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Características del arte etrusco de forma muy resumida

Arte etrusco

Arte etrusco

Candela Vizcaíno

 

Desde el siglo VII a.C. hasta el II a.C aproximadamente, en la actual Toscana, floreció una cultura enriquecida por el comercio con importantes influencias de la civilización griega. Aunque buena parte de sus obras (por los materiales utilizados) se han perdido, el arte etrusco se desperdigó por la actual Volterra, Mantua, Bolonia, Cortona, Caere y Veyes. Su influencia llega hasta las puertas mismas de Roma y, como el arte griego, también dejó su impronta en las creaciones del Imperio Romano. Vamos a hacer un resumen con las principales características del arte etrusco cuyas enigmáticas esculturas cinerarias aún siguen fascinando bien entrado el siglo XXI, especialmente por la reproducción de una original sonrisa en esculturas de todo tipo. 

1.- La arquitectura del arte etrusco 

El territorio era (y es) rico en arcilla roja. Y con este material realizaron la mayoría de sus construcciones. Debido al paso del tiempo y a que no tenían la monumentalidad de la arquitectura griega, por poner el caso de sus vecinos, buena parte de ella ha desaparecido. Si se conservan algunas murallas con puertas abiertas y adornadas someramente como las de Volterra, levantada en el siglo IV a.C. Aún pueden visitarse, también, las de Fiosole y otras desperdigas por la Cortina de Arezzo o lo que conocemos por Toscana. Los edificios religiosos, por su parte, no corrieron tan buena suerte ya que se levantaron con madera y terracota.  Y, por tanto, sucumbieron a los embates del tiempo. También quedan vestigios de un sistema de alcantarillado y de sus necrópolis (que estudiamos un poco más abajo). Estas nos dicen de una estructura social muy definida basada en el matrimonio y la familia.  

2.- El arco de medio punto y la bóveda de cañón 

Del arte etrusco y del pueblo que lo alumbró procede el arco de medio punto y la bóveda de cañón que surge a partir de esta estructura. Se levantaba sin argamasa (como el Acueducto de Segovia). Las piedras se tallaban formando un triángulo que no llegaba a rematarse en el vértice y se iban encajando unas con otras. La presión ejercida por las mismas soporta esta estructura perdurando incluso por siglos. Los romanos tomaron esta construcción y la multiplicaron en cientos o miles de acueductos, cloacas, templos y obra civil.  

3.- Las necrópolis en el arte etrusco  

Si hay un elemento que sobresalga en esta estructura son sus amplias necrópolis en el que se han encontrado miles de tumbas realizadas de una manera ingeniosa. Algunas de ellas están adornadas con pinturas al fresco que nos dicen de la vida cotidiana y algunos elementos de sus creencias. También han aparecido objetos pertenecientes al ajuar y de especial interés son las esculturas cinerarias; esto es, son obras de carácter realista, con rasgos antropomorfos y policromadas que servían para guardar las cenizas del difunto. A pesar de su aspecto, no son sarcófagos. En este sentido, algunas tumbas excavadas en Cerveteri, una de las necrópolis de mayor tamaño, nos habla de la familia como eje que estructura la sociedad. Estas construcciones son muy originales ya que en ellas se utilizaba todo el avance en ingeniería de este pueblo.  

En primer lugar se excavaba la piedra local y sobre este espacio se levantaba un espacio realizado con bloques cuadrados que se remataban con una bóveda cuyo aspecto se asemejaba al del huevo. La techumbre estaba sujetada por una columna central. Posteriormente se volvía a rellenar con tierra ofreciendo un paisaje de montículos o colinas tomadas en poco tiempo por la hierba.  Algunas de estas obras tenían cierta complejidad y se asemejaban a viviendas aristocráticas o palacios. Aunque es la piedra la protagonista, también se han localizado restos de estucos con los que eran recubiertas las construcciones.  Y estos, además, han sido pintados con escenas de la vida cotidiana siguiendo una técnica realista y abandonando el simbolismo propio de estas civilizaciones. 

4.- Las urnas funerarias del arte etrusco 

Este tipo de tumbas no solían albergar enterramientos sino que en ellas se depositaban las cenizas de los difuntos. Las urnas para ello eran de distintas formas pero todas se ejecutan siguiendo un patrón realista. Se han encontrado algunas con forma de vivienda utilizando la terracota que tanta preeminencia tiene en el arte etrusco. 

