en ti un profundo sentimiento de culpa por exponer lo que sientes. Desafortunadamente, hay personas expertas en localizar a estos seres vulnerables que no saben decir no y poner límites sencillamente porque no han aprendido a ello. Este tipo de psicópatas se presentan, al inicio, como verdaderos príncipes o princesas azules para, más pronto que tarde, se las apañan para hacer un pozo de tristeza de la convivencia diaria. Este es el extremo más grave de las relaciones tóxicas ya que, a veces, acaban devastando a las víctimas. Ni que decir tiene que, nada más darte cuenta de que estás ante un depredador de este tipo, tienes que pedir ayuda externa. 

2.- La cultura imperante hasta ahora en la que el machismo era una constante no ayudaba a ciertos perfiles psicológicos femeninos a estar prevenidas sobre estas relaciones. Y todo ello sin contar la violencia de género más alarmante y descarada con víctimas casi a diario. Hasta hace nada se educaba a la mujer para que formara una familia sí o sí, eligiera un marido y se condujera según unos principios de sumisión. Esto ha ido calando hondo aunque estemos quitando capas en los últimos años. Según las familias y la personalidad de cada una, se puede generar un auténtico Complejo de Cenicienta. Esto es, se busca fuera (en el otro, en la pareja) lo que está en nuestro interior pervirtiendo la convivencia a tal extremo que se generan relaciones tóxicas si no se pone freno a esta actitud.  

3.- La falta de autoestima (por las razones que sean) tampoco ayuda. Si no nos consideramos merecedores de amor, con toda probabilidad nos vamos a conformar con migajas. Y aquí entran los expertos en generar relaciones tóxicas simplemente haciendo valer el egoísmo más brutal.   

4.- La cultura competitiva actual y el estrés enquistado tampoco ayuda a llevar una vida de pareja saludable. Uno dice una cosa, otro responde. El cansancio hace mella. Nos ponemos una coraza y empieza la pelea. En este punto hay que tener muy claro qué significa una relación que nunca puede estar basada en el “yo más” o en el “tú que haces”.   

5.- Otro factor es la inmadurez emocional de algunas personas que forman una pareja o, lo que es un peor, una familia sin estar preparado para ello. En este tipo de relaciones tóxicas se encuentran padres de familia con el Síndrome de Peter Pan, mujeres con miedo extremo a la soledad, personas superficiales que no son capaces de sentir la grandeza que hay en la ayuda al otro, egoístas con actitudes infantiles cuando no progenitores experimentando a diario de manera peligrosa con drogas legales o ilegales. Todo ello no permite una convivencia pacífica y enriquecedora en el que cada uno aporte lo mejor de sí. Es más, con toda probabilidad saldrá lo peor de cada uno.  

Dejando atrás ambientes tóxicos

Si esto fuera poco, hay más circunstancias que pueden hacer saltar por los aires cualquier convivencia.  Llegados a este punto, cuando se ha intentando la reconciliación y esta no es posible, la única salida posible son los caminos separados y divergentes. Es más, en casos extremos solo queda la opción de contacto cero para no volver a repetir circunstancias que nos pueden seguir haciendo daño. Ahora bien, cómo se hace para que cada uno cargue con su propia mochila. Ni que decir tiene que cada persona es un mundo y todo dependerá de las circunstancias y las fortalezas propias. Sin embargo, sí tenemos unas líneas comunes que nos van a ayudar a salir de esta situación. Anota estas ideas como norma general que siempre te van a hacer bien. 

1.- Cuídate. Es la primera máxima. No te dejes para el último o la última. Aquello que deseas no tiene por qué ser egoísta. 

2.- Dicho esto: pregúntate. Y hazlo siempre. Lo mismo eres tú el detonante de la relación tóxica. Interrógate qué ha pasado para que todo haya salido mal.

3.- No caigas en la culpa y practica el perdón contigo mismo y con el otro. Eso no implica que te dejes pisotear de nuevo o que te deslices por el camino de la venganza. Haz todo el esfuerzo posible por estar en tu sitio, por defender tu centro, por cuidar tu alma. Respeta los límites tanto los tuyos como el del otro.  

4.- Cultiva la soledad y no le tengas miedo. En esos momentos, en los que estés en comunicación con tu ser interior encontrarás muchas respuestas a tus preguntas. Aprende a disfrutar de tu sola compañía y entrénate para ser libre.

5.- Haz aquello que siempre has deseado y persigue tus sueños sin tener por qué contar con la bendición, permiso o muleta de los demás.  

6.- Si tienes hijos, no dejes que ellos entren en la espiral de las relaciones tóxicas. Háblales con madurez y muéstrate ante ellos como el ser de luz que eres.  

7.- Al principio, estarás atrapad@ en la tristeza. Haz cosas que te hagan bien, que te diviertan, que te serenen o que te den paz. Cuida tu cuerpo en todos los aspectos: aliméntate bien y haz deporte en la medida de tus posibilidades físicas, intenta descansar y no permitas que te envenenen con actitudes negativas.  

8.- Si has necesitado alguna ayuda con fármacos para salir de este bache, pídele a tu médico que te los vaya retirando en cuanto estés mejor. Hay algunas formulaciones que te hacen un desdoblamiento del espíritu del que es muy difícil salir. Cuanto menos tiempo estés aquí, mucho mejor.  

9.- Deja espacio para ti siempre. Parece una tontería que nada tiene que ver a la hora de salir de situaciones tan graves, pero este es el primer paso para poder dar los siguientes. Si andas siempre en un correquetecorre con estrés y sin un solo minuto para ti es muy difícil que puedas romper esta espiral. 

10.- Enamórate de la naturaleza y el mar. Aquí encontramos a veces la energía que nos falta para tomar medidas difíciles.  

Cómo sanar tras relaciones tóxicas 

La persona que logra salir de aquí, normalmente cuando se trata de una pareja, se encuentra al pronto entre devastada y agotada anímicamente. No encuentra ese mínimo de rayo vital que necesita para salir adelante con su vida. Las relaciones tóxicas actúan como los vampiros emocionales, chupando y extrayendo toda luz de tal manera que, al terminar con el proceso, solo ves oscuridad. Y cuando digo oscuridad digo pesimismo y derrota. Por eso, es importante que intentes agarrarte al mínimo rayo de esperanza que tengas y repítete que de esta vas a salir. Sin esa ilusión por un mañana mejor, a veces, es complicado afrontar el presente. Para tu información y siempre con miras en esa fortaleza que debes sacar en esta situación, ya te digo que hay muchas personas que al salir de relaciones tóxicas han echado mano de resilencia, saliendo, por tanto, fortalecidas de este trance. Como norma general, aunque tengas que buscar acompañamiento psicológico, ten en cuenta lo siguiente: 

1.- No te culpes por lo que pasó o dejara de pasar, si hiciste o dejaste de hacer. Céntrate en el presente siempre con miras en un mañana mucho mejor.  

2.- Aprende a perdonar y a perdonarte. Eso no significa olvido. Es más, no te hace bien olvidar lo que pasó porque esa es la puerta para repetir la misma situación. El perdonar es el primer paso para la sanación y está muy relacionado con el pasar página. Eso sí, es imprescindible que aprendas la lección que la vida ha querido darte (o no has tenido más remedio que aceptar). 

3.- Cambia de aires. Aunque hay personas que se aferran a los mismos lugares, relaciones, situaciones y rutinas, lo mejor es abrir (en la medida de tus posibilidades) el espectro de amistades. No tengas miedo a una mudanza o, incluso, a probar suerte con otro trabajo.  

4.-  Eso no significa que dejes de cultivar los amigos verdaderos que siempre estuvieron ahí. Es más, llegado a este punto seguro que te habrás dado cuenta de quienes son los válidos y quienes estaban por interés.  

5.- No tengas miedo a la soledad. Es más, búscala de vez en cuando. Así podrás re-encontrarte con tu esencia sin interferencias. Es el único camino posible para alcanzar la serenidad tras los malos momentos.  

6.- Bajo ningún concepto, te regodees en el pasado y en tu (posible) papel de víctima. Esto solo sirve para seguir con la espiral hasta el infinito. Mira siempre al futuro. Toma las riendas de tu vida e intenta salir adelante con esa herida. Ten como meta la libertad de espíritu.  

7.- Piensa, cree y convéncete firmemente que esa herida que te han dejado te va a hacer una persona más fuerte y que, a partir de ahora, podrás ver la realidad desde otra perspectiva, una más acorde a tu salud emocional.  

8.- Cuídate y mímate siempre. No tengas miedo a hacer cosas nuevas que tampoco tienen que ser muy difíciles o imposibles. Simplemente vale con enfrentarte a todo aquello que te da miedo. 

9.- Pide ayuda si sientes que la tristeza se apodera de ti. Esto vale para hacer frente a la hora de salir de relaciones tóxicas o de cualquier otro tipo de etapa complicada.  

10.- No tengas prisa por iniciar otra nueva relación. Eso puede empeorar la situación, si se hace demasiado pronto. Y, ni mucho menos, hagas cosas por darle envidia o chinchar a tu ex. Céntrate en ti y olvídate de lo que piensa, siente o está diciendo. Convéncete que ya no forma parte de tu vida y, por tanto, ni tienes que justificarte ni exhibirte. Este un aviso a los navegantes empedernidos de las redes sociales que se lanzan a colocar fotos a diestro y siniestro para que vean lo bien que les va. Eso solo consumirá un tiempo valioso que puedes utilizar para algo útil.  

¿Qué hago para no caer de nuevo en esta situación? 

Lo más importante es tomar conciencia de lo que te ha pasado. Intentar ver y entender cómo has llegado hasta aquí, qué situaciones propiciaron estas relaciones tóxicas. Una vez has aceptado lo que ha sucedido, lo mejor es pasar página pero no a tontas y a locas. Es importante que te comprendas y que te conozcas, que reconozcas cuáles son tus puntos débiles y por dónde pueden deslizarse gente tóxica o mal intencionada para volver otra vez a esta situación. Como norma general es importante la distancia, tanto física como en el tiempo. Es fundamental que te distancies lo más posible de esa persona que te ha hecho daño o que ha convertido un infierno una etapa de tu vida. De este emplazamiento es más fácil ver y reconocer cuáles son las acciones que ha utilizado para que todo se haya desarrollado de la peor manera. Para ello vas a necesitar una buena dosis de soledad, de mirar en tu interior, de meses o años antes de volver a encontrar a esa persona con la que puedas crecer espiritualmente sin sobresaltos abruptos. 

Ante la duda, si te llegas a preguntar si estás en una relación tóxica de nuevo, para, lee, estudia, mírate y ve despacio. Las personas que son dadas a la manipulación siempre quieren que vaya todo muy rápido y antes de que te des cuenta estás atrapad@ en una montaña rusa de sentimientos contradictorios. La tranquilidad (en todos los aspectos) va a ser tu aliada. Búscala y, a la par, refúgiate en tu centro.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Y especialmente cuando encadenas una tras otra. Las relaciones tóxicas son la cara más cruel de aquello que tú creías un cuento de hadas y se convirtió en un auténtico infierno. En ocasiones, detrás nos encontramos a un verdadero psicópata (hombre o mujer) que se las apaña para absorber toda la energía anímica del otro. Sea como fuere, en este tipo de vínculo el resultado siempre es el mismo.  Ninguno de los miembros puede crecer como persona convirtiendo la convivencia en una cárcel de tristeza y, a veces, en una espesura de violencia psíquica o, lo que es peor, física. Adelanto, que, en ocasiones, cuando el daño es muy profundo, no basta con “saber” de manera general qué ha sucedido informándote como estás haciendo ahora. Desafortunadamente, cuando la persona se encuentra en un estado de abatimiento que es imposible continuar con su vida o tropieza demasiadas veces en piedras parecidas o iguales, es imprescindible la terapia psicológica. Dicho esto, siempre te va a ayudar a salir adelante si tienes un pequeño manual de instrucciones que te recuerde, de alguna manera u otra, qué no debes hacer nunca y hacia donde sí debes encaminar tus pasos. 

 

Empecemos por el principio, definiendo las relaciones tóxicas 

En esencia, son aquellas en las que uno de su miembros o todos no pueden crecer como personas debido al ambiente que se ha creado. Estas no tienen por qué solo ser a nivel de pareja sino que también se pueden desarrollar en cualquier ámbito en el que concurran varios individuos. Hay familias tóxicas empeñadas en ningunear a uno, varios o a todos sus miembros donde la cooperación que se espera se convierte en una competición feroz cuando no en una batalla emocional diaria. Este tipo de situaciones son especialmente dañinas cuando en el vértice de la pirámide se encuentra una madre narcisista, progenitores descuidados o padres enganchados a cualquier sustancia, desde el alcohol hasta la ludopatía. Los pequeños que crecen en estos ambientes no logran hacer valer sus propias emociones y tienen muchas posibilidades, en el futuro, de adultos, de anteponer las necesidades de los demás a las suyas propias de manera patológica. A la larga, este tipo de personas van generando una creciente indefensión aprendida que son el caldo de cultivo para caer en relaciones tóxicas constantes. 

En el ámbito de pareja siempre se produce cuando uno (o los dos) se conduce de una manera tan egoísta (a veces narcisista) que no deja espacio de crecimiento al otro. En esta situación se abren las puertas para que entren los celos a raudales, los intentos de control al otro, la negación del mínimo apoyo, las peleas a diario y la infelicidad más grande. ¿Cómo puede alguien soportar este tipo de maltrato? La respuesta es complicada y, a la vez, sencilla. Quienes se han acostumbrado desde pequeño a vivir en ambientes infectados de falta de empatía llegan incluso a justificar este tipo de actitudes. ¡Y de ninguna manera pueden ser defendidas! Por eso tienes que tener en cuenta siempre que si el otro no logra congeniar con tus necesidades (emocionales, físicas o vitales) y la falta de respeto (con ironías, insultos velados o críticas constantes) se ha instalado en la convivencia, no queda más remedio que la separación. 

¿Por qué caigo una y otra vez en relaciones tóxicas y degradantes? 

Tal como he anotado un poco más arriba, se puede dar una combinación de factores que no ayudan a ver este tipo de relaciones hasta que ha pasado mucho tiempo. A veces, nos encontramos con hijos de por medio que son víctimas directas. Por eso es importante preguntarte si estás en estas circunstancias.  

1.- Si has vivido en un mal ambiente en tu infancia en el que nunca han tenido en cuenta tus necesidades emocionales, es muy fácil que se instale en ti un profundo sentimiento de culpa por exponer lo que sientes. Desafortunadamente, hay personas expertas en localizar a estos seres vulnerables que no saben decir no y poner límites sencillamente porque no han aprendido a ello. Este tipo de psicópatas se presentan, al inicio, como verdaderos príncipes o princesas azules para, más pronto que tarde, se las apañan para hacer un pozo de tristeza de la convivencia diaria. Este es el extremo más grave de las relaciones tóxicas ya que, a veces, acaban devastando a las víctimas. Ni que decir tiene que, nada más darte cuenta de que estás ante un depredador de este tipo, tienes que pedir ayuda externa. 

2.- La cultura imperante hasta ahora en la que el machismo era una constante no ayudaba a ciertos perfiles psicológicos femeninos a estar prevenidas sobre estas relaciones. Y todo ello sin contar la violencia de género más alarmante y descarada con víctimas casi a diario. Hasta hace nada se educaba a la mujer para que formara una familia sí o sí, eligiera un marido y se condujera según unos principios de sumisión. Esto ha ido calando hondo aunque estemos quitando capas en los últimos años. Según las familias y la personalidad de cada una, se puede generar un auténtico Complejo de Cenicienta. Esto es, se busca fuera (en el otro, en la pareja) lo que está en nuestro interior pervirtiendo la convivencia a tal extremo que se generan relaciones tóxicas si no se pone freno a esta actitud.  

3.- La falta de autoestima (por las razones que sean) tampoco ayuda. Si no nos consideramos merecedores de amor, con toda probabilidad nos vamos a conformar con migajas. Y aquí entran los expertos en generar relaciones tóxicas simplemente haciendo valer el egoísmo más brutal.   

4.- La cultura competitiva actual y el estrés enquistado tampoco ayuda a llevar una vida de pareja saludable. Uno dice una cosa, otro responde. El cansancio hace mella. Nos ponemos una coraza y empieza la pelea. En este punto hay que tener muy claro qué significa una relación que nunca puede estar basada en el “yo más” o en el “tú que haces”.   

5.- Otro factor es la inmadurez emocional de algunas personas que forman una pareja o, lo que es un peor, una familia sin estar preparado para ello. En este tipo de relaciones tóxicas se encuentran padres de familia con el Síndrome de Peter Pan, mujeres con miedo extremo a la soledad, personas superficiales que no son capaces de sentir la grandeza que hay en la ayuda al otro, egoístas con actitudes infantiles cuando no progenitores experimentando a diario de manera peligrosa con drogas legales o ilegales. Todo ello no permite una convivencia pacífica y enriquecedora en el que cada uno aporte lo mejor de sí. Es más, con toda probabilidad saldrá lo peor de cada uno.  

Dejando atrás ambientes tóxicos

Si esto fuera poco, hay más circunstancias que pueden hacer saltar por los aires cualquier convivencia.  Llegados a este punto, cuando se ha intentando la reconciliación y esta no es posible, la única salida posible son los caminos separados y divergentes. Es más, en casos extremos solo queda la opción de contacto cero para no volver a repetir circunstancias que nos pueden seguir haciendo daño. Ahora bien, cómo se hace para que cada uno cargue con su propia mochila. Ni que decir tiene que cada persona es un mundo y todo dependerá de las circunstancias y las fortalezas propias. Sin embargo, sí tenemos unas líneas comunes que nos van a ayudar a salir de esta situación. Anota estas ideas como norma general que siempre te van a hacer bien. 

1.- Cuídate. Es la primera máxima. No te dejes para el último o la última. Aquello que deseas no tiene por qué ser egoísta. 

2.- Dicho esto: pregúntate. Y hazlo siempre. Lo mismo eres tú el detonante de la relación tóxica. Interrógate qué ha pasado para que todo haya salido mal.

3.- No caigas en la culpa y practica el perdón contigo mismo y con el otro. Eso no implica que te dejes pisotear de nuevo o que te deslices por el camino de la venganza. Haz todo el esfuerzo posible por estar en tu sitio, por defender tu centro, por cuidar tu alma. Respeta los límites tanto los tuyos como el del otro.  

4.- Cultiva la soledad y no le tengas miedo. En esos momentos, en los que estés en comunicación con tu ser interior encontrarás muchas respuestas a tus preguntas. Aprende a disfrutar de tu sola compañía y entrénate para ser libre.

5.- Haz aquello que siempre has deseado y persigue tus sueños sin tener por qué contar con la bendición, permiso o muleta de los demás.  

6.- Si tienes hijos, no dejes que ellos entren en la espiral de las relaciones tóxicas. Háblales con madurez y muéstrate ante ellos como el ser de luz que eres.  

7.- Al principio, estarás atrapad@ en la tristeza. Haz cosas que te hagan bien, que te diviertan, que te serenen o que te den paz. Cuida tu cuerpo en todos los aspectos: aliméntate bien y haz deporte en la medida de tus posibilidades físicas, intenta descansar y no permitas que te envenenen con actitudes negativas.  

8.- Si has necesitado alguna ayuda con fármacos para salir de este bache, pídele a tu médico que te los vaya retirando en cuanto estés mejor. Hay algunas formulaciones que te hacen un desdoblamiento del espíritu del que es muy difícil salir. Cuanto menos tiempo estés aquí, mucho mejor.  

9.- Deja espacio para ti siempre. Parece una tontería que nada tiene que ver a la hora de salir de situaciones tan graves, pero este es el primer paso para poder dar los siguientes. Si andas siempre en un correquetecorre con estrés y sin un solo minuto para ti es muy difícil que puedas romper esta espiral. 

10.- Enamórate de la naturaleza y el mar. Aquí encontramos a veces la energía que nos falta para tomar medidas difíciles.  

Cómo sanar tras relaciones tóxicas 

La persona que logra salir de aquí, normalmente cuando se trata de una pareja, se encuentra al pronto entre devastada y agotada anímicamente. No encuentra ese mínimo de rayo vital que necesita para salir adelante con su vida. Las relaciones tóxicas actúan como los vampiros emocionales, chupando y extrayendo toda luz de tal manera que, al terminar con el proceso, solo ves oscuridad. Y cuando digo oscuridad digo pesimismo y derrota. Por eso, es importante que intentes agarrarte al mínimo rayo de esperanza que tengas y repítete que de esta vas a salir. Sin esa ilusión por un mañana mejor, a veces, es complicado afrontar el presente. Para tu información y siempre con miras en esa fortaleza que debes sacar en esta situación, ya te digo que hay muchas personas que al salir de relaciones tóxicas han echado mano de resilencia, saliendo, por tanto, fortalecidas de este trance. Como norma general, aunque tengas que buscar acompañamiento psicológico, ten en cuenta lo siguiente: 

1.- No te culpes por lo que pasó o dejara de pasar, si hiciste o dejaste de hacer. Céntrate en el presente siempre con miras en un mañana mucho mejor.  

2.- Aprende a perdonar y a perdonarte. Eso no significa olvido. Es más, no te hace bien olvidar lo que pasó porque esa es la puerta para repetir la misma situación. El perdonar es el primer paso para la sanación y está muy relacionado con el pasar página. Eso sí, es imprescindible que aprendas la lección que la vida ha querido darte (o no has tenido más remedio que aceptar). 

3.- Cambia de aires. Aunque hay personas que se aferran a los mismos lugares, relaciones, situaciones y rutinas, lo mejor es abrir (en la medida de tus posibilidades) el espectro de amistades. No tengas miedo a una mudanza o, incluso, a probar suerte con otro trabajo.  

4.-  Eso no significa que dejes de cultivar los amigos verdaderos que siempre estuvieron ahí. Es más, llegado a este punto seguro que te habrás dado cuenta de quienes son los válidos y quienes estaban por interés.  

5.- No tengas miedo a la soledad. Es más, búscala de vez en cuando. Así podrás re-encontrarte con tu esencia sin interferencias. Es el único camino posible para alcanzar la serenidad tras los malos momentos.  

6.- Bajo ningún concepto, te regodees en el pasado y en tu (posible) papel de víctima. Esto solo sirve para seguir con la espiral hasta el infinito. Mira siempre al futuro. Toma las riendas de tu vida e intenta salir adelante con esa herida. Ten como meta la libertad de espíritu.  

7.- Piensa, cree y convéncete firmemente que esa herida que te han dejado te va a hacer una persona más fuerte y que, a partir de ahora, podrás ver la realidad desde otra perspectiva, una más acorde a tu salud emocional.  

8.- Cuídate y mímate siempre. No tengas miedo a hacer cosas nuevas que tampoco tienen que ser muy difíciles o imposibles. Simplemente vale con enfrentarte a todo aquello que te da miedo. 

9.- Pide ayuda si sientes que la tristeza se apodera de ti. Esto vale para hacer frente a la hora de salir de relaciones tóxicas o de cualquier otro tipo de etapa complicada.  

10.- No tengas prisa por iniciar otra nueva relación. Eso puede empeorar la situación, si se hace demasiado pronto. Y, ni mucho menos, hagas cosas por darle envidia o chinchar a tu ex. Céntrate en ti y olvídate de lo que piensa, siente o está diciendo. Convéncete que ya no forma parte de tu vida y, por tanto, ni tienes que justificarte ni exhibirte. Este un aviso a los navegantes empedernidos de las redes sociales que se lanzan a colocar fotos a diestro y siniestro para que vean lo bien que les va. Eso solo consumirá un tiempo valioso que puedes utilizar para algo útil.  

¿Qué hago para no caer de nuevo en esta situación? 

Lo más importante es tomar conciencia de lo que te ha pasado. Intentar ver y entender cómo has llegado hasta aquí, qué situaciones propiciaron estas relaciones tóxicas. Una vez has aceptado lo que ha sucedido, lo mejor es pasar página pero no a tontas y a locas. Es importante que te comprendas y que te conozcas, que reconozcas cuáles son tus puntos débiles y por dónde pueden deslizarse gente tóxica o mal intencionada para volver otra vez a esta situación. Como norma general es importante la distancia, tanto física como en el tiempo. Es fundamental que te distancies lo más posible de esa persona que te ha hecho daño o que ha convertido un infierno una etapa de tu vida. De este emplazamiento es más fácil ver y reconocer cuáles son las acciones que ha utilizado para que todo se haya desarrollado de la peor manera. Para ello vas a necesitar una buena dosis de soledad, de mirar en tu interior, de meses o años antes de volver a encontrar a esa persona con la que puedas crecer espiritualmente sin sobresaltos abruptos. 

Ante la duda, si te llegas a preguntar si estás en una relación tóxica de nuevo, para, lee, estudia, mírate y ve despacio. Las personas que son dadas a la manipulación siempre quieren que vaya todo muy rápido y antes de que te des cuenta estás atrapad@ en una montaña rusa de sentimientos contradictorios. La tranquilidad (en todos los aspectos) va a ser tu aliada. Búscala y, a la par, refúgiate en tu centro.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Han existido desde siempre desbaratando vidas con golpes físicos y emocionales. No son más abundantes o frecuentes que antes. Más bien, incluso, todo lo contrario conforme se conocen sus mañas y maneras para hacer daño ya que se van acorralando de algún modo u otro. Con eso se impide que sigan alimentándose de más víctimas, a veces, de extrema vulnerabilidad como los ancianos o los niños pequeños. Bien es verdad que los psicópatas extienden sus redes en todos los ámbitos de la vida haciéndose fuertes especialmente en los cuatro muros del hogar, pero eso, desgraciadamente, no quita para que también lo encontremos en otras áreas de la vida. De hecho, aunque juegan al despiste, que esta es una de sus características, las personas tóxicas que entran en esta categoría lo son en todos los aspectos vitales. No lo son con unos y con otros no. Su forma de conducirse es siempre la misma. Y, reitero, si hacen más daño en el hogar es porque allí se espera de sus miembros un mínimo de amor, comprensión y empatía que estos individuos no poseen. 

Lo que debes saber antes de empezar: cómo se comportan los psicópatas

Hay algunos que están en las cárceles porque han traspasado todas las líneas rojas, pero estos son una minoría. Desgraciadamente, la inmensa mayoría están integrados en la sociedad, algunos tanto que se consideran respetados padres de familia e, incluso, miembros brillantes de la sociedad. La triste verdad es otra, una más cruel que solo se conoce con el tiempo, a veces mucho (años o décadas). ¿Y eso por qué? Sencillamente por sus características. Y estas son las que siguen: 

1.- Se esconden bajo una máscara de buenas maneras

Y ponen especial celo en ello. De tal forma que los que están alrededor de sus víctimas ni de lejos sospechan que un ser así esté detrás de sonrisas educadas y modos corteses. Para ellos es fundamental que nadie sospeche lo que están haciendo desplegando sus tentáculos de destrucción incluso hasta llegar al gasligting o la destrucción total de su víctima.

2.- Los psicópatas son egoístas, egocéntricos y narcisistas

Todo ello y por ese orden, aunque no todas las personas con estas características llegan a este punto de personalidad, el cual es uno de los vértices de la conocida como triada oscura (los otros dos son el sadismo y el maquiavelismo). El psicópata es siempre un narcisista, un ser que solo mira sus necesidades sin importarle la de los demás, aunque en esos demás se incluyan sus propios hijos. Todo su mundo gira en lo que les conviene, les da placer o les interesa desechando sin piedad y contemplación cuando ya han usado a esa persona. 

3.- Usan los seres más vulnerables que están a su alrededor para conseguir sus fines

Por eso los psicópatas suelen elegir como parejas a personas con autoestima baja o que están pasando un mal momento o que han sido criadas en entornos de delación y han desarrollado indefensión aprendida. Tienen un radar especial para ello y no dudan de valerse de estos seres para conseguir lo que quieren. Puede ser placer, dinero, posición social o alguien que trabaje gratuitamente para ellos. A la par, se emplean en criar a hijos (si los llegan a tener) vulnerables que no pongan en duda su autoridad, su falso amor o que desarrollen las herramientas necesarias para desenmascararlos en un futuro.  Para ello no dudarán en machacar emocionalmente a sus vástagos haciéndolos sentir culpables por todo. Con ello se aseguran un ejército fiel de seguidores que les sirve para alimentar su ego.

4.- A los psicópatas solo les interesan ganar y el poder 

Aunque se les llene la boca de grandes palabras como amor, espíritu cívico, dignidad o moralidad, no llegan a comprender los pliegues de lo que estos grandes dones significan. Tanta es la cantidad de veneno que acumulan en su interior que no tienen ningún sentimiento de empatía, piedad o cariño. Todo ello es fingido. A poco que los vayas conociendo (desgraciadamente para ello se necesita tiempo) te darás cuenta que no se corresponde lo que dicen de boca para afuera con lo que hacen cuando las puertas se cierran. El fingimiento, por tanto, es una de sus armas fundamentales para sobreponerse a los otros.  

5.- De cara a la galería se esfuerzan por dar un aspecto agradable y amigable

Y esto es importante porque los psicópatas extienden sus redes allí donde no están identificados. Una vez te has dado cuenta lo que son tienen más difícil hacerte daño o exprimir tus dones al máximo. Por eso, ellos trabajan mucho sus formas, su aspecto físico e, incluso, pueden parecer extremadamente amables y educados. 

6.- No cambian y aún no se sabe muy bien cómo tratarlos 

Y aquí comienzo diciendo desde ya que ni lo intentes. Lo único que conseguirás es desgastarte hasta límites insanos o que descarguen sus iras (emocionales, psicológicas, físicas…) con más facilidad. De hecho, ya hay una corriente de psiquiatras (como el famoso Iñaki Piñuel, autor de Amor Zero) que abogan por no tratarlos en terapia. ¿Por qué? Porque ellos no pretenden el crecimiento personal, como cualquier otra persona que busca ayuda profesional, sino que van tomando herramientas para seguir extendiendo sus redes con más eficacia y de una forma más sibilina. Esto es, la supuesta terapia la utilizan para recoger más datos que luego utilizarán para manipular con más acierto a sus víctimas. 

7.- Los psicópatas no tienen remordimiento y no paran

Y esta es una de sus características principales, aparte de la falta absoluta de empatía. Es más, te harán creer una y otra vez que la responsabilidad de todo lo que pasa siempre es tuya. Además, son maestros en el arte de crear sentimientos de culpa, situaciones de extremo estrés para las personas que están a su alrededor y un ancho mar de infelicidad. Si, de alguna manera u otra, le intentas explicar que te sientes mal y que esto o aquello te ha dolido, te saldrá con la frase: “… es que tú eres muy sensible”… “no he hecho nada”… “todo te lo tomas a la tremenda”… Si te sientes dolido (y además cada día con más frecuencia), pon el sistema de alerta. Ese dolor es real y no inventado por ti. Quizás necesites desenmascarar a un psicópata.  

8.- Son vampiros emocionales que aíslan a sus víctimas de familia, amigos y vida social

Porque así los utilizan con mayor facilidad. En el amor encandilan a sus víctimas nada más conocerlas con unas artes de seducción afinadas pero que no se corresponden con un corazón generoso. Suelen hacer las cosas muy rápido, tanto que a la otra persona no le da tiempo a reaccionar, pensar o reflexionar. A poco que se dé cuenta se encontrará entre las cuatro paredes de la casa sin poder desarrollar una mínima vida social o laboral satisfactoria. Además, se las apaña para desbaratar cualquier plan de independencia del otro. Este tipo de hilos venenosos se extienden en todos los ámbitos de la vida: desde la familia tóxica que no permite crecer a sus miembros hasta los ambientes enrarecidos del trabajo. Aquí, además, encuentran su habitat natural para desplegar sus redes en aras a la productividad, profesionalidad o eficacia. 

Entonces, qué hago si tengo psicópatas en el trabajo 

Aunque pueda parecer lo contrario, aquí es un poco más fácil ya que siempre se puede cambiar de empleo o pedir un traslado. Eso sí, tendrás más difícil reconocer a estas personalidades por la esencia misma del entorno. Dificultad no implica imposibilidad. Por eso, vamos a intentar desbaratar sus planes. 

1.- Es difícil pero intenta que no te saquen de tus casillas

Ya sea un superior o un compañero. La calma les molesta así como las personas centradas que saben lo que quieren en la vida. Eso es como un espejo que les devuelve lo que no tienen. Se las apañan para hacer que hagas cosas a tontas y a locas o que falles a ojos de los otros. Por eso, debes tener siempre muy presente que ese es su problema y no el tuyo. Condúcete con honestidad y eficacia. Si es alguien que está bajo tus órdenes, en cuanto tengas oportunidad, sácalo del grupo. Este tipo de personalidades envenenan los mejores ambientes laborales. 

2.- A los psicópatas les molesta los seres con luz que brillan con su personalidad e ideas 

Por eso, no les de opción a que se apropie de tu trabajo o que se pongan medallas a tu costa. Si ves que algo así hace, ya lo tienes identificado y es necesario que te pongas a actuar cuanto antes. Además, si intuyen que eres una persona inteligente y creativa vas a ser el blanco de sus iras. No es cuestión de ocultar lo que vales (entonces estarían ganando de verdad) pero sí de ofrecerlo donde se valore abiertamente.  

3.- No te lo tomes como algo personal. Son ellos y no tú 

Como son maestros en generar culpa, te harán creer que toda la responsabilidad es tuya, que algo hay en ti que va mal. Cuida tu autoestima y no dudes en recurrir al empoderamiento para librarte de sus garras. Si te dice que eres tú y no acepta ninguna parte de responsabilidad en el asunto cuando, a las claras, se ve que hay algo, ten presente que te están manipulando, táctica en la que son maestros. El Síndrome del Burnout está creado, en buena parte, por personalidades de este tipo.  

4.- Pon límites de todo tipo para que no entren en tu espacio

En este sentido es importante que te alejes de confidencias  y que te inhibas de contar asuntos personales o los detalles de tu vida familiar. Los psicópatas se las apañan para enterarse de todo lo tuyo y no con la sana intención de ayudar (eso es lo que hacen creer) sino para tener datos en tu contra. No le des nunca esas herramientas. Cuando llegues a un sitio nuevo pon una barrera hasta conocer las intenciones de los que allí se encuentran. 

5.- Si no puedes manejar la situación, busca otro empleo, destino o departamento  

Porque, como hemos anotado, este tipo de personalidades no cambian nunca y, además, la única manera de alejarse de sus garras es poner tierra de por medio. Ten en cuenta que, en este caso la huida es una gran victoria y no una cobardía. 

Más difícil aún: cuando los psicópatas forman parte de tu vida personal

Desafortunadamente, aquí solo cabe el alejamiento y el contacto cero. Y las más de las veces no es una tarea fácil. Así que mientras eso llega o es posible ten en cuenta lo siguiente:

1.- Haz lo posible para que no lean tus emociones aunque sea difícil

No cuentes tus planes y prepárate si estás pensando en una separación o un divorcio. Llegado el momento no va a cooperar (como te hará creer) y te situará en una posición de extrema vulnerabilidad. Por eso, debes realizar esta retirada con discreción, sigilo y una gran dosis de inteligencia emocional.  

2.- No caigas en sus redes a través de la lástima o el perdón constante y no sincero 

Porque los psicópatas son maestros del apego tóxico, de un día te quiero y al otro te odio, de las reconciliaciones constantes, de los momentos de volver a intentar, de las nuevas oportunidades. Nada de eso funciona. Lo único que consiguen con esto es desbaratar emocionalmente aún más a sus víctimas y de seguir alimentando su narcisismo. Con estas tácticas van cogiendo ese poder que tanto buscan. No se lo des. Cuando hayas tomado la decisión de apartarte y del contacto cero (cuanto antes te des cuenta de la catadura del individuo que está delante), mucho mejor.  

3.- Pide ayuda para aumentar tu autoestima si hiciera falta

Y esta puede provenir de cualquier ámbito. No temas buscar un profesional de la psicología o hacerte con algún grupo de apoyo. Eso sí, si en un primer momento el acompañamiento es necesario, tienes que hacer un esfuerzo para ganar en empoderamiento constante y soltar amarras en cuanto puedas. Dentro de la ayuda también se encuentra el conocimiento: lee sobre el tema, pregunta, investiga, indaga… Cuanto más sepas, mejor saldrás de la situación. 

4.- Hazle creer que han ganado o, directamente, déjales hacerlo

Embarcarse en una guerra constante con estas personas es, simplemente, dejarse la vida en ello y muy pronto te darás cuenta. Por eso, es importante que alimentes tu independencia y libertad en todos los sentidos (económico, personal, anímico, vital, familiar…) y que pases página lo más pronto posible. Cuanto más tiempo estés en el enredo de los psicópatas, más tardarás en hacerte con las riendas de tu vida y caminar hacia la felicidad que mereces.

5.- Mientras te sientas vulnerable, no hables mal de él o ella 

Porque su ira se volverá contra ti. Recuerda que este tipo de perfiles oscuros cuidan mucho su imagen hacia los demás. En cuanto puedas (o la ocasión lo requiera) no dejes de desahogarte con personas de tu absoluta confianza. También debes tener cuidado con conocidos, relaciones o amigos mutuos. Este tipo de personas son expertos en crear bandos enfrentados entre sí.  

6.- Ten siempre presente que con los psicópatas solo cabe el contacto cero y el alejamiento: que esto sea tu meta 

Y no hay otra. Con ellos no valen las medias tintas, el ser amigos, el verse de vez en cuando… Si  accedes a ello, le sigues dando herramientas para la manipulación, el chantaje y que vuelva a utilizarte de una manera incluso más vil. Con este tipo de personas, cuanto menos hables mucho mejor.  

7.- Pon límites y no permitas que te chantajee 

En este reto de contacto cero, pon límites. Aunque tengáis hijos pequeños en común (lo más difícil de gestionar), no permitas que entre en tu espacio físico o emocional. Suelen enarbolar la bandera del bien común, pero tú ya sabes que eso no es verdad. Así que queda siempre en un lugar público y no permitas que envenene tu hogar, nuevas amistades (o antiguas) o tu esperanzador proyecto de vida.  

8.- Busca apoyo en la familia, los amigos e, incluso, en personal profesional

Porque de aquí no se sale solo. Los psicópatas dejan a sus víctimas hundidas emocionalmente por un buen tiempo y lo siguen intentando constantemente. Las herramientas para deshacerte de sus artes son complicadas y eso no se consigue de la noche a la mañana. Pide ayuda sin anclarte en el pesado. Recuerda que tu meta es convertirte en la mejor versión de ti mismo. 

9.- Céntrate en lo que verdaderamente importa para ti y no pienses en él o ella

Cuanto menos rumies, mucho mejor. Haz un plan de vida e intenta no apartarte mucho de lo que te has propuesto (para no caer en el desánimo). Analiza cuáles son tus puntos fuertes y cómo puedes empezar a andar sin esta persona en tu vida. En cuanto des el primer paso los otros serán más fáciles.  

10.- Los psicópatas dejan una huella imborrable en el alma. Utilízala para construir una mejor versión de ti mism@

Y es innegable. Sus heridas son tantas que es imposible borrar todas las cicatrices. Tú decides si quieres regodearte en ellas y no avanzar o ser como las piezas japonesas de Kintsugi. Aquí las roturas se pegan con oro líquido para conseguir un objeto aún más bello. El símil en el plano espiritual es la resilencia que te hace más fuerte y sabio al superar los embates de la vida.  

Recuerda siempre: apartamiento y contacto cero. Este es la meta ideal que debes conseguir. Si no es posible por tu situación personal, lo que más se acerque a ese ideal.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Han existido desde siempre desbaratando vidas con golpes físicos y emocionales. No son más abundantes o frecuentes que antes. Más bien, incluso, todo lo contrario conforme se conocen sus mañas y maneras para hacer daño ya que se van acorralando de algún modo u otro. Con eso se impide que sigan alimentándose de más víctimas, a veces, de extrema vulnerabilidad como los ancianos o los niños pequeños. Bien es verdad que los psicópatas extienden sus redes en todos los ámbitos de la vida haciéndose fuertes especialmente en los cuatro muros del hogar, pero eso, desgraciadamente, no quita para que también lo encontremos en otras áreas de la vida. De hecho, aunque juegan al despiste, que esta es una de sus características, las personas tóxicas que entran en esta categoría lo son en todos los aspectos vitales. No lo son con unos y con otros no. Su forma de conducirse es siempre la misma. Y, reitero, si hacen más daño en el hogar es porque allí se espera de sus miembros un mínimo de amor, comprensión y empatía que estos individuos no poseen. 

Lo que debes saber antes de empezar: cómo se comportan los psicópatas

Hay algunos que están en las cárceles porque han traspasado todas las líneas rojas, pero estos son una minoría. Desgraciadamente, la inmensa mayoría están integrados en la sociedad, algunos tanto que se consideran respetados padres de familia e, incluso, miembros brillantes de la sociedad. La triste verdad es otra, una más cruel que solo se conoce con el tiempo, a veces mucho (años o décadas). ¿Y eso por qué? Sencillamente por sus características. Y estas son las que siguen: 

1.- Se esconden bajo una máscara de buenas maneras

Y ponen especial celo en ello. De tal forma que los que están alrededor de sus víctimas ni de lejos sospechan que un ser así esté detrás de sonrisas educadas y modos corteses. Para ellos es fundamental que nadie sospeche lo que están haciendo desplegando sus tentáculos de destrucción incluso hasta llegar al gasligting o la destrucción total de su víctima.

2.- Los psicópatas son egoístas, egocéntricos y narcisistas

Todo ello y por ese orden, aunque no todas las personas con estas características llegan a este punto de personalidad, el cual es uno de los vértices de la conocida como triada oscura (los otros dos son el sadismo y el maquiavelismo). El psicópata es siempre un narcisista, un ser que solo mira sus necesidades sin importarle la de los demás, aunque en esos demás se incluyan sus propios hijos. Todo su mundo gira en lo que les conviene, les da placer o les interesa desechando sin piedad y contemplación cuando ya han usado a esa persona. 

3.- Usan los seres más vulnerables que están a su alrededor para conseguir sus fines

Por eso los psicópatas suelen elegir como parejas a personas con autoestima baja o que están pasando un mal momento o que han sido criadas en entornos de delación y han desarrollado indefensión aprendida. Tienen un radar especial para ello y no dudan de valerse de estos seres para conseguir lo que quieren. Puede ser placer, dinero, posición social o alguien que trabaje gratuitamente para ellos. A la par, se emplean en criar a hijos (si los llegan a tener) vulnerables que no pongan en duda su autoridad, su falso amor o que desarrollen las herramientas necesarias para desenmascararlos en un futuro.  Para ello no dudarán en machacar emocionalmente a sus vástagos haciéndolos sentir culpables por todo. Con ello se aseguran un ejército fiel de seguidores que les sirve para alimentar su ego.

4.- A los psicópatas solo les interesan ganar y el poder 

Aunque se les llene la boca de grandes palabras como amor, espíritu cívico, dignidad o moralidad, no llegan a comprender los pliegues de lo que estos grandes dones significan. Tanta es la cantidad de veneno que acumulan en su interior que no tienen ningún sentimiento de empatía, piedad o cariño. Todo ello es fingido. A poco que los vayas conociendo (desgraciadamente para ello se necesita tiempo) te darás cuenta que no se corresponde lo que dicen de boca para afuera con lo que hacen cuando las puertas se cierran. El fingimiento, por tanto, es una de sus armas fundamentales para sobreponerse a los otros.  

5.- De cara a la galería se esfuerzan por dar un aspecto agradable y amigable

Y esto es importante porque los psicópatas extienden sus redes allí donde no están identificados. Una vez te has dado cuenta lo que son tienen más difícil hacerte daño o exprimir tus dones al máximo. Por eso, ellos trabajan mucho sus formas, su aspecto físico e, incluso, pueden parecer extremadamente amables y educados. 

6.- No cambian y aún no se sabe muy bien cómo tratarlos 

Y aquí comienzo diciendo desde ya que ni lo intentes. Lo único que conseguirás es desgastarte hasta límites insanos o que descarguen sus iras (emocionales, psicológicas, físicas…) con más facilidad. De hecho, ya hay una corriente de psiquiatras (como el famoso Iñaki Piñuel, autor de Amor Zero) que abogan por no tratarlos en terapia. ¿Por qué? Porque ellos no pretenden el crecimiento personal, como cualquier otra persona que busca ayuda profesional, sino que van tomando herramientas para seguir extendiendo sus redes con más eficacia y de una forma más sibilina. Esto es, la supuesta terapia la utilizan para recoger más datos que luego utilizarán para manipular con más acierto a sus víctimas. 

7.- Los psicópatas no tienen remordimiento y no paran

Y esta es una de sus características principales, aparte de la falta absoluta de empatía. Es más, te harán creer una y otra vez que la responsabilidad de todo lo que pasa siempre es tuya. Además, son maestros en el arte de crear sentimientos de culpa, situaciones de extremo estrés para las personas que están a su alrededor y un ancho mar de infelicidad. Si, de alguna manera u otra, le intentas explicar que te sientes mal y que esto o aquello te ha dolido, te saldrá con la frase: “… es que tú eres muy sensible”… “no he hecho nada”… “todo te lo tomas a la tremenda”… Si te sientes dolido (y además cada día con más frecuencia), pon el sistema de alerta. Ese dolor es real y no inventado por ti. Quizás necesites desenmascarar a un psicópata.  

8.- Son vampiros emocionales que aíslan a sus víctimas de familia, amigos y vida social

Porque así los utilizan con mayor facilidad. En el amor encandilan a sus víctimas nada más conocerlas con unas artes de seducción afinadas pero que no se corresponden con un corazón generoso. Suelen hacer las cosas muy rápido, tanto que a la otra persona no le da tiempo a reaccionar, pensar o reflexionar. A poco que se dé cuenta se encontrará entre las cuatro paredes de la casa sin poder desarrollar una mínima vida social o laboral satisfactoria. Además, se las apaña para desbaratar cualquier plan de independencia del otro. Este tipo de hilos venenosos se extienden en todos los ámbitos de la vida: desde la familia tóxica que no permite crecer a sus miembros hasta los ambientes enrarecidos del trabajo. Aquí, además, encuentran su habitat natural para desplegar sus redes en aras a la productividad, profesionalidad o eficacia. 

Entonces, qué hago si tengo psicópatas en el trabajo 

Aunque pueda parecer lo contrario, aquí es un poco más fácil ya que siempre se puede cambiar de empleo o pedir un traslado. Eso sí, tendrás más difícil reconocer a estas personalidades por la esencia misma del entorno. Dificultad no implica imposibilidad. Por eso, vamos a intentar desbaratar sus planes. 

1.- Es difícil pero intenta que no te saquen de tus casillas

Ya sea un superior o un compañero. La calma les molesta así como las personas centradas que saben lo que quieren en la vida. Eso es como un espejo que les devuelve lo que no tienen. Se las apañan para hacer que hagas cosas a tontas y a locas o que falles a ojos de los otros. Por eso, debes tener siempre muy presente que ese es su problema y no el tuyo. Condúcete con honestidad y eficacia. Si es alguien que está bajo tus órdenes, en cuanto tengas oportunidad, sácalo del grupo. Este tipo de personalidades envenenan los mejores ambientes laborales. 

2.- A los psicópatas les molesta los seres con luz que brillan con su personalidad e ideas 

Por eso, no les de opción a que se apropie de tu trabajo o que se pongan medallas a tu costa. Si ves que algo así hace, ya lo tienes identificado y es necesario que te pongas a actuar cuanto antes. Además, si intuyen que eres una persona inteligente y creativa vas a ser el blanco de sus iras. No es cuestión de ocultar lo que vales (entonces estarían ganando de verdad) pero sí de ofrecerlo donde se valore abiertamente.  

3.- No te lo tomes como algo personal. Son ellos y no tú 

Como son maestros en generar culpa, te harán creer que toda la responsabilidad es tuya, que algo hay en ti que va mal. Cuida tu autoestima y no dudes en recurrir al empoderamiento para librarte de sus garras. Si te dice que eres tú y no acepta ninguna parte de responsabilidad en el asunto cuando, a las claras, se ve que hay algo, ten presente que te están manipulando, táctica en la que son maestros. El Síndrome del Burnout está creado, en buena parte, por personalidades de este tipo.  

4.- Pon límites de todo tipo para que no entren en tu espacio

En este sentido es importante que te alejes de confidencias  y que te inhibas de contar asuntos personales o los detalles de tu vida familiar. Los psicópatas se las apañan para enterarse de todo lo tuyo y no con la sana intención de ayudar (eso es lo que hacen creer) sino para tener datos en tu contra. No le des nunca esas herramientas. Cuando llegues a un sitio nuevo pon una barrera hasta conocer las intenciones de los que allí se encuentran. 

5.- Si no puedes manejar la situación, busca otro empleo, destino o departamento  

Porque, como hemos anotado, este tipo de personalidades no cambian nunca y, además, la única manera de alejarse de sus garras es poner tierra de por medio. Ten en cuenta que, en este caso la huida es una gran victoria y no una cobardía. 

Más difícil aún: cuando los psicópatas forman parte de tu vida personal

Desafortunadamente, aquí solo cabe el alejamiento y el contacto cero. Y las más de las veces no es una tarea fácil. Así que mientras eso llega o es posible ten en cuenta lo siguiente:

1.- Haz lo posible para que no lean tus emociones aunque sea difícil

No cuentes tus planes y prepárate si estás pensando en una separación o un divorcio. Llegado el momento no va a cooperar (como te hará creer) y te situará en una posición de extrema vulnerabilidad. Por eso, debes realizar esta retirada con discreción, sigilo y una gran dosis de inteligencia emocional.  

2.- No caigas en sus redes a través de la lástima o el perdón constante y no sincero 

Porque los psicópatas son maestros del apego tóxico, de un día te quiero y al otro te odio, de las reconciliaciones constantes, de los momentos de volver a intentar, de las nuevas oportunidades. Nada de eso funciona. Lo único que consiguen con esto es desbaratar emocionalmente aún más a sus víctimas y de seguir alimentando su narcisismo. Con estas tácticas van cogiendo ese poder que tanto buscan. No se lo des. Cuando hayas tomado la decisión de apartarte y del contacto cero (cuanto antes te des cuenta de la catadura del individuo que está delante), mucho mejor.  

3.- Pide ayuda para aumentar tu autoestima si hiciera falta

Y esta puede provenir de cualquier ámbito. No temas buscar un profesional de la psicología o hacerte con algún grupo de apoyo. Eso sí, si en un primer momento el acompañamiento es necesario, tienes que hacer un esfuerzo para ganar en empoderamiento constante y soltar amarras en cuanto puedas. Dentro de la ayuda también se encuentra el conocimiento: lee sobre el tema, pregunta, investiga, indaga… Cuanto más sepas, mejor saldrás de la situación. 

4.- Hazle creer que han ganado o, directamente, déjales hacerlo

Embarcarse en una guerra constante con estas personas es, simplemente, dejarse la vida en ello y muy pronto te darás cuenta. Por eso, es importante que alimentes tu independencia y libertad en todos los sentidos (económico, personal, anímico, vital, familiar…) y que pases página lo más pronto posible. Cuanto más tiempo estés en el enredo de los psicópatas, más tardarás en hacerte con las riendas de tu vida y caminar hacia la felicidad que mereces.

5.- Mientras te sientas vulnerable, no hables mal de él o ella 

Porque su ira se volverá contra ti. Recuerda que este tipo de perfiles oscuros cuidan mucho su imagen hacia los demás. En cuanto puedas (o la ocasión lo requiera) no dejes de desahogarte con personas de tu absoluta confianza. También debes tener cuidado con conocidos, relaciones o amigos mutuos. Este tipo de personas son expertos en crear bandos enfrentados entre sí.  

6.- Ten siempre presente que con los psicópatas solo cabe el contacto cero y el alejamiento: que esto sea tu meta 

Y no hay otra. Con ellos no valen las medias tintas, el ser amigos, el verse de vez en cuando… Si  accedes a ello, le sigues dando herramientas para la manipulación, el chantaje y que vuelva a utilizarte de una manera incluso más vil. Con este tipo de personas, cuanto menos hables mucho mejor.  

7.- Pon límites y no permitas que te chantajee 

En este reto de contacto cero, pon límites. Aunque tengáis hijos pequeños en común (lo más difícil de gestionar), no permitas que entre en tu espacio físico o emocional. Suelen enarbolar la bandera del bien común, pero tú ya sabes que eso no es verdad. Así que queda siempre en un lugar público y no permitas que envenene tu hogar, nuevas amistades (o antiguas) o tu esperanzador proyecto de vida.  

8.- Busca apoyo en la familia, los amigos e, incluso, en personal profesional

Porque de aquí no se sale solo. Los psicópatas dejan a sus víctimas hundidas emocionalmente por un buen tiempo y lo siguen intentando constantemente. Las herramientas para deshacerte de sus artes son complicadas y eso no se consigue de la noche a la mañana. Pide ayuda sin anclarte en el pesado. Recuerda que tu meta es convertirte en la mejor versión de ti mismo. 

9.- Céntrate en lo que verdaderamente importa para ti y no pienses en él o ella

Cuanto menos rumies, mucho mejor. Haz un plan de vida e intenta no apartarte mucho de lo que te has propuesto (para no caer en el desánimo). Analiza cuáles son tus puntos fuertes y cómo puedes empezar a andar sin esta persona en tu vida. En cuanto des el primer paso los otros serán más fáciles.  

10.- Los psicópatas dejan una huella imborrable en el alma. Utilízala para construir una mejor versión de ti mism@

Y es innegable. Sus heridas son tantas que es imposible borrar todas las cicatrices. Tú decides si quieres regodearte en ellas y no avanzar o ser como las piezas japonesas de Kintsugi. Aquí las roturas se pegan con oro líquido para conseguir un objeto aún más bello. El símil en el plano espiritual es la resilencia que te hace más fuerte y sabio al superar los embates de la vida.  

Recuerda siempre: apartamiento y contacto cero. Este es la meta ideal que debes conseguir. Si no es posible por tu situación personal, lo que más se acerque a ese ideal.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Comienzo diciendo que no es una patología, pero sí una cosmovisión que condiciona negativamente a quien la sufre. El complejo de Cenicienta se refiere a una forma de ser y estar en el mundo que impide salir de la zona de confort para, de por sí, ir en post de los sueños propios, metas e, incluso, felicidad. En esencia y resumiendo mucho, quienes están inmersos en este complejo espiritual tremendamente dañino buscan en los otros la solución a sus problemas creando (a la larga y a la corta) relaciones patológicas y codependientes. Aunque afecta a hombres y a mujeres, es en el mundo femenino (quizás por la cultura predominante) donde se afianza. Si bien es verdad que las personas que se encuentran atrapadas en este síndrome en raras ocasiones alcanzan autonomía y libertad propias, con conocimiento y ayuda profesional, si hiciera falta, se sale de aquí. 

Repasamos el cuento que da nombre al complejo de Cenicienta

Es una de las historias clásicas más afianzadas en la cultura tradicional objeto de libros, películas, parques temáticos o disfraces. Y a la par, con la nueva lectura de los mitos antiguos, uno de esos cuentos infantiles de princesas que no debes leer a tu hija. ¿Y eso por qué? Lo explicamos en el link anterior, pero ya adelanto que este tipo de historias van conformando una personalidad dependiente desde tempranas edades esperando, por tanto, que otros resuelvan lo que podemos intentar (otra cosa es que consigamos) por nosotros mismos. 

Resumiendo mucho, Cenicienta se queda huérfana a muy temprana edad atrapada en su propia casa, la cual dirige una malvada madrastra que tiene dos hijas feísimas en todos los aspectos. Por el contrario, nuestra protagonista es todo dulzura, belleza y abnegación, convirtiéndose en criada de las personas que ocupan la casa que legalmente le pertenece. Va así creciendo sin oponerse a los designios de una persona con rasgos de psicópata hasta que un buen día llega una invitación para ir a un baile principesco. La importancia del evento es tal que de allí saldrá la futura esposa del heredero, nada más y nada menos. Ni que decir tiene que Cenicienta no irá a la fiesta por imposición de la madrastra y, en cambio, sí deberá coser los vestidos de las otra muchachas. 

Para la joven solo le queda el desconsuelo, ya que no contempla la opción de la rebeldía en cualquiera de sus aspectos, la misma que le permitiría ir en post de sus sueños. Esa noche, al quedarse llorando en casa rumiando su desgracia, aparece su hada madrina la cual permite, mediante hechizos de magia, que Cenicienta pueda ir al baile, vestida de forma primorosa, calzada con zapatos de cristal y en una maravillosa carroza transformada de una calabaza y de los ratones de la casa.  

La única condición es que vuelve antes de las doce. Pero la muchacha, prendada del príncipe y bailando sin cesar, se olvida de la hora. En su carrera, por estar de vuelta a tiempo (y, por tanto, seguir obedeciendo), pierde uno de los zapatos en las escalinatas de palacio. Más allá del simbolismo de la prenda (que también he desentrañado), el heredero de la corona se pone a buscarla con la única guía de ese zapato mágico, pequeño y extraño. Todos sabemos que ambos se reencuentran (no sin antes pasar por la oposición y zancadillas diversas de la malvada madrastra), se casan y son felices para siempre. 

Causas del complejo de Cenicienta

El cuento tradicional nos da muchas pistas del origen de esta condición. Cenicienta está prisionera en su propia casa convirtiéndose en criada, cuando debe ser dueña y señora. Y esto sucede porque es vulnerable debido a su orfandad. Por eso, no es de extrañar que, tras el síndrome de Cenicienta, se encuentre lo siguiente: 

1.- Una cultura (en la cual estamos aún inmersa) en la que se premia la sumisión absoluta por parte de la mujer, quien es relegada a tareas domésticas o subalternas. El premio a la obediencia (coartando la posibilidad de aventurarse en lo desconocido que se encuentra tras los muros de la casa) es la mano del príncipe. Y lee con esto una vuelta a empezar en la espiral de obediencia, sumisión, muros del hogar, amor romántico… Todo ello impide el mínimo empoderamiento.  

2.- Crianza indolente que hace vulnerable a las niñas y también a algunos niños coartando cualquier atisbo de asertividad o de libertad de expresión. 

3.- El complejo de Cenicienta en más frecuente en miembros adultos procedentes de familias tóxicas, de una madre narcisista o de entornos donde no se ha respetado los sentimientos de los pequeños. 

4.- Personas que, por las razones que sean, han crecido bajo los influjos de la infensión aprendida.  

5.- Entornos socio-culturales pobres (en todos los sentidos) que relegan a la mujer únicamente a las tareas domésticas sin darle otras opciones. 

6.- La publicidad sexista que inculca roles de género inamovibles. 

7.- Aunque parezca que no tiene ninguna relación, también está detrás del síndrome de Cenicienta, la cultura del pelotazo, esa idea extendida en algunos entornos sociales que nos repiten una y otra vez que no se puede salir de una situación que no te gusta si no es con la suerte. Y en esto entra desde que te toque el gordo de la lotería hasta que te encuentres en un café con un rico millonario que se quede prendado de ti hasta que venga alguien de fuera que, por arte de magia, te saque de un emplazamiento infeliz. 

8.- Detrás de esta condición siempre hay una falta de apuesta en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, en la capacidad que tenemos para salir de cualquier situación adversa o que no nos gusta del todo. 

Síntomas o características del complejo de Cenicienta 

1.- Como sucede con el síndrome de Peter Pan, las personas con esta condición son como niños desvalidos atrapados en cuerpos de adultos. De alguna manera u otra, no han salido a la vida de los mayores con todo lo que ello conlleva: responsabilidad y libertad. 

2.- Siempre hay un miedo atroz a lo que está afuera, a lo desconocido, a abandonar la zona de confort. 

3.- Las personas con el complejo de Cenicienta no se atreven a intentar nada por sí mismas y siempre necesitan la validación de su entorno. 

4.- No se defienden y se dejan vapulear por los demás. Son el caldo de cultivo para caer en relaciones tóxicas de todo tipo y ser el objetivo de narcisistas y aprovechados. 

5.- La baja autoestima es una tónica y condiciona cualquier relación ya sea en el ámbito social, laboral, familiar, personal o de pareja. 

6.- Es normal que se hagan cargo de responsabilidades que no le corresponden renunciando, a la par, a hacer ver su criterio u opinión en cualquier asunto. 

Así son las personas con el síndrome de Cenicienta

7.- Suelen desempeñar tareas laborales en puestos sobrerrepesentados. 

8.- Les cuesta mucho ponerse metas a largo plazo necesitando la validación externa y aplazando constantemente el cambio vital que les llevará a la libertad. 

9.- Abandonan con frecuencia los proyectos en los que se embarcan. 

10.- Son bastantes permeables a las críticas y opiniones ajenas.

11.- Necesitan siempre a otros para hacer cualquier cosa. Por eso, son las víctimas propiciatorias para caer en las redes de personas tóxicas, la representación de la malvada madrastra del cuento. 

12.- No se creen merecedoras de ningún bien. 

13.- Suelen ser personas que no dejan brillar su luz (por miedo o por cobardía) y es normal que caigan en la tristeza. 

14.- Siempre están ocupadas (en ocasiones hasta la extenuación) con tareas que no les corresponde. 

15.- Para ellas es imposible delegar.   

¿Y ahora qué? ¿Espero a que otros hagan lo que yo no hago por mí?  

Todo ello hace que estas personas no persigan sus sueños o se esfuercen por salir adelante. Es necesario que algo en sus vidas les sacuda y esto suele ser un hecho traumático. A partir de aquí hay que tomar conciencia para superar la situación. Aunque algunos casos (muy enquistados por la biografía personal),  va a requerir de ayuda profesional, se puede avanzar paso a paso.  

1.- Lo primero es saber, reconocer y aceptar que padeces el complejo de Cenicienta el cual impide tu crecimiento personal y espiritual. 

2.- Pregúntate qué te ha llevado a tener una autoestima tan baja que no te permite ser dueñ@ de tu mundo. 

3.- Acepta, deja ir y perdona. No rumies tu infelicidad volviendo una y otra vez sobre hechos, situaciones o actos del pasado. Que te sirva para aprender y para caminar de otra manera pero no para quedarte con los pies estancados. 

4.- Reza un proverbio chino que “para recorrerse el mundo hay que dar un primer paso”. Y para cualquier meta hay que hacer lo mismo: hay que proponerse retos pequeños, asumibles y a tu alcance. De nada sirve que fantasees con llegar a La Luna mañana si no te has preparado para salir en soledad a un punto a 100 kms de tu casa.  

Salir del complejo de Cenicienta

5.- Lee, fórmate y estudia. Entiende lo que te pasa sin dejar que te amordace.  

6.- Deja un tiempo solo para ti y solo para ti. Cuando compruebes que no se cae el mundo por ello, comenzarás a liberarte de todas las tareas impuestas.  

7.- Cuídate en todos los sentidos: espiritual, anímico, intelectual y físico. Come comida de verdad, deja el sedentarismo y abandona hábitos tóxicos y de desgana.  

8.- Cultiva relaciones sociales variadas. No tengas miedos a abandonar los límites establecidos y fronteras emocionales. Así podrás poner en la distancia todo lo que te pasa. 

9.- Aprende a decir no. Si alguien se enfada por ello cuando es totalmente justo por tu parte, no debe estar en tu vida (así de simple). En cambio, si es alguien que te quiere y te respeta lo entenderá al segundo.  

10.- No busques fuera lo que está dentro de ti. Bien es verdad que somos criaturas sociales que necesitamos a los otros para todo, pero eso no significa que tus relaciones sean dependientes. Cultiva tu soledad con aquello que te gusta. Aprende a amar esos momentos que pasas contigo mism@. 

Ni que decir tiene que cualquier reto no se consigue de la noche a la mañana. Todo lleva su tiempo, su esfuerzo, sus pequeños avances y, a veces, grandes tropezones. Lo más importante es que te fijes como meta tu libertad sin renunciar ni a tu responsabilidad (social, familiar, personal…) ni a tus sueños. Si sientes que no avanzas o que te haz estancado, lo mismo es el momento de pedir ayuda o de intentar otro camino. Lo que nunca debes hacer es buscar la solución fuera (esto no vale en el caso de consejo profesional)  para lo que siempre ha estado dentro de ti. Mira hacia tu luz, aquella que te hace un ser único e irrepetible.   

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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Comienzo diciendo que no es una patología, pero sí una cosmovisión que condiciona negativamente a quien la sufre. El complejo de Cenicienta se refiere a una forma de ser y estar en el mundo que impide salir de la zona de confort para, de por sí, ir en post de los sueños propios, metas e, incluso, felicidad. En esencia y resumiendo mucho, quienes están inmersos en este complejo espiritual tremendamente dañino buscan en los otros la solución a sus problemas creando (a la larga y a la corta) relaciones patológicas y codependientes. Aunque afecta a hombres y a mujeres, es en el mundo femenino (quizás por la cultura predominante) donde se afianza. Si bien es verdad que las personas que se encuentran atrapadas en este síndrome en raras ocasiones alcanzan autonomía y libertad propias, con conocimiento y ayuda profesional, si hiciera falta, se sale de aquí. 

Repasamos el cuento que da nombre al complejo de Cenicienta

Es una de las historias clásicas más afianzadas en la cultura tradicional objeto de libros, películas, parques temáticos o disfraces. Y a la par, con la nueva lectura de los mitos antiguos, uno de esos cuentos infantiles de princesas que no debes leer a tu hija. ¿Y eso por qué? Lo explicamos en el link anterior, pero ya adelanto que este tipo de historias van conformando una personalidad dependiente desde tempranas edades esperando, por tanto, que otros resuelvan lo que podemos intentar (otra cosa es que consigamos) por nosotros mismos. 

Resumiendo mucho, Cenicienta se queda huérfana a muy temprana edad atrapada en su propia casa, la cual dirige una malvada madrastra que tiene dos hijas feísimas en todos los aspectos. Por el contrario, nuestra protagonista es todo dulzura, belleza y abnegación, convirtiéndose en criada de las personas que ocupan la casa que legalmente le pertenece. Va así creciendo sin oponerse a los designios de una persona con rasgos de psicópata hasta que un buen día llega una invitación para ir a un baile principesco. La importancia del evento es tal que de allí saldrá la futura esposa del heredero, nada más y nada menos. Ni que decir tiene que Cenicienta no irá a la fiesta por imposición de la madrastra y, en cambio, sí deberá coser los vestidos de las otra muchachas. 

Para la joven solo le queda el desconsuelo, ya que no contempla la opción de la rebeldía en cualquiera de sus aspectos, la misma que le permitiría ir en post de sus sueños. Esa noche, al quedarse llorando en casa rumiando su desgracia, aparece su hada madrina la cual permite, mediante hechizos de magia, que Cenicienta pueda ir al baile, vestida de forma primorosa, calzada con zapatos de cristal y en una maravillosa carroza transformada de una calabaza y de los ratones de la casa.  

La única condición es que vuelve antes de las doce. Pero la muchacha, prendada del príncipe y bailando sin cesar, se olvida de la hora. En su carrera, por estar de vuelta a tiempo (y, por tanto, seguir obedeciendo), pierde uno de los zapatos en las escalinatas de palacio. Más allá del simbolismo de la prenda (que también he desentrañado), el heredero de la corona se pone a buscarla con la única guía de ese zapato mágico, pequeño y extraño. Todos sabemos que ambos se reencuentran (no sin antes pasar por la oposición y zancadillas diversas de la malvada madrastra), se casan y son felices para siempre. 

Causas del complejo de Cenicienta

El cuento tradicional nos da muchas pistas del origen de esta condición. Cenicienta está prisionera en su propia casa convirtiéndose en criada, cuando debe ser dueña y señora. Y esto sucede porque es vulnerable debido a su orfandad. Por eso, no es de extrañar que, tras el síndrome de Cenicienta, se encuentre lo siguiente: 

1.- Una cultura (en la cual estamos aún inmersa) en la que se premia la sumisión absoluta por parte de la mujer, quien es relegada a tareas domésticas o subalternas. El premio a la obediencia (coartando la posibilidad de aventurarse en lo desconocido que se encuentra tras los muros de la casa) es la mano del príncipe. Y lee con esto una vuelta a empezar en la espiral de obediencia, sumisión, muros del hogar, amor romántico… Todo ello impide el mínimo empoderamiento.  

2.- Crianza indolente que hace vulnerable a las niñas y también a algunos niños coartando cualquier atisbo de asertividad o de libertad de expresión. 

3.- El complejo de Cenicienta en más frecuente en miembros adultos procedentes de familias tóxicas, de una madre narcisista o de entornos donde no se ha respetado los sentimientos de los pequeños. 

4.- Personas que, por las razones que sean, han crecido bajo los influjos de la infensión aprendida.  

5.- Entornos socio-culturales pobres (en todos los sentidos) que relegan a la mujer únicamente a las tareas domésticas sin darle otras opciones. 

6.- La publicidad sexista que inculca roles de género inamovibles. 

7.- Aunque parezca que no tiene ninguna relación, también está detrás del síndrome de Cenicienta, la cultura del pelotazo, esa idea extendida en algunos entornos sociales que nos repiten una y otra vez que no se puede salir de una situación que no te gusta si no es con la suerte. Y en esto entra desde que te toque el gordo de la lotería hasta que te encuentres en un café con un rico millonario que se quede prendado de ti hasta que venga alguien de fuera que, por arte de magia, te saque de un emplazamiento infeliz. 

8.- Detrás de esta condición siempre hay una falta de apuesta en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, en la capacidad que tenemos para salir de cualquier situación adversa o que no nos gusta del todo. 

Síntomas o características del complejo de Cenicienta 

1.- Como sucede con el síndrome de Peter Pan, las personas con esta condición son como niños desvalidos atrapados en cuerpos de adultos. De alguna manera u otra, no han salido a la vida de los mayores con todo lo que ello conlleva: responsabilidad y libertad. 

2.- Siempre hay un miedo atroz a lo que está afuera, a lo desconocido, a abandonar la zona de confort. 

3.- Las personas con el complejo de Cenicienta no se atreven a intentar nada por sí mismas y siempre necesitan la validación de su entorno. 

4.- No se defienden y se dejan vapulear por los demás. Son el caldo de cultivo para caer en relaciones tóxicas de todo tipo y ser el objetivo de narcisistas y aprovechados. 

5.- La baja autoestima es una tónica y condiciona cualquier relación ya sea en el ámbito social, laboral, familiar, personal o de pareja. 

6.- Es normal que se hagan cargo de responsabilidades que no le corresponden renunciando, a la par, a hacer ver su criterio u opinión en cualquier asunto. 

Así son las personas con el síndrome de Cenicienta

7.- Suelen desempeñar tareas laborales en puestos sobrerrepesentados. 

8.- Les cuesta mucho ponerse metas a largo plazo necesitando la validación externa y aplazando constantemente el cambio vital que les llevará a la libertad. 

9.- Abandonan con frecuencia los proyectos en los que se embarcan. 

10.- Son bastantes permeables a las críticas y opiniones ajenas.

11.- Necesitan siempre a otros para hacer cualquier cosa. Por eso, son las víctimas propiciatorias para caer en las redes de personas tóxicas, la representación de la malvada madrastra del cuento. 

12.- No se creen merecedoras de ningún bien. 

13.- Suelen ser personas que no dejan brillar su luz (por miedo o por cobardía) y es normal que caigan en la tristeza. 

14.- Siempre están ocupadas (en ocasiones hasta la extenuación) con tareas que no les corresponde. 

15.- Para ellas es imposible delegar.   

¿Y ahora qué? ¿Espero a que otros hagan lo que yo no hago por mí?  

Todo ello hace que estas personas no persigan sus sueños o se esfuercen por salir adelante. Es necesario que algo en sus vidas les sacuda y esto suele ser un hecho traumático. A partir de aquí hay que tomar conciencia para superar la situación. Aunque algunos casos (muy enquistados por la biografía personal),  va a requerir de ayuda profesional, se puede avanzar paso a paso.  

1.- Lo primero es saber, reconocer y aceptar que padeces el complejo de Cenicienta el cual impide tu crecimiento personal y espiritual. 

2.- Pregúntate qué te ha llevado a tener una autoestima tan baja que no te permite ser dueñ@ de tu mundo. 

3.- Acepta, deja ir y perdona. No rumies tu infelicidad volviendo una y otra vez sobre hechos, situaciones o actos del pasado. Que te sirva para aprender y para caminar de otra manera pero no para quedarte con los pies estancados. 

4.- Reza un proverbio chino que “para recorrerse el mundo hay que dar un primer paso”. Y para cualquier meta hay que hacer lo mismo: hay que proponerse retos pequeños, asumibles y a tu alcance. De nada sirve que fantasees con llegar a La Luna mañana si no te has preparado para salir en soledad a un punto a 100 kms de tu casa.  

Salir del complejo de Cenicienta

5.- Lee, fórmate y estudia. Entiende lo que te pasa sin dejar que te amordace.  

6.- Deja un tiempo solo para ti y solo para ti. Cuando compruebes que no se cae el mundo por ello, comenzarás a liberarte de todas las tareas impuestas.  

7.- Cuídate en todos los sentidos: espiritual, anímico, intelectual y físico. Come comida de verdad, deja el sedentarismo y abandona hábitos tóxicos y de desgana.  

8.- Cultiva relaciones sociales variadas. No tengas miedos a abandonar los límites establecidos y fronteras emocionales. Así podrás poner en la distancia todo lo que te pasa. 

9.- Aprende a decir no. Si alguien se enfada por ello cuando es totalmente justo por tu parte, no debe estar en tu vida (así de simple). En cambio, si es alguien que te quiere y te respeta lo entenderá al segundo.  

10.- No busques fuera lo que está dentro de ti. Bien es verdad que somos criaturas sociales que necesitamos a los otros para todo, pero eso no significa que tus relaciones sean dependientes. Cultiva tu soledad con aquello que te gusta. Aprende a amar esos momentos que pasas contigo mism@. 

Ni que decir tiene que cualquier reto no se consigue de la noche a la mañana. Todo lleva su tiempo, su esfuerzo, sus pequeños avances y, a veces, grandes tropezones. Lo más importante es que te fijes como meta tu libertad sin renunciar ni a tu responsabilidad (social, familiar, personal…) ni a tus sueños. Si sientes que no avanzas o que te haz estancado, lo mismo es el momento de pedir ayuda o de intentar otro camino. Lo que nunca debes hacer es buscar la solución fuera (esto no vale en el caso de consejo profesional)  para lo que siempre ha estado dentro de ti. Mira hacia tu luz, aquella que te hace un ser único e irrepetible.   

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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Es un personaje de ficción que vio la luz en Londres en Diciembre de 1904 salido de la mente de J. M. Barrie. Desde esa fecha, ha protagonizado películas, libros u obras plásticas entrando en el imaginario colectivo con derecho propio. Cuando la obra teatral se estrenó (que aquí comenzó todo) ya estaba en la calle El significado de los sueños de Freud. Y esto viene al hilo porque podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que los distintos artistas de la época iban poniendo nombres a caracteres y características que se estaban desentrañando con el progresivo conocimiento del inconsciente. Este fue el caso de J. M. Barrie, quien creó un personaje que además, con el tiempo, ha bautizado un carácter perteneciente a ese cajón de sastre denominado en la actualidad gente tóxica. Hablo del síndrome de Peter Pan, el niño-muchacho-hombre que se niega a crecer y a abandonar su particular paraíso, el País de Nunca Jamás. 

El de Peter Pan es un mundo de fantasía, de juegos, de camaradería desentendida alejado de las preocupaciones de la vida adulta y, por tanto, de lo que es inherente a ella. Por eso, responsabilidad o capacidad para hacerse cargo de otros no forman parte de su esencia emocional y/o espiritual. En el mundo de Peter Pan, como el de las personas que viven con esta personalidad, no hay espacio para la existencia de adulto con todo lo que ello implica: libertad y, a la par, responsabilidad.   

Entonces, ¿qué es el síndrome de Peter Pan?

Es una característica psicológica que no llega a considerarse dolencia (aunque hay autores que abogan por ello) que impide a la persona adulta que la sufre involucrarse en la cotidianidad que demanda su edad. Con eso me refiero a hacerse cargo (o crear siquiera) una familia, conservar y sobrellevar un empleo (a veces ni siquiera en actividades que les gustan) y manejar su libertad con acierto. Las personas (hombres y mujeres) con síndrome Peter Pan viven como los niños pequeños esperando que otros hagan los que les corresponde por edad y condición. Si eso no puede ser se enfadan, entran en cólera o simplemente culpan a los demás por todo lo que les sucede. Viven en una infancia eterna negándose a participar en la forma de estar en el mundo de los adultos. Aunque, en un principio, pudieran parecer personas divertidas o creativas, el caso es que se hacen daño tanto a ellos mismos como a los que le rodean por su actitud egoísta (y esa es la palabra) y despreocupada en extremo. Aún así, y como regla general, estos individuos no hacen daño a sabiendas sino, más bien, este se produce como resultado de sus actos. 

Causas del síndrome de Peter Pan

Aunque la literatura más común (esa que se repite sin pararse a analizar) propone como causa de esta condición una infancia muy feliz, hay que poner en cuarentena esta afirmación. ¿Por qué? Porque, sencillamente, un niño o niña que ha recibido amor, cuidado y comprensión por parte de su entorno tiene todas las papeletas para ser un adulto completo, independiente y responsable. En este sentido, no cuadra que un pequeño que ha vivido sus primeros años de manera dichosa se aferre a esta época desarrollando el síndrome de Peter Pan. Estas estarían en otras situaciones. Analizamos, pues, algunas de las causas más frecuentes de esta condición:  

1.- Los abusos (físicos, verbales, emocionales e, incluso, sexuales) son la piedra angular de problemas emocionales, espirituales y psicológicos de todo tipo. Aunque con la ayuda y la terapia adecuada buena parte de estos niños (dependiendo de la intensidad del daño que se les ha infligido) son adultos funcionales, la mayoría de trastornos se gestan en estas circunstancias. El pequeño que ha sufrido de esta manera se aferra a una infancia que no ha vivido sin disponer de herramientas para ser un adulto funcional. Estaríamos ante un proceso de defensa emocional típico que debe trabajarse en terapia para poder sanar (en la medida de lo posible) esas heridas. 

2.- Entornos en los que se hace una crianza indolente donde se mima en exceso o se sobreprotege a los niños no dándoles la oportunidad de desarrollar todo su potencial. El pequeño se queda estancado en su desarrollo emocional sin la posibilidad de enfrentarse a escenarios de superación de todo tipo (por supuesto supervisados por adultos) donde vaya cimentando su autoestima

3.- La sociedad hedonista actual también fomenta estas actitudes ensalzando (y, a la vez, confundiendo) propuestas en las que la libertad (sin la contrapartida de la responsabilidad) y la alegría (a veces procedente de paraísos artificiales) son dones supremos. 

4.- Los niños se conforman por imitación. Así que es probable que alguien con síndrome de Peter Pan haya tenido un modelo cercano en casa (lee progenitores). 

Síntomas del síndrome de Peter Pan 

Las personas con esta condición no llevan tatuada en la frente su forma de estar en el mundo y, los que están alrededor solo se dan cuenta de ello pasado un tiempo. Y eso si tienen la formación y/o las herramientas necesarias. Normalmente los conflictos aparecen nada más incorporarse al mundo laboral o a la hora de mantener una pareja más allá del amor pasional adolescente. Es frecuente lo siguiente: 

1.- Los adultos (hombres y mujeres) con síndrome Peter Pan nunca se responsabilizan de sus acciones. Siempre tienen la culpa otros de los que les pasa. Siempre hay alguien que nos le deja conseguir sus metas. Pero, a poco que se indague, es que, sencillamente, no se esfuerzan absolutamente por nada. 

2.- Se niegan a salir de su zona de confort y a superar el miedo a la hora de enfrentarse a los retos normales de la vida adulta. En situaciones complicadas simplemente se bloquean llegando a caer en cuadros de ansiedad o de depresión. 

3.- Son personas tremendamente egoístas (sin capacidad de empatía y actuando solo en beneficio propio) y egocéntricas (el mundo girar alrededor de ellos). 

4.- Buena parte de ellos acusan una personalidad narcisista o repiten patrones de progenitores con esta condición.  

5.- En el plano práctico, son incapaces de conservar un trabajo y tienen problemas con las figuras de autoridad y compañeros. 

6.- Pueden alcanzar una buena posición laboral a pesar de tener un marcado síndrome de Peter Pan (por pertenecer a la élite social y se les haya abierto puertas y ventanas por ejemplo). Sin embargo, en estos casos se caracterizan por tomar decisiones descabelladas, desacertadas y fuera de toda lógica. ¡Ojo! No hay que confundir estas acciones con aquellas provenientes de individuos creativos, proactivos y emprendedores con ideas novedosas. En estos últimos casos, estas personas se hacen responsables de sus actos, ejercen liderazgos responsables y delegan con criterio. Los individuos peterpanes, por el contrario, embrollan la situación, manipulan a veces, no tienen en cuenta las necesidades del equipo y, en general, están faltos de la mínima empatía. 

7.- Al hilo de lo anterior, las personas con síndrome de Peter Pan nunca tienen claras (tampoco se las plantean) sus metas vitales, laborales o familiares. Viven en una improvisación constante. 

8.- En el ámbito personal son incapaces de mantener una relación de pareja de manera saludable y, en los últimos tiempos, con la conquista de la libertad en todos los ámbitos, suelen decantarse por encuentros esporádicos que no impliquen ninguna responsabilidad. 

9.- Si logran formar una familia con hijos, es frecuente que se desentiendan de ellos al no comprometerse con aspectos básicos de la crianza, alimentación, educación y cuidado emocional. 

10.- En casos extremos, suelen reconocerse en lo que son (personas con síndrome de Peter Pan) y se jactan de ello promoviendo su actitud como la única correcta en la vida. Es la forma más sencilla y directa de justificarse. 

Características de los hombres con síndrome de Peter Pan

Si bien es verdad que estos síntomas expuestos más arriba se dan tanto en hombres y mujeres, los varones (por la educación tradicional en la que aún estamos insertos) suelen tener algunas diferencias de comportamiento con respecto a las féminas. 

1.- Los hombres con síndrome de Peter Pan, cuando están en un emplazamiento “adecuado”, no dudan en arrastrar a los que se encuentran alrededor a situaciones comprometidas o, directamente, peligrosas. Un ejemplo frecuente y diario (por su visibilidad) es el comportamiento de ciertos políticos que, en el plano emocional y psicológico, no han alcanzado la vida adulta. Otra cosa es que, por procedencia social y/o oportunidad, se hayan visto con una responsabilidad a la que nunca podrán hacer frente. 

2.- Se consideran fuera de las normas y las leyes. Por eso, es frecuente que tengan algún problema con la autoridad y también con las drogas legales o ilegales. 

3.- Cuidan su imagen en extremo ya que son susceptibles a las críticas aunque estas sean constructivas. 

4.- No aceptan ninguna crítica ni consejo y son incapaces de reconducir su comportamiento el cual, como he indicado más arriba, suele ser errado (por pernicioso en el plano emocional) en la mayoría de las veces. 

5.- Son inconstantes e inconsistentes emocionalmente cambiando de opinión con frecuencia, siendo incapaces de establecerse metas y de trabajar por ellas. Quieren que todo les llegue “caído del cielo” como el niño que no tiene que preocuparse por lo básico de su subsistencia porque ya lo hacen sus padres o tutores. 

¿Hay mujeres con síndrome de Peter Pan?

Sí, como los hombres y con las mismas características que ellos. La única diferencia con las féminas (y esto, quizás es debido a la educación patriarcal en la cual estamos aún insertos) en ellas se confunde con el complejo de Cenicienta. Esto es, las mujeres peterpanes buscan en los demás una constante validación, eligiendo parejas que se hagan cargo de ellas en todos los aspectos y enlazando relaciones tóxicas unas tras otra. Como los hombres con esta condición, aún no han asumido los roles de la vida adulta y se sienten desvalidas, desprotegidas y frágiles como niñas pequeñas.  

¿Cómo tratar, convivir o emparejarse con una persona con síndrome de Peter Pan?

Aunque no es un trastorno psicológico, si el individuo aquejado de esta condición no tiene los apoyos alrededor suficientes (económicos, sociales, familiares…) su vida puede llegar a ser muy complicada. En este sentido, se encuentran casos en terapia que acuden por cuadros de ansiedad o de estrés extremo cuando no de depresión. Y es aquí donde se indaga en esta peculiar condición. Con ayuda psicológica es posible salir y asumir (con sus limitaciones) los roles que demanda la vida adulta.  

Por otro lado, convivir con una persona de estas características puede llevar a fomentar una auténtica familia tóxica, donde los caprichos se prioricen a las necesidades, a la responsabilidad y al crecimiento espiritual de cada uno de los miembros de la misma. Es normal que los individuos varones con este síndrome acaben en divorcios traumáticos donde se desatiendan de las necesidades elementales de sus vástagos y culpen al otro al 100% de la situación. En las mujeres, por miedo a enfrentarse a la vida real, suelen encadenar una pareja tras otra buscando la solución a los problemas que solo se encuentra en el interior de ellas mismos. En el caso de las féminas, el asunto se complica por la cultura de micro machismos en la que aún vivimos alimentando un complejo que las hace tremendamente infelices cuando no desgraciadas. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Es un personaje de ficción que vio la luz en Londres en Diciembre de 1904 salido de la mente de J. M. Barrie. Desde esa fecha, ha protagonizado películas, libros u obras plásticas entrando en el imaginario colectivo con derecho propio. Cuando la obra teatral se estrenó (que aquí comenzó todo) ya estaba en la calle El significado de los sueños de Freud. Y esto viene al hilo porque podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que los distintos artistas de la época iban poniendo nombres a caracteres y características que se estaban desentrañando con el progresivo conocimiento del inconsciente. Este fue el caso de J. M. Barrie, quien creó un personaje que además, con el tiempo, ha bautizado un carácter perteneciente a ese cajón de sastre denominado en la actualidad gente tóxica. Hablo del síndrome de Peter Pan, el niño-muchacho-hombre que se niega a crecer y a abandonar su particular paraíso, el País de Nunca Jamás. 

El de Peter Pan es un mundo de fantasía, de juegos, de camaradería desentendida alejado de las preocupaciones de la vida adulta y, por tanto, de lo que es inherente a ella. Por eso, responsabilidad o capacidad para hacerse cargo de otros no forman parte de su esencia emocional y/o espiritual. En el mundo de Peter Pan, como el de las personas que viven con esta personalidad, no hay espacio para la existencia de adulto con todo lo que ello implica: libertad y, a la par, responsabilidad.   

Entonces, ¿qué es el síndrome de Peter Pan?

Es una característica psicológica que no llega a considerarse dolencia (aunque hay autores que abogan por ello) que impide a la persona adulta que la sufre involucrarse en la cotidianidad que demanda su edad. Con eso me refiero a hacerse cargo (o crear siquiera) una familia, conservar y sobrellevar un empleo (a veces ni siquiera en actividades que les gustan) y manejar su libertad con acierto. Las personas (hombres y mujeres) con síndrome Peter Pan viven como los niños pequeños esperando que otros hagan los que les corresponde por edad y condición. Si eso no puede ser se enfadan, entran en cólera o simplemente culpan a los demás por todo lo que les sucede. Viven en una infancia eterna negándose a participar en la forma de estar en el mundo de los adultos. Aunque, en un principio, pudieran parecer personas divertidas o creativas, el caso es que se hacen daño tanto a ellos mismos como a los que le rodean por su actitud egoísta (y esa es la palabra) y despreocupada en extremo. Aún así, y como regla general, estos individuos no hacen daño a sabiendas sino, más bien, este se produce como resultado de sus actos. 

Causas del síndrome de Peter Pan

Aunque la literatura más común (esa que se repite sin pararse a analizar) propone como causa de esta condición una infancia muy feliz, hay que poner en cuarentena esta afirmación. ¿Por qué? Porque, sencillamente, un niño o niña que ha recibido amor, cuidado y comprensión por parte de su entorno tiene todas las papeletas para ser un adulto completo, independiente y responsable. En este sentido, no cuadra que un pequeño que ha vivido sus primeros años de manera dichosa se aferre a esta época desarrollando el síndrome de Peter Pan. Estas estarían en otras situaciones. Analizamos, pues, algunas de las causas más frecuentes de esta condición:  

1.- Los abusos (físicos, verbales, emocionales e, incluso, sexuales) son la piedra angular de problemas emocionales, espirituales y psicológicos de todo tipo. Aunque con la ayuda y la terapia adecuada buena parte de estos niños (dependiendo de la intensidad del daño que se les ha infligido) son adultos funcionales, la mayoría de trastornos se gestan en estas circunstancias. El pequeño que ha sufrido de esta manera se aferra a una infancia que no ha vivido sin disponer de herramientas para ser un adulto funcional. Estaríamos ante un proceso de defensa emocional típico que debe trabajarse en terapia para poder sanar (en la medida de lo posible) esas heridas. 

2.- Entornos en los que se hace una crianza indolente donde se mima en exceso o se sobreprotege a los niños no dándoles la oportunidad de desarrollar todo su potencial. El pequeño se queda estancado en su desarrollo emocional sin la posibilidad de enfrentarse a escenarios de superación de todo tipo (por supuesto supervisados por adultos) donde vaya cimentando su autoestima

3.- La sociedad hedonista actual también fomenta estas actitudes ensalzando (y, a la vez, confundiendo) propuestas en las que la libertad (sin la contrapartida de la responsabilidad) y la alegría (a veces procedente de paraísos artificiales) son dones supremos. 

4.- Los niños se conforman por imitación. Así que es probable que alguien con síndrome de Peter Pan haya tenido un modelo cercano en casa (lee progenitores). 

Síntomas del síndrome de Peter Pan 

Las personas con esta condición no llevan tatuada en la frente su forma de estar en el mundo y, los que están alrededor solo se dan cuenta de ello pasado un tiempo. Y eso si tienen la formación y/o las herramientas necesarias. Normalmente los conflictos aparecen nada más incorporarse al mundo laboral o a la hora de mantener una pareja más allá del amor pasional adolescente. Es frecuente lo siguiente: 

1.- Los adultos (hombres y mujeres) con síndrome Peter Pan nunca se responsabilizan de sus acciones. Siempre tienen la culpa otros de los que les pasa. Siempre hay alguien que nos le deja conseguir sus metas. Pero, a poco que se indague, es que, sencillamente, no se esfuerzan absolutamente por nada. 

2.- Se niegan a salir de su zona de confort y a superar el miedo a la hora de enfrentarse a los retos normales de la vida adulta. En situaciones complicadas simplemente se bloquean llegando a caer en cuadros de ansiedad o de depresión. 

3.- Son personas tremendamente egoístas (sin capacidad de empatía y actuando solo en beneficio propio) y egocéntricas (el mundo girar alrededor de ellos). 

4.- Buena parte de ellos acusan una personalidad narcisista o repiten patrones de progenitores con esta condición.  

5.- En el plano práctico, son incapaces de conservar un trabajo y tienen problemas con las figuras de autoridad y compañeros. 

6.- Pueden alcanzar una buena posición laboral a pesar de tener un marcado síndrome de Peter Pan (por pertenecer a la élite social y se les haya abierto puertas y ventanas por ejemplo). Sin embargo, en estos casos se caracterizan por tomar decisiones descabelladas, desacertadas y fuera de toda lógica. ¡Ojo! No hay que confundir estas acciones con aquellas provenientes de individuos creativos, proactivos y emprendedores con ideas novedosas. En estos últimos casos, estas personas se hacen responsables de sus actos, ejercen liderazgos responsables y delegan con criterio. Los individuos peterpanes, por el contrario, embrollan la situación, manipulan a veces, no tienen en cuenta las necesidades del equipo y, en general, están faltos de la mínima empatía. 

7.- Al hilo de lo anterior, las personas con síndrome de Peter Pan nunca tienen claras (tampoco se las plantean) sus metas vitales, laborales o familiares. Viven en una improvisación constante. 

8.- En el ámbito personal son incapaces de mantener una relación de pareja de manera saludable y, en los últimos tiempos, con la conquista de la libertad en todos los ámbitos, suelen decantarse por encuentros esporádicos que no impliquen ninguna responsabilidad. 

9.- Si logran formar una familia con hijos, es frecuente que se desentiendan de ellos al no comprometerse con aspectos básicos de la crianza, alimentación, educación y cuidado emocional. 

10.- En casos extremos, suelen reconocerse en lo que son (personas con síndrome de Peter Pan) y se jactan de ello promoviendo su actitud como la única correcta en la vida. Es la forma más sencilla y directa de justificarse. 

Características de los hombres con síndrome de Peter Pan

Si bien es verdad que estos síntomas expuestos más arriba se dan tanto en hombres y mujeres, los varones (por la educación tradicional en la que aún estamos insertos) suelen tener algunas diferencias de comportamiento con respecto a las féminas. 

1.- Los hombres con síndrome de Peter Pan, cuando están en un emplazamiento “adecuado”, no dudan en arrastrar a los que se encuentran alrededor a situaciones comprometidas o, directamente, peligrosas. Un ejemplo frecuente y diario (por su visibilidad) es el comportamiento de ciertos políticos que, en el plano emocional y psicológico, no han alcanzado la vida adulta. Otra cosa es que, por procedencia social y/o oportunidad, se hayan visto con una responsabilidad a la que nunca podrán hacer frente. 

2.- Se consideran fuera de las normas y las leyes. Por eso, es frecuente que tengan algún problema con la autoridad y también con las drogas legales o ilegales. 

3.- Cuidan su imagen en extremo ya que son susceptibles a las críticas aunque estas sean constructivas. 

4.- No aceptan ninguna crítica ni consejo y son incapaces de reconducir su comportamiento el cual, como he indicado más arriba, suele ser errado (por pernicioso en el plano emocional) en la mayoría de las veces. 

5.- Son inconstantes e inconsistentes emocionalmente cambiando de opinión con frecuencia, siendo incapaces de establecerse metas y de trabajar por ellas. Quieren que todo les llegue “caído del cielo” como el niño que no tiene que preocuparse por lo básico de su subsistencia porque ya lo hacen sus padres o tutores. 

¿Hay mujeres con síndrome de Peter Pan?

Sí, como los hombres y con las mismas características que ellos. La única diferencia con las féminas (y esto, quizás es debido a la educación patriarcal en la cual estamos aún insertos) en ellas se confunde con el complejo de Cenicienta. Esto es, las mujeres peterpanes buscan en los demás una constante validación, eligiendo parejas que se hagan cargo de ellas en todos los aspectos y enlazando relaciones tóxicas unas tras otra. Como los hombres con esta condición, aún no han asumido los roles de la vida adulta y se sienten desvalidas, desprotegidas y frágiles como niñas pequeñas.  

¿Cómo tratar, convivir o emparejarse con una persona con síndrome de Peter Pan?

Aunque no es un trastorno psicológico, si el individuo aquejado de esta condición no tiene los apoyos alrededor suficientes (económicos, sociales, familiares…) su vida puede llegar a ser muy complicada. En este sentido, se encuentran casos en terapia que acuden por cuadros de ansiedad o de estrés extremo cuando no de depresión. Y es aquí donde se indaga en esta peculiar condición. Con ayuda psicológica es posible salir y asumir (con sus limitaciones) los roles que demanda la vida adulta.  

Por otro lado, convivir con una persona de estas características puede llevar a fomentar una auténtica familia tóxica, donde los caprichos se prioricen a las necesidades, a la responsabilidad y al crecimiento espiritual de cada uno de los miembros de la misma. Es normal que los individuos varones con este síndrome acaben en divorcios traumáticos donde se desatiendan de las necesidades elementales de sus vástagos y culpen al otro al 100% de la situación. En las mujeres, por miedo a enfrentarse a la vida real, suelen encadenar una pareja tras otra buscando la solución a los problemas que solo se encuentra en el interior de ellas mismos. En el caso de las féminas, el asunto se complica por la cultura de micro machismos en la que aún vivimos alimentando un complejo que las hace tremendamente infelices cuando no desgraciadas. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Y lo pueden hacer y mucho, tanto que, incluso, almas jóvenes o con poca experiencia en este tipo de perfiles pueden caer bajo sus redes de una manera, a veces, trágica. Porque las personas tóxicas en el trabajo lo son en su ámbito laboral, por supuesto, pero también en su vida más privada, ya sea familiar, de amistad o simplemente cívica. Aunque la gente tóxica es de todo pelaje y pluma, en líneas generales, responden a unos patrones de comportamiento que, con un poco de tiempo y/o de observación serena y discreta por tu parte, te van a permitir etiquetarlas como tal. Y con la identificación es más fácil que encuentres herramientas para defenderte de una manera acertada antes de que sea tan tarde que te resbales hasta un síndrome de burnout o, lo que es peor, hacia una depresión severa. Hasta estos extremos llegan sus tentáculos envenenados. Por eso es tan importante conocerlas lo mejor posible. 

Cómo son las personas tóxicas en el trabajo y… fuera del trabajo…

No es estrés, no es exigencia laboral, no es espíritu competitivo siquiera… este tipo de individuos llevan el veneno dentro. Algo pasó en su biografía (quizás una madre narcisista que provocó un autoestima baja, situaciones de abuso o cualquier otra circunstancia) que les hizo pararse en esta toxicidad. Están en guerra constante con el mundo. Nunca están conformes y, a la vez son indolentes. Generan a su alrededor ambientes perjudiciales y enfados casi a diario. Ni que decir tiene que hay almas con luz (las que se encuentran en el extremo contrario de las personas tóxicas) que no han encontrado aún su rumbo vital (por lo que sean) y pueden verse envueltas en este tipo de situaciones. En verdad son las presas fáciles de estos individuos. Pero, a poco que te fijes, podrás catalogar a quien va de conflicto en conflicto atrapándote, de paso, también a ti.  

Atención a estas características de una persona tóxica en cualquier ámbito vital 

1.- Las personas tóxicas en el trabajo también suelen llevar una vida personal asfixiante. Encadenan parejas tras otra generando mal ambiente y conflictos innecesarios que, como norma, solo pueden encontrar solución, con frecuencia, por vía judicial. Suelen tener conflictos de gravedad, además, con hijos propios y de parejas actuales o pasadas. 

2.- Si tienen una cierta edad, acaban por sufrir una vida social muy pobre, ya que han ido quemando a amistades y compañía por el camino. 

3.- Un porcentaje muy alto de estos individuos responden al patrón narcisista, cuando no a su versión extrema (y altamente grave) del psicópata. Por eso, ven una afrenta personal en detalles sin importancia y minimizan daños graves de su parte con la consabida frase de “es que eres demasiado sensible”. Ya te digo que si escuchas esas palabras con frecuencia y no hay cambios de comportamiento, empieza a anotar. Nadie es nunca demasiado sensible. Eso, sencillamente, no existe y anótalo. Si algo te duele, es porque ha habido una agresión.  

4.- Son bocazas y dados a hablar mal de todo el mundo. De ti también y esto tenlo por seguro. Además del cotilleo más o menos socialmente aceptado, con frecuencia, acaban en las injurias y calumnias. 

5.- Las personas tóxicas en el trabajo tienen mucho interés en tu vida privada. Que no te quepa la menos duda que no lo hacen para ayudar de buena manera. Es un mecanismo frecuente para hacerte daño. Una vez ha recogido y recabado información, esta se utiliza en tu contra.

6.- En general, estas personas tóxicas suelen estar aisladas (si han cumplido una edad), con una vida personal tremendamente triste, sin haber sido capaz de haber llevado luz a padres, familia, hijos o amigos. Son gente oscura, desconfiada, egoísta y egocéntrica.  

Así se comportan las personas tóxicas en el trabajo

A nivel laboral estos individuos van minando toda la energía de los equipos o de quienes están a su alrededor, ya sean compañeros, jefes o personal a cargo. Acaban con los nervios, paciencia e, incluso, saber estar de aquellos que no están alerta ante estas actitudes. Pero, ¿qué hacen? Anota que puede que te vaya tu futuro laboral en ello. 

1.- Suelen ser vagos, aunque digan lo contrario. Por eso, sobrecargan de trabajo a los que están a su alrededor. Por si esto no fuera poco, además, es normal que achaquen esa indolencia a los otros. 

2.- Por tanto, nunca asumen su responsabilidad. Siempre es otro el que ha hecho algo indebido, incorrecto o problemático. En este sentido, son individuos tremendamente infantiles que no han sido capaces de crecer espiritualmente como personas. En definitiva, se han estancado en su desarrollo personal y, en esencia, se conducen con mucho miedo, como niños pequeños abandonados a su suerte. En resumidas cuentas, no son capaces de llevar las riendas de sus vidas en ningún aspecto, ni en el personal ni en el laboral.  

3.- Dan la apariencia de estar siempre ocupados, con mil cosas, que son importantes (o fundamentales para el equipo), pero, en verdad, lo que hacen es enredar. Suelen llegar corriendo, tarde y de mal humor. 

4.- Las personas tóxicas en el trabajo son expertos propagadores de rumores. Se suelen cebar en las almas con luz, en los más brillantes, en los mejores. 

5.-  Sus métodos para eliminar competidores (o lo que ellos creen que son competidores) consiste en aislar (a veces de manera tremenda) a aquellos que, en verdad, pueden calificarse como válidos, resolutivos, creativos, brillantes y eficaces. 

6.- A poco que te pares a pensar, te darás cuenta que no aportan nada aunque quieran hacer creer a todos (clientes, proveedores, equipos o jefes) que son imprescindibles. 

7.- Las personas tóxicas en el trabajo suelen correr riesgos innecesarios que luego endosan a los demás para que lo solucionen. Y remito a los periódicos que abren todos los días con ruinas económicas (de gigantes o empresas medianas) debido a temeridades innecesarias de este tipo de individuos. 

8.- Ni que decir tiene que no son resolutivos ni creativos. Lo que mejor hacen es enredar y eso afecta, a la postre, a la producción del equipo o buena marcha de cualquier proyecto. 

9.- Las personas tóxicas en el trabajo se han acostumbrado a mantener un tono de voz siempre elevado. 

10.- En línea generales, este tipo de individuos son totalmente prescindibles. Los casos más graves, se convierten en un rémora, lastre o problema interno.  

Qué quieren de ti las personas tóxicas en el trabajo o fuera del él

En esencia, quieren lo que ellos o ellas no tienen: tu luz, alegría, fuerza, resilencia y capacidad de superación. Por eso este tipo de gentes malintencionadas suelen cebarse con aquellos más válidos, con los que han venido al mundo a aportar y dar. Ellos suelen quitar, acaparar y malgastar. No quieren darse cuenta del daño que hacen y tampoco quieren hacer el esfuerzo por mejorar. Si tienes un jefe tóxico o un compañero demasiado competitivo del cual sospeches que puedes entrar en esta clasificación, pon atención a estas señales:  

1.- Te sobrecargará con trabajo que ni tú ni nadie puede ejecutar tanto en cantidad como en responsabilidad para tu rango o en tiempo de entrega. 

2.- A continuación, te hará sentir culpable por no haber dado la talla cuando seguramente, en un ambiente normal, habrás superado las expectativas y con creces. Y si eres tan “total pro” que eres capaz de alcanzar este objetivo imposible, ten por descontado que siempre vas a tener un montón de peros, contras y objeciones.

3.- Además, las personas tóxicas en el trabajo alargarán las tareas de manera, a veces, eterna y no será por una malentendida exigencia profesional. Lo hará porque es la única manera de aplacar su inseguridad interna. 

4.- Aunque es bastante grave, se apropiará de tus logros sin ningún pudor haciendo creer que son propios. 

5.- En este sentido, si alguien logra desenmascar a estos individuos, comenzará una campaña de difamación sin tregua alguna contra el otro que se convertirá de inmediato en un enemigo a abatir por cualquier medio. 

6.- Es frecuente que afirmen haber conseguido logros que luego, ni por asomo, es capaz de repetir. Podrá, por poner un caso, declarar a los cuatro vientos que socios malintencionados le robaron ciertas patentes de su invención, pero su pericia profesional no demuestra que algo así pudiera conseguir alguna vez en su vida. 

7.- Las personas tóxicas en el trabajo, aparte de tener un concepto de grandiosidad propia totalmente inadecuado, mienten constantemente. Lo hacen para tapar sus faltas y, paralelamente, desautorizar a todo el que tiene algún mérito. 

8.- Es más, son deshonestas y harán lo que sean para conseguir sus fines, a veces, rozando o cayendo en lo ilegal. Por eso, son peligrosas para los equipos. 

9.- Sus ambiciones no son coherentes con sus capacidades y, a veces, caen en la fantasía más absoluta. 

10.- Paralelamente, utilizarán su lengua mordaz y su capacidad de ensañamiento verbal para destruir tus sueños. Y ya te digo que, si eres una persona con luz, (con mucha probabilidad si estás leyendo esto), tus metas serán fácilmente alcanzables si te lo propones. 

11.- Las personas tóxicas en el trabajo no son constantes y son incapaces de cuidar mínimamente de proveedores, clientes, equipos, jefes o subordinados. Tampoco de amigos, relaciones sociales o familia. 

12.- Cuando se marchan, todo el equipo siente un alivio inmediato, como una libertad desconocida y una alegría desconocida. Es, simplemente, la luz de cada uno que fluye sin que estos individuos la empañen con oscuridades innecesarias. 

Qué debes hacer para que estas personas tóxicas en el trabajo no ensucien tu vida

Anota todo esto porque es fundamental:

1.- Lo primero reconocerlas. Es el primer paso y ya tienes mucho andado. Este tipo de individuos no han sido catalogados ni definidos hasta hace pocas décadas. Sus tentáculos, por tanto, se extendían en las compañías envenenando todo lo que encontraban a su paso. Hoy, algunas empresas, sobre todo las emergentes con equipo joven, tienen en cuenta (y mucho) estas personalidades, pero las de ambiente más tradicional están lejos de fijarse en estas fallas. 

2.- No intentes cambiarlos. Esta no es tu guerra. Si está en tu mano que, de manera elegante, salga del equipo, no dudes en hacerlo. Todos saldréis ganando. 

3.- No te enfrentes. Si es un jefe, comienza a buscar otro empleo. Si es un compañero, pon distancia y pide que tus tareas estén claramente delimitadas con objetivos precisos. Si es un empleado, despídelo de buenas maneras. Nunca le des herramientas que pueda utilizar en tu contra. 

4.- En cuanto sepas que hay personas tóxicas en el trabajo, no intimes de ninguna manera. Eso puede ser tu perdición en todos los sentidos. Este tipo de individuos, en su versión extrema, no dudarán en expandir calumnias groseras, envenenadas y peligrosas, tantas que, con toda probabilidad, afectará tu vida privada. Desde ya asimila que no te merece la pena correr este tipo de riesgos a no ser que seas una persona muy independiente en todos los aspectos. 

5.- Cuídate y mima tu autoestima. Si es necesario, pide ayuda externa para desahogarte de cualquier manera. Ten siempre presente (por el método que creas más conveniente) todo lo que vales. 

6.- Si la situación es muy asfixiante, no te va a quedar otra que irte. Tenlo siempre presente. Hay muchas personas que se aferran a un empleo aunque no se encuentren a gusto simplemente por el dinero. Evalúa, por favor, si merece la pena pagar con tu salud psíquica. 

7.- No le des motivo para que te tenga más envidia (forma parte de su personalidad). Por eso, es mejor que muestres cautela al hablar de tus logros ya sean personales, familiares, laborales o de cualquier índole. 

8.- Pon distancia siempre entre el entorno laboral y tu vida personal. Si esto debe ser una máxima en cualquier circunstancia cuando estamos con un individuo de este cariz llévalo a la práctica con más celo aún. 

En definitiva, las personas tóxicas en el trabajo son seres tremendamente egoístas, con escasa o nula empatía, incapaces de trabajar en equipo y de alegrarse de corazón por el éxito de todos. Es frecuente que se revista de modales aceptados o de una pátina de “buen rollo” que es totalmente falsa. Irá apropiándose de cualquier bien (material, espiritual o personal) que se encuentre a su alrededor para conseguir fines propios e individualistas sin tener en cuenta la opinión, criterio o deseos de los que están a su alrededor. Aunque se disfracen con una pátina de virtud (que a poco que rasques verás que es falsa), son seres inmorales dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir sus fines. También suelen ser superficiales, poco cuidadosos con su aspecto físico y nunca dispuestos a hacer un esfuerzo de superación. En definitiva, el crecimiento espiritual continuo y constante solo es posible si en tu interior brilla la luz. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Y lo pueden hacer y mucho, tanto que, incluso, almas jóvenes o con poca experiencia en este tipo de perfiles pueden caer bajo sus redes de una manera, a veces, trágica. Porque las personas tóxicas en el trabajo lo son en su ámbito laboral, por supuesto, pero también en su vida más privada, ya sea familiar, de amistad o simplemente cívica. Aunque la gente tóxica es de todo pelaje y pluma, en líneas generales, responden a unos patrones de comportamiento que, con un poco de tiempo y/o de observación serena y discreta por tu parte, te van a permitir etiquetarlas como tal. Y con la identificación es más fácil que encuentres herramientas para defenderte de una manera acertada antes de que sea tan tarde que te resbales hasta un síndrome de burnout o, lo que es peor, hacia una depresión severa. Hasta estos extremos llegan sus tentáculos envenenados. Por eso es tan importante conocerlas lo mejor posible. 

Cómo son las personas tóxicas en el trabajo y… fuera del trabajo…

No es estrés, no es exigencia laboral, no es espíritu competitivo siquiera… este tipo de individuos llevan el veneno dentro. Algo pasó en su biografía (quizás una madre narcisista que provocó un autoestima baja, situaciones de abuso o cualquier otra circunstancia) que les hizo pararse en esta toxicidad. Están en guerra constante con el mundo. Nunca están conformes y, a la vez son indolentes. Generan a su alrededor ambientes perjudiciales y enfados casi a diario. Ni que decir tiene que hay almas con luz (las que se encuentran en el extremo contrario de las personas tóxicas) que no han encontrado aún su rumbo vital (por lo que sean) y pueden verse envueltas en este tipo de situaciones. En verdad son las presas fáciles de estos individuos. Pero, a poco que te fijes, podrás catalogar a quien va de conflicto en conflicto atrapándote, de paso, también a ti.  

Atención a estas características de una persona tóxica en cualquier ámbito vital 

1.- Las personas tóxicas en el trabajo también suelen llevar una vida personal asfixiante. Encadenan parejas tras otra generando mal ambiente y conflictos innecesarios que, como norma, solo pueden encontrar solución, con frecuencia, por vía judicial. Suelen tener conflictos de gravedad, además, con hijos propios y de parejas actuales o pasadas. 

2.- Si tienen una cierta edad, acaban por sufrir una vida social muy pobre, ya que han ido quemando a amistades y compañía por el camino. 

3.- Un porcentaje muy alto de estos individuos responden al patrón narcisista, cuando no a su versión extrema (y altamente grave) del psicópata. Por eso, ven una afrenta personal en detalles sin importancia y minimizan daños graves de su parte con la consabida frase de “es que eres demasiado sensible”. Ya te digo que si escuchas esas palabras con frecuencia y no hay cambios de comportamiento, empieza a anotar. Nadie es nunca demasiado sensible. Eso, sencillamente, no existe y anótalo. Si algo te duele, es porque ha habido una agresión.  

4.- Son bocazas y dados a hablar mal de todo el mundo. De ti también y esto tenlo por seguro. Además del cotilleo más o menos socialmente aceptado, con frecuencia, acaban en las injurias y calumnias. 

5.- Las personas tóxicas en el trabajo tienen mucho interés en tu vida privada. Que no te quepa la menos duda que no lo hacen para ayudar de buena manera. Es un mecanismo frecuente para hacerte daño. Una vez ha recogido y recabado información, esta se utiliza en tu contra.

6.- En general, estas personas tóxicas suelen estar aisladas (si han cumplido una edad), con una vida personal tremendamente triste, sin haber sido capaz de haber llevado luz a padres, familia, hijos o amigos. Son gente oscura, desconfiada, egoísta y egocéntrica.  

Así se comportan las personas tóxicas en el trabajo

A nivel laboral estos individuos van minando toda la energía de los equipos o de quienes están a su alrededor, ya sean compañeros, jefes o personal a cargo. Acaban con los nervios, paciencia e, incluso, saber estar de aquellos que no están alerta ante estas actitudes. Pero, ¿qué hacen? Anota que puede que te vaya tu futuro laboral en ello. 

1.- Suelen ser vagos, aunque digan lo contrario. Por eso, sobrecargan de trabajo a los que están a su alrededor. Por si esto no fuera poco, además, es normal que achaquen esa indolencia a los otros. 

2.- Por tanto, nunca asumen su responsabilidad. Siempre es otro el que ha hecho algo indebido, incorrecto o problemático. En este sentido, son individuos tremendamente infantiles que no han sido capaces de crecer espiritualmente como personas. En definitiva, se han estancado en su desarrollo personal y, en esencia, se conducen con mucho miedo, como niños pequeños abandonados a su suerte. En resumidas cuentas, no son capaces de llevar las riendas de sus vidas en ningún aspecto, ni en el personal ni en el laboral.  

3.- Dan la apariencia de estar siempre ocupados, con mil cosas, que son importantes (o fundamentales para el equipo), pero, en verdad, lo que hacen es enredar. Suelen llegar corriendo, tarde y de mal humor. 

4.- Las personas tóxicas en el trabajo son expertos propagadores de rumores. Se suelen cebar en las almas con luz, en los más brillantes, en los mejores. 

5.-  Sus métodos para eliminar competidores (o lo que ellos creen que son competidores) consiste en aislar (a veces de manera tremenda) a aquellos que, en verdad, pueden calificarse como válidos, resolutivos, creativos, brillantes y eficaces. 

6.- A poco que te pares a pensar, te darás cuenta que no aportan nada aunque quieran hacer creer a todos (clientes, proveedores, equipos o jefes) que son imprescindibles. 

7.- Las personas tóxicas en el trabajo suelen correr riesgos innecesarios que luego endosan a los demás para que lo solucionen. Y remito a los periódicos que abren todos los días con ruinas económicas (de gigantes o empresas medianas) debido a temeridades innecesarias de este tipo de individuos. 

8.- Ni que decir tiene que no son resolutivos ni creativos. Lo que mejor hacen es enredar y eso afecta, a la postre, a la producción del equipo o buena marcha de cualquier proyecto. 

9.- Las personas tóxicas en el trabajo se han acostumbrado a mantener un tono de voz siempre elevado. 

10.- En línea generales, este tipo de individuos son totalmente prescindibles. Los casos más graves, se convierten en un rémora, lastre o problema interno.  

Qué quieren de ti las personas tóxicas en el trabajo o fuera del él

En esencia, quieren lo que ellos o ellas no tienen: tu luz, alegría, fuerza, resilencia y capacidad de superación. Por eso este tipo de gentes malintencionadas suelen cebarse con aquellos más válidos, con los que han venido al mundo a aportar y dar. Ellos suelen quitar, acaparar y malgastar. No quieren darse cuenta del daño que hacen y tampoco quieren hacer el esfuerzo por mejorar. Si tienes un jefe tóxico o un compañero demasiado competitivo del cual sospeches que puedes entrar en esta clasificación, pon atención a estas señales:  

1.- Te sobrecargará con trabajo que ni tú ni nadie puede ejecutar tanto en cantidad como en responsabilidad para tu rango o en tiempo de entrega. 

2.- A continuación, te hará sentir culpable por no haber dado la talla cuando seguramente, en un ambiente normal, habrás superado las expectativas y con creces. Y si eres tan “total pro” que eres capaz de alcanzar este objetivo imposible, ten por descontado que siempre vas a tener un montón de peros, contras y objeciones.

3.- Además, las personas tóxicas en el trabajo alargarán las tareas de manera, a veces, eterna y no será por una malentendida exigencia profesional. Lo hará porque es la única manera de aplacar su inseguridad interna. 

4.- Aunque es bastante grave, se apropiará de tus logros sin ningún pudor haciendo creer que son propios. 

5.- En este sentido, si alguien logra desenmascar a estos individuos, comenzará una campaña de difamación sin tregua alguna contra el otro que se convertirá de inmediato en un enemigo a abatir por cualquier medio. 

6.- Es frecuente que afirmen haber conseguido logros que luego, ni por asomo, es capaz de repetir. Podrá, por poner un caso, declarar a los cuatro vientos que socios malintencionados le robaron ciertas patentes de su invención, pero su pericia profesional no demuestra que algo así pudiera conseguir alguna vez en su vida. 

7.- Las personas tóxicas en el trabajo, aparte de tener un concepto de grandiosidad propia totalmente inadecuado, mienten constantemente. Lo hacen para tapar sus faltas y, paralelamente, desautorizar a todo el que tiene algún mérito. 

8.- Es más, son deshonestas y harán lo que sean para conseguir sus fines, a veces, rozando o cayendo en lo ilegal. Por eso, son peligrosas para los equipos. 

9.- Sus ambiciones no son coherentes con sus capacidades y, a veces, caen en la fantasía más absoluta. 

10.- Paralelamente, utilizarán su lengua mordaz y su capacidad de ensañamiento verbal para destruir tus sueños. Y ya te digo que, si eres una persona con luz, (con mucha probabilidad si estás leyendo esto), tus metas serán fácilmente alcanzables si te lo propones. 

11.- Las personas tóxicas en el trabajo no son constantes y son incapaces de cuidar mínimamente de proveedores, clientes, equipos, jefes o subordinados. Tampoco de amigos, relaciones sociales o familia. 

12.- Cuando se marchan, todo el equipo siente un alivio inmediato, como una libertad desconocida y una alegría desconocida. Es, simplemente, la luz de cada uno que fluye sin que estos individuos la empañen con oscuridades innecesarias. 

Qué debes hacer para que estas personas tóxicas en el trabajo no ensucien tu vida

Anota todo esto porque es fundamental:

1.- Lo primero reconocerlas. Es el primer paso y ya tienes mucho andado. Este tipo de individuos no han sido catalogados ni definidos hasta hace pocas décadas. Sus tentáculos, por tanto, se extendían en las compañías envenenando todo lo que encontraban a su paso. Hoy, algunas empresas, sobre todo las emergentes con equipo joven, tienen en cuenta (y mucho) estas personalidades, pero las de ambiente más tradicional están lejos de fijarse en estas fallas. 

2.- No intentes cambiarlos. Esta no es tu guerra. Si está en tu mano que, de manera elegante, salga del equipo, no dudes en hacerlo. Todos saldréis ganando. 

3.- No te enfrentes. Si es un jefe, comienza a buscar otro empleo. Si es un compañero, pon distancia y pide que tus tareas estén claramente delimitadas con objetivos precisos. Si es un empleado, despídelo de buenas maneras. Nunca le des herramientas que pueda utilizar en tu contra. 

4.- En cuanto sepas que hay personas tóxicas en el trabajo, no intimes de ninguna manera. Eso puede ser tu perdición en todos los sentidos. Este tipo de individuos, en su versión extrema, no dudarán en expandir calumnias groseras, envenenadas y peligrosas, tantas que, con toda probabilidad, afectará tu vida privada. Desde ya asimila que no te merece la pena correr este tipo de riesgos a no ser que seas una persona muy independiente en todos los aspectos. 

5.- Cuídate y mima tu autoestima. Si es necesario, pide ayuda externa para desahogarte de cualquier manera. Ten siempre presente (por el método que creas más conveniente) todo lo que vales. 

6.- Si la situación es muy asfixiante, no te va a quedar otra que irte. Tenlo siempre presente. Hay muchas personas que se aferran a un empleo aunque no se encuentren a gusto simplemente por el dinero. Evalúa, por favor, si merece la pena pagar con tu salud psíquica. 

7.- No le des motivo para que te tenga más envidia (forma parte de su personalidad). Por eso, es mejor que muestres cautela al hablar de tus logros ya sean personales, familiares, laborales o de cualquier índole. 

8.- Pon distancia siempre entre el entorno laboral y tu vida personal. Si esto debe ser una máxima en cualquier circunstancia cuando estamos con un individuo de este cariz llévalo a la práctica con más celo aún. 

En definitiva, las personas tóxicas en el trabajo son seres tremendamente egoístas, con escasa o nula empatía, incapaces de trabajar en equipo y de alegrarse de corazón por el éxito de todos. Es frecuente que se revista de modales aceptados o de una pátina de “buen rollo” que es totalmente falsa. Irá apropiándose de cualquier bien (material, espiritual o personal) que se encuentre a su alrededor para conseguir fines propios e individualistas sin tener en cuenta la opinión, criterio o deseos de los que están a su alrededor. Aunque se disfracen con una pátina de virtud (que a poco que rasques verás que es falsa), son seres inmorales dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir sus fines. También suelen ser superficiales, poco cuidadosos con su aspecto físico y nunca dispuestos a hacer un esfuerzo de superación. En definitiva, el crecimiento espiritual continuo y constante solo es posible si en tu interior brilla la luz. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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La familia tóxica es aquella que no permite el progreso emocional ni el crecimiento interior de sus miembros tanto en su conjunto como individualmente. Son grupos unidos por lazos de sangre o por un apellido pero no por la fuerza del amor o el poder del corazón. La familia tóxica puede ser de muchas maneras, como nos indica Tolstoi, el gran escritor del realismo literario, pero hay unas características en común. La única manera de que puedas salir de este tipo de situaciones en las que no se acepta tu singularidad es, en primera instancia conocer cómo son estos clanes u hogares. 

Características de un familia tóxica

1.- La primera y la más evidente es la falta de amor desinteresado y, aunque sea tan difícil describir este gran sentimiento, es casi imposible que lo tengas y que no te llegue. Así que si te dicen que te quieren, te aman o que esto o aquello lo hacen por tu bien y tú no percibes este cariño, es que sencillamente no existe. 

2.- En una familia tóxica lo que predomina es el miedo, la vibración contraria al amor. Se harán las cosas por temor a represalias, castigos o sencillamente para que nos dejen en paz, pero no por un sentimiento sincero. 

3.- Tampoco hay unión entre sus miembros. Lo que prima es la soledad y especialmente en la figura del chivo expiatorio. Este miembro de una familia tóxica, el chivo expiatorio, no existe en otros hogares. Son exclusivos de estos grupos y ellos son los responsables de cargar con todas las culpas del clan. Hacia él o ella se verterá todo aquello que no gusta o que, sencillamente, se cuestione los parámetros emocionales en los que se vive. 

4.- Si algún miembro quiere realizar algún cambio (el que sea) y pide que se tenga en cuenta sus demandas (aunque sean mínimas) será tachado, inmediatamente, de egoísta cuando no con calificativos más graves. 

5.- La familia tóxica actúa, de alguna manera u otra, como la mafia. Impera la ley del silencio. Todo tiene que quedar de puertas para adentro y se castiga, penaliza o critica al máximo cuando esta norma no escrita es transgredida por alguien. Este mecanismo tiene una explicación lógica: así no se permite, en primera instancia, la comparación con otros hogares, en segunda instancia, la búsqueda de ayuda y, por último, que los mecanismos de sumisión imperantes en el clan sean descubiertos. 

6.- La familia tóxica forma un hogar triste, deprimido, sin el empuje suficiente para superar contratiempos de manera unida. Si se apela a esto es, sencillamente, para aprovecharse de la fuerza (anímica, económica o espiritual) de alguno de sus miembros. 

7.- Las conversaciones siempre girarán en torno al miedo, la crítica, el chisme, lo negativo, lo malo, la muerte… Nunca hay nada que celebrar: ni un cumpleaños ni el éxito (aunque sea mínimo) de alguno de sus miembros. 

8.- La familia tóxica genera más familia tóxica. Es duro, pero los seres humanos nos movemos por imitación. Un niño, de adulto, repetirá el modelo que ha visto, sentido y vivido en casa. Lo entenderá como algo normal. También es frecuente que los miembros de estos clanes acaben con gente tóxica en todos los aspectos de su vida: laboral, de pareja, de amistad… Por eso, es urgente que identifiques si estás en este tipo de hogar para que puedas poner remedio cuanto antes. Aunque es difícil no es imposible. 

9.- La violencia verbal (e, incluso, física) es un tónica. Esta puede ser directa (“eres tonto”, “no te he criado para esto”) o sutil (“eres demasiado sensible”, cuando alguien quiere exponer sus sentimientos). En casos extremos, los que tienen más poder (normalmente progenitores) pueden hacer creer a quien se sale de esta norma que está loco utilizando todo tipo de artimañas e, incluso, recurriendo a la técnica del gaslighting

10.- La familia tóxica genera secretos, grandes o pequeños. En ella no es posible la comunicación sincera, serena y comprensiva. Todo tiene que girar en torno a los postulados dados y estos con unos criterios estrictos. En ella no se permite poner en duda en ningún momento las costumbres aceptadas aunque estas se demuestren que no sirven o no ayudan. El diálogo es inexistente y quienes se dan cuenta de la disfunción y, de buena gana, quieren hacer ver otro modelo, son ninguneados por sistema. 

¿Por qué hay familias tóxicas? ¿Cuáles son los mecanismos que funcionan dentro de ella? 

La literatura o el arte ha dado ejemplos maravillosos de familias tóxicas. En español tenemos, por poner un solo caso, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. En este drama tan popular nos topamos con una protagonista indiscutible que responde a los patrones de la madre narcisista (aunque también tenga sus buenas dosis de supramacismo). Desgraciadamente, en un alto porcentaje de familias tóxicas, hay un progenitor o figura de autoridad que responde a la etiqueta de narcisista. Estas personas no pueden amar en tanto en cuanto esto significa entrega a los demás. Todo su mundo gira en torno a ellas mismas, a sus necesidades, sus caprichos, deseos o lo que cree que es válido. Son incapaces de generar un diálogo tranquilo, de comprender los sentimientos de los que están a su alrededor (aunque sean sus propios hijos), de ponerse en la piel del otro. 

Estas  personalidades (sin tener por qué llegar a los modos del psicópata) no permiten el crecimiento de la familia. Irán envenenando todo con sus palabras afiladas, sus comentarios que pretenden sentar cátedra, su sentimiento de estar en posesión de la verdad. Son individuos, además, muy críticos con el mundo. Para ellos o es blanco o negro, o se hace lo que desea o esa acción será siempre calificada como negativa. Son personas incapaces de comprender las luces y las sombras del alma humana. En casi todas las familias tóxicas hay un miembro de autoridad así.

Aunque las razones son muchas para convertir un hogar en un emplazamiento viciado también puede darse el caso de que alguno de los miembros haya convertido la violencia en norma. En este caso, si no hay una sobreprotección viciada de los progenitores, puede ponerse remedio. Desgraciadamente, las drogas y adicciones en todas sus variantes posibles generan, a muy corto plazo, una familia tóxica. Los progenitores con problemas mentales, con costumbres y modos de tacaño o con vidas desordenadas siempre generan familias tóxicas. 

¿Cómo defenderse de una familia tóxica? 

Es difícil pero no imposible. Nos criamos en una ambiente y este conforma nuestro modo de ver el mundo. Hoy en día (tenemos noticias de este cariz en los periódicos a diario) niños y jóvenes son víctimas (a veces de manera muy cruel) de este tipo de hogares que no pueden calificarse como tal. Sin embargo, lo normal es que la disfunción no sea tan evidente. Serán más bien pequeñas gotas que llenarán un océano de hiel. No hay otra alternativa que, en primera instancia, poner nombre a aquello que pasa y esto que pasa en esta casa es una familia tóxica. 

Es frecuente que muchas personas se den cuenta de esta disfunción tras una depresión o alguna dolencia espiritual grave. Al ahondar en terapia ven la luz de aquello que verdaderamente ha sido su mundo. Si has llegado hasta aquí, tienes mucho ganado. Ahora bien, ¿qué hacer? El comportamiento emocional de la familia (y especialmente el de los padres) son el último tabú de Occidente. Es importante, si es necesario con acompañamiento profesional, que te alejes progresivamente sin ira ni rencor ni, por supuesto, odio. Tienes derecho a poner tu coraza, a mantener limpio tu corazón, a encontrar tu camino vital, a sentir la felicidad sin esta carga familiar de negatividad. No intentes cambiar a tu familia o los miembros que están dentro de esa oscuridad. Es, sencillamente, imposible y te encontrarás que pueden generar más ira contra ti. Cada uno debe andar su camino y tú el tuyo.  

Cada cual está en una etapa y debe recorrerla. Tus esfuerzos deben estar dirigidos a tu crecimiento personal, a ser una mejor persona, más sabia, resilente y alegre. Con tu actitud podrás generar un cambio por mimetismo. Esto es, si el trabajo es constante y la luz del amor inunda todos tus actos, te convertirás en inspiración para otras personas. Y esa luz (a pesar de provenir de la oscuridad de un hogar en el que no primaba el amor) serán los cimientos para crear tu propia círculo de amor con otros condicionantes radicalmente distintos de los que priman en una familia tóxica. 

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Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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La familia tóxica es aquella que no permite el progreso emocional ni el crecimiento interior de sus miembros tanto en su conjunto como individualmente. Son grupos unidos por lazos de sangre o por un apellido pero no por la fuerza del amor o el poder del corazón. La familia tóxica puede ser de muchas maneras, como nos indica Tolstoi, el gran escritor del realismo literario, pero hay unas características en común. La única manera de que puedas salir de este tipo de situaciones en las que no se acepta tu singularidad es, en primera instancia conocer cómo son estos clanes u hogares. 

Características de un familia tóxica

1.- La primera y la más evidente es la falta de amor desinteresado y, aunque sea tan difícil describir este gran sentimiento, es casi imposible que lo tengas y que no te llegue. Así que si te dicen que te quieren, te aman o que esto o aquello lo hacen por tu bien y tú no percibes este cariño, es que sencillamente no existe. 

2.- En una familia tóxica lo que predomina es el miedo, la vibración contraria al amor. Se harán las cosas por temor a represalias, castigos o sencillamente para que nos dejen en paz, pero no por un sentimiento sincero. 

3.- Tampoco hay unión entre sus miembros. Lo que prima es la soledad y especialmente en la figura del chivo expiatorio. Este miembro de una familia tóxica, el chivo expiatorio, no existe en otros hogares. Son exclusivos de estos grupos y ellos son los responsables de cargar con todas las culpas del clan. Hacia él o ella se verterá todo aquello que no gusta o que, sencillamente, se cuestione los parámetros emocionales en los que se vive. 

4.- Si algún miembro quiere realizar algún cambio (el que sea) y pide que se tenga en cuenta sus demandas (aunque sean mínimas) será tachado, inmediatamente, de egoísta cuando no con calificativos más graves. 

5.- La familia tóxica actúa, de alguna manera u otra, como la mafia. Impera la ley del silencio. Todo tiene que quedar de puertas para adentro y se castiga, penaliza o critica al máximo cuando esta norma no escrita es transgredida por alguien. Este mecanismo tiene una explicación lógica: así no se permite, en primera instancia, la comparación con otros hogares, en segunda instancia, la búsqueda de ayuda y, por último, que los mecanismos de sumisión imperantes en el clan sean descubiertos. 

6.- La familia tóxica forma un hogar triste, deprimido, sin el empuje suficiente para superar contratiempos de manera unida. Si se apela a esto es, sencillamente, para aprovecharse de la fuerza (anímica, económica o espiritual) de alguno de sus miembros. 

7.- Las conversaciones siempre girarán en torno al miedo, la crítica, el chisme, lo negativo, lo malo, la muerte… Nunca hay nada que celebrar: ni un cumpleaños ni el éxito (aunque sea mínimo) de alguno de sus miembros. 

8.- La familia tóxica genera más familia tóxica. Es duro, pero los seres humanos nos movemos por imitación. Un niño, de adulto, repetirá el modelo que ha visto, sentido y vivido en casa. Lo entenderá como algo normal. También es frecuente que los miembros de estos clanes acaben con gente tóxica en todos los aspectos de su vida: laboral, de pareja, de amistad… Por eso, es urgente que identifiques si estás en este tipo de hogar para que puedas poner remedio cuanto antes. Aunque es difícil no es imposible. 

9.- La violencia verbal (e, incluso, física) es un tónica. Esta puede ser directa (“eres tonto”, “no te he criado para esto”) o sutil (“eres demasiado sensible”, cuando alguien quiere exponer sus sentimientos). En casos extremos, los que tienen más poder (normalmente progenitores) pueden hacer creer a quien se sale de esta norma que está loco utilizando todo tipo de artimañas e, incluso, recurriendo a la técnica del gaslighting

10.- La familia tóxica genera secretos, grandes o pequeños. En ella no es posible la comunicación sincera, serena y comprensiva. Todo tiene que girar en torno a los postulados dados y estos con unos criterios estrictos. En ella no se permite poner en duda en ningún momento las costumbres aceptadas aunque estas se demuestren que no sirven o no ayudan. El diálogo es inexistente y quienes se dan cuenta de la disfunción y, de buena gana, quieren hacer ver otro modelo, son ninguneados por sistema. 

¿Por qué hay familias tóxicas? ¿Cuáles son los mecanismos que funcionan dentro de ella? 

La literatura o el arte ha dado ejemplos maravillosos de familias tóxicas. En español tenemos, por poner un solo caso, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. En este drama tan popular nos topamos con una protagonista indiscutible que responde a los patrones de la madre narcisista (aunque también tenga sus buenas dosis de supramacismo). Desgraciadamente, en un alto porcentaje de familias tóxicas, hay un progenitor o figura de autoridad que responde a la etiqueta de narcisista. Estas personas no pueden amar en tanto en cuanto esto significa entrega a los demás. Todo su mundo gira en torno a ellas mismas, a sus necesidades, sus caprichos, deseos o lo que cree que es válido. Son incapaces de generar un diálogo tranquilo, de comprender los sentimientos de los que están a su alrededor (aunque sean sus propios hijos), de ponerse en la piel del otro. 

Estas  personalidades (sin tener por qué llegar a los modos del psicópata) no permiten el crecimiento de la familia. Irán envenenando todo con sus palabras afiladas, sus comentarios que pretenden sentar cátedra, su sentimiento de estar en posesión de la verdad. Son individuos, además, muy críticos con el mundo. Para ellos o es blanco o negro, o se hace lo que desea o esa acción será siempre calificada como negativa. Son personas incapaces de comprender las luces y las sombras del alma humana. En casi todas las familias tóxicas hay un miembro de autoridad así.

Aunque las razones son muchas para convertir un hogar en un emplazamiento viciado también puede darse el caso de que alguno de los miembros haya convertido la violencia en norma. En este caso, si no hay una sobreprotección viciada de los progenitores, puede ponerse remedio. Desgraciadamente, las drogas y adicciones en todas sus variantes posibles generan, a muy corto plazo, una familia tóxica. Los progenitores con problemas mentales, con costumbres y modos de tacaño o con vidas desordenadas siempre generan familias tóxicas. 

¿Cómo defenderse de una familia tóxica? 

Es difícil pero no imposible. Nos criamos en una ambiente y este conforma nuestro modo de ver el mundo. Hoy en día (tenemos noticias de este cariz en los periódicos a diario) niños y jóvenes son víctimas (a veces de manera muy cruel) de este tipo de hogares que no pueden calificarse como tal. Sin embargo, lo normal es que la disfunción no sea tan evidente. Serán más bien pequeñas gotas que llenarán un océano de hiel. No hay otra alternativa que, en primera instancia, poner nombre a aquello que pasa y esto que pasa en esta casa es una familia tóxica. 

Es frecuente que muchas personas se den cuenta de esta disfunción tras una depresión o alguna dolencia espiritual grave. Al ahondar en terapia ven la luz de aquello que verdaderamente ha sido su mundo. Si has llegado hasta aquí, tienes mucho ganado. Ahora bien, ¿qué hacer? El comportamiento emocional de la familia (y especialmente el de los padres) son el último tabú de Occidente. Es importante, si es necesario con acompañamiento profesional, que te alejes progresivamente sin ira ni rencor ni, por supuesto, odio. Tienes derecho a poner tu coraza, a mantener limpio tu corazón, a encontrar tu camino vital, a sentir la felicidad sin esta carga familiar de negatividad. No intentes cambiar a tu familia o los miembros que están dentro de esa oscuridad. Es, sencillamente, imposible y te encontrarás que pueden generar más ira contra ti. Cada uno debe andar su camino y tú el tuyo.  

Cada cual está en una etapa y debe recorrerla. Tus esfuerzos deben estar dirigidos a tu crecimiento personal, a ser una mejor persona, más sabia, resilente y alegre. Con tu actitud podrás generar un cambio por mimetismo. Esto es, si el trabajo es constante y la luz del amor inunda todos tus actos, te convertirás en inspiración para otras personas. Y esa luz (a pesar de provenir de la oscuridad de un hogar en el que no primaba el amor) serán los cimientos para crear tu propia círculo de amor con otros condicionantes radicalmente distintos de los que priman en una familia tóxica. 

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Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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El arte, la literatura y la mitología lo representan sumidos en ambientes oscuros e invadidos por el miedo. Solos y solitarios (abandonados casi a su suerte), su mundo es pequeño, asfixiante y triste. Toda su preocupación es atesorar y no dar ya que están convencidos de que una catástrofe terrible se cierne sobre ellos si hicieran algo semejante. Son los tacaños, esas personas que ahorran hasta el último céntimo y no gastan en lo necesario para sí o los que están cerca. La convivencia con ellos se hace complicada ya que siempre están barruntando algo terrible si gastan en algo que ellos no consideran imprescindible. Si la literatura está repleto de estas peculiares personalidades, tampoco se queda atrás el avaro. Este es el que ha dado un paso más hacia la infelicidad, ya que nunca estarán satisfecho con lo que tienen y la avidez (sentido presente en la palabra) consumirá su vida como el sediento que nunca puede calmar la sed. 

¿Qué decía Freud del tacaño y su infancia? 

El padre del psicoanálisis y fundador de la psicología moderna, le dedicó un pequeño estudio al tacaño. Lo definía como una persona que no tuvo amor de sus padres en la infancia y que la única forma de “castigar” o llamar la atención de los progenitores era reteniendo las heces cuando era instando a expulsarlas. Esto le producía un placer físico que su inconsciente grabó de una manera peculiar asociando felicidad con acaparar. Si el pequeño encontraba placer en no dar las heces a unos padres poco cuidadosos, pronto se acostumbra a sentir satisfacción en retener cualquier cosa. Y ese cualquier cosa va desde bienes materiales hasta los espirituales. Esto es, el tacaño, el avaro o el codicioso (el que da otro pasa más deseando los bienes o dones que no le pertenecen) son miserables a la hora de gastar dinero por supuesto, pero también a la hora de alegrar la vida a los que le rodean con la generosidad de dones espirituales.  

El avaro que ha caído en el pecado capital de la codicia

Para el Cristianismo la codicia, la avaricia, es un pecado capital. Esto es, es una falta tan importante que lleva implícita otras. El tacaño (en todas sus modalidades) no puede o no quiere rendirse al regalo del amor y se parapeta en los castillos de miedo. Pero no solo para el Cristianismo esta forma de vida es incompatible con una existencia en armonía, también lo es para Buda. Y lo es por que la iluminación (y el Nirvana en un paso más elevado) es incompatible con el apego a los bienes terrenales.  

¿Quiero con esto decir que tenemos que dejar todo atrás si queremos alcanzar la Gracia en este o en otro mundo? ¡Ni mucho menos! Pero, como todo en la vida, hay que dejarlo en justo término. El tacaño tiene apego, miedo y, como cualquier otro tipo de personas tóxicas, le cuesta abandonarse a la generosidad del amor.  

10 características principales del tacaño y el avaro

1.- Tiene miedo constantemente al futuro

La vibración espiritual más elevada del ser humano es la del amor. En el lado contrario no está el odio sino el miedo. Cuando una persona cae, ha caído y siempre está en este emplazamiento todo le parece inquietante e impredecible. Ni que decir tiene que la vida no puede organizarse conforme a un plan porque eso no nos compete a nosotros. Siempre habrá algo que choque con nuestros proyectos, ideales y sueños. El tacaño o el avaro no pueden con esto. Para ellos afrontar estas contingencias se les hace imposible. Por eso acaparan y acaparan sin dar nada. Así se sienten tranquilos en una falsa seguridad, ya que creen que el dinero arreglará cualquier problema. 

2.- La falta de autoestima le ha llevado a refugiarse en los bienes materiales

¿Y por qué un tacaño o un avaro se refugian en acumular sin sentido? Sencillamente, porque su autoestima (la confianza en poder solventar cualquier contratiempo) es tan baja que es la única manera que tienen de sentirse tranquilos. Una persona normal puede dejar su cuenta a cero si tiene fe en que podrá salir de cualquier situación por ella misma. El tacaño y el avaro están en el lado contrario. Cualquier gasto imprevisto o un retraso en un pago les hace caer en un pozo de negrura emocional del que creen no poder salir. En el fondo, están en una cárcel cuyos barrotes es el miedo.  

3.- El tacaño y el avaro no han cultivado ninguna virtud

Toda su energía vital se va en cómo ganar más y cómo economizar. Llevan las cuentas al día y al céntimo. Se enfadan terriblemente si se retrasa un pago y pueden pillar una depresión si llega un gasto imprevisto. ¡Qué puede haber más triste que una vida así se me permites el juicio de valor! Ni que decir tiene que no es un dechado de valores. Esa falta que le lleva a atesorar la tienen en todo. Es incapaz de amar, de la amistad sincera, del desprendimiento espiritual, del regalo del conocimiento. Es normal que el tacaño y el avaro desprecien dones como el arte, la cultura, la superación a través del deporte, el tiempo generosamente invertido en otros. 

4.- Es cobarde por excelencia y se parapeta en otros 

Como es normal en este tipo de gente tóxica, no da la cara. Se las apaña para hablar a través de otros,  de actuar a través de terceros. Es incapaz de ser asertivo y decir abiertamente (no ya lo que siente que eso es muy difícil) sino de expresar sinceramente cualquier hecho. Gusta de darle vueltas a todo y de enredar por cualquier cosa. Buscará la excusa más tonta para no pagar lo que debe (aunque sea poco) y hará lo imposible (aunque sea poco) por recuperar lo que cree que le pertenece. 

5.- No duda en acudir al robo, a la intimidación o a la violencia para conseguir sus fines

Aunque tampoco dudará en darle las vueltas a la situación para apropiarse de lo que no es suyo  buscando excusas elaboradas si hiciera falta para guardar más y más. Es una persona atrapada en un miedo terrible del que no puede salir.. Para este tipo de individuos (hombres o mujeres) es su comportamiento el correcto. Los demás son los que están equivocados y los que quieren llevarles por el camino del desprendimiento y la ruina posterior. 

6.- El tacaño y el avaro mienten y son escurridizos

Pero son ellos los que se meten poco a poco en su propia ruina (y ya no hablo de la económica). Para conseguir sus fines, no dudan en recurrir a la mentira, a la calumnia, a la descalificación y, por tanto, apartan a los demás de sí. Un socio, un jefe o un superior en el trabajo con este mal lleva a los que están a su alrededor al síndrome de burnout o a otras situaciones peores. 

7.-  El amor implica generosidad, virtud que no pueden manifestar estas personas

Pero no es menos en los cuatro muros del hogar. Es aquí donde la convivencia se hace triste porque el tacaño o el avaro no ofrece lo necesario a los suyos. Eso va creando un ambiente de resentimiento y, a la postre, de ira contra este tipo de individuos por parte de sus seres queridos. La falta de generosidad económica acarrea también a retener cariño, comprensión, empatía, complicidad y amor. Esto va creando una situación irrespirable que lleva a estas personas a la soledad o, lo que es peor, a tener solo a interesados a su alrededor. Un cabeza de familia (madre o padre) que retiene bienes materiales de esta forma solo consigue que sus vástagos anhelen disfrutar de una herencia, ya que no pueden hacerlo en vida. 

8.- Tienen un círculo social muy reducido y acaban por quedarse solos

Como no gastan en un café, no invitan en Navidad, no hacen regalos generosos (o no lo hacen sin más) suelen ir quedándose solos. Además el avaro y el tacaño (como he expuesto) también lo son en los dones espirituales e intelectuales. Todo su mundo acaba siendo el mismo: el del atesoramiento, la economía y el miedo. No tienen el desprendimiento de una conversación amable. Si lo hacen, es para sacarte información que puedan utilizar para sus propios fines. 

9.- El tacaño y el avaro solo tendrá relaciones por interés

Por eso no soportan a personas que buscan la excelencia, la generosidad o que ansían la libertad espiritual. Estos seres de luz les devuelven constantemente la oscuridad de su miedo. Tampoco se pararán a la hora de ridiculizar a los que no se mueven por su avidez y ansia. 

10.- Su sed de ahorro les lleva a poner en riesgo su bienestar y el de los suyos

Apagará la calefacción antes de tiempo. Quizás no compre ese medicamento necesario. Habrá quien obligará a una ducha corta con agua fría. El ambiente de la casa nunca será hogareño, acogedor, delicioso. Tendrán millones y no se gastarán un céntimo en una celebración familiar. Eso será regalar y no podrá soportarlo. Vivirá haciendo pequeños gestos que transparente su espíritu miserable si pararse a dar al otro lo que necesita, sueña o, incluso, desea en un momento dado. Le gustará de esconderse en sitios oscuros y querrá tener sus tesoros al alcance donde pueda contarlo una y otra vez. Así tendrá una paz momentánea que no puede alcanzar con un espíritu desprendido que no conoce.  

¿Cómo convivir con una persona que no puede dar? 

Muy difícilmente y en esto están de acuerdo todos los terapeutas. La convivencia se hace triste y no tanto por falta de dinero. Hay familias, parejas, amigos o compañeros pobres desde el punto de vista de la economía pero multimillonarios en espíritu que llevan una vida dichosa. Si bien los bienes materiales nos pueden ayudar a alcanzar aquello que deseamos (cultura, conocimiento, acceso a medicamentos, una vida más cómoda…) y, por tanto, nos empujan a la felicidad, esto no es suficiente. La dicha nace de dentro, de la falta de miedo (y aquí están atrapados avaros y tacaños), del amor generoso y de la confianza en el mañana. 

El día a día con estas personas se hace imposible, oscuro, triste ya que empañan cualquier cosa con su pesimismo. Suelen ser individuos carcomidos por la inseguridad y la angustia. Y eso arrastra a los que están a su alrededor. Por eso, van progresivamente quedándose solos. Y no nos engañemos: un tacaño o un avaro será difícil que intente “redimirse”. Es imposible porque cree que son los demás los que se enfrentan a la vida de manera temeraria. 

Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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El arte, la literatura y la mitología lo representan sumidos en ambientes oscuros e invadidos por el miedo. Solos y solitarios (abandonados casi a su suerte), su mundo es pequeño, asfixiante y triste. Toda su preocupación es atesorar y no dar ya que están convencidos de que una catástrofe terrible se cierne sobre ellos si hicieran algo semejante. Son los tacaños, esas personas que ahorran hasta el último céntimo y no gastan en lo necesario para sí o los que están cerca. La convivencia con ellos se hace complicada ya que siempre están barruntando algo terrible si gastan en algo que ellos no consideran imprescindible. Si la literatura está repleto de estas peculiares personalidades, tampoco se queda atrás el avaro. Este es el que ha dado un paso más hacia la infelicidad, ya que nunca estarán satisfecho con lo que tienen y la avidez (sentido presente en la palabra) consumirá su vida como el sediento que nunca puede calmar la sed. 

¿Qué decía Freud del tacaño y su infancia? 

El padre del psicoanálisis y fundador de la psicología moderna, le dedicó un pequeño estudio al tacaño. Lo definía como una persona que no tuvo amor de sus padres en la infancia y que la única forma de “castigar” o llamar la atención de los progenitores era reteniendo las heces cuando era instando a expulsarlas. Esto le producía un placer físico que su inconsciente grabó de una manera peculiar asociando felicidad con acaparar. Si el pequeño encontraba placer en no dar las heces a unos padres poco cuidadosos, pronto se acostumbra a sentir satisfacción en retener cualquier cosa. Y ese cualquier cosa va desde bienes materiales hasta los espirituales. Esto es, el tacaño, el avaro o el codicioso (el que da otro pasa más deseando los bienes o dones que no le pertenecen) son miserables a la hora de gastar dinero por supuesto, pero también a la hora de alegrar la vida a los que le rodean con la generosidad de dones espirituales.  

El avaro que ha caído en el pecado capital de la codicia

Para el Cristianismo la codicia, la avaricia, es un pecado capital. Esto es, es una falta tan importante que lleva implícita otras. El tacaño (en todas sus modalidades) no puede o no quiere rendirse al regalo del amor y se parapeta en los castillos de miedo. Pero no solo para el Cristianismo esta forma de vida es incompatible con una existencia en armonía, también lo es para Buda. Y lo es por que la iluminación (y el Nirvana en un paso más elevado) es incompatible con el apego a los bienes terrenales.  

¿Quiero con esto decir que tenemos que dejar todo atrás si queremos alcanzar la Gracia en este o en otro mundo? ¡Ni mucho menos! Pero, como todo en la vida, hay que dejarlo en justo término. El tacaño tiene apego, miedo y, como cualquier otro tipo de personas tóxicas, le cuesta abandonarse a la generosidad del amor.  

10 características principales del tacaño y el avaro

1.- Tiene miedo constantemente al futuro

La vibración espiritual más elevada del ser humano es la del amor. En el lado contrario no está el odio sino el miedo. Cuando una persona cae, ha caído y siempre está en este emplazamiento todo le parece inquietante e impredecible. Ni que decir tiene que la vida no puede organizarse conforme a un plan porque eso no nos compete a nosotros. Siempre habrá algo que choque con nuestros proyectos, ideales y sueños. El tacaño o el avaro no pueden con esto. Para ellos afrontar estas contingencias se les hace imposible. Por eso acaparan y acaparan sin dar nada. Así se sienten tranquilos en una falsa seguridad, ya que creen que el dinero arreglará cualquier problema. 

2.- La falta de autoestima le ha llevado a refugiarse en los bienes materiales

¿Y por qué un tacaño o un avaro se refugian en acumular sin sentido? Sencillamente, porque su autoestima (la confianza en poder solventar cualquier contratiempo) es tan baja que es la única manera que tienen de sentirse tranquilos. Una persona normal puede dejar su cuenta a cero si tiene fe en que podrá salir de cualquier situación por ella misma. El tacaño y el avaro están en el lado contrario. Cualquier gasto imprevisto o un retraso en un pago les hace caer en un pozo de negrura emocional del que creen no poder salir. En el fondo, están en una cárcel cuyos barrotes es el miedo.  

3.- El tacaño y el avaro no han cultivado ninguna virtud

Toda su energía vital se va en cómo ganar más y cómo economizar. Llevan las cuentas al día y al céntimo. Se enfadan terriblemente si se retrasa un pago y pueden pillar una depresión si llega un gasto imprevisto. ¡Qué puede haber más triste que una vida así se me permites el juicio de valor! Ni que decir tiene que no es un dechado de valores. Esa falta que le lleva a atesorar la tienen en todo. Es incapaz de amar, de la amistad sincera, del desprendimiento espiritual, del regalo del conocimiento. Es normal que el tacaño y el avaro desprecien dones como el arte, la cultura, la superación a través del deporte, el tiempo generosamente invertido en otros. 

4.- Es cobarde por excelencia y se parapeta en otros 

Como es normal en este tipo de gente tóxica, no da la cara. Se las apaña para hablar a través de otros,  de actuar a través de terceros. Es incapaz de ser asertivo y decir abiertamente (no ya lo que siente que eso es muy difícil) sino de expresar sinceramente cualquier hecho. Gusta de darle vueltas a todo y de enredar por cualquier cosa. Buscará la excusa más tonta para no pagar lo que debe (aunque sea poco) y hará lo imposible (aunque sea poco) por recuperar lo que cree que le pertenece. 

5.- No duda en acudir al robo, a la intimidación o a la violencia para conseguir sus fines

Aunque tampoco dudará en darle las vueltas a la situación para apropiarse de lo que no es suyo  buscando excusas elaboradas si hiciera falta para guardar más y más. Es una persona atrapada en un miedo terrible del que no puede salir.. Para este tipo de individuos (hombres o mujeres) es su comportamiento el correcto. Los demás son los que están equivocados y los que quieren llevarles por el camino del desprendimiento y la ruina posterior. 

6.- El tacaño y el avaro mienten y son escurridizos

Pero son ellos los que se meten poco a poco en su propia ruina (y ya no hablo de la económica). Para conseguir sus fines, no dudan en recurrir a la mentira, a la calumnia, a la descalificación y, por tanto, apartan a los demás de sí. Un socio, un jefe o un superior en el trabajo con este mal lleva a los que están a su alrededor al síndrome de burnout o a otras situaciones peores. 

7.-  El amor implica generosidad, virtud que no pueden manifestar estas personas

Pero no es menos en los cuatro muros del hogar. Es aquí donde la convivencia se hace triste porque el tacaño o el avaro no ofrece lo necesario a los suyos. Eso va creando un ambiente de resentimiento y, a la postre, de ira contra este tipo de individuos por parte de sus seres queridos. La falta de generosidad económica acarrea también a retener cariño, comprensión, empatía, complicidad y amor. Esto va creando una situación irrespirable que lleva a estas personas a la soledad o, lo que es peor, a tener solo a interesados a su alrededor. Un cabeza de familia (madre o padre) que retiene bienes materiales de esta forma solo consigue que sus vástagos anhelen disfrutar de una herencia, ya que no pueden hacerlo en vida. 

8.- Tienen un círculo social muy reducido y acaban por quedarse solos

Como no gastan en un café, no invitan en Navidad, no hacen regalos generosos (o no lo hacen sin más) suelen ir quedándose solos. Además el avaro y el tacaño (como he expuesto) también lo son en los dones espirituales e intelectuales. Todo su mundo acaba siendo el mismo: el del atesoramiento, la economía y el miedo. No tienen el desprendimiento de una conversación amable. Si lo hacen, es para sacarte información que puedan utilizar para sus propios fines. 

9.- El tacaño y el avaro solo tendrá relaciones por interés

Por eso no soportan a personas que buscan la excelencia, la generosidad o que ansían la libertad espiritual. Estos seres de luz les devuelven constantemente la oscuridad de su miedo. Tampoco se pararán a la hora de ridiculizar a los que no se mueven por su avidez y ansia. 

10.- Su sed de ahorro les lleva a poner en riesgo su bienestar y el de los suyos

Apagará la calefacción antes de tiempo. Quizás no compre ese medicamento necesario. Habrá quien obligará a una ducha corta con agua fría. El ambiente de la casa nunca será hogareño, acogedor, delicioso. Tendrán millones y no se gastarán un céntimo en una celebración familiar. Eso será regalar y no podrá soportarlo. Vivirá haciendo pequeños gestos que transparente su espíritu miserable si pararse a dar al otro lo que necesita, sueña o, incluso, desea en un momento dado. Le gustará de esconderse en sitios oscuros y querrá tener sus tesoros al alcance donde pueda contarlo una y otra vez. Así tendrá una paz momentánea que no puede alcanzar con un espíritu desprendido que no conoce.  

¿Cómo convivir con una persona que no puede dar? 

Muy difícilmente y en esto están de acuerdo todos los terapeutas. La convivencia se hace triste y no tanto por falta de dinero. Hay familias, parejas, amigos o compañeros pobres desde el punto de vista de la economía pero multimillonarios en espíritu que llevan una vida dichosa. Si bien los bienes materiales nos pueden ayudar a alcanzar aquello que deseamos (cultura, conocimiento, acceso a medicamentos, una vida más cómoda…) y, por tanto, nos empujan a la felicidad, esto no es suficiente. La dicha nace de dentro, de la falta de miedo (y aquí están atrapados avaros y tacaños), del amor generoso y de la confianza en el mañana. 

El día a día con estas personas se hace imposible, oscuro, triste ya que empañan cualquier cosa con su pesimismo. Suelen ser individuos carcomidos por la inseguridad y la angustia. Y eso arrastra a los que están a su alrededor. Por eso, van progresivamente quedándose solos. Y no nos engañemos: un tacaño o un avaro será difícil que intente “redimirse”. Es imposible porque cree que son los demás los que se enfrentan a la vida de manera temeraria. 

Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Gaslight, gaslighting o luz de gas es la técnica de manipulación psicológica que realiza una persona sobre otra haciéndole dudar de su percepción de la realidad. Es decir, es un maltrato con el fin de volver loco o loca a la víctima. El término se tomó de la película homónima dirigida por Joe Cukor y protagonizada por Ingrid Bergman en 1944, quién conseguiría el Óscar a la mejor actriz.  

Argumento y tema de la película Gaslight protagonizada por Ingrid Bergman 

Pero vamos por partes y nos adentramos en el argumento de la película que está de plena actualidad con la popularización de las técnicas de la personalidad narcisista y/o psicopática. Vi esta película de niña y aún recuerdo la escena de la genial Bergman bajando temerosa una escalera porque deseaba asistir a un acto social prohibido por su marido, ya que dudaba de su “saber estar” con otras personas. El caso fue que lo consiguió. Pero no adelantemos. Estamos en el Londres victoriano de nieblas, brumas e iluminación con lámparas de gas.  

Paula se va aislando cada vez más del exquisito círculo social al que pertenece. Todo su universo comienza a girar alrededor de su marido y se sitúa en el interior de una casa en la que se siente encarcelada y le trae malos recuerdos. No habla con nadie y el contraste de su realidad solo se hace con su marido. Este comienza a acusarla (veladamente y directamente) de que se está volviendo loca. Y así parece en el interior de la vulnerable Paula. 

Descubrimos el misterio del gaslighting en la película de Ingrid Bergman 

Toda la trama da un giro cuando aparece un policía amigo de la difunta tía de la protagonista que se presta a ayudar a Paula.  Aunque el marido va urdiendo una sutil tela de araña para hacer caer a Paula en la locura, hay una persona luminosa que ve la realidad desde otra perspectiva. El cenit de la película (y es la escena que recuerdo después de haber pasado décadas) se produce cuando Gregory (el marido) se pone a buscar un reloj acusando a Paula de haberlo cogido. Ella lo niega mientras se prepara para ir a una obra de teatro a la que quería asistir. Él la acompaña y en medio de la función se las apaña para colar el reloj en su bolso y, además, para hacerle notar que ella lo lleva. Su finalidad es bloquearla y hacerla caer en la neurosis en un acto social. 

Pero la luz llegaría para Paula en forma del descubrimiento del amigo policía quien sigue a Gregory a su estudio nocturno y se da cuenta de que entra en la casa de al lado, la cual lleva tiempo abandonada. Desde allí accede al desván. Esto es, ni existe obra en la que está trabajando ni estudio de artista ni nada parecido. Lo sigue y lo coge, prácticamente, con las manos en la masa. El ruido del techo era el ir y venir de muebles en busca de unas valiosas joyas desaparecidas. En ese acto no solo nos enteramos de que él es el causante de la neurosis de Paula sino también el asesino de la tía cantante y rica,  precisamente para robarle esas joyas. 

La película termina con el afloramiento de la verdad: el asesinato, la manipulación, el robo y el acoso psicológico hasta hacer perder la razón. Fue un éxito y hoy en día esta técnica tomada del  título de la película (gaslighting) se estudia en psicología con el fin, en primera instancia, de ayudar a las víctimas. 

¿Características y hechos del gaslighting o gaslight que aparecen en la película?

Ni que decir tiene que es una obra de ficción pero extrapolable a una realidad que era frecuente en aquella época y hoy en día. ¿Cómo se produce este gaslighting o luz de gas o gaslight? ¿Qué pasa con la víctima para que llegue a perder la cordura? Analizamos. 

1.- Paula es un ser de luz, joven, bella, sensible y una rica heredera. Hasta aquí todo envidiable. Pero es, a la vez, extremadamente vulnerable, ya que  está (literal) sola en este mundo con una hipersensibilidad manifiesta. Es, por tanto, una víctima propiciatoria para eso que hoy llamamos gente tóxica. 

2.- No puede haber gaslighting ni ningún tipo de acoso moral o espiritual si previamente no ha habido un aislamiento de la víctima de su entorno social. Éste se produce poco a poco sin apenas darse ésta cuenta y, cuando quiere entender lo que le pasa, puede haber caído en cualquier hábito tóxico para evitar la ansiedad que le produce esta vida. Por eso, el gaslighting se acaba cuando aparece un tercero (en este caso un policía) que ve la realidad desde otra perspectiva.  

3.- El gaslighting siempre se produce por un psicópata así sin más que solo atiende a sus intereses y, como en este caso, no tiene ningún reparo moral en destruir emocionalmente, robar y asesinar para conseguir sus fines. Estas personas tóxicas que han llegado al límite de la humanidad saben muy bien lo que hacen y sus planes son premeditados. 

4.- Para conseguir sus objetivos tienen que minar primero la autoestima de la víctima hasta límites terribles mediante el aislamiento, el ninguneo, la calumnia y actos subliminales de maldad. El gaslighting es una metáfora adecuada para expresar ese robo de luz de la persona a la que es sometida esta técnica. 

5.- La única manera de salir de aquí es con ayuda de un tercero que vea la realidad desde otra perspectiva. Por eso, es tan importante no dejar nunca de lado las relaciones sociales. ¡Y por más razones, claro está!  

Entonces, cómo se produce el gaslighting o gaslight

1.- Este siempre se hace en el entorno más íntimo (normalmente en el familiar) y es difícil encontrarlo en el trabajo (en el que se llevan a cabo otras técnicas que llegan al burnout o síndrome del trabajador quemado). Siempre hay una relación de desigualdad entre una persona oscura que va en búsqueda de lo que la víctima ofrece. Son seres parasitarios (como el de la película que vive a costa de la fortuna de su esposa) que nada aportan a la sociedad y están envenenados con un ego imflado. 

2.- La víctima siempre es alguien vulnerable, con la autoestima baja que no se cree merecedora de nada bueno y que se va aislando de su entorno social cada vez más. 

3.- Su percepción de la realidad se ve con el gaslighting, por tanto, mermada porque no puede salir de ese círculo vicioso creado por su verdugo ya sea en forma de acoso económico, espiritual o ninguneo de sus cualidades. 

4.- La víctima es continuamente despreciada en sus mejores virtudes haciéndole dudar de sus dones innatos. 

5.- A esta se la pone en situaciones comprometidas en público para que el orden social la aísle aún más y la catalogue como neurótica o directamente loca. 

6.- Los efectos del gaslighting pueden llegar al suicidio de la víctima, a caer en hábitos tóxicos o a enfermedades psiquiátricas de difícil resolución.

 

¿Qué puede hacer la víctima de gaslighting para defenderse?

 

1.- Es urgente tomar conciencia de lo que está pasando y poner nombre a esa supuesta locura que van rondando en su alma y cabeza.  

2.- En estos casos no estamos tratando con personas complejas. Más bien nos topamos ante auténticos delincuentes. Por eso, es importante pedir ayuda legal, policial o psicológica. 

3.- Ni que decir tiene que es necesario un alejamiento de la víctima y su verdugo. 

4.- La persona afectada por las técnicas de gaslighting o gaslight deben levantar su autoestima de manera urgente para que puedan ver con claridad qué fue lo que pasó y rehacer su vida.  

5.- Es frecuente que sean víctimas de estas técnicas seres luminosos, con dones maravillosos que dar al mundo. La buena noticia es que, tras pasar por estas experiencias, estos no solo se recuperan sino que se aumentan exponencialemnte. 

Si crees que estás sufriendo gaslighting o gaslight,  olvida los fantasmas que te hacen creer ver y pide ayuda urgente. ¡Te mereces lo mejor de este mundo! 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Gaslight, gaslighting o luz de gas es la técnica de manipulación psicológica que realiza una persona sobre otra haciéndole dudar de su percepción de la realidad. Es decir, es un maltrato con el fin de volver loco o loca a la víctima. El término se tomó de la película homónima dirigida por Joe Cukor y protagonizada por Ingrid Bergman en 1944, quién conseguiría el Óscar a la mejor actriz.  

Argumento y tema de la película Gaslight protagonizada por Ingrid Bergman 

Pero vamos por partes y nos adentramos en el argumento de la película que está de plena actualidad con la popularización de las técnicas de la personalidad narcisista y/o psicopática. Vi esta película de niña y aún recuerdo la escena de la genial Bergman bajando temerosa una escalera porque deseaba asistir a un acto social prohibido por su marido, ya que dudaba de su “saber estar” con otras personas. El caso fue que lo consiguió. Pero no adelantemos. Estamos en el Londres victoriano de nieblas, brumas e iluminación con lámparas de gas.  

Paula se va aislando cada vez más del exquisito círculo social al que pertenece. Todo su universo comienza a girar alrededor de su marido y se sitúa en el interior de una casa en la que se siente encarcelada y le trae malos recuerdos. No habla con nadie y el contraste de su realidad solo se hace con su marido. Este comienza a acusarla (veladamente y directamente) de que se está volviendo loca. Y así parece en el interior de la vulnerable Paula. 

Descubrimos el misterio del gaslighting en la película de Ingrid Bergman 

Toda la trama da un giro cuando aparece un policía amigo de la difunta tía de la protagonista que se presta a ayudar a Paula.  Aunque el marido va urdiendo una sutil tela de araña para hacer caer a Paula en la locura, hay una persona luminosa que ve la realidad desde otra perspectiva. El cenit de la película (y es la escena que recuerdo después de haber pasado décadas) se produce cuando Gregory (el marido) se pone a buscar un reloj acusando a Paula de haberlo cogido. Ella lo niega mientras se prepara para ir a una obra de teatro a la que quería asistir. Él la acompaña y en medio de la función se las apaña para colar el reloj en su bolso y, además, para hacerle notar que ella lo lleva. Su finalidad es bloquearla y hacerla caer en la neurosis en un acto social. 

Pero la luz llegaría para Paula en forma del descubrimiento del amigo policía quien sigue a Gregory a su estudio nocturno y se da cuenta de que entra en la casa de al lado, la cual lleva tiempo abandonada. Desde allí accede al desván. Esto es, ni existe obra en la que está trabajando ni estudio de artista ni nada parecido. Lo sigue y lo coge, prácticamente, con las manos en la masa. El ruido del techo era el ir y venir de muebles en busca de unas valiosas joyas desaparecidas. En ese acto no solo nos enteramos de que él es el causante de la neurosis de Paula sino también el asesino de la tía cantante y rica,  precisamente para robarle esas joyas. 

La película termina con el afloramiento de la verdad: el asesinato, la manipulación, el robo y el acoso psicológico hasta hacer perder la razón. Fue un éxito y hoy en día esta técnica tomada del  título de la película (gaslighting) se estudia en psicología con el fin, en primera instancia, de ayudar a las víctimas. 

¿Características y hechos del gaslighting o gaslight que aparecen en la película?

Ni que decir tiene que es una obra de ficción pero extrapolable a una realidad que era frecuente en aquella época y hoy en día. ¿Cómo se produce este gaslighting o luz de gas o gaslight? ¿Qué pasa con la víctima para que llegue a perder la cordura? Analizamos. 

1.- Paula es un ser de luz, joven, bella, sensible y una rica heredera. Hasta aquí todo envidiable. Pero es, a la vez, extremadamente vulnerable, ya que  está (literal) sola en este mundo con una hipersensibilidad manifiesta. Es, por tanto, una víctima propiciatoria para eso que hoy llamamos gente tóxica. 

2.- No puede haber gaslighting ni ningún tipo de acoso moral o espiritual si previamente no ha habido un aislamiento de la víctima de su entorno social. Éste se produce poco a poco sin apenas darse ésta cuenta y, cuando quiere entender lo que le pasa, puede haber caído en cualquier hábito tóxico para evitar la ansiedad que le produce esta vida. Por eso, el gaslighting se acaba cuando aparece un tercero (en este caso un policía) que ve la realidad desde otra perspectiva.  

3.- El gaslighting siempre se produce por un psicópata así sin más que solo atiende a sus intereses y, como en este caso, no tiene ningún reparo moral en destruir emocionalmente, robar y asesinar para conseguir sus fines. Estas personas tóxicas que han llegado al límite de la humanidad saben muy bien lo que hacen y sus planes son premeditados. 

4.- Para conseguir sus objetivos tienen que minar primero la autoestima de la víctima hasta límites terribles mediante el aislamiento, el ninguneo, la calumnia y actos subliminales de maldad. El gaslighting es una metáfora adecuada para expresar ese robo de luz de la persona a la que es sometida esta técnica. 

5.- La única manera de salir de aquí es con ayuda de un tercero que vea la realidad desde otra perspectiva. Por eso, es tan importante no dejar nunca de lado las relaciones sociales. ¡Y por más razones, claro está!  

Entonces, cómo se produce el gaslighting o gaslight

1.- Este siempre se hace en el entorno más íntimo (normalmente en el familiar) y es difícil encontrarlo en el trabajo (en el que se llevan a cabo otras técnicas que llegan al burnout o síndrome del trabajador quemado). Siempre hay una relación de desigualdad entre una persona oscura que va en búsqueda de lo que la víctima ofrece. Son seres parasitarios (como el de la película que vive a costa de la fortuna de su esposa) que nada aportan a la sociedad y están envenenados con un ego imflado. 

2.- La víctima siempre es alguien vulnerable, con la autoestima baja que no se cree merecedora de nada bueno y que se va aislando de su entorno social cada vez más. 

3.- Su percepción de la realidad se ve con el gaslighting, por tanto, mermada porque no puede salir de ese círculo vicioso creado por su verdugo ya sea en forma de acoso económico, espiritual o ninguneo de sus cualidades. 

4.- La víctima es continuamente despreciada en sus mejores virtudes haciéndole dudar de sus dones innatos. 

5.- A esta se la pone en situaciones comprometidas en público para que el orden social la aísle aún más y la catalogue como neurótica o directamente loca. 

6.- Los efectos del gaslighting pueden llegar al suicidio de la víctima, a caer en hábitos tóxicos o a enfermedades psiquiátricas de difícil resolución.

 

¿Qué puede hacer la víctima de gaslighting para defenderse?

 

1.- Es urgente tomar conciencia de lo que está pasando y poner nombre a esa supuesta locura que van rondando en su alma y cabeza.  

2.- En estos casos no estamos tratando con personas complejas. Más bien nos topamos ante auténticos delincuentes. Por eso, es importante pedir ayuda legal, policial o psicológica. 

3.- Ni que decir tiene que es necesario un alejamiento de la víctima y su verdugo. 

4.- La persona afectada por las técnicas de gaslighting o gaslight deben levantar su autoestima de manera urgente para que puedan ver con claridad qué fue lo que pasó y rehacer su vida.  

5.- Es frecuente que sean víctimas de estas técnicas seres luminosos, con dones maravillosos que dar al mundo. La buena noticia es que, tras pasar por estas experiencias, estos no solo se recuperan sino que se aumentan exponencialemnte. 

Si crees que estás sufriendo gaslighting o gaslight,  olvida los fantasmas que te hacen creer ver y pide ayuda urgente. ¡Te mereces lo mejor de este mundo! 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Las ha habido de siempre dedicadas a amargarle la vida a todo aquel que estaba a su alrededor. No es algo nuevo. Sí lo es el término y la conciencia cada vez mayor del daño que ejercen esta gente tóxica. 

No sabes cómo pero en nada estás en el terreno que ellos desean y estás hablando de hechos o sentimientos que quieres guardar para ti. Tienen una habilidad especial para hacerte sentir mal sin saber muy bien por qué, para recordarte (y eso lo vemos a continuación) todos tus “fallos” a sus ojos y a su juicio (afilado al máximo cuando se trata de verlo en los demás). Son individuos peligrosos expertos en parasitar a los que están a su alrededor, entrenados  en robarte tu alegría, fortaleza y brillo vital. Por si esto fuera poco, son hábiles a la hora de aprovecharse económicamente (en todos los sentidos) y en arrogarse como propios méritos que no son suyos (también en todos los sentidos). Peligrosos, ¿verdad? Por eso, es importante identificar y lidiar con la gente tóxica. Tu alma y tu espíritu se merecen una serenidad que es imposible al lado de ellos.  

Pero, cómo es una persona tóxica y cómo puedes identificarla 

Los hay de muchos tipos y se manifiestan de múltiples maneras. Eso no quita para que no hagamos un esfuerzo de sistematización para conocer mejor sus fórmulas y maneras. Por ahora no han mutado y, con un poco de tiempo y atención, podemos clasificar los distintos tipos de personas tóxicas con el fin de ponernos a salvo cuanto antes. La característica común es que cuando estás con ellos te sientes mal (en toda la amplitud del término) sin saber por qué. Son maestros en sacar lo peor de nosotros y llevarnos a la vibración del miedo. En esta escala tomaremos decisiones poco afortunadas y, las más de las veces, estaremos con mal humor y tristeza. Es el juego de la gente tóxica. Por eso se hace necesario descubrirla. Ten en cuenta lo siguiente:

1.- Tacaños y avaros son gente tóxica

Son capaces de matar por un céntimo y enredarse en una discusión por poca cosa. El dinero es energía que nos posibilita mejorar nuestra vida. Por eso la gente tóxica (en un porcentaje muy elevado) se aferran al ahorro y a la acumulación de una forma insana. No es que quieran guardar para comprar algo que les haga ilusión. Es otra cosa distinta. Son socios complicados, jefes que crean mal ambiente, progenitores espantosos que no ofrecen lo mínimo a su descendencia. Todo el dinero será para crear un imperio (pequeño o grande) donde ellos se sientan a gusto y puedan sobresalir del resto de los demás. Es la manera más fácil que tienen de compensar la pobre autoestima que barajan un alto porcentaje de gente tóxica. 

2.- Perezosos y muy dados a enredar para sacar el máximo partido del otro

Su amor por el poder, el dinero, las cosas, la apariencia, la ganancia no va parejo a su fuerza de voluntad a la hora de sacar cualquier proyecto vital. No estamos ante personas apasionadas que quieren hacer algo nuevo y devolverlo a la sociedad. No es el caso. Para ellos, la acumulación debe hacerse a costa del otro, del engaño, de pequeños timos, de negocios pocos claros, de negociaciones complicadas, de aprovecharse siempre del que está enfrente. Si no lo hacen, no duermen tranquilos. 

3.- La gente tóxica ha caído en la envidia y en la calumnia

En el fondo de su alma anhelan aquello que no tienen ni van a tener con su actitud: la luz, el brillo y la alegría del otro. Por eso, se mueven con una envidia soterrada incluso a su propia familia. No dudará en crear bulos, en calumniar y en hablar mal de otro a la mínima oportunidad. Si estás ante alguien que siempre está hablando mal del otro (incluso de miembros de su familia), ten en cuenta dos cosas siempre. Más temprano que tarde acabará contando chismes de ti y, además, es muy probable que estés ante una persona tóxica en toda regla. 

4.- Cualquier cosa, por pequeña que se sea, es tomada como una afrenta difícil de perdonar

Da igual lo que sea, la gente tóxica se lo toma todo a la tremenda cuando se trata de ellos y cuando eres tú el que te sientes ofendido es que “tienes la piel muy fina” o “eres demasiado sensible”. ¡Ojo con esto! Cuando alguien critica, sin venir a cuento, tu mejor virtud (cultura, estudios, sensibilidad, ética, moralidad, afán de superación…) estás siempre ante una persona tóxica.

