Romanticismo literario

Romanticismo literario

Características del Romanticismo literario, movimiento creativo que se extiende por Europa desde finales del Siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. 

Fue un movimiento cultural pero también político y su fecha de origen se fija (aproximadamente) en 1770 cuando una serie de escritores reaccionan contra el racionalismo y el clasicismo de la época anterior. Como ocurre con cualquier movimiento artístico (desde las vanguardias históricas con Cubismo y Futurismo por poner dos casos hasta los contemporáneos), el Romanticismo literario y artístico se alza en contra de la tradición inmediatamente anterior. 

Contexto histórico del Romanticismo literario 

En política comienzan a desarrollarse los nacionalismos (el cual empezó en España) como una forma de luchar contra la expansión de Napoleón. Paralelamente, estamos ante la Revolución Industrial que trastoca de fondo todos los modelos económicos anteriores con sus proliferación de fábricas, industrias, cultura del hierro y el desarrollo tecnológico de entonces. 

Fruto de estos movimientos políticos y económicos, la sociedad también se mueve dejando atrás la división heredada de la Edad Media para instalarse en lo que conocemos como sociedad de clases. Surge el proletariado dependiente del trabajo en grandes centros de producción y, al tiempo, los primeros movimientos sindicales en demanda de derechos básicos. La vetusta aristocracia queda arrinconada por una pujante burguesía que se hace con el poder económico y cultural. 

En filosofía se instala el idealismo (como respuesta al racionalismo del siglo anterior). Se interesan por las formas de expresión del espíritu (una de las principales características del Romanticismo literario y artístico). El “yo” (que no el ego), el individualismo, el mundo de los sentimientos o las sensaciones, la búsqueda de las trascendencia, la libertad ansiada se convierten en los temas favoritos de esta corriente filosófica. A la par, en el Romanticismo literario vamos a encontrar como hilo conductor siempre un halo de tristeza, de negatividad, de derrota incluso que lleva a interesarse por las ruinas, la historia, los seres del más allá, los fantasmas y los procesos emocionales regidos por la melancolía. 

Características del Romanticismo literario 

Con este sustrato cultural y socioeconómico no es de extrañar que en el Romanticismo literario siempre encontremos como fuerzas en choque. Son los obreros (los pobres, sencillos o humildes) contra los intereses de la riqueza, la vida y la muerte (expresada siempre de manera dramática), las posibilidades del más allá… Resumiendo mucho nos encontramos lo siguiente:  

1.- El artista se erige en el centro de la creación aquejado de un sentimiento de insatisfacción constante

Es una de las principales características del Romanticismo literario: la exaltación del artista como demiurgo. Sería la persona revestida de poderes espirituales ajenos a la población normal que es capaz de ver más allá de la realidad dada. Bien es verdad que el arte, así sin más, abre puertas donde antes estaban cerradas, que “sirve” (si podemos utilizar este verbo) para entender o hacer nuestra una realidad que antes era desconocida u oculta. Sin embargo, en el Romanticismo esto se lleva a último extremo haciendo del artista una persona en constante conflicto con la realidad, con las circunstancias e, incluso, con la vida. Siempre habrá un motivo para la infelicidad más absoluta y para la nostalgia.  

2.- El Romanticismo literario muestra un choque frontal con la realidad

Ese desencuentro se va a manifestar en las temáticas de las obras y en la forma de plantear los conflictos literarios. Los protagonistas tienen que hacer frente a innumerables desgracias desde novias despechadas hasta muertos que se revuelven en su tumba. Siempre habrá algo que ha quedado por hacer, que ha imposibilitado que se complete el destino vital. Eso llevará a un eterno sentimiento de nostalgia, de tristeza, de melancolía, de estados que hoy en día podemos calificar de depresivos. 

3.- El yo, el alma y el espíritu es el centro de la obra literaria

Este choque constante entre la realidad y los mandatos internos anímicos llevan a que el espíritu (entendido de manera amplia) sea el centro de la obra literaria. La poesía se vuelve lírica, intimista, con un centro en lo que siempre pudo ser, en lo que falta, en la incompletez de la vida para llegar a ser todo aquello que se lleva dentro. 

4.- Por primera vez en la historia se ensalza la libertad como bien supremo

Ante este conflicto, se recurre a la libertad como uno de los bienes supremos (aún no llegarían al individualismo). Paralelamente a los cambios sociales que evolucionan hacia la proclamación de los primeros derechos civiles, el creador, el poeta, el literato, el dramaturgo y sus personajes van en busca de esa libertad que, a veces, es liberación por la ruptura de las normas impuestas. Ya no sirve lo que dice la sociedad y se apela al corazón, a los deseos, a la pasión con una vehemencia nunca vista en la historia del arte. 

5.- El Romanticismo literario gusta de las particularidades nacionales

De aquí el costumbrismo, tanto en novela como en teatro, que saca a relucir individuos típicos y estereotipados. De hecho, algunos de ellos han llegado hasta el día de hoy. De España (a través de los escritores ingleses y alemanes) se ensalza al bandolero o al prototipo de Don Juan. Fuera de la norma, en conflicto con ellos mismos las más de las veces, bordeando los estándares sociales (incluso la legalidad), henchidos de individualismo e, incluso de rebeldía, son considerados como prototipos que abrirán una nueva forma de ver la realidad. 

6.- El inconformismo del poeta o del literato llega, incluso, a la queja

Es frecuente encontrarse en novelas, obras dramáticas y, especialmente, poemas todo aquello que pudo ser y no es. La queja, el lamento, el llanto, la pena y la tristeza pueblan las obras del Romanticismo literario con una fuerte impronta.  

7.- Hay una vuelta a la naturaleza en el Romanticismo literario

Las ciudades comienzan a ser invivibles con una contaminación que no tenemos hoy en día, los choques entre la clase baja y los burgueses comienzan a despuntar, aunque llegarán a su máxima expresión décadas más tarde. Y tanto el Naturalismo com el Realismo se encargarán de recogerlos y darle difusión. En las grandes urbes habita la sociedad conformista e, incluso, la enfermedad. Para contraponer a esa situación hay un gusto por la naturaleza, los lugares abandonados, las ruinas, los lagos, los bosques… Allí el poeta puede sentirse a gusto consigo mismo y en paz. Son emplazamientoss que invitan a la introspección y al ahondamiento de ese espíritu individual que forma parte del carácter del Romanticismo. 

8.- Gusto por la novela histórica y el poema en prosa

Todo ello lleva a situar las obras en un pasado incluso remoto con una concepción idílica o deformada de lo que esas épocas supusieron. Se retoman las historias de conventos, de cruzados, de personas atrapadas en las convecciones de épocas pretéritas. Se abre el camino para el género gótico que ha llegado, incluso, hasta hoy en día. El drama en esos escenarios es extremo, asfixiando tanto a los protagonistas que, las más de las veces, se encuentran ante la imposibilidad de una salida. 

En poesía nos encontramos dos tendencias. Por un lado, el verso largo con rimas muy marcadas y un ritmo poético fuerte y, por el otro, se barajan otras fórmulas como los poemas en prosa, los cuentos o textos narrativos con una fuerte impronta lírica (las Leyendas de Bécquer es un claro ejemplo). En España,  hay un gusto por el teatro con dramas intensos tanto entre personajes de cultura como en tipos populares.  

9.- En el Romanticismo literario hay una tendencia a largas descripciones

Que intentan meter al lector en la melancolía, en la tristeza, en los recovecos de los lugares que se frecuentan. Hay un detenimiento en cada arista del alma, en cada suspiro o recuerdo, a la par que se describe exhaustivamente el sustrato situacional de las obras desde los paisajes hasta los interiores. La “intención” es introducir al lector en ese estado dramático, de choque, de imposibilidad o de rebeldía que tanto interesaba a los románticos.  

10.- Preferencia por temas antes considerados sórdidos o poco adecuados

El romanticismo literario echa mano de emplazamientos antes vetado a las obras artísticas como las tumbas, los cementerios, las noches oscuras, los lugares poblados de fantasmas o de almas en pena, las mansiones abandonadas, los conventos malditos o los campos de batalla testigos de cruentas guerras. Este gusto por esa realidad alternativa ha llegado incluso a las formas expresivas contemporáneas. Eso sí, se ha modificado un poco y los fantasmas se han convertido en zombis, las ruinas en paisajes de un Apocalipsis nuclear, los emplazamientos de guerra en horribles laboratorios de investigación siempre rozando (cuando no traspasando) los límites de la ética. 

11.-En el Romanticismo literario nos encontramos la tristeza y el drama llevado a su máxima expresión

Los amores son desgraciados e imposibles. Siempre hay alguien o algo que impide la felicidad de los amantes. Eso puede ser desde un malentendido sin importancia que acaba de manera trágica hasta la imposición paterna pasando por fuerzas mayores. Las venganzas, las muertes, las tragedias, las novias que se queden plantadas en el altar, las ánimas en pena que vuelven para terminar lo que no pudieron en vida, los suicidios (incluso reales entre los artistas del Romanticismo literario), las afrentas por nada y los duelos son temas preferidos de este movimiento.  

12.- A la par se difuminan los estilos hasta entonces muy bien delimitados 

Si la realidad se ha vuelto más compleja incorporando los conflictos del otro plano y llevándolos a la vida real (como si de un sueño se tratara), tampoco están definidas las fronteras de los géneros. Comienza (en un proceso que aún no ha acabado) a saltar por los aires los géneros literarios, los modos, las formas y las técnicas de cada uno de ellos y la mezcla encuentra su razón de ser. Todo esto llega, en el siglo XX, por poner un caso, a la poesía visual donde lo literario convive y se hace uno con el arte plástico. Antes, por supuesto, tenemos que asistir a todas las experimentaciones de las vanguardias históricas.  

Autores de Alemania (Goethe, Schiller…), de Inglaterra (Turner en la pintura, Lord Byron en la poesía), de España (el Duque de Rivas, el post-romántico Bécquer) hacen de estos principios el eje sobre el que gravitan sus obras. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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