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A mediados del siglo V de nuestra era, la antigua cultura clásica puede darse (literal) por enterrada al completo. El Cristianismo sustituye a las creencias paganas mientras una vida monacal va encontrando refugio en los lugares más remotos de Europa. Paralelamente, las principales características del arte medieval no pueden entenderse sin el colapso de las rutas de comunicación que, progresivamente, van aislando a las poblaciones. Los caminos se vuelven tan peligrosos (con atracadores de toda índole) que pocos son los que se atreven a traspasar las fronteras del terruño de nacimiento. Este aislamiento se alimenta de guerras fraticidas, pestes, sequías y hambrunas constantes. Va quedando una población analfabeta (incluso entre las élites guerreras y nobiliarias) que poco o nada pueden contribuir al progreso artístico. La literatura queda relegada a los juegos del mester de juglaría y la oralidad propicia la pérdida de romances y cantares de gesta. La pobreza económica, para liquidar el resumen, tampoco facilita ni pequeños ni grandes emprendimientos artísticos. Sin embargo, todo ello cambiará pasado los terrores del primer milenio y sus creencias en el inminente fin del mundo. Vamos por partes.  

Los libros, un punto de encuentro en las características del arte medieval  

Los grandes esplendores del pasado, simbolizados en la Antigua Biblioteca de Alejandría, parecen un sueño en las brumas más profundas de la Edad Media. Mientras las vías de comunicación se cerraban comenzó a surgir la vida monacal, retirada y, en principio, dedicada exclusivamente al estudio. Aunque los votos no se llevaran a rajatabla, en los scriptoria (estudios) de conventos y monasterios se continuó con la labor copista de la Antigüedad. Apenas se creaba nada y el conocimiento se basaba en la autoridad de los grandes filósofos cristianos (San Agustín o Santo Tomás) y en un intento de recuperación de los textos clásicos de todas las temáticas. Así, sin apenas recursos y pacientemente, los libros medievales eran meras copias de retazos o textos completos de la filosofía y literatura griega o latina que luego se guardaban celosamente en las bibliotecas monacales. 

 

Si bien es verdad que con este relato más de uno puede llegar a pensar que estos centros eran grandes almacenes de libros, la realidad estaba bien lejos. Era tan difícil hacerse con una copia limpia, tan caros los materiales y, a veces, había tan pocos hermanos peritos en filología, filosofía o traducción que estos centros religiosos apenas guardaban una veintena de títulos. Eso sí, la caligrafía se hizo arte, así como algunos elementos de encuadernación.

Los Beatos en el cenit de los libros medievales 

Recordemos que hasta alrededor del año mil la gran mayoría de estos libros eran tremendamente sencillos y únicamente aspiraban a ser depositarios de un conocimiento perdido, todo cambió alrededor del año mil. En España, un monje de Liébana (donde se guarda un trozo del lignum crucis) escribe un comentario al Apocalipsis de San Juan biblíco. Aunque, en esencia, era un pastiche con la autoridad de otros autores, llega a convertirse en un auténtico bestseller en la época. 

Beato 3 

El terror por el fin del mundo al alcanzarse esa fecha simbólica del año 1000 propicia que el texto sea requerido por todos los conventos y monasterios. Al convertirse en una obra de referencia, se le dispensó el mismo trato que a los Evangelios y a los textos de los padres de la Iglesia. Algunos scriptoria, con este aval, se afanaron por iluminar sus páginas con bellas miniaturas realizadas en materiales nobles como el lapislázuli, la cochinilla, el oro, la plata… El resultado fueron obras que pueden agruparse con las mismas características del arte medieval. Son eminentemente religiosas, coloridas y sencillas en su aparente sofisticación. 

A partir de aquí la traducción continuó con bellos libros que ya se escapaban de lo eminentemente religioso como los dedicados a la fitoterapia, la farmacia de las plantas. Los Beatos, para terminar, abrieron las puertas a las grandes obras ilustradas que culminaron con los exquisitos Libros de Horas favoritos de realeza y aristocracia que se llegaron a hacer incluso con la imprenta asentada. 

 

La pintura en la Edad Media 

El arte paleocristiano de las catacumbas y basílicas sencillas se valió de la pintura para narrar los pasajes más importantes del Nuevo Testamento. Eran obras muy sencillas que, en la gran mayoría de los casos, se han perdido o deteriorado en extremo con el abandono de estos espacios. Aunque los edificios que se construyen en los territorios cristianos tienen un fuerte carácter defensivo bien porque sean castillos con función militar o porque son centros religiosos aislados del mundo, se sigue utilizando la pintura. Son obras realizadas en los muros que ilustran la vida cotidiana o los pasajes bíblicos. Sin embargo, apenas nos han llegado ejemplos de interés anteriores al siglo XII.  

Al cumplirse el milenio y superado ese terror por el fin del mundo, Europa fue invadida por una nueva esperanza que empujó a un cambio progresivo (y lentísimo) que va desde los campos a las ciudades, del poder de los señores feudales a la monarquía, de los reinos divididos y enfrentados a las modernas naciones. Este cambio supuso una nueva forma de vida apoyada por artesanos, comerciantes y pequeños burgueses alrededor de pueblos y ciudades más grandes. Paulatinamente se va generando conocimiento y con este la riqueza. Comienzan a levantarse las primeras universidades y el analfabetismo va disminuyendo, al menos entre la élite. Con esta riqueza se patrocinan obras de reconocidos pintores que ya trabajan no para monasterios sino para familias independientes. 

Si bien la vida se hace más profana a mediados del siglo XII eso no significa que se abandonen los temas religiosos. Por eso la pintura en la Edad Media de la primera época gira alrededor de los retablos con escenas de la pasión y la vida de Cristo. Estas tablas participan a partes iguales de las influencias de los iconos bizantinos como de los libros ilustrados. Se realizan en madera utilizando materiales nobles en los que no faltan el oro y las piedras preciosas con trazos firmes, colores brillantes y rasgos estilizados aunque progresivamente se va evolucionando hacia un sobrio realismo.  

Los pintores de la Edad Media

1.- Cimabue (1204-1302) es el primer gran nombre y tiene en su haber deliciosos  retablos de clara influencia oriental en los que se representan la crucifixión, la Virgen en majestad y otras escenas bíblicas con un trazo continuo que nos regala contornos perfectos. Son las figuras las protagonistas indiscutibles ya que no hay atisbo de perspectiva completándose los fondos con colores planos (especialmente el negro) o con rellenos geométricos tan del gusto del arte bizantino

Huida de Egipto de la Capilla Scrovegni Padua Giotto 

2.- Giotto (1267 —) nos deja para la posteridad una de las grandes obras que aglutina en sí todo lo mejor de las características del arte medieval: la Capilla de los Scrovegni de Padua. La pequeña estancia abovedada y levantada en ladrillo ha sido completamente pintada al fresco con escenas bíblicas y con personajes alegóricos que representan tanto a las virtudes como a los vicios. Cada uno de estos cuadros están perfectamente insertados en el conjunto y en sí representan una geometría perfecta con el nudo narrativo en el centro. El azul índigo brillante no tan oscuro y cercano al turquesa es el predominante. Sobre este tono van desfilando los personajes que son retratados de manera individual y realista creando contornos delimitados. La perspectiva se consigue con edificios o elementos de la naturaleza que arropan a los protagonistas. Los tejidos y los elementos son los de la época. El conjunto es de una sublime belleza. 

3.- Simone Martini (1284-1344) es otro de los grandes maestros italianos de la pintura de retablos. Sus delicados personajes están perfectamente diseñados sobre un plano vacío que se cubre con colores rotundos como el oro y el azul. 

Lorenzetti Ambrogio Alegoría del Buen y el Mal Gobierno 

4.- Conforme avanzamos hacia el Renacimiento y la recuperación de la cultura clásica enterrada durante la Edad Media, los temas religiosos se van aparcando en favor de los éticos. Ya no será la iglesia la depositaria única del conocimiento sino que una pujante y enriquecida burguesía va a ir imponiendo una nueva moral en la que lo bello, lo bueno y el orden se confabulan para alcanzar la felicidad. En esta cosmovisión hay que situar la gran obra realizada por Ambrogio Lorenzetti durante 1337 y 1339 para el Palacio Público de Siena Alegorías del Buen y el Mal Gobierno

 

Características del arte medieval con respecto a la arquitectura

 

A pesar de estos ejemplos escondidos en retablos o en bellos libros, si buscamos las grandes obras del arte medieval tenemos que remitirnos a la arquitectura. Es aquí donde encontramos todo el sentir de una época centrada en el poder de Dios, aterrorizada por las plagas, las hambrunas y los conflictos constantes. Decir arquitectura medieval es hablar de iglesias o de castillos, aunque son las primeras las que tienen más interés desde el punto de vista artístico. Habría que esperar a los siglos XIII e, incluso, XIV con los últimos coletazos de la época para encontrar edificios civiles de interés.  

El románico, la primera corriente arquitectónica de la Edad Media

Una vez ha colapsado Roma y la cultura clásica, la vida se concentra en pequeñas poblaciones en torno a la iglesia o los monasterios. Los recursos materiales son escasos así como los oficios que pudieran propiciar grandes y hermosas obras. No obstante, por todo el territorio europeo van proliferando edificaciones toscas, rotundas y sencillas que llevan en sí las mejores características de la arquitectura románica

Romnico 3 Pisa 

Se levantan iglesias con planta de cruz latina que terminan en un ábside semicircular donde se coloca el altar y en el suelo se guardan reliquias de santos. Para estas construcciones se utiliza la bóveda de crucería que es una evolución de la creada por la arquitectura romana, sostenida por potentes columnas que se cierran con gruesos muros que, además, son apoyados por contrafuertes en el exterior. La sencillez se ve compensada por la sobriedad extrema de unas obras cuyo único objetivo era ensalzar el poder de Dios.  

El gótico, el gran estilo del arte medieval  

De radical tenor son las construcciones religiosas que surgen a partir de mediados del siglo XII en las grandes ciudades de Europa. Las apabullantes características de la arquitectura gótica se explican, en parte por ese progreso material y por ese cambio político que va desde los señores feudales campesinos hacia una monarquía poderosa con una corte cada vez más culta. El avance del conocimiento que abre las universidades (geometría, matemática, geografía, filosofía…) se concentran en las grandes catedrales europeas. Porque decir gótico es decir Europa y decir catedral. 

Doumo de Milán 

El nacionalismo se simboliza en estos enormes edificios que sobresalen por encima de la cota de los tejados de las ciudades más importantes y que obligan a los fieles a mirar hacia arriba. Así se manifiesta un doble poder: el de Dios y el de vanidad de los hombres. Estas obras son posibles gracias a un nuevo avance de ingeniería. Se trata de una bóveda más elaborada en la que confluyen dos de crucería. El punto central o clave se concentra el peso que se distribuye armónicamente entre altas columnas. Los contrafuertes se sustituyen por arbotantes más ligeros y las catedrales además se elevan con elementos adicionales en forma de campanarios, cúspides y pináculos. Estos se decoran profusamente con esculturas en piedras haciendo referencia a elementos simbólicos y/o pertenecientes a la tradición bíblica. 

Aunque nos encontramos catedrales góticas en planta de cruz latina, las que responden a las características del arte medieval están conformadas por una sucesión de naves (cada una con sus correspondientes hileras de bóvedas). Las paredes, al distribuirse el peso entre los distintos elementos, pueden aligerarse y se decoran con hermosas vidrieras y rosetones multicolores que aportan un plus de misterio a estos espacios. Las distintas naves se recubren de capillas de las familias poderosas de la época y, a su vez, se decoran con esculturas o retablos de los mejores artistas. Un tanto de lo mismo sucede con las fachadas que se completan con esculturas (como el Doumo de Milán), gárgolas o adornos de tipo vegetal siguiendo el esquema ojival. 

Las catedrales góticas son el epítome de las más sublimes características del arte medieval y los ejemplos más hermosos se encuentran repartidos por todas Europa: Amiens, París, Colonia, Burgos, la mencionada de Milán o Toledo (por poner un puñado de ejemplos) nos sorprenden con estas maravillosas obras.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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A mediados del siglo V de nuestra era, la antigua cultura clásica puede darse (literal) por enterrada al completo. El Cristianismo sustituye a las creencias paganas mientras una vida monacal va encontrando refugio en los lugares más remotos de Europa. Paralelamente, las principales características del arte medieval no pueden entenderse sin el colapso de las rutas de comunicación que, progresivamente, van aislando a las poblaciones. Los caminos se vuelven tan peligrosos (con atracadores de toda índole) que pocos son los que se atreven a traspasar las fronteras del terruño de nacimiento. Este aislamiento se alimenta de guerras fraticidas, pestes, sequías y hambrunas constantes. Va quedando una población analfabeta (incluso entre las élites guerreras y nobiliarias) que poco o nada pueden contribuir al progreso artístico. La literatura queda relegada a los juegos del mester de juglaría y la oralidad propicia la pérdida de romances y cantares de gesta. La pobreza económica, para liquidar el resumen, tampoco facilita ni pequeños ni grandes emprendimientos artísticos. Sin embargo, todo ello cambiará pasado los terrores del primer milenio y sus creencias en el inminente fin del mundo. Vamos por partes.  

Los libros, un punto de encuentro en las características del arte medieval  

Los grandes esplendores del pasado, simbolizados en la Antigua Biblioteca de Alejandría, parecen un sueño en las brumas más profundas de la Edad Media. Mientras las vías de comunicación se cerraban comenzó a surgir la vida monacal, retirada y, en principio, dedicada exclusivamente al estudio. Aunque los votos no se llevaran a rajatabla, en los scriptoria (estudios) de conventos y monasterios se continuó con la labor copista de la Antigüedad. Apenas se creaba nada y el conocimiento se basaba en la autoridad de los grandes filósofos cristianos (San Agustín o Santo Tomás) y en un intento de recuperación de los textos clásicos de todas las temáticas. Así, sin apenas recursos y pacientemente, los libros medievales eran meras copias de retazos o textos completos de la filosofía y literatura griega o latina que luego se guardaban celosamente en las bibliotecas monacales. 

 

Si bien es verdad que con este relato más de uno puede llegar a pensar que estos centros eran grandes almacenes de libros, la realidad estaba bien lejos. Era tan difícil hacerse con una copia limpia, tan caros los materiales y, a veces, había tan pocos hermanos peritos en filología, filosofía o traducción que estos centros religiosos apenas guardaban una veintena de títulos. Eso sí, la caligrafía se hizo arte, así como algunos elementos de encuadernación.

Los Beatos en el cenit de los libros medievales 

Recordemos que hasta alrededor del año mil la gran mayoría de estos libros eran tremendamente sencillos y únicamente aspiraban a ser depositarios de un conocimiento perdido, todo cambió alrededor del año mil. En España, un monje de Liébana (donde se guarda un trozo del lignum crucis) escribe un comentario al Apocalipsis de San Juan biblíco. Aunque, en esencia, era un pastiche con la autoridad de otros autores, llega a convertirse en un auténtico bestseller en la época. 

Beato 3 

El terror por el fin del mundo al alcanzarse esa fecha simbólica del año 1000 propicia que el texto sea requerido por todos los conventos y monasterios. Al convertirse en una obra de referencia, se le dispensó el mismo trato que a los Evangelios y a los textos de los padres de la Iglesia. Algunos scriptoria, con este aval, se afanaron por iluminar sus páginas con bellas miniaturas realizadas en materiales nobles como el lapislázuli, la cochinilla, el oro, la plata… El resultado fueron obras que pueden agruparse con las mismas características del arte medieval. Son eminentemente religiosas, coloridas y sencillas en su aparente sofisticación. 

A partir de aquí la traducción continuó con bellos libros que ya se escapaban de lo eminentemente religioso como los dedicados a la fitoterapia, la farmacia de las plantas. Los Beatos, para terminar, abrieron las puertas a las grandes obras ilustradas que culminaron con los exquisitos Libros de Horas favoritos de realeza y aristocracia que se llegaron a hacer incluso con la imprenta asentada. 

 

La pintura en la Edad Media 

El arte paleocristiano de las catacumbas y basílicas sencillas se valió de la pintura para narrar los pasajes más importantes del Nuevo Testamento. Eran obras muy sencillas que, en la gran mayoría de los casos, se han perdido o deteriorado en extremo con el abandono de estos espacios. Aunque los edificios que se construyen en los territorios cristianos tienen un fuerte carácter defensivo bien porque sean castillos con función militar o porque son centros religiosos aislados del mundo, se sigue utilizando la pintura. Son obras realizadas en los muros que ilustran la vida cotidiana o los pasajes bíblicos. Sin embargo, apenas nos han llegado ejemplos de interés anteriores al siglo XII.  

Al cumplirse el milenio y superado ese terror por el fin del mundo, Europa fue invadida por una nueva esperanza que empujó a un cambio progresivo (y lentísimo) que va desde los campos a las ciudades, del poder de los señores feudales a la monarquía, de los reinos divididos y enfrentados a las modernas naciones. Este cambio supuso una nueva forma de vida apoyada por artesanos, comerciantes y pequeños burgueses alrededor de pueblos y ciudades más grandes. Paulatinamente se va generando conocimiento y con este la riqueza. Comienzan a levantarse las primeras universidades y el analfabetismo va disminuyendo, al menos entre la élite. Con esta riqueza se patrocinan obras de reconocidos pintores que ya trabajan no para monasterios sino para familias independientes. 

Si bien la vida se hace más profana a mediados del siglo XII eso no significa que se abandonen los temas religiosos. Por eso la pintura en la Edad Media de la primera época gira alrededor de los retablos con escenas de la pasión y la vida de Cristo. Estas tablas participan a partes iguales de las influencias de los iconos bizantinos como de los libros ilustrados. Se realizan en madera utilizando materiales nobles en los que no faltan el oro y las piedras preciosas con trazos firmes, colores brillantes y rasgos estilizados aunque progresivamente se va evolucionando hacia un sobrio realismo.  

Los pintores de la Edad Media

1.- Cimabue (1204-1302) es el primer gran nombre y tiene en su haber deliciosos  retablos de clara influencia oriental en los que se representan la crucifixión, la Virgen en majestad y otras escenas bíblicas con un trazo continuo que nos regala contornos perfectos. Son las figuras las protagonistas indiscutibles ya que no hay atisbo de perspectiva completándose los fondos con colores planos (especialmente el negro) o con rellenos geométricos tan del gusto del arte bizantino

Huida de Egipto de la Capilla Scrovegni Padua Giotto 

2.- Giotto (1267 —) nos deja para la posteridad una de las grandes obras que aglutina en sí todo lo mejor de las características del arte medieval: la Capilla de los Scrovegni de Padua. La pequeña estancia abovedada y levantada en ladrillo ha sido completamente pintada al fresco con escenas bíblicas y con personajes alegóricos que representan tanto a las virtudes como a los vicios. Cada uno de estos cuadros están perfectamente insertados en el conjunto y en sí representan una geometría perfecta con el nudo narrativo en el centro. El azul índigo brillante no tan oscuro y cercano al turquesa es el predominante. Sobre este tono van desfilando los personajes que son retratados de manera individual y realista creando contornos delimitados. La perspectiva se consigue con edificios o elementos de la naturaleza que arropan a los protagonistas. Los tejidos y los elementos son los de la época. El conjunto es de una sublime belleza. 

3.- Simone Martini (1284-1344) es otro de los grandes maestros italianos de la pintura de retablos. Sus delicados personajes están perfectamente diseñados sobre un plano vacío que se cubre con colores rotundos como el oro y el azul. 

Lorenzetti Ambrogio Alegoría del Buen y el Mal Gobierno 

4.- Conforme avanzamos hacia el Renacimiento y la recuperación de la cultura clásica enterrada durante la Edad Media, los temas religiosos se van aparcando en favor de los éticos. Ya no será la iglesia la depositaria única del conocimiento sino que una pujante y enriquecida burguesía va a ir imponiendo una nueva moral en la que lo bello, lo bueno y el orden se confabulan para alcanzar la felicidad. En esta cosmovisión hay que situar la gran obra realizada por Ambrogio Lorenzetti durante 1337 y 1339 para el Palacio Público de Siena Alegorías del Buen y el Mal Gobierno

 

Características del arte medieval con respecto a la arquitectura

 

A pesar de estos ejemplos escondidos en retablos o en bellos libros, si buscamos las grandes obras del arte medieval tenemos que remitirnos a la arquitectura. Es aquí donde encontramos todo el sentir de una época centrada en el poder de Dios, aterrorizada por las plagas, las hambrunas y los conflictos constantes. Decir arquitectura medieval es hablar de iglesias o de castillos, aunque son las primeras las que tienen más interés desde el punto de vista artístico. Habría que esperar a los siglos XIII e, incluso, XIV con los últimos coletazos de la época para encontrar edificios civiles de interés.  

El románico, la primera corriente arquitectónica de la Edad Media

Una vez ha colapsado Roma y la cultura clásica, la vida se concentra en pequeñas poblaciones en torno a la iglesia o los monasterios. Los recursos materiales son escasos así como los oficios que pudieran propiciar grandes y hermosas obras. No obstante, por todo el territorio europeo van proliferando edificaciones toscas, rotundas y sencillas que llevan en sí las mejores características de la arquitectura románica

Romnico 3 Pisa 

Se levantan iglesias con planta de cruz latina que terminan en un ábside semicircular donde se coloca el altar y en el suelo se guardan reliquias de santos. Para estas construcciones se utiliza la bóveda de crucería que es una evolución de la creada por la arquitectura romana, sostenida por potentes columnas que se cierran con gruesos muros que, además, son apoyados por contrafuertes en el exterior. La sencillez se ve compensada por la sobriedad extrema de unas obras cuyo único objetivo era ensalzar el poder de Dios.  

El gótico, el gran estilo del arte medieval  

De radical tenor son las construcciones religiosas que surgen a partir de mediados del siglo XII en las grandes ciudades de Europa. Las apabullantes características de la arquitectura gótica se explican, en parte por ese progreso material y por ese cambio político que va desde los señores feudales campesinos hacia una monarquía poderosa con una corte cada vez más culta. El avance del conocimiento que abre las universidades (geometría, matemática, geografía, filosofía…) se concentran en las grandes catedrales europeas. Porque decir gótico es decir Europa y decir catedral. 

Doumo de Milán 

El nacionalismo se simboliza en estos enormes edificios que sobresalen por encima de la cota de los tejados de las ciudades más importantes y que obligan a los fieles a mirar hacia arriba. Así se manifiesta un doble poder: el de Dios y el de vanidad de los hombres. Estas obras son posibles gracias a un nuevo avance de ingeniería. Se trata de una bóveda más elaborada en la que confluyen dos de crucería. El punto central o clave se concentra el peso que se distribuye armónicamente entre altas columnas. Los contrafuertes se sustituyen por arbotantes más ligeros y las catedrales además se elevan con elementos adicionales en forma de campanarios, cúspides y pináculos. Estos se decoran profusamente con esculturas en piedras haciendo referencia a elementos simbólicos y/o pertenecientes a la tradición bíblica. 

Aunque nos encontramos catedrales góticas en planta de cruz latina, las que responden a las características del arte medieval están conformadas por una sucesión de naves (cada una con sus correspondientes hileras de bóvedas). Las paredes, al distribuirse el peso entre los distintos elementos, pueden aligerarse y se decoran con hermosas vidrieras y rosetones multicolores que aportan un plus de misterio a estos espacios. Las distintas naves se recubren de capillas de las familias poderosas de la época y, a su vez, se decoran con esculturas o retablos de los mejores artistas. Un tanto de lo mismo sucede con las fachadas que se completan con esculturas (como el Doumo de Milán), gárgolas o adornos de tipo vegetal siguiendo el esquema ojival. 

Las catedrales góticas son el epítome de las más sublimes características del arte medieval y los ejemplos más hermosos se encuentran repartidos por todas Europa: Amiens, París, Colonia, Burgos, la mencionada de Milán o Toledo (por poner un puñado de ejemplos) nos sorprenden con estas maravillosas obras.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Aunque de los antiguos pueblos (me refiero a Roma o a Grecia) nos han llegado más elementos arquitectónicos o escultura que pintura, esto se debe a la durabilidad de los materiales con los que están realizados. Si bien podemos admirar maravillosas muestras de frescos pertenecientes al arte egipcio, han podido llegar hasta nosotros porque, en primer lugar, estas obras se realizaron en los interiores recónditos de tumbas que no sufrían el deterioro de los elementos. Un tanto de los mismo sucede con las pinturas rupestres prehistóricas o los frescos de las domus aristocráticas de Pompeya que la lava del Vesubio dejó enterradas. De no ser por estas circunstancias, la acción del aire, el viento e, incluso, el roce de los humanos las hubieran deteriorado tanto que, con toda probabilidad, se hubieran perdido para siempre. Un tanto de lo mismo sucede con la pintura en la Edad Media. Y por eso esta larga digresión. Se conservan las de toscas de las catacumbas, pero los frescos realizados en iglesias o viviendas aristocráticas se perdieron por ese desgaste. Por eso tenemos que esperar hasta el siglo XIII para hablar propiamente de este género medieval. A partir de esta fecha surge una serie de artistas que, o bien realizan sus obras sobre tablas (más fácil de proteger), o bien eran ya tan famosos en su época que su legado se ha cuidado al máximo. 

La pintura en la Edad Media de los retablos: el ejemplo de Cimabue 

Progresivamente y conforme nos adentramos en el siglo XII y XIII, los frescos en las iglesias fueron sustituidos por retablos con pinturas realizadas sobre madera utilizando materiales tan nobles como el lapislázuli, la cochinilla (un animal), el oro o la plata. Claramente influenciada por los iconos bizantinos, se caracterizan porque se pliegan sobre sí mismos de tal manera que la pintura queda dentro. Son bienes muebles de fácil transporte y empezaron a ser requeridos no solo para los altares de las iglesias sino también por la alta aristocracia y la monarquía como devocionarios individuales que invitaban al rezo. Los retablos alcanzaron gran predicamento durante los últimos siglos de la Edad Media y continuaron su gusto durante el Renacimiento. 

Cimabue 032 

Uno de estos primeros artistas con nombre propio de la pintura medieval fue Cimabue (conocido civilmente como Cenni di Pepo), nacido en 1204 y fallecido en 1302. Maestro indiscutible, sus obras presentan un gusto por el realismo y va abandonando los rasgos estilizados o simbólicos que había caracterizado el arte anterior. Sus crucificados (como el que se conserva en San Domenico, Arezzo) muestran una elegante torsión y gestos de sufrimiento a pesar de que aún ha utilizado trazos estilizados para el rostro. El colorido de sus obras es importante y se detiene en detalles de las ropas, el cuerpo y los gestos expresivos de los rostros. La obra de Cimabue es eminentemente religiosa y gira alrededor de la figura humana representando a Cristo, a la Virgen o a otros modelos bíblicos. Los fondos de estas obras son totalmente lisos o se completan con elementos geométricos al estilo del arte bizantino. No hay atisbo de perspectiva o de fondo en estos retablos que inauguran una fértil tradición en Europa. 

La gran obra de pintura medieval: la Capilla Scrovegni en Padua de Giotto

De distinto tenor y mucho más evolucionada en la técnica es otro ejemplo imprescindible cuando se habla de la pintura en la Edad Media: la Capilla Scrovegni de Padua ejecutada por Giotto, nacido en 1267 y fallecido en fecha incierta. El espectacular trabajo sobre fresco que sobrecoge a los que la visitan está realizado con una pericia y una emoción difíciles de encontrar en la historia del arte. El pequeño edificio exento y adyacente al Monasterio degli Eremitani está en la lista de las obras cumbres del arte Occidental y recibe cada año miles de visitantes cuidadosamente organizados por horas para evitar el deterioro de esta magna obra. 

 Huida hacia Egipto de la Capilla Scrovegni de Padua

Sobre sus muros se han ido desplegando escenas de la Biblia, de las virtudes y de los vicios con una técnica altamente estilizada. Bajo un fondo azul brillante se van narrando distintos episodios bíblicos. No solo el conseguido color contribuye a la belleza extrema de la obra, también la estilización de los rostros de los personajes que aparecen en todas las posiciones posibles. La simbolización queda aparcada y cada uno de los retratados se despliegan con rasgos fisonómicos distintos que reflejan diferentes estados de ánimo (aunque con matices). El mundo de Giotto es realista y nos remite a los tipos de su tiempo. 

 Presentación de Jesús en el Templo de Giotto

La elegancia de la Capilla de los Scrovegni de Giotto se completa con la dramatización de ciertas escenas como la estudiada de la “Matanza de los Inocentes”. Perfectamente delimitada y esquematizada nos coloca a un lado, los verdugos y, al otro, las familias aterradas por la crueldad intentando proteger, sin éxito, la vida de los niños que yacen dramáticamente en el espacio central de la escena. Este eje armónico en el que se hace hincapié en los personajes centrales situándolos en el centro también lo vemos en la “Huida a Egipto” o en “El beso de Judas”. 

 

La pintura medieval del Giotto adelanta los modos renacentistas y aunque se centra en la figura humana, en la acción narrativa bíblica para adentrarnos en aspectos emocionales, estos no aparecen de manera aislada. Siempre nos encontramos un paisaje, ya sea natural o arquitectónico o de interior, que arropa a los distintos actores, que aparecen con los ropajes propios de la Edad Media. También responden a las características de la época el mobiliario, los elementos decorativos o los edificios que completan estos frescos. Todo ello hace que el espectador se sienta identificado con la narración dramática que allí se refleja. Por último, la pincelada de Giotto sigue una de las características de la pintura medieval (e incluso de las primitivas) ya que se encuentra perfilada, delimitando los contornos, pliegues o expresiones del rostro.  

Simone Martini, otro maestro de la pintura de la Edad Media

Con Simone Martini (1284-1344) se ponen sobre el tablero (casi literalmente) las obras que harán de Florencia, Siena y el resto de la Toscana un emplazamiento preeminente en la historia del arte. Las figuras de Martini se alejan de ese realismo y cotidianidad de Giotto para adentrarse de nuevo en un universo simbólico, ideal, perfecto, intangible, etéreo y eterno.

Simone Martini: Anunciación

Su trazo es delicado, fino, perfilado y detallista. A ello se une el colorido brillante y aúreo con el que dibuja figuras delicadas presentadas en un entorno irreconocible y sin atisbo de cotidianidad. Si tomamos la Anunciación, en el retablo predomina el oro del fondo sobre el que se presenta las figuras perfectas de Gabriel y la Virgen. La espiritualidad y la religiosidad de la obra quiere alejarse del mundo profano. Por eso, no encontramos en la obra absolutamente ningún elemento que nos remita a la realidad medieval.  

La pintura medieval que anuncia el Renacimiento: Alegorías del Buen y el Mal Gobierno

Realizada por Ambrogio Lorenzetti (al parecer con ayuda de su hermano) durante los años 1337 y 1339 abre la puerta de par en par al Renacimiento. Esta gran obra de más de 14 metros realizada al fresco en el Palacio Público de Siena abandona los temas religiosos para presentar las virtudes y los vicios de una forma más cercana a la visión profana y cotidiana que a la sagrada. La recuperación de la cultura clásica comenzaba a realizarse y su conocimiento era cada vez mayor especialmente en esta parte de mundo. En este sentido, Lorenzetti refleja una realidad totalmente distinta de los grandes y pequeños retablos de los siglos anteriores. Sin abandonar el carácter moralizante, va dejando de lado las historias bíblicas o religiosas para centrarse en el aquí y el ahora, en el mundo que nos toca vivir y que puede ser mejor o peor según se gestione o se organice. Tenemos, por tanto, una visión burguesa de la vida y, también, del arte. 

Alegoría del Buen y Mal Gobierno 

La pintura medieval de las Alegorías del Buen y el Mal Gobierno presenta un universo profano claramente reconocible por el espectador en el que hay preponderancia de una cosmovisión burguesa, ciudadana y práctica. La verdad, la belleza y la felicidad (conceptos renacentistas) se encuentran en este mundo y corresponde al hombre (en todos los estratos sociales) conseguir estos fines. Aunque aún no se ha recurrido a los mitos paganos como se hará en unas cuantas décadas, la cosmovisión se aleja de ese mundo impregnado de religiosidad que caracteriza la Edad Media. Esta pintura refleja, por tanto, una realidad realista, colorida, en la que la perspectiva se consigue con un delicado juego de superposición de edificios. Los personajes se reflejan delicadamente con los ropajes de la época y los contornos están claramente delimitados. El buen gobierno siempre lleva a una sociedad armónica, carente de conflictos y en la que es posible el progreso material y espiritual. 

Sin embargo, el mal gobierno está representado de una manera más tradicional en distintos planos en el que un ser diabólico atenaza a la justicia para llenar de dolor a toda la población. Mientras que los aspectos positivos (del buen gobierno) están representados sin simbolismos y de una forma totalmente realista, la maldad está pergeñada de mitos, simbologías e iconografía universal. Los rostros de los protagonistas están claramente delimitados e incluso son reconocibles para el espectador de la época mientras que el aspecto negativo se representan de forma general. 

La obra Alegorías del Buen y el Mal Gobierno ensalza las virtudes y valores que no solo rigen al creyente cristiano sino también a cualquier persona justa. El bien común es representado con la figura de un rey que se apoya en la prudencia, fortaleza, paz, magnanimidad, templanza y justicia que son representadas de manera antropomorfa. La justicia contribuye a la concordia, imprescindible para un gobierno en paz y se alimenta de la sabiduría. 

Este mensaje ético, aún apoyándose en los fundamentos cristianos, plantea un civismo alejado de la religión que había protagonizado la pintura de la Edad Media anterior. Otros valores, otros conceptos, otra sociedad se abría paso. Y el arte, como siempre, recogía esa nueva cosmovisión. 


Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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Aunque de los antiguos pueblos (me refiero a Roma o a Grecia) nos han llegado más elementos arquitectónicos o escultura que pintura, esto se debe a la durabilidad de los materiales con los que están realizados. Si bien podemos admirar maravillosas muestras de frescos pertenecientes al arte egipcio, han podido llegar hasta nosotros porque, en primer lugar, estas obras se realizaron en los interiores recónditos de tumbas que no sufrían el deterioro de los elementos. Un tanto de los mismo sucede con las pinturas rupestres prehistóricas o los frescos de las domus aristocráticas de Pompeya que la lava del Vesubio dejó enterradas. De no ser por estas circunstancias, la acción del aire, el viento e, incluso, el roce de los humanos las hubieran deteriorado tanto que, con toda probabilidad, se hubieran perdido para siempre. Un tanto de lo mismo sucede con la pintura en la Edad Media. Y por eso esta larga digresión. Se conservan las de toscas de las catacumbas, pero los frescos realizados en iglesias o viviendas aristocráticas se perdieron por ese desgaste. Por eso tenemos que esperar hasta el siglo XIII para hablar propiamente de este género medieval. A partir de esta fecha surge una serie de artistas que, o bien realizan sus obras sobre tablas (más fácil de proteger), o bien eran ya tan famosos en su época que su legado se ha cuidado al máximo. 

La pintura en la Edad Media de los retablos: el ejemplo de Cimabue 

Progresivamente y conforme nos adentramos en el siglo XII y XIII, los frescos en las iglesias fueron sustituidos por retablos con pinturas realizadas sobre madera utilizando materiales tan nobles como el lapislázuli, la cochinilla (un animal), el oro o la plata. Claramente influenciada por los iconos bizantinos, se caracterizan porque se pliegan sobre sí mismos de tal manera que la pintura queda dentro. Son bienes muebles de fácil transporte y empezaron a ser requeridos no solo para los altares de las iglesias sino también por la alta aristocracia y la monarquía como devocionarios individuales que invitaban al rezo. Los retablos alcanzaron gran predicamento durante los últimos siglos de la Edad Media y continuaron su gusto durante el Renacimiento. 

Cimabue 032 

Uno de estos primeros artistas con nombre propio de la pintura medieval fue Cimabue (conocido civilmente como Cenni di Pepo), nacido en 1204 y fallecido en 1302. Maestro indiscutible, sus obras presentan un gusto por el realismo y va abandonando los rasgos estilizados o simbólicos que había caracterizado el arte anterior. Sus crucificados (como el que se conserva en San Domenico, Arezzo) muestran una elegante torsión y gestos de sufrimiento a pesar de que aún ha utilizado trazos estilizados para el rostro. El colorido de sus obras es importante y se detiene en detalles de las ropas, el cuerpo y los gestos expresivos de los rostros. La obra de Cimabue es eminentemente religiosa y gira alrededor de la figura humana representando a Cristo, a la Virgen o a otros modelos bíblicos. Los fondos de estas obras son totalmente lisos o se completan con elementos geométricos al estilo del arte bizantino. No hay atisbo de perspectiva o de fondo en estos retablos que inauguran una fértil tradición en Europa. 

La gran obra de pintura medieval: la Capilla Scrovegni en Padua de Giotto

De distinto tenor y mucho más evolucionada en la técnica es otro ejemplo imprescindible cuando se habla de la pintura en la Edad Media: la Capilla Scrovegni de Padua ejecutada por Giotto, nacido en 1267 y fallecido en fecha incierta. El espectacular trabajo sobre fresco que sobrecoge a los que la visitan está realizado con una pericia y una emoción difíciles de encontrar en la historia del arte. El pequeño edificio exento y adyacente al Monasterio degli Eremitani está en la lista de las obras cumbres del arte Occidental y recibe cada año miles de visitantes cuidadosamente organizados por horas para evitar el deterioro de esta magna obra. 

 Huida hacia Egipto de la Capilla Scrovegni de Padua

Sobre sus muros se han ido desplegando escenas de la Biblia, de las virtudes y de los vicios con una técnica altamente estilizada. Bajo un fondo azul brillante se van narrando distintos episodios bíblicos. No solo el conseguido color contribuye a la belleza extrema de la obra, también la estilización de los rostros de los personajes que aparecen en todas las posiciones posibles. La simbolización queda aparcada y cada uno de los retratados se despliegan con rasgos fisonómicos distintos que reflejan diferentes estados de ánimo (aunque con matices). El mundo de Giotto es realista y nos remite a los tipos de su tiempo. 

 Presentación de Jesús en el Templo de Giotto

La elegancia de la Capilla de los Scrovegni de Giotto se completa con la dramatización de ciertas escenas como la estudiada de la “Matanza de los Inocentes”. Perfectamente delimitada y esquematizada nos coloca a un lado, los verdugos y, al otro, las familias aterradas por la crueldad intentando proteger, sin éxito, la vida de los niños que yacen dramáticamente en el espacio central de la escena. Este eje armónico en el que se hace hincapié en los personajes centrales situándolos en el centro también lo vemos en la “Huida a Egipto” o en “El beso de Judas”. 

 

La pintura medieval del Giotto adelanta los modos renacentistas y aunque se centra en la figura humana, en la acción narrativa bíblica para adentrarnos en aspectos emocionales, estos no aparecen de manera aislada. Siempre nos encontramos un paisaje, ya sea natural o arquitectónico o de interior, que arropa a los distintos actores, que aparecen con los ropajes propios de la Edad Media. También responden a las características de la época el mobiliario, los elementos decorativos o los edificios que completan estos frescos. Todo ello hace que el espectador se sienta identificado con la narración dramática que allí se refleja. Por último, la pincelada de Giotto sigue una de las características de la pintura medieval (e incluso de las primitivas) ya que se encuentra perfilada, delimitando los contornos, pliegues o expresiones del rostro.  

Simone Martini, otro maestro de la pintura de la Edad Media

Con Simone Martini (1284-1344) se ponen sobre el tablero (casi literalmente) las obras que harán de Florencia, Siena y el resto de la Toscana un emplazamiento preeminente en la historia del arte. Las figuras de Martini se alejan de ese realismo y cotidianidad de Giotto para adentrarse de nuevo en un universo simbólico, ideal, perfecto, intangible, etéreo y eterno.

Simone Martini: Anunciación

Su trazo es delicado, fino, perfilado y detallista. A ello se une el colorido brillante y aúreo con el que dibuja figuras delicadas presentadas en un entorno irreconocible y sin atisbo de cotidianidad. Si tomamos la Anunciación, en el retablo predomina el oro del fondo sobre el que se presenta las figuras perfectas de Gabriel y la Virgen. La espiritualidad y la religiosidad de la obra quiere alejarse del mundo profano. Por eso, no encontramos en la obra absolutamente ningún elemento que nos remita a la realidad medieval.  

La pintura medieval que anuncia el Renacimiento: Alegorías del Buen y el Mal Gobierno

Realizada por Ambrogio Lorenzetti (al parecer con ayuda de su hermano) durante los años 1337 y 1339 abre la puerta de par en par al Renacimiento. Esta gran obra de más de 14 metros realizada al fresco en el Palacio Público de Siena abandona los temas religiosos para presentar las virtudes y los vicios de una forma más cercana a la visión profana y cotidiana que a la sagrada. La recuperación de la cultura clásica comenzaba a realizarse y su conocimiento era cada vez mayor especialmente en esta parte de mundo. En este sentido, Lorenzetti refleja una realidad totalmente distinta de los grandes y pequeños retablos de los siglos anteriores. Sin abandonar el carácter moralizante, va dejando de lado las historias bíblicas o religiosas para centrarse en el aquí y el ahora, en el mundo que nos toca vivir y que puede ser mejor o peor según se gestione o se organice. Tenemos, por tanto, una visión burguesa de la vida y, también, del arte. 

Alegoría del Buen y Mal Gobierno 

La pintura medieval de las Alegorías del Buen y el Mal Gobierno presenta un universo profano claramente reconocible por el espectador en el que hay preponderancia de una cosmovisión burguesa, ciudadana y práctica. La verdad, la belleza y la felicidad (conceptos renacentistas) se encuentran en este mundo y corresponde al hombre (en todos los estratos sociales) conseguir estos fines. Aunque aún no se ha recurrido a los mitos paganos como se hará en unas cuantas décadas, la cosmovisión se aleja de ese mundo impregnado de religiosidad que caracteriza la Edad Media. Esta pintura refleja, por tanto, una realidad realista, colorida, en la que la perspectiva se consigue con un delicado juego de superposición de edificios. Los personajes se reflejan delicadamente con los ropajes de la época y los contornos están claramente delimitados. El buen gobierno siempre lleva a una sociedad armónica, carente de conflictos y en la que es posible el progreso material y espiritual. 

Sin embargo, el mal gobierno está representado de una manera más tradicional en distintos planos en el que un ser diabólico atenaza a la justicia para llenar de dolor a toda la población. Mientras que los aspectos positivos (del buen gobierno) están representados sin simbolismos y de una forma totalmente realista, la maldad está pergeñada de mitos, simbologías e iconografía universal. Los rostros de los protagonistas están claramente delimitados e incluso son reconocibles para el espectador de la época mientras que el aspecto negativo se representan de forma general. 

La obra Alegorías del Buen y el Mal Gobierno ensalza las virtudes y valores que no solo rigen al creyente cristiano sino también a cualquier persona justa. El bien común es representado con la figura de un rey que se apoya en la prudencia, fortaleza, paz, magnanimidad, templanza y justicia que son representadas de manera antropomorfa. La justicia contribuye a la concordia, imprescindible para un gobierno en paz y se alimenta de la sabiduría. 

Este mensaje ético, aún apoyándose en los fundamentos cristianos, plantea un civismo alejado de la religión que había protagonizado la pintura de la Edad Media anterior. Otros valores, otros conceptos, otra sociedad se abría paso. Y el arte, como siempre, recogía esa nueva cosmovisión. 


Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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A mediados del siglo XII la sociedad europea en su conjunto comienza un profundo proceso de transformación a todos los niveles. Se abandona progresivamente el sistema social medieval dividido en clases estancas y se avanza hacia el desarrollo de las ciudades. Los señores feudales, enfrascados en guerras fratricidas constantes, van perdiendo poder en favor de reyes que van aglutinando territorios a la par que acaparan más y más poder. Ni que decir tiene que esto no sale gratis y las guerras se siguen sucediendo mientras aumentan de forma exponencial las intrigas palaciegas. Las principales características de la arquitectura gótica no pueden entenderse sin esta base política y social. La monarquía, a través de impuestos, se dedica a acumular riquezas que pueden invertirse (o malgastarse) en empresas más ambiciosas.  

Y un ejemplo de esta capacidad de promoción promovida por una financiación ambiciosa son las enormes catedrales que surgen por media Europa a partir del siglo XIII. Esos medios humanos, económicos y de saber solo son posibles con estados centralizados que aglutinan no solo poder sino también recursos. Para mantenerse, además, se financian empresas que muestren el orgullo de pertenecer a una nación determinada. De la lealtad a los señores feudales se pasa, por tanto, al patriotismo. Y este se manifiesta en las muestras de arquitectura gótica que predomina por toda Europa con avances técnicos nunca ensayados hasta entonces.  

Las 3 principales características de la arquitectura gótica en su relación con el entorno socio económico 

1.- Hablar de gótico es decir catedral y esta no se entiende sin el desarrollo de las ciudades en detrimento de la vida en el campo. Con los nuevos burgos aparecen profesiones de artesanos que, poco a poco, van dejando la dependencia servil de los señores. Aparecen los oficios independientes y nuevas profesiones que dan un empujón al conocimiento de la realidad cotidiana. Paralelamente, se fundan las primeras universidades que, tímidamente, irán acogiendo ideas nuevas o retomarán la cultura clásica. Bolonia fue fundada en 1088 y los estatutos redactados en 1317. Las primeras aulas de Salamanca se abrieron 1218. Estos datos son fundamentales para entender las grandes obras de ingeniería que supusieron las catedrales góticas.  

2.- Todo este tímido movimiento cultural, social y político no solo desembocó en empresas de capital importancia como los descubrimientos marítimos y la imprenta (que inauguran el Renacimiento) sino en un avance del conocimiento entendido de manera general. Los constructores de catedrales tenían formación matemática, técnica y filosófica suficiente para levantar estos grandiosos emprendimientos. Además, la rivalidad de los señores feudales de la primera Edad Media había desembocado en los enfrentamientos nacionales con los reyes a la cabeza. Las guerras siguen (y seguirán hasta el día de hoy) pero también la competición por demostrar mayor riqueza o poderío. Y esta es una de las primeras características de la arquitectura gótica. Debía verse (como la de Burgos) desde lejos destacando de entre los tejados de palacios, casas humildes o talleres. 

3.- La altura del gótico responde a ese deseo narcisista, por un lado, pero también a intenciones espirituales. El objetivo que se perseguía al entrar en estos espacios era mostrar la grandeza de Dios. Se obligaba al fiel (ya fuera rey o plebeyo) a mirar hacia arriba. Además, los largos pasillos por los que se filtraba la luz de las vidrieras creaban (y crean) un efecto sobrecogedor sobre el visitante que, en definitiva, lo introduce en la grandiosidad, ya sea la terrena de los reyes o la espiritual de la iglesia.  

Características de la arquitectura gótica con respecto a la técnica

4.- Si una de las características de la arquitectura románica, la primera creada en la Edad Media, era la tosquedad o rusticidad, el gótico da un cambio radical. Todo es gracia, altura, movimiento, amontonamiento de belleza y no hay un centímetro de estas construcciones que no esté trabajado o diseñado. Aunque el espíritu didáctico continúa este se va separando poco a poco (debido a un mayor grado de alfabetización de la población) y ahora se busca la belleza y una emoción (entendida como movimiento) en el alma y el espíritu. 

La elevación como una de las características del gótico

5.- La primera de las características de la arquitectura gótica reside en una innovación que no era tal sino más bien una transformación. La tosca bóveda de la arquitectura romana (tomada a su vez del arte etrusco) se va complicando conforme avanza los siglos hasta llegar a la bóveda de crucería ojival. Esta está formada por sucesivos arcos homónimos que, a su vez, se conforman con la unión de dos más. Este entrecruzamiento de arcos se rematan en el centro (el cual recibe el nombre de clave de bóveda) que permite un aligeramiento de la techumbre. La bóveda de crucería ojival, además, se sostiene por altas y estilizadas columnas que permiten dividir el peso de forma proporcional. En algunos templos, como el de Amiens, se ha dado una vuelta de tuerca más ya que estas columnas se agrupan en grupos proporcionando mayor altura y estilización.  

5.- Aunque hay algunas catedrales que siguen con la forma de cruz latina de la primera Edad Media, los nuevos templos góticos buscan la repetición tanto en la sucesión de las distintas bóvedas. Esta técnica ofrece una sensación de amplitud nunca antes ensayada en Europa. El Doumo de Milán, ejemplo maravilloso del gótico tardío, se diseñó sobre cinco naves paralelas cada una con sus puertas. En la mayoría de las catedrales góticas, a lo largo de la nave central se van sucediendo las distintas capillas que se decoran suntuosamente con mármoles, esculturas, frescos, retablos o maderas labradas. Toda esta obra ingente requiere de una mano de obra especializada y centrada en trabajos que llevaban décadas comprometiendo los recursos de los distintos pueblos.  

6.- Los anchos muros del románico se aligeran constituyendo uno de las principales características de la arquitectura gótica, ya que, por un lado, se apoyan en arbotantes ligeros que se decoran en forma de hojas, de roleos o de figuras simbólicas sustituyendo los toscos contrafuertes anteriores. Esta técnica, celosamente guardada por los mejores arquitectos y maestros de obras, se repite en las torres, cúspides y pináculos que se diseñan para que aporten una altura extra a la que ya de por sí tiene la nave. El avance de las matemáticas, el conocimiento de la geometría y de los materiales hace que los gremios se agrupen para continuar perpetuando este saber. De esta época son los inicios de la masonería, que funcionaba como una mezcla de hermandad y de lobby de poder. 

7.- Al encontrar los puntos exactos que sustentan las bóvedas y diseñar columnas (o grupos de ellas) que soportaran este peso, los muros pueden aligerarse y abrirse. Las pequeñas ventanas de la arquitectura anterior se convierten en enormes vidrieras multicolores en las que se narran historias bíblicas o simbólicas. El efecto emocional se multiplica al aportar una luz especial (especialmente en ciertas horas) a la penumbra de estas grandes construcciones. Recordemos que la luz eléctrica que hoy ilumina (dramática y teatralmente) estos monumentos son (literal) de las últimas décadas. 

8.- A igual que sucede con el arte románico, la escultura es protagonista ya que se coloca con devoción en todos y cada uno de los rincones de estas catedrales bien formando grupos en los distintas capillas o altares como en la construcción misma. En el Doumo de Milán (aunque el proyecto se concluyó en pleno siglo XX) no hay un solo centímetro sin que esté adornado con algún grupo realizado en precioso mármol blanco. Si bien la función didáctica continúa, ya no se niega un objetivo meramente estético. Aún hay que educar a un pueblo mayoritariamente iletrado pero también hay que atraparlo emocionalmente con estas construcciones que participan a partes iguales de la devoción religiosa y de la vanidad terrenal.  

Las catedrales que mejor responden a las características de la arquitectura gótica 

Aunque prácticamente no hay ciudad europea que en la época fuera importante que no tuviera su catedral, nos vamos a detener en tres especialmente: Burgos, Amiens y la apabullante de Milán. No podemos olvidar la tristemente famosa y dañada Notre Dame de París, la de San Esteban de Viena, la de Colonia, la de Canterbury… Si ciudades como Madrid no tienen una catedral gótica es porque en la época no fueron emplazamientos de importancia política, social o económica.  

Catedral de Amiens

1.- La catedral de Amiens en Francia 

La primera piedra se puso en 1220 y las obras duraron décadas. Es una de las primeras y de las más sencillas ya que mantiene la planta de cruz latina que caracterizaba la arquitectura anterior. Las bóvedas de crucería se sostienen sobre grupos de estilizadas columnas aportando elegancia a todo el recinto. La fachada está aligerada con grupos sucesivos de arcos en forma de ojiva que, además, están decorados con hojas y elementos inspirados en el mundo vegetal. Las torres se quedaron sin terminar. 

Catedral de Burgos 

2.- La catedral de Burgos en España, bello ejemplo del gótico

Aunque las obras terminaron en el siglo XVIII, el planteamiento, los planos y la estructura es totalmente gótica. La primera piedra se colocó en 1221 y es una de las más bellas de España (y del mundo) ya que su diseño es completamente armónico sin añadidos posteriores que deforman la proporción (como le sucede, por poner un caso, a la de Sevilla). Le siguen en importancia la de León y la de Toledo. Y, aunque la de Santiago de Compostela tiene elementos góticos, la intervención en este templo crucial en la historia de la cristiandad ha sido de tal envergadura que responde a una amalgama de estilos. La fachada de la catedral de Burgos está profusamente decorada con pináculos, arcos, rosetones, vidrieras y esculturas de gran belleza y calidad. 

 Duomo de Milán

3.- El apabullante Doumo de Milán 

Responde al último gótico, al flamígero, y es uno de las últimas de las grandes catedrales góticas. La primera piedra se puso en 1386, cuando la Edad Media daba sus últimos coletazos en todos los aspectos. De hecho fue posible gracias al mecenazgo y la intervención de la poderosa familia Visconti, apoyada por la rica burguesía que ya se agolpaba en Milán (y que hoy en día se ha transformado en poder financiero que gusta de la ostentación en todo orden de cosas terrenales). El Doumo de Milán ocupa uno de los lados de la plaza central y sobre ella se despliega la fachada profusamente adornada con esculturas en mármol. La armonía llega a su forma conformada por una nave central más alta coronada por la imagen de la Virgen. Alrededor de ella se despliegan cuatro pasillos más, dos a cada lado. Cada uno tiene sus puertas que han sido terminadas en el siglo XX y toda la construcción está adornada con vidrieras, arbotantes, gárgolas o esculturas que de por sí se deben estudiar aparte. Una de las características de la arquitectura gótica (presente en la de Milán) es que ya abandona completamente la función didáctica. Por supuesto, las escenas y la narración pertenecen a la Biblia, al Nuevo Testamento o la simbología cristiana pero no se renuncia a la emoción de la belleza. Con este templo la historia del arte se desliza hacia el Renacimiento que descubre el mundo pagano de dioses con personalidades tremendamente humanas.  