5.- La gente tóxica la forman individuos ruines y envenenados con ira, odio y resentimiento

Y a poco que los escuches verás estos sentimientos que se van transparentando como gotas de lluvia tras una ventana. No aman y su falta de empatía es tal que hablan de todo el mundo porque sí inventándose historias, actos o gestos de la vida privada del otro que dan como irrefutables. Este tipo de gente tóxica que en una reunión dan como verdad las mentiras que han creado de los demás es muy peligrosa. Van creando un hilo sutil poco a poco que enredan al otro y se las apañan para apartar al que brilla o genera luz excluyéndolo socialmente. 

6.- Son maestros del camuflaje social

De puertas para afuera son los mejores del mundo pero, en la intimidad del hogar, en los entresijos del trabajo o en el día día de la amistad muestran todas sus garras. Por eso, de primeras es muy difícil identificar este tipo de gente tóxica ya que siempre muestran su mejor cara. Es sano dejar pasar un tiempo antes de involucrarse con personas que no conocemos porque, más temprano que tarde, si estamos atentos, podemos identificar su veneno antes de que nos atrapen. 

7.- Narcisistas y psicópatas son gente tóxica

En este sitio ya he hablado de los efectos perversos de la personalidad narcisista en todos los ámbitos. Son individuos incapaces de ponerse en la piel del otro. Su ego es tan grande que todo lo que crean a su alrededor se vuelve asfixiante e irrespirable. Un paso más hacia el mal (así sin más) es la mente del psicópata, un auténtico adalid del lado oscuro que debemos, por cualquier medio, evitar. 

8.- El miedo es su día a día 

Y la gente tóxica te lo hará sentir haciéndote “ver” “todos tus fallos”. Criticará, de una manera u otra, tus mejores logros con la intención de generarte inseguridad y que no aprecies lo mejor de ti. Para la gente tóxica nunca lo estarás haciendo bien, ya sea estar en un restaurante o gestionar cualquier parcela económica. Siempre estará encima tuya recordándote aquello que, a su entender, hay que mejorar. ¿Por qué? Porque no acepta ni la libertad del otro ni la originalidad de los demás. Por eso, este tipo de individuos es tan insufrible cuando se trata de jefes o clientes. Son tremendistas y para ellos, si no haces lo que dices, opinan o se encaprichan, mañana no saldrá ni el sol ni las nubes. 

9.- La gente tóxica no respeta el espacio del otro

Y lo invaden constantemente preguntando cosas del ámbito personal. No lo hace porque, de corazón, se interesen por ti. Recuerda siempre que es una forma de recabar datos para luego utilizarlos en tu contra. Por eso, si no tienes una autoestima evolucionada tienes que andarte con ojo a quien le cuentas tus intimidades.

10.- Las personas adictas siempre crean ambientes tóxicos

Por eso, es tan difícil convivir con ellas cuando están enganchadas a una droga, al juego o a la tecnología. Este tipo de personas crean una ciénaga alrededor suya que convierten la convivencia en un infierno. Ante esta situación solo se sale con ayuda profesional y especializada. No caigas en la tentación de querer redimir a un adicto. En cualquier momento puede saltar creando una guerra a su alrededor que te sea muy difícil controlar, atajar o contratacar a tu favor.  

¿Qué hacer para no caer en las redes de la gente tóxica?

Lo más sensato es no acercarse a ellas, pero esto no es posible cuando están dentro de nuestro ámbito laboral o, aún más difícil, en nuestra casa. La gente tóxica envenena con su ira, resentimiento y actos egoístas todo lo que tocan. Por eso, es fundamental que tengas tu autoestima en el punto óptimo para darte cuenta de la manipulación de estos individuos cuanto antes.

También es primordial saber, conocer y reconocer cómo se manejan en el mundo para que sus hilos afilados te hagan el menor daño posible. En cualquier caso, aunque siempre te van a hacer creer lo contrario, ten en cuenta que el problema no lo tienes tú. El conflicto está en la gente tóxica que utiliza la descalificación, la manipulación y las palabras hirientes para hacer daño al otro.

Te doy un repaso a los escenarios más probables en los que te puedes encontrar gente tóxica. 

1.- Gente tóxica en el trabajo, ¿qué hago para no amargarme en el día a día? 

La OMS ya considera el Sindrome de burnout como una enfermedad de corte laboral. Este se produce cuando se ha generado cortisol a raudales para poder soportar el estrés continuado. La gente tóxica es especialista en quemar a todos los que están a su alrededor ya sean compañeros, jefes, proveedores o clientes.  Se las apañan para generar un clima laboral espeso en el que las prisas, las obligaciones, el “para ya” sea una constante. Crean un día a día insufrible en el que el trabajo se vuelve una maldición y el que se ve enredado en sus redes se ve como incapaz para cumplir todo aquello que se espera de él. Es normal este sentimiento teniendo en cuenta que las personas tóxicas no tienen límites. Para ello, nada es suficiente. 

Si se crece un 10% habría que haberlo hecho al 11,1%.  Si hay un retraso en la entrega de cualquier trabajo (por causas razonables), se lo tomará como si mañana no saliera el sol. Siempre tendrá el modo perfecto de hacer las cosas y el tuyo no tiene ningún valor. Lo que tú sabes no sirve para el proyecto. Siempre será perfecto el plan que presente él o ella. El de los demás no sirve. Ante esta situación o te provees de una armadura de sabiduría extrema, paciencia infinita y una autoestima a prueba de bomba nuclear o tienes que abandonar. Se puede hacer de diversas maneras según sea tu posición, pero, a la postre, todo consistirá en apartar de tu vida esa persona. Si estás instalado en una zona de confort muy amplia que crees que necesitas (sí o sí) esos ingresos para sobrevivir, serás la víctima propiciatoria para esta gente tóxica que no dudarán en hacer moobing a la primeras de cambio. 

Tu éxito para liberarte de estas personas tóxicas está en la independencia y en la fortaleza para buscarte otra posición si fuera necesario. Incluso si es un compañero el que ejerce estas malas artes te va a ser muy difícil demostrar ante tus superiores que el peligro es él o ella. Estos individuos, además, se dedican a boicotear  (o a apropiarse) cualquier idea original que surja. Mientras puedes liberarte de esta situación o esta persona tóxica es despedida (porque se den cuenta de lo que es), es imprescindible que no cuentes nada de tu vida privada, ni que dejes traslucir una situación de necesidad o complicada a nivel personal o laboral.

¡Recuerda que la gente tóxica se alimenta de tus debilidades para utilizarlas en tu contra! Cuanto menos sepan de ti, mejor.  

2.- También existe la familia tóxica

Desafortunadamente, el hogar envenenado por los entresijos de una madre narcisista, problemas con el alcohol u otras drogas, conflictos emocionales no resueltos, envidias o falta de colaboración es más frecuente de lo que creemos. La sociedad actual se ha vuelto individualista y hedonista (sin ni siquiera saber la fuerza de esta filosofía) y eso llega hasta la familia. Si la madre tiene conflictos con ella misma, lo transmitirá a sus vástagos. Si el padre sufre de depresión o cualquier trastorno de la personalidad, creará un ambiente oscuro a su alrededor. Romper con la familia tóxica es dinamitar el último tabú, el que nos dice que nada malo puede suceder en los muros del hogar. Y sí puede ocurrir. Los periódicos traen noticias  de este cariz a diario. 

Toca no sentirse culpable en primera instancia. Tú no eres el responsable de lo que hagan los demás o de lo que quieran hacerte cargar a ti. En estos casos, va a ser muy difícil salir de la situación por medios propios y se hará necesario acompañamiento profesional que de las pautas para alejarse de la familia sin herir a nadie inocente. La oveja negra (tal como se conoce popularmente), en un alto porcentaje, tiene la misión de hacer ver cuáles son los fallos dentro del clan. 

Cultiva tu independencia de la manera más satisfactoria para ti y no tengas reparos en decir no a propuestas que consideres abusivas. Aunque es muy difícil (incluso para personas entrenadas expresamente), intenta ver a tu familia desde fuera, como si no fuera la tuya. En ese despegue te darás cuenta donde está la manipulación y te será más fácil zafarte de ell

3.- La gente tóxica crea relaciones tóxicas

No puede ser de otra manera porque no saben hacer las cosas de otra manera. Por eso, buscarán parejas vulnerables con las que puedan ejercer maltrato psicológico y/o físico. Tendrán amigos solo por interés. Sus relaciones serán superficiales y siempre querrán una ganancia, del tipo que sean. Se resistirán a soltar y no dejarán ir cuando el otro quiera deshacer la relación (del tipo que sea). Siempre habrá una promesa de cambio o de mejoría que no cumplirán. La gente tóxica por regla general es mitómana. Esto es, se crean un mundo paralelo donde ellos son perfectos. Se lo creen y lo intentan hacer creer a los demás. Pide ayuda si estás en una relación de este tipo y no tienes herramientas para volver a andar la vida con relativa soltura. 

4.- La gente tóxica está por todas partes 

Así sin más. En cualquier sitio y te la encontrarás en forma de vecina chismosa, del panadero deslenguado, del cliente que no respeta, del que no paga las facturas, del que siempre está diciéndote lo que debes hacer (y tú no has pedido opinión), del que manipula, del que quiere saber todo ti. Ten en cuenta esta máxima: si hay alguien que te sonsaca para saber más de ti de lo que tú estás dispuesto a contar ese es, siempre, una persona tóxica. ¿Por qué? Porque es su estrategia para luego manipular y crear una relación siempre a su favor. 

Ante la gente tóxica recuerda siempre… 

1.- Como norma general, sé escrupuloso y elegante a la hora de publicar asuntos privados en las redes sociales. Si te gustan, que sean contenidos positivos que no puedan nunca ser utilizados en tu contra. O si lo hacen, que no te importe. 

2.- No hables mal de nadie, ni siquiera de esta gente tóxica. Su furia puede desatarse en cualquier momento y no tendrán escrúpulos en hacerte mucho daño para salirse con la suya. 

3.- Rodéate de quienes te hacen sentir bien, de quienes te aportan aire positivo y luminoso, de quienes ves que son fuente de inspiración, de las personas sencillas, de los que se han superado a sí mismos viniendo de situaciones terribles, de los que saben perdonar y de quienes no guardan ningún rencor. Estos son la antítesis de las personas tóxicas. 

4.- Ten muy claro cuáles son los límites que no deben traspasarse nunca: el del insulto velado, el de las palabras más altas que otras, el de la intimidación, el del chantaje, el del miedo, el de la acusación… Si lo sientes, te lo están haciendo (¡no son imaginaciones tuyas!) y ante ti tienes los comportamientos de gente tóxica.

¡Pon siempre distancia! 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Las ha habido de siempre dedicadas a amargarle la vida a todo aquel que estaba a su alrededor. No es algo nuevo. Sí lo es el término y la conciencia cada vez mayor del daño que ejercen esta gente tóxica. 

No sabes cómo pero en nada estás en el terreno que ellos desean y estás hablando de hechos o sentimientos que quieres guardar para ti. Tienen una habilidad especial para hacerte sentir mal sin saber muy bien por qué, para recordarte (y eso lo vemos a continuación) todos tus “fallos” a sus ojos y a su juicio (afilado al máximo cuando se trata de verlo en los demás). Son individuos peligrosos expertos en parasitar a los que están a su alrededor, entrenados  en robarte tu alegría, fortaleza y brillo vital. Por si esto fuera poco, son hábiles a la hora de aprovecharse económicamente (en todos los sentidos) y en arrogarse como propios méritos que no son suyos (también en todos los sentidos). Peligrosos, ¿verdad? Por eso, es importante identificar y lidiar con la gente tóxica. Tu alma y tu espíritu se merecen una serenidad que es imposible al lado de ellos.  

Pero, cómo es una persona tóxica y cómo puedes identificarla 

Los hay de muchos tipos y se manifiestan de múltiples maneras. Eso no quita para que no hagamos un esfuerzo de sistematización para conocer mejor sus fórmulas y maneras. Por ahora no han mutado y, con un poco de tiempo y atención, podemos clasificar los distintos tipos de personas tóxicas con el fin de ponernos a salvo cuanto antes. La característica común es que cuando estás con ellos te sientes mal (en toda la amplitud del término) sin saber por qué. Son maestros en sacar lo peor de nosotros y llevarnos a la vibración del miedo. En esta escala tomaremos decisiones poco afortunadas y, las más de las veces, estaremos con mal humor y tristeza. Es el juego de la gente tóxica. Por eso se hace necesario descubrirla. Ten en cuenta lo siguiente:

1.- Tacaños y avaros son gente tóxica

Son capaces de matar por un céntimo y enredarse en una discusión por poca cosa. El dinero es energía que nos posibilita mejorar nuestra vida. Por eso la gente tóxica (en un porcentaje muy elevado) se aferran al ahorro y a la acumulación de una forma insana. No es que quieran guardar para comprar algo que les haga ilusión. Es otra cosa distinta. Son socios complicados, jefes que crean mal ambiente, progenitores espantosos que no ofrecen lo mínimo a su descendencia. Todo el dinero será para crear un imperio (pequeño o grande) donde ellos se sientan a gusto y puedan sobresalir del resto de los demás. Es la manera más fácil que tienen de compensar la pobre autoestima que barajan un alto porcentaje de gente tóxica. 

2.- Perezosos y muy dados a enredar para sacar el máximo partido del otro

Su amor por el poder, el dinero, las cosas, la apariencia, la ganancia no va parejo a su fuerza de voluntad a la hora de sacar cualquier proyecto vital. No estamos ante personas apasionadas que quieren hacer algo nuevo y devolverlo a la sociedad. No es el caso. Para ellos, la acumulación debe hacerse a costa del otro, del engaño, de pequeños timos, de negocios pocos claros, de negociaciones complicadas, de aprovecharse siempre del que está enfrente. Si no lo hacen, no duermen tranquilos. 

3.- La gente tóxica ha caído en la envidia y en la calumnia

En el fondo de su alma anhelan aquello que no tienen ni van a tener con su actitud: la luz, el brillo y la alegría del otro. Por eso, se mueven con una envidia soterrada incluso a su propia familia. No dudará en crear bulos, en calumniar y en hablar mal de otro a la mínima oportunidad. Si estás ante alguien que siempre está hablando mal del otro (incluso de miembros de su familia), ten en cuenta dos cosas siempre. Más temprano que tarde acabará contando chismes de ti y, además, es muy probable que estés ante una persona tóxica en toda regla. 

4.- Cualquier cosa, por pequeña que se sea, es tomada como una afrenta difícil de perdonar

Da igual lo que sea, la gente tóxica se lo toma todo a la tremenda cuando se trata de ellos y cuando eres tú el que te sientes ofendido es que “tienes la piel muy fina” o “eres demasiado sensible”. ¡Ojo con esto! Cuando alguien critica, sin venir a cuento, tu mejor virtud (cultura, estudios, sensibilidad, ética, moralidad, afán de superación…) estás siempre ante una persona tóxica.

5.- La gente tóxica la forman individuos ruines y envenenados con ira, odio y resentimiento

Y a poco que los escuches verás estos sentimientos que se van transparentando como gotas de lluvia tras una ventana. No aman y su falta de empatía es tal que hablan de todo el mundo porque sí inventándose historias, actos o gestos de la vida privada del otro que dan como irrefutables. Este tipo de gente tóxica que en una reunión dan como verdad las mentiras que han creado de los demás es muy peligrosa. Van creando un hilo sutil poco a poco que enredan al otro y se las apañan para apartar al que brilla o genera luz excluyéndolo socialmente. 

6.- Son maestros del camuflaje social

De puertas para afuera son los mejores del mundo pero, en la intimidad del hogar, en los entresijos del trabajo o en el día día de la amistad muestran todas sus garras. Por eso, de primeras es muy difícil identificar este tipo de gente tóxica ya que siempre muestran su mejor cara. Es sano dejar pasar un tiempo antes de involucrarse con personas que no conocemos porque, más temprano que tarde, si estamos atentos, podemos identificar su veneno antes de que nos atrapen. 

7.- Narcisistas y psicópatas son gente tóxica

En este sitio ya he hablado de los efectos perversos de la personalidad narcisista en todos los ámbitos. Son individuos incapaces de ponerse en la piel del otro. Su ego es tan grande que todo lo que crean a su alrededor se vuelve asfixiante e irrespirable. Un paso más hacia el mal (así sin más) es la mente del psicópata, un auténtico adalid del lado oscuro que debemos, por cualquier medio, evitar. 

8.- El miedo es su día a día 

Y la gente tóxica te lo hará sentir haciéndote “ver” “todos tus fallos”. Criticará, de una manera u otra, tus mejores logros con la intención de generarte inseguridad y que no aprecies lo mejor de ti. Para la gente tóxica nunca lo estarás haciendo bien, ya sea estar en un restaurante o gestionar cualquier parcela económica. Siempre estará encima tuya recordándote aquello que, a su entender, hay que mejorar. ¿Por qué? Porque no acepta ni la libertad del otro ni la originalidad de los demás. Por eso, este tipo de individuos es tan insufrible cuando se trata de jefes o clientes. Son tremendistas y para ellos, si no haces lo que dices, opinan o se encaprichan, mañana no saldrá ni el sol ni las nubes. 

9.- La gente tóxica no respeta el espacio del otro

Y lo invaden constantemente preguntando cosas del ámbito personal. No lo hace porque, de corazón, se interesen por ti. Recuerda siempre que es una forma de recabar datos para luego utilizarlos en tu contra. Por eso, si no tienes una autoestima evolucionada tienes que andarte con ojo a quien le cuentas tus intimidades.

10.- Las personas adictas siempre crean ambientes tóxicos

Por eso, es tan difícil convivir con ellas cuando están enganchadas a una droga, al juego o a la tecnología. Este tipo de personas crean una ciénaga alrededor suya que convierten la convivencia en un infierno. Ante esta situación solo se sale con ayuda profesional y especializada. No caigas en la tentación de querer redimir a un adicto. En cualquier momento puede saltar creando una guerra a su alrededor que te sea muy difícil controlar, atajar o contratacar a tu favor.  

¿Qué hacer para no caer en las redes de la gente tóxica?

Lo más sensato es no acercarse a ellas, pero esto no es posible cuando están dentro de nuestro ámbito laboral o, aún más difícil, en nuestra casa. La gente tóxica envenena con su ira, resentimiento y actos egoístas todo lo que tocan. Por eso, es fundamental que tengas tu autoestima en el punto óptimo para darte cuenta de la manipulación de estos individuos cuanto antes.

También es primordial saber, conocer y reconocer cómo se manejan en el mundo para que sus hilos afilados te hagan el menor daño posible. En cualquier caso, aunque siempre te van a hacer creer lo contrario, ten en cuenta que el problema no lo tienes tú. El conflicto está en la gente tóxica que utiliza la descalificación, la manipulación y las palabras hirientes para hacer daño al otro.

Te doy un repaso a los escenarios más probables en los que te puedes encontrar gente tóxica. 

1.- Gente tóxica en el trabajo, ¿qué hago para no amargarme en el día a día? 

La OMS ya considera el Sindrome de burnout como una enfermedad de corte laboral. Este se produce cuando se ha generado cortisol a raudales para poder soportar el estrés continuado. La gente tóxica es especialista en quemar a todos los que están a su alrededor ya sean compañeros, jefes, proveedores o clientes.  Se las apañan para generar un clima laboral espeso en el que las prisas, las obligaciones, el “para ya” sea una constante. Crean un día a día insufrible en el que el trabajo se vuelve una maldición y el que se ve enredado en sus redes se ve como incapaz para cumplir todo aquello que se espera de él. Es normal este sentimiento teniendo en cuenta que las personas tóxicas no tienen límites. Para ello, nada es suficiente. 

Si se crece un 10% habría que haberlo hecho al 11,1%.  Si hay un retraso en la entrega de cualquier trabajo (por causas razonables), se lo tomará como si mañana no saliera el sol. Siempre tendrá el modo perfecto de hacer las cosas y el tuyo no tiene ningún valor. Lo que tú sabes no sirve para el proyecto. Siempre será perfecto el plan que presente él o ella. El de los demás no sirve. Ante esta situación o te provees de una armadura de sabiduría extrema, paciencia infinita y una autoestima a prueba de bomba nuclear o tienes que abandonar. Se puede hacer de diversas maneras según sea tu posición, pero, a la postre, todo consistirá en apartar de tu vida esa persona. Si estás instalado en una zona de confort muy amplia que crees que necesitas (sí o sí) esos ingresos para sobrevivir, serás la víctima propiciatoria para esta gente tóxica que no dudarán en hacer moobing a la primeras de cambio. 

Tu éxito para liberarte de estas personas tóxicas está en la independencia y en la fortaleza para buscarte otra posición si fuera necesario. Incluso si es un compañero el que ejerce estas malas artes te va a ser muy difícil demostrar ante tus superiores que el peligro es él o ella. Estos individuos, además, se dedican a boicotear  (o a apropiarse) cualquier idea original que surja. Mientras puedes liberarte de esta situación o esta persona tóxica es despedida (porque se den cuenta de lo que es), es imprescindible que no cuentes nada de tu vida privada, ni que dejes traslucir una situación de necesidad o complicada a nivel personal o laboral.

¡Recuerda que la gente tóxica se alimenta de tus debilidades para utilizarlas en tu contra! Cuanto menos sepan de ti, mejor.  

2.- También existe la familia tóxica

Desafortunadamente, el hogar envenenado por los entresijos de una madre narcisista, problemas con el alcohol u otras drogas, conflictos emocionales no resueltos, envidias o falta de colaboración es más frecuente de lo que creemos. La sociedad actual se ha vuelto individualista y hedonista (sin ni siquiera saber la fuerza de esta filosofía) y eso llega hasta la familia. Si la madre tiene conflictos con ella misma, lo transmitirá a sus vástagos. Si el padre sufre de depresión o cualquier trastorno de la personalidad, creará un ambiente oscuro a su alrededor. Romper con la familia tóxica es dinamitar el último tabú, el que nos dice que nada malo puede suceder en los muros del hogar. Y sí puede ocurrir. Los periódicos traen noticias  de este cariz a diario. 

Toca no sentirse culpable en primera instancia. Tú no eres el responsable de lo que hagan los demás o de lo que quieran hacerte cargar a ti. En estos casos, va a ser muy difícil salir de la situación por medios propios y se hará necesario acompañamiento profesional que de las pautas para alejarse de la familia sin herir a nadie inocente. La oveja negra (tal como se conoce popularmente), en un alto porcentaje, tiene la misión de hacer ver cuáles son los fallos dentro del clan. 

Cultiva tu independencia de la manera más satisfactoria para ti y no tengas reparos en decir no a propuestas que consideres abusivas. Aunque es muy difícil (incluso para personas entrenadas expresamente), intenta ver a tu familia desde fuera, como si no fuera la tuya. En ese despegue te darás cuenta donde está la manipulación y te será más fácil zafarte de ell

3.- La gente tóxica crea relaciones tóxicas

No puede ser de otra manera porque no saben hacer las cosas de otra manera. Por eso, buscarán parejas vulnerables con las que puedan ejercer maltrato psicológico y/o físico. Tendrán amigos solo por interés. Sus relaciones serán superficiales y siempre querrán una ganancia, del tipo que sean. Se resistirán a soltar y no dejarán ir cuando el otro quiera deshacer la relación (del tipo que sea). Siempre habrá una promesa de cambio o de mejoría que no cumplirán. La gente tóxica por regla general es mitómana. Esto es, se crean un mundo paralelo donde ellos son perfectos. Se lo creen y lo intentan hacer creer a los demás. Pide ayuda si estás en una relación de este tipo y no tienes herramientas para volver a andar la vida con relativa soltura. 

4.- La gente tóxica está por todas partes 

Así sin más. En cualquier sitio y te la encontrarás en forma de vecina chismosa, del panadero deslenguado, del cliente que no respeta, del que no paga las facturas, del que siempre está diciéndote lo que debes hacer (y tú no has pedido opinión), del que manipula, del que quiere saber todo ti. Ten en cuenta esta máxima: si hay alguien que te sonsaca para saber más de ti de lo que tú estás dispuesto a contar ese es, siempre, una persona tóxica. ¿Por qué? Porque es su estrategia para luego manipular y crear una relación siempre a su favor. 

Ante la gente tóxica recuerda siempre… 

1.- Como norma general, sé escrupuloso y elegante a la hora de publicar asuntos privados en las redes sociales. Si te gustan, que sean contenidos positivos que no puedan nunca ser utilizados en tu contra. O si lo hacen, que no te importe. 

2.- No hables mal de nadie, ni siquiera de esta gente tóxica. Su furia puede desatarse en cualquier momento y no tendrán escrúpulos en hacerte mucho daño para salirse con la suya. 

3.- Rodéate de quienes te hacen sentir bien, de quienes te aportan aire positivo y luminoso, de quienes ves que son fuente de inspiración, de las personas sencillas, de los que se han superado a sí mismos viniendo de situaciones terribles, de los que saben perdonar y de quienes no guardan ningún rencor. Estos son la antítesis de las personas tóxicas. 

4.- Ten muy claro cuáles son los límites que no deben traspasarse nunca: el del insulto velado, el de las palabras más altas que otras, el de la intimidación, el del chantaje, el del miedo, el de la acusación… Si lo sientes, te lo están haciendo (¡no son imaginaciones tuyas!) y ante ti tienes los comportamientos de gente tóxica.

¡Pon siempre distancia! 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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