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Síndrome de Peter Pan | síntomas, causas y características en hombres y mujeres

Síndrome de Peter Pan

Síndrome de Peter Pan

Candela Vizcaíno

Es un personaje de ficción que vio la luz en Londres en Diciembre de 1904 salido de la mente de J. M. Barrie. Desde esa fecha, ha protagonizado películas, libros u obras plásticas entrando en el imaginario colectivo con derecho propio. Cuando la obra teatral se estrenó (que aquí comenzó todo) ya estaba en la calle El significado de los sueños de Freud. Y esto viene al hilo porque podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que los distintos artistas de la época iban poniendo nombres a caracteres y características que se estaban desentrañando con el progresivo conocimiento del inconsciente. Este fue el caso de J. M. Barrie, quien creó un personaje que además, con el tiempo, ha bautizado un carácter perteneciente a ese cajón de sastre denominado en la actualidad gente tóxica. Hablo del síndrome de Peter Pan, el niño-muchacho-hombre que se niega a crecer y a abandonar su particular paraíso, el País de Nunca Jamás. 

El de Peter Pan es un mundo de fantasía, de juegos, de camaradería desentendida alejado de las preocupaciones de la vida adulta y, por tanto, de lo que es inherente a ella. Por eso, responsabilidad o capacidad para hacerse cargo de otros no forman parte de su esencia emocional y/o espiritual. En el mundo de Peter Pan, como el de las personas que viven con esta personalidad, no hay espacio para la existencia de adulto con todo lo que ello implica: libertad y, a la par, responsabilidad.   

Entonces, ¿qué es el síndrome de Peter Pan?

Es una característica psicológica que no llega a considerarse dolencia (aunque hay autores que abogan por ello) que impide a la persona adulta que la sufre involucrarse en la cotidianidad que demanda su edad. Con eso me refiero a hacerse cargo (o crear siquiera) una familia, conservar y sobrellevar un empleo (a veces ni siquiera en actividades que les gustan) y manejar su libertad con acierto. Las personas (hombres y mujeres) con síndrome Peter Pan viven como los niños pequeños esperando que otros hagan los que les corresponde por edad y condición. Si eso no puede ser se enfadan, entran en cólera o simplemente culpan a los demás por todo lo que les sucede. Viven en una infancia eterna negándose a participar en la forma de estar en el mundo de los adultos. Aunque, en un principio, pudieran parecer personas divertidas o creativas, el caso es que se hacen daño tanto a ellos mismos como a los que le rodean por su actitud egoísta (y esa es la palabra) y despreocupada en extremo. Aún así, y como regla general, estos individuos no hacen daño a sabiendas sino, más bien, este se produce como resultado de sus actos. 

Causas del síndrome de Peter Pan

Aunque la literatura más común (esa que se repite sin pararse a analizar) propone como causa de esta condición una infancia muy feliz, hay que poner en cuarentena esta afirmación. ¿Por qué? Porque, sencillamente, un niño o niña que ha recibido amor, cuidado y comprensión por parte de su entorno tiene todas las papeletas para ser un adulto completo, independiente y responsable. En este sentido, no cuadra que un pequeño que ha vivido sus primeros años de manera dichosa se aferre a esta época desarrollando el síndrome de Peter Pan. Estas estarían en otras situaciones. Analizamos, pues, algunas de las causas más frecuentes de esta condición:  

1.- Los abusos (físicos, verbales, emocionales e, incluso, sexuales) son la piedra angular de problemas emocionales, espirituales y psicológicos de todo tipo. Aunque con la ayuda y la terapia adecuada buena parte de estos niños (dependiendo de la intensidad del daño que se les ha infligido) son adultos funcionales, la mayoría de trastornos se gestan en estas circunstancias. El pequeño que ha sufrido de esta manera se aferra a una infancia que no ha vivido sin disponer de herramientas para ser un adulto funcional. Estaríamos ante un proceso de defensa emocional típico que debe trabajarse en terapia para poder sanar (en la medida de lo posible) esas heridas. 

2.- Entornos en los que se hace una crianza indolente donde se mima en exceso o se sobreprotege a los niños no dándoles la oportunidad de desarrollar todo su potencial. El pequeño se queda estancado en su desarrollo emocional sin la posibilidad de enfrentarse a escenarios de superación de todo tipo (por supuesto supervisados por adultos) donde vaya cimentando su autoestima

3.- La sociedad hedonista actual también fomenta estas actitudes ensalzando (y, a la vez, confundiendo) propuestas en las que la libertad (sin la contrapartida de la responsabilidad) y la alegría (a veces procedente de paraísos artificiales) son dones supremos. 

4.- Los niños se conforman por imitación. Así que es probable que alguien con síndrome de Peter Pan haya tenido un modelo cercano en casa (lee progenitores). 

Síntomas del síndrome de Peter Pan 

Las personas con esta condición no llevan tatuada en la frente su forma de estar en el mundo y, los que están alrededor solo se dan cuenta de ello pasado un tiempo. Y eso si tienen la formación y/o las herramientas necesarias. Normalmente los conflictos aparecen nada más incorporarse al mundo laboral o a la hora de mantener una pareja más allá del amor pasional adolescente. Es frecuente lo siguiente: 

1.- Los adultos (hombres y mujeres) con síndrome Peter Pan nunca se responsabilizan de sus acciones. Siempre tienen la culpa otros de los que les pasa. Siempre hay alguien que nos le deja conseguir sus metas. Pero, a poco que se indague, es que, sencillamente, no se esfuerzan absolutamente por nada. 

2.- Se niegan a salir de su zona de confort y a superar el miedo a la hora de enfrentarse a los retos normales de la vida adulta. En situaciones complicadas simplemente se bloquean llegando a caer en cuadros de ansiedad o de depresión. 