La historia y las características de la arquitectura gótica se explica por ese avance del mundo burgués que vive en las ciudades, por el alejamiento de la sociedad feudal y por el acaparamiento de riquezas en muy pocas manos. Las lealtades a los señores y la vida monástica va quedando atrás y se abre el mundo de las calles de las ciudades con sus gremios, sus universidades y el patriotismo nacional. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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A mediados del siglo XII la sociedad europea en su conjunto comienza un profundo proceso de transformación a todos los niveles. Se abandona progresivamente el sistema social medieval dividido en clases estancas y se avanza hacia el desarrollo de las ciudades. Los señores feudales, enfrascados en guerras fratricidas constantes, van perdiendo poder en favor de reyes que van aglutinando territorios a la par que acaparan más y más poder. Ni que decir tiene que esto no sale gratis y las guerras se siguen sucediendo mientras aumentan de forma exponencial las intrigas palaciegas. Las principales características de la arquitectura gótica no pueden entenderse sin esta base política y social. La monarquía, a través de impuestos, se dedica a acumular riquezas que pueden invertirse (o malgastarse) en empresas más ambiciosas.  

Y un ejemplo de esta capacidad de promoción promovida por una financiación ambiciosa son las enormes catedrales que surgen por media Europa a partir del siglo XIII. Esos medios humanos, económicos y de saber solo son posibles con estados centralizados que aglutinan no solo poder sino también recursos. Para mantenerse, además, se financian empresas que muestren el orgullo de pertenecer a una nación determinada. De la lealtad a los señores feudales se pasa, por tanto, al patriotismo. Y este se manifiesta en las muestras de arquitectura gótica que predomina por toda Europa con avances técnicos nunca ensayados hasta entonces.  

Las 3 principales características de la arquitectura gótica en su relación con el entorno socio económico 

1.- Hablar de gótico es decir catedral y esta no se entiende sin el desarrollo de las ciudades en detrimento de la vida en el campo. Con los nuevos burgos aparecen profesiones de artesanos que, poco a poco, van dejando la dependencia servil de los señores. Aparecen los oficios independientes y nuevas profesiones que dan un empujón al conocimiento de la realidad cotidiana. Paralelamente, se fundan las primeras universidades que, tímidamente, irán acogiendo ideas nuevas o retomarán la cultura clásica. Bolonia fue fundada en 1088 y los estatutos redactados en 1317. Las primeras aulas de Salamanca se abrieron 1218. Estos datos son fundamentales para entender las grandes obras de ingeniería que supusieron las catedrales góticas.  

2.- Todo este tímido movimiento cultural, social y político no solo desembocó en empresas de capital importancia como los descubrimientos marítimos y la imprenta (que inauguran el Renacimiento) sino en un avance del conocimiento entendido de manera general. Los constructores de catedrales tenían formación matemática, técnica y filosófica suficiente para levantar estos grandiosos emprendimientos. Además, la rivalidad de los señores feudales de la primera Edad Media había desembocado en los enfrentamientos nacionales con los reyes a la cabeza. Las guerras siguen (y seguirán hasta el día de hoy) pero también la competición por demostrar mayor riqueza o poderío. Y esta es una de las primeras características de la arquitectura gótica. Debía verse (como la de Burgos) desde lejos destacando de entre los tejados de palacios, casas humildes o talleres. 

3.- La altura del gótico responde a ese deseo narcisista, por un lado, pero también a intenciones espirituales. El objetivo que se perseguía al entrar en estos espacios era mostrar la grandeza de Dios. Se obligaba al fiel (ya fuera rey o plebeyo) a mirar hacia arriba. Además, los largos pasillos por los que se filtraba la luz de las vidrieras creaban (y crean) un efecto sobrecogedor sobre el visitante que, en definitiva, lo introduce en la grandiosidad, ya sea la terrena de los reyes o la espiritual de la iglesia.  

Características de la arquitectura gótica con respecto a la técnica

4.- Si una de las características de la arquitectura románica, la primera creada en la Edad Media, era la tosquedad o rusticidad, el gótico da un cambio radical. Todo es gracia, altura, movimiento, amontonamiento de belleza y no hay un centímetro de estas construcciones que no esté trabajado o diseñado. Aunque el espíritu didáctico continúa este se va separando poco a poco (debido a un mayor grado de alfabetización de la población) y ahora se busca la belleza y una emoción (entendida como movimiento) en el alma y el espíritu. 

La elevación como una de las características del gótico

5.- La primera de las características de la arquitectura gótica reside en una innovación que no era tal sino más bien una transformación. La tosca bóveda de la arquitectura romana (tomada a su vez del arte etrusco) se va complicando conforme avanza los siglos hasta llegar a la bóveda de crucería ojival. Esta está formada por sucesivos arcos homónimos que, a su vez, se conforman con la unión de dos más. Este entrecruzamiento de arcos se rematan en el centro (el cual recibe el nombre de clave de bóveda) que permite un aligeramiento de la techumbre. La bóveda de crucería ojival, además, se sostiene por altas y estilizadas columnas que permiten dividir el peso de forma proporcional. En algunos templos, como el de Amiens, se ha dado una vuelta de tuerca más ya que estas columnas se agrupan en grupos proporcionando mayor altura y estilización.  

5.- Aunque hay algunas catedrales que siguen con la forma de cruz latina de la primera Edad Media, los nuevos templos góticos buscan la repetición tanto en la sucesión de las distintas bóvedas. Esta técnica ofrece una sensación de amplitud nunca antes ensayada en Europa. El Doumo de Milán, ejemplo maravilloso del gótico tardío, se diseñó sobre cinco naves paralelas cada una con sus puertas. En la mayoría de las catedrales góticas, a lo largo de la nave central se van sucediendo las distintas capillas que se decoran suntuosamente con mármoles, esculturas, frescos, retablos o maderas labradas. Toda esta obra ingente requiere de una mano de obra especializada y centrada en trabajos que llevaban décadas comprometiendo los recursos de los distintos pueblos.  

6.- Los anchos muros del románico se aligeran constituyendo uno de las principales características de la arquitectura gótica, ya que, por un lado, se apoyan en arbotantes ligeros que se decoran en forma de hojas, de roleos o de figuras simbólicas sustituyendo los toscos contrafuertes anteriores. Esta técnica, celosamente guardada por los mejores arquitectos y maestros de obras, se repite en las torres, cúspides y pináculos que se diseñan para que aporten una altura extra a la que ya de por sí tiene la nave. El avance de las matemáticas, el conocimiento de la geometría y de los materiales hace que los gremios se agrupen para continuar perpetuando este saber. De esta época son los inicios de la masonería, que funcionaba como una mezcla de hermandad y de lobby de poder. 

7.- Al encontrar los puntos exactos que sustentan las bóvedas y diseñar columnas (o grupos de ellas) que soportaran este peso, los muros pueden aligerarse y abrirse. Las pequeñas ventanas de la arquitectura anterior se convierten en enormes vidrieras multicolores en las que se narran historias bíblicas o simbólicas. El efecto emocional se multiplica al aportar una luz especial (especialmente en ciertas horas) a la penumbra de estas grandes construcciones. Recordemos que la luz eléctrica que hoy ilumina (dramática y teatralmente) estos monumentos son (literal) de las últimas décadas. 

8.- A igual que sucede con el arte románico, la escultura es protagonista ya que se coloca con devoción en todos y cada uno de los rincones de estas catedrales bien formando grupos en los distintas capillas o altares como en la construcción misma. En el Doumo de Milán (aunque el proyecto se concluyó en pleno siglo XX) no hay un solo centímetro sin que esté adornado con algún grupo realizado en precioso mármol blanco. Si bien la función didáctica continúa, ya no se niega un objetivo meramente estético. Aún hay que educar a un pueblo mayoritariamente iletrado pero también hay que atraparlo emocionalmente con estas construcciones que participan a partes iguales de la devoción religiosa y de la vanidad terrenal.  

Las catedrales que mejor responden a las características de la arquitectura gótica 

Aunque prácticamente no hay ciudad europea que en la época fuera importante que no tuviera su catedral, nos vamos a detener en tres especialmente: Burgos, Amiens y la apabullante de Milán. No podemos olvidar la tristemente famosa y dañada Notre Dame de París, la de San Esteban de Viena, la de Colonia, la de Canterbury… Si ciudades como Madrid no tienen una catedral gótica es porque en la época no fueron emplazamientos de importancia política, social o económica.  

Catedral de Amiens

1.- La catedral de Amiens en Francia 

La primera piedra se puso en 1220 y las obras duraron décadas. Es una de las primeras y de las más sencillas ya que mantiene la planta de cruz latina que caracterizaba la arquitectura anterior. Las bóvedas de crucería se sostienen sobre grupos de estilizadas columnas aportando elegancia a todo el recinto. La fachada está aligerada con grupos sucesivos de arcos en forma de ojiva que, además, están decorados con hojas y elementos inspirados en el mundo vegetal. Las torres se quedaron sin terminar. 

Catedral de Burgos 

2.- La catedral de Burgos en España, bello ejemplo del gótico

Aunque las obras terminaron en el siglo XVIII, el planteamiento, los planos y la estructura es totalmente gótica. La primera piedra se colocó en 1221 y es una de las más bellas de España (y del mundo) ya que su diseño es completamente armónico sin añadidos posteriores que deforman la proporción (como le sucede, por poner un caso, a la de Sevilla). Le siguen en importancia la de León y la de Toledo. Y, aunque la de Santiago de Compostela tiene elementos góticos, la intervención en este templo crucial en la historia de la cristiandad ha sido de tal envergadura que responde a una amalgama de estilos. La fachada de la catedral de Burgos está profusamente decorada con pináculos, arcos, rosetones, vidrieras y esculturas de gran belleza y calidad. 

 Duomo de Milán

3.- El apabullante Doumo de Milán 

Responde al último gótico, al flamígero, y es uno de las últimas de las grandes catedrales góticas. La primera piedra se puso en 1386, cuando la Edad Media daba sus últimos coletazos en todos los aspectos. De hecho fue posible gracias al mecenazgo y la intervención de la poderosa familia Visconti, apoyada por la rica burguesía que ya se agolpaba en Milán (y que hoy en día se ha transformado en poder financiero que gusta de la ostentación en todo orden de cosas terrenales). El Doumo de Milán ocupa uno de los lados de la plaza central y sobre ella se despliega la fachada profusamente adornada con esculturas en mármol. La armonía llega a su forma conformada por una nave central más alta coronada por la imagen de la Virgen. Alrededor de ella se despliegan cuatro pasillos más, dos a cada lado. Cada uno tiene sus puertas que han sido terminadas en el siglo XX y toda la construcción está adornada con vidrieras, arbotantes, gárgolas o esculturas que de por sí se deben estudiar aparte. Una de las características de la arquitectura gótica (presente en la de Milán) es que ya abandona completamente la función didáctica. Por supuesto, las escenas y la narración pertenecen a la Biblia, al Nuevo Testamento o la simbología cristiana pero no se renuncia a la emoción de la belleza. Con este templo la historia del arte se desliza hacia el Renacimiento que descubre el mundo pagano de dioses con personalidades tremendamente humanas.  

La historia y las características de la arquitectura gótica se explica por ese avance del mundo burgués que vive en las ciudades, por el alejamiento de la sociedad feudal y por el acaparamiento de riquezas en muy pocas manos. Las lealtades a los señores y la vida monástica va quedando atrás y se abre el mundo de las calles de las ciudades con sus gremios, sus universidades y el patriotismo nacional. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Fue poco a poco y hacia el siglo VI d.C. del antiguo esplendor pagano quedaban únicamente los restos. En el 476, oficialmente, cae el Imperio Romano de Occidente y las antiguas vías de comunicación (las que unían la capital con las provincias) se convierten en peligrosos caminos. Las que fueron florecientes ciudades son progresivamente abandonadas y comienza una época de recogimiento (en todos los sentidos). La vida se vuelve campesina, de subsistencia casi y gira alrededor de castillos defensivos con señores empeñados en cruentas guerras fratricidas. Las pestes, las malas cosechas y el analfabetismo van contribuyendo a crear un mundo progresivamente encerrado en sí mismo. Apenas hay avances científicos o literarios y los intercambios culturales terminaron con la gran Biblioteca de Alejandría. En este panorama surge, en los albores del primer milenio, las principales características de la arquitectura románica, una de las primeras manifestaciones del arte medieval en Europa 

Las 5 principales características de la arquitectura románica 

1.- La Europa medieval es profundamente cristiana con una sociedad desperdigada y fuertemente dividida en clases sociales. Los grupos de población giran en torno a los castillos defensivos mientras surgen grandes centros monásticos aislados de las zonas más pobladas. En ellos se intenta preservar lo que queda del conocimiento de la cultura clásica (no sin una potente autocensura) en códices que se copian a mano lenta y pacientemente. Aunque algunos libros medievales fueron miniados (ilustrados) dejándonos un testimonio de la cosmovisión de la época, el arte estaba concentrado en la arquitectura.  

2.- Aparte de la orfebrería de los pueblos llamados bárbaros (cuya pericia era sobresaliente) y algunos códices importantes (como el grupo de los Beatos en España), toda manifestación artística se concentraba en la arquitectura. Esta, además, (aparte de la defensiva de los castillos) giraba en torno a los edificios religiosos. 

 San Juan de la Peña

3.- En un mundo hostil con una población analfabeta cuyo único entretenimiento era la llegada de los juglares nómadas (y con ellos los cantares de gesta en España), la arquitectura románica se arroga una meta didáctica.  

4.- Una de las principales características de la arquitectura románica, por tanto, es que se centra en levantar iglesias o centros de culto. No hay otro tipo de edificación que pueda definirse como perteneciente al románico. Si bien el arte paleocristiano ya recogía esta tendencia, la misma se va afianzando una vez se supera el primer milenio con sus terrores del fin del mundo. 

5.- A igual que los libros propagaban la autoridad de los autores clásicos, los edificios presentan poca innovaciones y las que hay son evolución de la grandiosa arquitectura romana. Por eso se sigue utilizando la bóveda de las construcciones imperiales. Las medievales, sin embargo, presentan una evolución ya que, para aligerar este peso y hacerlas, a la par, más firmes, se colocan unas nervaduras en el centro que ayudan a los pilares a soportar la presión.  

Otras 5 características de la arquitectura románica 

6.- Antes del año mil, Europa era un campo de batalla constante cuyo protagonista era la destrucción en todos los sentidos. La esperanza llegó a la población tras superar esta fecha en la que se creía que llegaría el fin del mundo (algo parecido también pasó, aunque con no tanta intensidad, en el paso hacia el 2000). La vida siguió y, además, se introdujeron algunos cultivos nuevos y proyectos de ingeniería propuestos por los árabes. Esos pequeños inventos hicieron mejorar tímidamente la vida de la población. Y con esa fe en el futuro se lanzaron a construir nuevas iglesias donde se ensalzaba el valor de los evangelios. Por eso, en parte, la arquitectura románica está ligada a la escultura. El sentido último se recurría a  la comunicación de las enseñanzas de las escrituras utilizando potentes símbolos conocidos por todos, aunque hoy la población contemporánea los haya olvidado por completo.  

7.- A pesar de estos pequeños avances en el plano económico, los recursos eran muy limitados y una de las características de la arquitectura románica es la solidez, la sencillez, la tosquedad incluso. Los muros de estas iglesias son fuertes, planos, sin concesión al adorno o al movimiento, puesto que no había técnica para ello. 

 Interior de la Catedral de Módena

8.- Las primeras construcciones románicas tenían una sola planta realizada con este tipo de bóvedas que se sumaban entre sí hasta formar una nave que terminaba en el ábside de forma cónica.  Aunque se intentaban realizar obras de gran tamaño, no llegaron a la consideración de las catedrales góticas posteriores. 

9.- Posteriormente, estas construcciones evolucionaron hacia la planta en forma de cruz latina y hacia edificios de varias filas de arcadas abiertas siempre hacia el ábside, el remate en forma de bóveda o de medio cilindro en el que terminan siempre estos templos. Aquí se situaba el altar y se revestía con frescos representando escenas bíblicas. Estos se perdieron, en su mayoría, en los siglos posteriores. En este espacio sagrado se solía colocar una cripta subterránea donde se guardaban reliquias de los santos. Los fuertes muros, además, se refuerzan con contrafuertes y apenas hay aberturas al exterior dando una sensación de recogimiento total.  

10.- A pesar de que los distintos territorios europeos están encerrados en sí mismos con intercambios culturales o diplomáticos mínimos, las más importantes características de la arquitectura románica se va extendiendo desde Italia hacia todo el norte y el oeste del continente. Esto propició que, sobre unas bases comunes, se fueran desarrollando peculiaridades locales.  

Las características de la arquitectura románica en su relación con la escultura 

11.- Si bien los libros que se copiaban en los scriptoria de los monasterios intentaban preservar el saber para las generaciones futuras estos ni eran suficientes para sustentar una educación básica ni tampoco había una masa crítica alfabetizada. Hasta la llegada de la imprenta, a mediados del siglo XV, y la proliferación de las universidades, el pueblo iletrado recibía las enseñanzas o la literatura de manera oral. Por eso, las iglesias románicas tenían que ser (literal), un libro abierto donde se expusieran los Evangelios más allá de los sermones dominicales.  

12.- Sin teatro, reducida la literatura a los cantos de los juglares, la escultura tenía una función predominante dentro de las características de la arquitectura románica. En fachadas, en pórticos, en las puertas, se van desgranando los protagonistas bíblicos conocidos entre el público por elementos simbólicos diferenciados. Así, en el interior de la catedral de Módena, uno de los ejemplos más sobresalientes del románico, se han esculpido a modo de tapiz escenas del Antiguo Testamento: Caín y Abel, Adán y Eva con la consiguiente expulsión del Paraíso… La narración continúa con los Evangelios valiéndose de figuras humanas de gran fuerza expresiva a pesar de su tosquedad.  

13.- Las características de la arquitectura románica gira en torno al cristianismo y a su mensaje de salvación (y también de perdición). Hay poca concesión a otros temas. Cuando se ofrece un relato distinto, este está ligado a los ciclos de la naturaleza o de la cosecha. El mundo del campesino sencillo que se afana por arañar alimentos a una tierra no siempre generosa, el rezo monacal y la simbología cristiana copan todo el imaginario.  

14.- Progresivamente, los toscos edificios en piedra sin apenas movimiento o aperturas, se van elevando al cielo y se van estilizando. El baptisterio de Parma, con su forma octogonal y sus sucesivos pisos sostenidos, da paso al románico pisano o al normando, más elaborados en todos los aspectos.  

Características de la arquitectura románica de Pisa 

A partir del siglo XI, la ciudad toscana va adquiriendo relevancia estratégica y económica debido a un floreciente comercio. En el Campo de los Milagros se alzan tres construcciones imposibles en siglos anteriores caracterizados por una población sumida en la pobreza y en el miedo. Sin embargo, el superavit económico de la ciudad de Pisa durante estos siglos hizo posible levantar el denominado Campo de los Milagros, el cual aún hoy en día maravilla a quienes tienen la suerte de disfrutarlo. Junto a la catedral, se alza el baptisterio y la famosa torre inclinada. La tosquedad de los primeros edificios de este estilo ha evolucionado hacia una estilización en estas construcciones (a pesar del ángulo de la torre) con claras influencias del estilo oriental.

 Románico de Pisa

Las columnas se hacen esbeltas y además se repiten en una serie para aportar armonía. El diseño de la catedral tiene un orden matemático y el interior está embellecido con colores contrastados que no se daban en las pinturas murales de la Edad Media. Además, estos edificios abandonan la oscuridad que es característica de la arquitectura románica para volverse más luminosos por el método de abrir ventanas y huecos (avanzando en la técnica de ingeniería) y pierden la sobriedad anterior para tornarse más alegres y ligeros. En el románico pisano se comienza a abandonar el protagonismo de la piedra y se da paso a materiales nobles olvidados desde las grandes obras pertenecientes a la escultura romana. El mármol vuelve a ser un elemento favorito y no perderá este fervor en los siglos posteriores. Los interiores están realizados con el mismo afán de grandiosidad que el exterior. El recogimiento que había caracterizado a la sociedad y al arte de los siglos posteriores, en Pisa, entre el siglo XI y XII, abandona la simplicidad para adentrarse en otros derroteros.  

La arquitectura medieval en Sicilia  

Aunque de este estilo encontramos muestras en numerosos puntos europeos (en España sin ir más lejos con las recogidas iglesias del norte como la de Valdediós), durante estos siglos no se hicieron grandes obras arquitectónicas. En parte había carencia económica y también técnica que no se corrigió hasta el Renacimiento. Sin embargo, en la Edad Media, sin ser románico (aunque hay algunas estructuras que se recogen de este estilo), se levantó en Sicilia una obra brillante (hasta literal) en Monreale, a las afueras de Palermo.  Aquí las influencias orientales se funden con la sobriedad románica para aportar un conjunto repleto de gracia y serenidad hoy Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

 

Durante el reinado del rey normando Guillermo II se levantaron edificios en los que se fundían los motivos islámicos con el simbolismo cristiano. El claustro del monasterio benedictino es armónico y levantado de manera matemática.  Es sostenido por columnas finas colocadas por pares adornadas con motivos geométricos o en espiral. Además, se le han añadido mosaicos y taraceas doradas a igual que los muros de la catedral. El agua y las fuentes toman un protagonismo importante (a igual que sucede en la arquitectura musulmana) representando el centro del universo con los cuatro ríos que cruzan el paraíso. Semejante estructura podemos ver en el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. En Monreale, la fuente principal está protagonizada por una columna en forma de palmera, símbolo de la vida eterna entre los pueblos del desierto como el ciprés es de la cultura mediterránea. 

Los capiteles de las columnas del claustro de Monreale han sido bellamente decorados abandonando toda la sobriedad que es una de las características del arte románico imperante durante toda la Edad Media en Europa. Otras fórmulas expresivas, por tanto, se abrían paso en Europa. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Fue poco a poco y hacia el siglo VI d.C. del antiguo esplendor pagano quedaban únicamente los restos. En el 476, oficialmente, cae el Imperio Romano de Occidente y las antiguas vías de comunicación (las que unían la capital con las provincias) se convierten en peligrosos caminos. Las que fueron florecientes ciudades son progresivamente abandonadas y comienza una época de recogimiento (en todos los sentidos). La vida se vuelve campesina, de subsistencia casi y gira alrededor de castillos defensivos con señores empeñados en cruentas guerras fratricidas. Las pestes, las malas cosechas y el analfabetismo van contribuyendo a crear un mundo progresivamente encerrado en sí mismo. Apenas hay avances científicos o literarios y los intercambios culturales terminaron con la gran Biblioteca de Alejandría. En este panorama surge, en los albores del primer milenio, las principales características de la arquitectura románica, una de las primeras manifestaciones del arte medieval en Europa 

Las 5 principales características de la arquitectura románica 

1.- La Europa medieval es profundamente cristiana con una sociedad desperdigada y fuertemente dividida en clases sociales. Los grupos de población giran en torno a los castillos defensivos mientras surgen grandes centros monásticos aislados de las zonas más pobladas. En ellos se intenta preservar lo que queda del conocimiento de la cultura clásica (no sin una potente autocensura) en códices que se copian a mano lenta y pacientemente. Aunque algunos libros medievales fueron miniados (ilustrados) dejándonos un testimonio de la cosmovisión de la época, el arte estaba concentrado en la arquitectura.  

2.- Aparte de la orfebrería de los pueblos llamados bárbaros (cuya pericia era sobresaliente) y algunos códices importantes (como el grupo de los Beatos en España), toda manifestación artística se concentraba en la arquitectura. Esta, además, (aparte de la defensiva de los castillos) giraba en torno a los edificios religiosos. 

 San Juan de la Peña

3.- En un mundo hostil con una población analfabeta cuyo único entretenimiento era la llegada de los juglares nómadas (y con ellos los cantares de gesta en España), la arquitectura románica se arroga una meta didáctica.  

4.- Una de las principales características de la arquitectura románica, por tanto, es que se centra en levantar iglesias o centros de culto. No hay otro tipo de edificación que pueda definirse como perteneciente al románico. Si bien el arte paleocristiano ya recogía esta tendencia, la misma se va afianzando una vez se supera el primer milenio con sus terrores del fin del mundo. 

5.- A igual que los libros propagaban la autoridad de los autores clásicos, los edificios presentan poca innovaciones y las que hay son evolución de la grandiosa arquitectura romana. Por eso se sigue utilizando la bóveda de las construcciones imperiales. Las medievales, sin embargo, presentan una evolución ya que, para aligerar este peso y hacerlas, a la par, más firmes, se colocan unas nervaduras en el centro que ayudan a los pilares a soportar la presión.  

Otras 5 características de la arquitectura románica 

6.- Antes del año mil, Europa era un campo de batalla constante cuyo protagonista era la destrucción en todos los sentidos. La esperanza llegó a la población tras superar esta fecha en la que se creía que llegaría el fin del mundo (algo parecido también pasó, aunque con no tanta intensidad, en el paso hacia el 2000). La vida siguió y, además, se introdujeron algunos cultivos nuevos y proyectos de ingeniería propuestos por los árabes. Esos pequeños inventos hicieron mejorar tímidamente la vida de la población. Y con esa fe en el futuro se lanzaron a construir nuevas iglesias donde se ensalzaba el valor de los evangelios. Por eso, en parte, la arquitectura románica está ligada a la escultura. El sentido último se recurría a  la comunicación de las enseñanzas de las escrituras utilizando potentes símbolos conocidos por todos, aunque hoy la población contemporánea los haya olvidado por completo.  

7.- A pesar de estos pequeños avances en el plano económico, los recursos eran muy limitados y una de las características de la arquitectura románica es la solidez, la sencillez, la tosquedad incluso. Los muros de estas iglesias son fuertes, planos, sin concesión al adorno o al movimiento, puesto que no había técnica para ello. 

 Interior de la Catedral de Módena

8.- Las primeras construcciones románicas tenían una sola planta realizada con este tipo de bóvedas que se sumaban entre sí hasta formar una nave que terminaba en el ábside de forma cónica.  Aunque se intentaban realizar obras de gran tamaño, no llegaron a la consideración de las catedrales góticas posteriores. 

9.- Posteriormente, estas construcciones evolucionaron hacia la planta en forma de cruz latina y hacia edificios de varias filas de arcadas abiertas siempre hacia el ábside, el remate en forma de bóveda o de medio cilindro en el que terminan siempre estos templos. Aquí se situaba el altar y se revestía con frescos representando escenas bíblicas. Estos se perdieron, en su mayoría, en los siglos posteriores. En este espacio sagrado se solía colocar una cripta subterránea donde se guardaban reliquias de los santos. Los fuertes muros, además, se refuerzan con contrafuertes y apenas hay aberturas al exterior dando una sensación de recogimiento total.  

10.- A pesar de que los distintos territorios europeos están encerrados en sí mismos con intercambios culturales o diplomáticos mínimos, las más importantes características de la arquitectura románica se va extendiendo desde Italia hacia todo el norte y el oeste del continente. Esto propició que, sobre unas bases comunes, se fueran desarrollando peculiaridades locales.  

Las características de la arquitectura románica en su relación con la escultura 

11.- Si bien los libros que se copiaban en los scriptoria de los monasterios intentaban preservar el saber para las generaciones futuras estos ni eran suficientes para sustentar una educación básica ni tampoco había una masa crítica alfabetizada. Hasta la llegada de la imprenta, a mediados del siglo XV, y la proliferación de las universidades, el pueblo iletrado recibía las enseñanzas o la literatura de manera oral. Por eso, las iglesias románicas tenían que ser (literal), un libro abierto donde se expusieran los Evangelios más allá de los sermones dominicales.  

12.- Sin teatro, reducida la literatura a los cantos de los juglares, la escultura tenía una función predominante dentro de las características de la arquitectura románica. En fachadas, en pórticos, en las puertas, se van desgranando los protagonistas bíblicos conocidos entre el público por elementos simbólicos diferenciados. Así, en el interior de la catedral de Módena, uno de los ejemplos más sobresalientes del románico, se han esculpido a modo de tapiz escenas del Antiguo Testamento: Caín y Abel, Adán y Eva con la consiguiente expulsión del Paraíso… La narración continúa con los Evangelios valiéndose de figuras humanas de gran fuerza expresiva a pesar de su tosquedad.  

13.- Las características de la arquitectura románica gira en torno al cristianismo y a su mensaje de salvación (y también de perdición). Hay poca concesión a otros temas. Cuando se ofrece un relato distinto, este está ligado a los ciclos de la naturaleza o de la cosecha. El mundo del campesino sencillo que se afana por arañar alimentos a una tierra no siempre generosa, el rezo monacal y la simbología cristiana copan todo el imaginario.  

14.- Progresivamente, los toscos edificios en piedra sin apenas movimiento o aperturas, se van elevando al cielo y se van estilizando. El baptisterio de Parma, con su forma octogonal y sus sucesivos pisos sostenidos, da paso al románico pisano o al normando, más elaborados en todos los aspectos.  

Características de la arquitectura románica de Pisa 

A partir del siglo XI, la ciudad toscana va adquiriendo relevancia estratégica y económica debido a un floreciente comercio. En el Campo de los Milagros se alzan tres construcciones imposibles en siglos anteriores caracterizados por una población sumida en la pobreza y en el miedo. Sin embargo, el superavit económico de la ciudad de Pisa durante estos siglos hizo posible levantar el denominado Campo de los Milagros, el cual aún hoy en día maravilla a quienes tienen la suerte de disfrutarlo. Junto a la catedral, se alza el baptisterio y la famosa torre inclinada. La tosquedad de los primeros edificios de este estilo ha evolucionado hacia una estilización en estas construcciones (a pesar del ángulo de la torre) con claras influencias del estilo oriental.

 Románico de Pisa

Las columnas se hacen esbeltas y además se repiten en una serie para aportar armonía. El diseño de la catedral tiene un orden matemático y el interior está embellecido con colores contrastados que no se daban en las pinturas murales de la Edad Media. Además, estos edificios abandonan la oscuridad que es característica de la arquitectura románica para volverse más luminosos por el método de abrir ventanas y huecos (avanzando en la técnica de ingeniería) y pierden la sobriedad anterior para tornarse más alegres y ligeros. En el románico pisano se comienza a abandonar el protagonismo de la piedra y se da paso a materiales nobles olvidados desde las grandes obras pertenecientes a la escultura romana. El mármol vuelve a ser un elemento favorito y no perderá este fervor en los siglos posteriores. Los interiores están realizados con el mismo afán de grandiosidad que el exterior. El recogimiento que había caracterizado a la sociedad y al arte de los siglos posteriores, en Pisa, entre el siglo XI y XII, abandona la simplicidad para adentrarse en otros derroteros.  

La arquitectura medieval en Sicilia  

Aunque de este estilo encontramos muestras en numerosos puntos europeos (en España sin ir más lejos con las recogidas iglesias del norte como la de Valdediós), durante estos siglos no se hicieron grandes obras arquitectónicas. En parte había carencia económica y también técnica que no se corrigió hasta el Renacimiento. Sin embargo, en la Edad Media, sin ser románico (aunque hay algunas estructuras que se recogen de este estilo), se levantó en Sicilia una obra brillante (hasta literal) en Monreale, a las afueras de Palermo.  Aquí las influencias orientales se funden con la sobriedad románica para aportar un conjunto repleto de gracia y serenidad hoy Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

 

Durante el reinado del rey normando Guillermo II se levantaron edificios en los que se fundían los motivos islámicos con el simbolismo cristiano. El claustro del monasterio benedictino es armónico y levantado de manera matemática.  Es sostenido por columnas finas colocadas por pares adornadas con motivos geométricos o en espiral. Además, se le han añadido mosaicos y taraceas doradas a igual que los muros de la catedral. El agua y las fuentes toman un protagonismo importante (a igual que sucede en la arquitectura musulmana) representando el centro del universo con los cuatro ríos que cruzan el paraíso. Semejante estructura podemos ver en el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. En Monreale, la fuente principal está protagonizada por una columna en forma de palmera, símbolo de la vida eterna entre los pueblos del desierto como el ciprés es de la cultura mediterránea. 

Los capiteles de las columnas del claustro de Monreale han sido bellamente decorados abandonando toda la sobriedad que es una de las características del arte románico imperante durante toda la Edad Media en Europa. Otras fórmulas expresivas, por tanto, se abrían paso en Europa. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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