Arquitectura romana

Arquitectura romana

Arquitectura romana

Candela Vizcaíno

 

A finales del siglo VII a.C. surge en Roma una civilización que, andando el tiempo, conquistaría buena parte de Europa, norte de África y llegaría hasta Asia Menor. Heredera de la cultura griega y del arte etrusco, la arquitectura romana supuso trascendentales avances tanto en las obras de ingeniería (calzadas, acueductos, coaclas…) como en edificios civiles o de índole sagrada. De los etruscos tomaron la técnica del arco de medio punto y de los griegos sus construcciones a base de columnas. Sus constructores, además, inventaron un modelo de hormigón que solo ha sido superado con la aparición del armado.  

La monumentalidad de la arquitectura romana

Las incursiones bélicas de Roma dieron fruto muy pronto. Sus milicias llegaron a tierras desconocidas explotando para el Imperio todo tipo de materias primas, desde los metales preciosos hasta la madera o la ganadería. Todo ello sin contar el traslado de obras de arte, (especialmente escultura griega) que se realizaba desde todos los puntos del Mediterráneo. Con ellos viajaban sabios, maestros, artesanos, artistas tanto en calidad de esclavos como de hombres con cierto estatus de libertad. Roma muy pronto se levantó como el primer gran imperio sobre el planeta Tierra. 

Y todo ese poderío económico y trasiego de riquezas de todo tipo se representaba en la capital con una monumentalidad que solo podía eclipsar la arquitectura egipcia. Sin embargo, hay que decir que mientras esta estaba centrada en los cultos sagrados al faraón y la vida eterna, la clásica tenía otro cariz. Así, la cultura que expandió Roma por sus territorios está levantada para la vida y para el confort. Por eso, se empeñaron en canalizar el agua con inmensos acueductos, o crearon una ingeniosa red de alcantarillado. La monumentalidad estaba por todas partes desde los templos consagrados a los distintos dioses el Olimpo hasta el foro donde se realizaban transacciones o encuentros sociales pasando por los anfiteatros, circos o teatros. Todo en Roma estaba diseñado para el hombre pero en competición con los dioses, para la vida cotidiana y, a la vez, mostrando el poderío del Imperio. Por eso, las calles se llenaban con altas columnas conmemorativas, tempos, arcos de triunfos, esculturas o empedrados. 

Arcos, bóvedas, cúpulas y hormigón en la arquitectura romana 

Uno de los avances que posibilitó la creación de la monumental arquitectura romana fue la innovación en los materiales de construcción. Utilizan por primera vez una argamasa de cemento obtenido con una mezcla de toba calcárea, cal, arena y ladrillos triturados. Con ellos se levantaban muros que, además, se iban solidificando con el tiempo. El aspecto tosco que presentaban se embellecía (por el exterior) con bloques de piedra tallados que quedaban anclados en el hormigón. Posteriormente, se reemplazó por ladrillos cerámicos. Los interiores se revestían con yesos y estucos policromados (algunos pintados bellamente) que aportaban también durabilidad. 

Gracias a este material se dio un paso más desde donde se quedó la arquitectura griega. Si esta sostenía los edificios con columnas de piedra alrededor de todos sus lados, los romanos, sin renunciar a este elemento, incorporaron este hormigón con el que pudieron realizar no solo edificios más altos y robustos sino también rematadas con grandes bóvedas y cúpulas. 

Si las bóvedas y las cúpulas a base de hormigón fue la aportación romana a la historia de la arquitectura, no tuvieron empacho de valerse de creaciones ajenas. A las columnas griegas se le añadió el arco de medio punto procedente del pueblo etrusco. Este estaba realizado con piedras cortadas en forma de triángulo (sin llegar a rematar el vértice) que se encajaban unas contra otras a presión hasta forma el arco. Utilizando como base esta estructura se realizaban bóvedas de cañón o de crucería (uniendo dos de cañón en forma de cruz). La cúpula es el resultado de rematar cuatro o más bóvedas de cañón con una techumbre en forma de medio círculo.  

La gran obra maestra de la arquitectura romana en el que una cúpula es la protagonista la encontramos en el Panteón de Roma, hoy asfixiado entre edificios en una plaza minúscula. Sobre un pórtico con columnas se abre este espacio circular de más de 40 metro de diámetro cuyo centro está abierto con una linterna que deja pasar la luz y los rayos del sol. Los casetones del interior no solo son un recurso artístico sino también una propuesta de original ingeniería con el fin de aligerar el peso que debía soportar muros y columnas.

 

  • La arquitectura de Roma en las calles de Pompeya
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  • Foro romano
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  • Ruinas de Baelo Claudia (España)
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  • Acueducto de los Milagros de Mérida
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  • Templo de Diana de Mérida
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  • Acueducto de Segovia
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Los anfiteatros de Roma

De los teatros donde se representaban las obras dramáticas o cómicas de la literatura griega se evolucionó a los anfiteatros ovalados de la arquitectura romana. El carácter militar y agresivo de este pueblo llevó los juegos sangrientos a otro punto. El pueblo no solo se regocijaba con las palabras de la literatura sino también con crueles combates (a veces con gran precio de vidas humanas) en espacios realizados ad hoc.  Sobre un espacio oval se levantaban varias filas de graderíos que observaban la arena estructurados con ingeniosos sistemas de canalización y de caminos bajo el suelo. Allí se batían en duelo hombres con fieras o humanos contra humanos. En las épocas de mayor frenesí sangriento perecieron cientos de miles de animales salvajes traídos desde África, Asia o Europa y una cantidad semejante de seres humanos. La sangre era del gusto del pueblo. Por eso estos edificios se levantaban con pompa y lujo.

El más grandioso de todos ellos fue, sin duda, El Coliseo llamado así por su tamaño gigantesco aunque, en realidad  fue inaugurado con el nombre de Anfiteatro Flavio. Eso sucedió en la segunda mitad del siglo I d.C. Allí se podían congregar hasta 45000 espectadores que accedían al recinto a través de un ingenioso sistema de puertas que regulaban las salidas-entradas y los distintos asientos.  Mide 188 x 156 metros de superficie por más de 50 metros de alto.  Se realizaron 80 ventanas en forma de arco distribuidas en tres pisos. Levantado con el especial hormigón especificado más arriba, se embelleció con columnas de mármol, esculturas y tejidos suntuosos que adornaban los asientos reservados a la élite. 

La arquitectura romana y su relación con las viviendas

Las cenizas depositadas por el Vesubio sobre Pompeya o Herculano han permitido que viviendas de todo tipo hayan superado las brumas del tiempo llegando elementos intactos hasta nosotros.  Por estas excavaciones conocemos el lujo que imperaba entre las élites económicas o militares de Roma. Las paredes de las viviendas se revestían con estucos policromados o con pinturas figurativas mientras el suelo se embellecía con mosaicos sorprendentes. Esculturas, tejidos y mobiliario fino completaban estas casas. 

Las domus o casas señoriales se levantaban en una sola planta y tenía función diversa. En ellas residían no solo los dueños sino también el servicio. Estas podían estar en la ciudad o en el campo. El acceso se hacía por un pasillo estrecho paralelo a dos habitaciones que podían utilizarse con fines comerciales o de negocio ya que daban a la calle. A continuación se disponía un patio central presidido por una cisterna para recoger el agua de lluvia. Alrededor de ella se disponían habitaciones con uso diverso. De aquí se accedía a otro patio porticado con columnas y el cual también estaba rodeado de habitaciones. Las cocinas se solían colocar al final de la casa. Y algunas de las habitaciones se decoraban como comedor de diario o para invitados. Dependiendo de la economía del dueño, estas domus de la arquitectura romana se decoraban suntuosamente con mosaicos, mármoles, esculturas, estucos, marfiles, tejidos y muebles que aún hoy en día pueden utilizarse.  

Semejante a los pisos contemporáneos eran las denominadas ínsulas, las viviendas del pueblo llano. Eran edificios grandes de varias plantas (incluso cuatro o cinco) donde se agolpaba la población en estancias con mínima ventilación y espacio. El hacinamiento se compensaba con un patio interior sobre el que giraba estas viviendas muy pequeñas destinadas a alquiler. En este emplazamiento también se disponían cisternas para recoger el agua y era el utilizado para socializar entre los vecinos. 

La importancia del Foro Romano

 

Aunque las domus aristocráticas sí tenían estancias reservadas a los invitados o a la vida en común, la arquitectura romana también se plasmó en construcciones de carácter social, comercial o administrativo cuyo mejor ejemplo es el foro romano. Esta mezcla de centro comercial, plaza o lugar de encuentro se situaba en el centro de cada una de las ciudades que se levantaban. El de Roma llegó a medir kilómetros. Alrededor de él se disponían edificios sagrados o templos consagrados a distintos dioses, puestos de comida, tiendas o columnas conmemorativas. 

El de la capital estaba articulado a través de la llamada Vía Sacra por donde pasaban los vencedores de las batallas no sin antes cruzar el Arco de Tito. Esta construcción apareció alrededor del siglo II a.C. y estaba íntegramente consagrada a la vanidad de un pueblo que se sabía poderoso. En el Foro Romano también encontramos el Templo de Vesta y la casa donde vivían (con votos) la sacerdotisas. Ellas eran las encargadas de que el fuego sagrado no se apagara.  Otros templos se articulaban alrededor de esta calle comercial o de servicios como el de Cástor y Pólux que, según la leyenda, fueron los fundadores de la Ciudad Eterna. También hubo edificios civiles que servían como tribunal, centro de negocios o administrativos. Ni que decir tiene que el Foro Romano era objeto de reforma, ampliación y construcción constantemente y, por tanto, es un poco difícil hacer una radiografía fija del mismo. Una vez el Imperio fue decayendo y las comunicaciones con asentamientos alejados se fueron cerrando, este espacio comenzó a no ser utilizado y la ciudad se trasladó a otros puntos. Sus columnas, piedras, mármoles y esculturas fueron objeto de un expolio sistemático y constante.

La arquitectura romana no solo se encuentra presente en la capital sino que grandes edificios, templos o acueductos eran levantados allí por donde pasaran las milicias. A pesar de que algunos de ellos fueron desmontados concienzudamente, otros muchos se siguieron utilizando (como los puentes o acueductos) permitiendo que llegaran casi incólumes hasta nuestros días. 

Texto y fotos por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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