Características del arte medieval

Características del arte medieval

Características del arte medieval

Candela Vizcaíno

 

A mediados del siglo V de nuestra era, la antigua cultura clásica puede darse (literal) por enterrada al completo. El Cristianismo sustituye a las creencias paganas mientras una vida monacal va encontrando refugio en los lugares más remotos de Europa. Paralelamente, las principales características del arte medieval no pueden entenderse sin el colapso de las rutas de comunicación que, progresivamente, van aislando a las poblaciones. Los caminos se vuelven tan peligrosos (con atracadores de toda índole) que pocos son los que se atreven a traspasar las fronteras del terruño de nacimiento. Este aislamiento se alimenta de guerras fraticidas, pestes, sequías y hambrunas constantes. Va quedando una población analfabeta (incluso entre las élites guerreras y nobiliarias) que poco o nada pueden contribuir al progreso artístico. La literatura queda relegada a los juegos del mester de juglaría y la oralidad propicia la pérdida de romances y cantares de gesta. La pobreza económica, para liquidar el resumen, tampoco facilita ni pequeños ni grandes emprendimientos artísticos. Sin embargo, todo ello cambiará pasado los terrores del primer milenio y sus creencias en el inminente fin del mundo. Vamos por partes.  

Los libros, un punto de encuentro en las características del arte medieval  

Los grandes esplendores del pasado, simbolizados en la Antigua Biblioteca de Alejandría, parecen un sueño en las brumas más profundas de la Edad Media. Mientras las vías de comunicación se cerraban comenzó a surgir la vida monacal, retirada y, en principio, dedicada exclusivamente al estudio. Aunque los votos no se llevaran a rajatabla, en los scriptoria (estudios) de conventos y monasterios se continuó con la labor copista de la Antigüedad. Apenas se creaba nada y el conocimiento se basaba en la autoridad de los grandes filósofos cristianos (San Agustín o Santo Tomás) y en un intento de recuperación de los textos clásicos de todas las temáticas. Así, sin apenas recursos y pacientemente, los libros medievales eran meras copias de retazos o textos completos de la filosofía y literatura griega o latina que luego se guardaban celosamente en las bibliotecas monacales. 

 

Si bien es verdad que con este relato más de uno puede llegar a pensar que estos centros eran grandes almacenes de libros, la realidad estaba bien lejos. Era tan difícil hacerse con una copia limpia, tan caros los materiales y, a veces, había tan pocos hermanos peritos en filología, filosofía o traducción que estos centros religiosos apenas guardaban una veintena de títulos. Eso sí, la caligrafía se hizo arte, así como algunos elementos de encuadernación.

Los Beatos en el cenit de los libros medievales 

Recordemos que hasta alrededor del año mil la gran mayoría de estos libros eran tremendamente sencillos y únicamente aspiraban a ser depositarios de un conocimiento perdido, todo cambió alrededor del año mil. En España, un monje de Liébana (donde se guarda un trozo del lignum crucis) escribe un comentario al Apocalipsis de San Juan biblíco. Aunque, en esencia, era un pastiche con la autoridad de otros autores, llega a convertirse en un auténtico bestseller en la época. 

Beato 3 

El terror por el fin del mundo al alcanzarse esa fecha simbólica del año 1000 propicia que el texto sea requerido por todos los conventos y monasterios. Al convertirse en una obra de referencia, se le dispensó el mismo trato que a los Evangelios y a los textos de los padres de la Iglesia. Algunos scriptoria, con este aval, se afanaron por iluminar sus páginas con bellas miniaturas realizadas en materiales nobles como el lapislázuli, la cochinilla, el oro, la plata… El resultado fueron obras que pueden agruparse con las mismas características del arte medieval. Son eminentemente religiosas, coloridas y sencillas en su aparente sofisticación. 

A partir de aquí la traducción continuó con bellos libros que ya se escapaban de lo eminentemente religioso como los dedicados a la fitoterapia, la farmacia de las plantas. Los Beatos, para terminar, abrieron las puertas a las grandes obras ilustradas que culminaron con los exquisitos Libros de Horas favoritos de realeza y aristocracia que se llegaron a hacer incluso con la imprenta asentada. 