3.- Son personas tremendamente egoístas (sin capacidad de empatía y actuando solo en beneficio propio) y egocéntricas (el mundo girar alrededor de ellos). 

4.- Buena parte de ellos acusan una personalidad narcisista o repiten patrones de progenitores con esta condición.  

5.- En el plano práctico, son incapaces de conservar un trabajo y tienen problemas con las figuras de autoridad y compañeros. 

6.- Pueden alcanzar una buena posición laboral a pesar de tener un marcado síndrome de Peter Pan (por pertenecer a la élite social y se les haya abierto puertas y ventanas por ejemplo). Sin embargo, en estos casos se caracterizan por tomar decisiones descabelladas, desacertadas y fuera de toda lógica. ¡Ojo! No hay que confundir estas acciones con aquellas provenientes de individuos creativos, proactivos y emprendedores con ideas novedosas. En estos últimos casos, estas personas se hacen responsables de sus actos, ejercen liderazgos responsables y delegan con criterio. Los individuos peterpanes, por el contrario, embrollan la situación, manipulan a veces, no tienen en cuenta las necesidades del equipo y, en general, están faltos de la mínima empatía. 

7.- Al hilo de lo anterior, las personas con síndrome de Peter Pan nunca tienen claras (tampoco se las plantean) sus metas vitales, laborales o familiares. Viven en una improvisación constante. 

8.- En el ámbito personal son incapaces de mantener una relación de pareja de manera saludable y, en los últimos tiempos, con la conquista de la libertad en todos los ámbitos, suelen decantarse por encuentros esporádicos que no impliquen ninguna responsabilidad. 

9.- Si logran formar una familia con hijos, es frecuente que se desentiendan de ellos al no comprometerse con aspectos básicos de la crianza, alimentación, educación y cuidado emocional. 

10.- En casos extremos, suelen reconocerse en lo que son (personas con síndrome de Peter Pan) y se jactan de ello promoviendo su actitud como la única correcta en la vida. Es la forma más sencilla y directa de justificarse. 

Características de los hombres con síndrome de Peter Pan

Si bien es verdad que estos síntomas expuestos más arriba se dan tanto en hombres y mujeres, los varones (por la educación tradicional en la que aún estamos insertos) suelen tener algunas diferencias de comportamiento con respecto a las féminas. 

1.- Los hombres con síndrome de Peter Pan, cuando están en un emplazamiento “adecuado”, no dudan en arrastrar a los que se encuentran alrededor a situaciones comprometidas o, directamente, peligrosas. Un ejemplo frecuente y diario (por su visibilidad) es el comportamiento de ciertos políticos que, en el plano emocional y psicológico, no han alcanzado la vida adulta. Otra cosa es que, por procedencia social y/o oportunidad, se hayan visto con una responsabilidad a la que nunca podrán hacer frente. 

2.- Se consideran fuera de las normas y las leyes. Por eso, es frecuente que tengan algún problema con la autoridad y también con las drogas legales o ilegales. 

3.- Cuidan su imagen en extremo ya que son susceptibles a las críticas aunque estas sean constructivas. 

4.- No aceptan ninguna crítica ni consejo y son incapaces de reconducir su comportamiento el cual, como he indicado más arriba, suele ser errado (por pernicioso en el plano emocional) en la mayoría de las veces. 

5.- Son inconstantes e inconsistentes emocionalmente cambiando de opinión con frecuencia, siendo incapaces de establecerse metas y de trabajar por ellas. Quieren que todo les llegue “caído del cielo” como el niño que no tiene que preocuparse por lo básico de su subsistencia porque ya lo hacen sus padres o tutores. 

¿Hay mujeres con síndrome de Peter Pan?

Sí, como los hombres y con las mismas características que ellos. La única diferencia con las féminas (y esto, quizás es debido a la educación patriarcal en la cual estamos aún insertos) en ellas se confunde con el complejo de Cenicienta. Esto es, las mujeres peterpanes buscan en los demás una constante validación, eligiendo parejas que se hagan cargo de ellas en todos los aspectos y enlazando relaciones tóxicas unas tras otra. Como los hombres con esta condición, aún no han asumido los roles de la vida adulta y se sienten desvalidas, desprotegidas y frágiles como niñas pequeñas.  

¿Cómo tratar, convivir o emparejarse con una persona con síndrome de Peter Pan?

Aunque no es un trastorno psicológico, si el individuo aquejado de esta condición no tiene los apoyos alrededor suficientes (económicos, sociales, familiares…) su vida puede llegar a ser muy complicada. En este sentido, se encuentran casos en terapia que acuden por cuadros de ansiedad o de estrés extremo cuando no de depresión. Y es aquí donde se indaga en esta peculiar condición. Con ayuda psicológica es posible salir y asumir (con sus limitaciones) los roles que demanda la vida adulta.  

Por otro lado, convivir con una persona de estas características puede llevar a fomentar una auténtica familia tóxica, donde los caprichos se prioricen a las necesidades, a la responsabilidad y al crecimiento espiritual de cada uno de los miembros de la misma. Es normal que los individuos varones con este síndrome acaben en divorcios traumáticos donde se desatiendan de las necesidades elementales de sus vástagos y culpen al otro al 100% de la situación. En las mujeres, por miedo a enfrentarse a la vida real, suelen encadenar una pareja tras otra buscando la solución a los problemas que solo se encuentra en el interior de ellas mismos. En el caso de las féminas, el asunto se complica por la cultura de micro machismos en la que aún vivimos alimentando un complejo que las hace tremendamente infelices cuando no desgraciadas. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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