Además, han llegado algunas más complejas diseñadas en varias partes que posteriormente se ensamblaban. También moldeadas en arcilla con los restos de la policromía, nos encontramos los primeros elementos antropomorfos. La base se decoraba con un relieve floral y la urna se tapaba con una imagen del difunto, el cual siempre aparecía de manera serena y con los típicos peinados de la zona. Estos ejemplos son los más arcaicos y datan aproximadamente del siglo VII a.C. Otros restos nos hablan de piezas más grandes con una hermosa policromía que aún perdura y rasgos muy bien delimitados.  

Músicos y bailarines en una tumba de arte etrusco

5.- La pintura mural y los objetos de ajuar en el arte etrusco 

Sin llegar al arte funerario de la arquitectura egipcia empeñada en levantar grandes pirámides y en enterrar tesoros de todo tipo para que sirviera al faraón (o a los miembros de la aristocracia) en la otra vida, sí se han localizado algunas piezas de uso personal. Espejos o pequeñas joyas en piedras de río, bronce o hueso acompañaban las cenizas de los que allí descansaban. Paralelamente, algunas de estas tumbas se revestían con yeso y, posteriormente, se policromaban. Abundan los tonos rojos, negros y ocres. Asistimos a un arte figurativo que celebra la vida cotidiana con sus danzas y sus ciclos de las estaciones. A través de estas pinturas se llegan a conocer cómo era la vida cotidiana, centrada en la naturaleza y en el disfrute del momento sin grandes concesiones a dioses o a la vida del más allá. 

La Quimera de Arezzo 

6.- La escultura en el arte etrusco 

De estas urnas funerarias que adelantan rasgos antropomorfos se pasa a verdaderos grupos escultóricos de gran belleza y entidad como El sarcófago de los esposos (custodiado en el Museo Nacional de Villa Julia de Roma) o El sarcófago de Cerveteri guardado en el Museo del Louvre. Este, además, aún mantiene restos de la policromía que señalan los rasgos de los protagonistas con la barba en triángulo para el hombre y las trenzas largas para la mujer. Son las primeras manifestaciones en arte de un grupo familiar que está tratado con el mismo rango, con cuidado y mostrando una actitud de respeto y compañía mutuas. Las figuras (como incluso las que representan dioses) aparecen sonriendo, extremo este poco común en el arte de las civilizaciones antiguas. 

Aparte de estos ejemplos realizados en terracota policromada, el arte etrusco también dio bellas obras realizadas en bronce. Algunas tallas que han llegado hasta nosotros demuestran tal pericia y atención al detalle que no pueden más que pertenecer a una civilización que manejaba con soltura este material. Puede ilustrar este extremo la llamada Quimera de Arezzo del siglo IV a.C. y actualmente custodiada en el Museo Arqueológico de Florencia. Se encontró por casualidad en el Renacimiento y fue tal su belleza que el mismísimo Cosme de Médici la reclamó para sí. Representa a un león en posición de ataque con las garras, la mandíbula y la melena muy bien definida. La cola termina  formando una serpiente (aunque esta es una atribución del siglo XVIII ya que la original se ha perdido) y del lomo se despereza una cabra. Este ser mitológico mezcla de varios animales formaba parte del panteón divino del pueblo etrusco, aunque, al parecer, su culto fue importado de Turquía.  

7.- La sonrisa etrusca

Tan enigmática que ha sido protagonista de novelas y de estudios sesudos. Los pueblos antiguos no utilizaban la sonrisa a la hora de inmortalizar en arte a sus héroes o dioses. Todos ellos aparecían en posición serena con el rostro sin apenas expresividad. Sin embargo, el arte etrusco está repleto de todo tipo de sonrisas ya sea para señalar los esposos protagonistas de urnas cinerarias como esculturas de dioses. La felicidad para ellos, con toda probabilidad, se expresaba con este gesto y, por tanto, se inmortalizaba incluso en los elementos funerarios. Más que la majestad importaba el paso por este mundo y la dicha terrenal. 

El arte etrusco, a pesar de que fue asimilado por el romano posterior, aún tiene piezas ocultas en excavaciones de corte funerario. Lo que ya se guarda en los museos nos habla de un pueblo exquisito que hacía de la alegría el hilo conductor de la vida del más acá y también del más allá. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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