 

La pintura en la Edad Media 

El arte paleocristiano de las catacumbas y basílicas sencillas se valió de la pintura para narrar los pasajes más importantes del Nuevo Testamento. Eran obras muy sencillas que, en la gran mayoría de los casos, se han perdido o deteriorado en extremo con el abandono de estos espacios. Aunque los edificios que se construyen en los territorios cristianos tienen un fuerte carácter defensivo bien porque sean castillos con función militar o porque son centros religiosos aislados del mundo, se sigue utilizando la pintura. Son obras realizadas en los muros que ilustran la vida cotidiana o los pasajes bíblicos. Sin embargo, apenas nos han llegado ejemplos de interés anteriores al siglo XII.  

Al cumplirse el milenio y superado ese terror por el fin del mundo, Europa fue invadida por una nueva esperanza que empujó a un cambio progresivo (y lentísimo) que va desde los campos a las ciudades, del poder de los señores feudales a la monarquía, de los reinos divididos y enfrentados a las modernas naciones. Este cambio supuso una nueva forma de vida apoyada por artesanos, comerciantes y pequeños burgueses alrededor de pueblos y ciudades más grandes. Paulatinamente se va generando conocimiento y con este la riqueza. Comienzan a levantarse las primeras universidades y el analfabetismo va disminuyendo, al menos entre la élite. Con esta riqueza se patrocinan obras de reconocidos pintores que ya trabajan no para monasterios sino para familias independientes. 

Si bien la vida se hace más profana a mediados del siglo XII eso no significa que se abandonen los temas religiosos. Por eso la pintura en la Edad Media de la primera época gira alrededor de los retablos con escenas de la pasión y la vida de Cristo. Estas tablas participan a partes iguales de las influencias de los iconos bizantinos como de los libros ilustrados. Se realizan en madera utilizando materiales nobles en los que no faltan el oro y las piedras preciosas con trazos firmes, colores brillantes y rasgos estilizados aunque progresivamente se va evolucionando hacia un sobrio realismo.  

Los pintores de la Edad Media

1.- Cimabue (1204-1302) es el primer gran nombre y tiene en su haber deliciosos  retablos de clara influencia oriental en los que se representan la crucifixión, la Virgen en majestad y otras escenas bíblicas con un trazo continuo que nos regala contornos perfectos. Son las figuras las protagonistas indiscutibles ya que no hay atisbo de perspectiva completándose los fondos con colores planos (especialmente el negro) o con rellenos geométricos tan del gusto del arte bizantino

Huida de Egipto de la Capilla Scrovegni Padua Giotto 

2.- Giotto (1267 —) nos deja para la posteridad una de las grandes obras que aglutina en sí todo lo mejor de las características del arte medieval: la Capilla de los Scrovegni de Padua. La pequeña estancia abovedada y levantada en ladrillo ha sido completamente pintada al fresco con escenas bíblicas y con personajes alegóricos que representan tanto a las virtudes como a los vicios. Cada uno de estos cuadros están perfectamente insertados en el conjunto y en sí representan una geometría perfecta con el nudo narrativo en el centro. El azul índigo brillante no tan oscuro y cercano al turquesa es el predominante. Sobre este tono van desfilando los personajes que son retratados de manera individual y realista creando contornos delimitados. La perspectiva se consigue con edificios o elementos de la naturaleza que arropan a los protagonistas. Los tejidos y los elementos son los de la época. El conjunto es de una sublime belleza. 

3.- Simone Martini (1284-1344) es otro de los grandes maestros italianos de la pintura de retablos. Sus delicados personajes están perfectamente diseñados sobre un plano vacío que se cubre con colores rotundos como el oro y el azul. 

Lorenzetti Ambrogio Alegoría del Buen y el Mal Gobierno 

4.- Conforme avanzamos hacia el Renacimiento y la recuperación de la cultura clásica enterrada durante la Edad Media, los temas religiosos se van aparcando en favor de los éticos. Ya no será la iglesia la depositaria única del conocimiento sino que una pujante y enriquecida burguesía va a ir imponiendo una nueva moral en la que lo bello, lo bueno y el orden se confabulan para alcanzar la felicidad. En esta cosmovisión hay que situar la gran obra realizada por Ambrogio Lorenzetti durante 1337 y 1339 para el Palacio Público de Siena Alegorías del Buen y el Mal Gobierno

 

Características del arte medieval con respecto a la arquitectura

 

A pesar de estos ejemplos escondidos en retablos o en bellos libros, si buscamos las grandes obras del arte medieval tenemos que remitirnos a la arquitectura. Es aquí donde encontramos todo el sentir de una época centrada en el poder de Dios, aterrorizada por las plagas, las hambrunas y los conflictos constantes. Decir arquitectura medieval es hablar de iglesias o de castillos, aunque son las primeras las que tienen más interés desde el punto de vista artístico. Habría que esperar a los siglos XIII e, incluso, XIV con los últimos coletazos de la época para encontrar edificios civiles de interés.  

El románico, la primera corriente arquitectónica de la Edad Media

Una vez ha colapsado Roma y la cultura clásica, la vida se concentra en pequeñas poblaciones en torno a la iglesia o los monasterios. Los recursos materiales son escasos así como los oficios que pudieran propiciar grandes y hermosas obras. No obstante, por todo el territorio europeo van proliferando edificaciones toscas, rotundas y sencillas que llevan en sí las mejores características de la arquitectura románica

Romnico 3 Pisa 

Se levantan iglesias con planta de cruz latina que terminan en un ábside semicircular donde se coloca el altar y en el suelo se guardan reliquias de santos. Para estas construcciones se utiliza la bóveda de crucería que es una evolución de la creada por la arquitectura romana, sostenida por potentes columnas que se cierran con gruesos muros que, además, son apoyados por contrafuertes en el exterior. La sencillez se ve compensada por la sobriedad extrema de unas obras cuyo único objetivo era ensalzar el poder de Dios.  

El gótico, el gran estilo del arte medieval  

De radical tenor son las construcciones religiosas que surgen a partir de mediados del siglo XII en las grandes ciudades de Europa. Las apabullantes características de la arquitectura gótica se explican, en parte por ese progreso material y por ese cambio político que va desde los señores feudales campesinos hacia una monarquía poderosa con una corte cada vez más culta. El avance del conocimiento que abre las universidades (geometría, matemática, geografía, filosofía…) se concentran en las grandes catedrales europeas. Porque decir gótico es decir Europa y decir catedral. 

Doumo de Milán 

El nacionalismo se simboliza en estos enormes edificios que sobresalen por encima de la cota de los tejados de las ciudades más importantes y que obligan a los fieles a mirar hacia arriba. Así se manifiesta un doble poder: el de Dios y el de vanidad de los hombres. Estas obras son posibles gracias a un nuevo avance de ingeniería. Se trata de una bóveda más elaborada en la que confluyen dos de crucería. El punto central o clave se concentra el peso que se distribuye armónicamente entre altas columnas. Los contrafuertes se sustituyen por arbotantes más ligeros y las catedrales además se elevan con elementos adicionales en forma de campanarios, cúspides y pináculos. Estos se decoran profusamente con esculturas en piedras haciendo referencia a elementos simbólicos y/o pertenecientes a la tradición bíblica. 

Aunque nos encontramos catedrales góticas en planta de cruz latina, las que responden a las características del arte medieval están conformadas por una sucesión de naves (cada una con sus correspondientes hileras de bóvedas). Las paredes, al distribuirse el peso entre los distintos elementos, pueden aligerarse y se decoran con hermosas vidrieras y rosetones multicolores que aportan un plus de misterio a estos espacios. Las distintas naves se recubren de capillas de las familias poderosas de la época y, a su vez, se decoran con esculturas o retablos de los mejores artistas. Un tanto de lo mismo sucede con las fachadas que se completan con esculturas (como el Doumo de Milán), gárgolas o adornos de tipo vegetal siguiendo el esquema ojival. 

Las catedrales góticas son el epítome de las más sublimes características del arte medieval y los ejemplos más hermosos se encuentran repartidos por todas Europa: Amiens, París, Colonia, Burgos, la mencionada de Milán o Toledo (por poner un puñado de ejemplos) nos sorprenden con estas maravillosas obras.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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