A finales del siglo XIX, en París (y en algunos puntos de Italia) aparecen una serie de artistas que evolucionan desde los preceptos y las principales características del impresionismo. Seurat o Signac, dos de los más reconocidos pintores puntillistas del siglo XIX, se encuentran a medio camino entre el arte clásico y las vanguardias extremas con las que comparten, especialmente el último, tiempo y lugar. Pero vamos por partes.
Origen de la técnica y de las obras de los pintores puntillistas
Estos no se pueden entender sin la revolución que supuso, primero, la pintura del Romanticismo y, más tarde, el impresionismo a lo largo del siglo XIX. Tanto el arte como el romanticismo literario se desvinculan, por vez primera, de los preceptos que había regido siglos atrás. El artista, en este punto, se convierte en un revolucionario casi y reniega de la sociedad burguesa del recién estrenado capitalismo. La libertad se toma como bandera y con ella se van sucediendo los movimientos estilísticos que desembocan en las vanguardias del siglo XX. Aunque todos los movimientos posteriores renegarían de la tradición, ninguno de ellos puede entenderse sin los cambios del siglo XIX.
La pintura se desliga definitivamente del arte sagrado o cívico del pasado para centrarse en la impresión, en la visión personal y única del artista. Por primera vez en la historia, la naturaleza deja de ser mero decorado para convertirse en protagonista. A la par, se aparcan los grandes relatos (míticos, históricos o religiosos) para centrarse en la vida cotidiana. París se convierte, literal, en el ombligo cultural del mundo y desde aquí se van sucediendo los distintos movimientos. Los pintores puntillistas participan de todas estas fuentes.
Además, con el impresionismo y también con los grandes pintores postimpresionistas (Van Gogh, Cézanne y Gauguin) la vida cotidiana adquiere carta de naturaleza. También es obligado recordar que la gran revolución impresionista fue centrarse en la luz, en las distintas sombras que va generando la luz natural en aquello que toca. Este tratamiento da como resultado obras ágiles, gráciles, positivas sin un atisbo de crítica social, pesimismo o dramatismo. Lo allí retratado siempre serán las fiestas, los bailes, los paisajes (con o sin figuras), interiores sencillos, reuniones de amigos… Y los pintores puntillistas también participan de estas temáticas y tratamiento en la obra pictórica.
La técnica del puntillismo
1.- Con todo este bagaje Georges Seurat (1859-1891) crea una técnica de puntos en el que ha habido un proceso intelectual previo importante. Por un lado, los pintores puntillistas ya no crean sus obras en el exterior como lo hacían los impresionistas captando ese momento único en el lienzo. Más bien realizan en el estudio un trabajo de lo captado anteriormente.
2.- La pincelada y las distintas veladuras para crear las sombras y las luces se sustituyen por puntos, primero con Seurat, y luego por toques que se van acercando a una línea en las obras de Signac (1863-1935).
3.- La técnica trabaja con las posibilidades de los colores opuestos o contrastados. Así los distintos puntos están colocados en el lienzo de tal manera que, a lo lejos, en la retina, aparezca un nuevo color, un tono o una sombra.
4.- Al hilo de lo anterior, los lienzos creados son de gran formato y están formulados para dialogar en la distancia. Así podemos apreciar el color y las formas.
5.- Las figuras aparecen en las obras de Seurat (el creador de la técnica) estilizadas en extremo sin pliegues en las ropas y sin ningún tipo de expresión en el rostro. Los colores puros y las líneas que se forman con los distintos puntos van creando formas separadas que no se entrelazan aunque sí hay un diálogo en conjunto. En este sentido (y siempre salvando las debidas distancias), se adelantan al cubismo al eliminar casi la representación de la tercera dimensión en la obra pictórica.
6.- Conforme la técnica se depura (ya con Signac y bien entrado el siglo XX) los pintores puntillistas van abandonando el estudio, la formulación intelectual y van mezclando en la obra el punto con la pincelada, aunque los principios de color y luz siguen en el cuadro.
7.- Aunque son favoritos los temas alrededor de la naturaleza, la vida al aire libre o los ambientes relajados (como Un domingo de verano en la Grande Jatte de Seurat), en Italia, la técnica se utiliza para adelantar los preceptos del futurismo. Así Gino Severini (1883-1966), uno de los más importantes autores del futurismo utiliza la técnica en cuadros que adelantan la abstracción. Sus obras (como Expansión esférica de la luz centrífuga de 1913-1914) las formas ya no son de la naturaleza sino que son completamente geométricas. Además, del canto a la vida amable de los primeros pintores puntillistas ya se pasa a narrar la velocidad de la ciudad, los choques de los contrarios e, incluso, el desfogue de la vida contemporánea.
8.- A partir de la primera década del siglo XX (especialmente tras la Primera Guerra Mundial) este enfoque queda abandonado por completo ya que las circunstancias sociales o políticas no invitan a regodearse en las maravillas de la luz. Todo ello se ve abonado por la propagación de las ideas del inconsciente según Freud. Los artistas, los poetas, en general, los creadores comienzan a entrar en un desgarro, en un intento por pasar a entender un otro lado que va más allá de las bondades de la naturaleza.
Dos pintores puntillistas: Seurat y Signac
La corta vida del parisino Georges Pierre Seurat no impidió que dejara una profunda huella en el arte del siglo XIX y en el posterior. Considerado creador del puntillismo, llegó a la técnica tras un proceso de observación y de investigación casi científico. Postuló que el color tenía su propio sentido y que trabajando sobre sus posibilidades se podía llegar a un proceso en el que se aunara la ciencia con la emoción. Sus obras, a pesar de la acogida en los circuitos más vanguardistas, tuvo un rechazo enconado entre los académicos y los miembros del Salón. Ya sabemos que los gustos retrógrados de quienes manejaban el poder artístico parisino de entonces le llevaron a rechazar prácticamente todo el canon artístico de la época.
Paul Signac nació en una familia acomodada y pudo dedicarse toda la vida a investigar y a trabajar en su pintura. Recogió las enseñanzas de Seurat y promulgó en diversas obras publicadas que el color era independiente del objeto. Este testigo será recogido posteriormente por algunos postimpresionistas como Cézanne o Gauguin. Siguió trabajando en sus óleos y acuarelas con la técnica puntillista hasta bien entrado el siglo XX cuando las vanguardias históricas habían dinamitado todos los cimientos posibles del arte e, incluso, estaba en boga el surrealismo. A Signac nunca le interesó las posibilidades de los conocimientos ocultos a la mente consciente como la gran mayoría de los pintores que trabajan en la época. Sus pinturas son alegres, mundanas, centradas en la naturaleza y con un claro gusto por los espacios portuarios con sus barcos amarrados rodeados de construcciones.
Si bien estos pintores puntillistas representan lo mejor del movimiento, sus fundamentos fueron recogidos después especialmente por los artistas que se dedicaron a la abstracción. Por supuesto, ya bajo otros parámetros tanto creativos como culturales o históricos.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla