El arte bizantino se desarrolla en Bizancio (Constantinopla) a partir del reinado del Emperador Teodosio (347-395). Perdura hasta bien entrado el siglo VII. Con este monarca, nacido en Hispania y muerto en Milán, el Cristianismo pasa a ser la religión oficial del Imperio Romano, atrincherado durante siglos en la zona oriental de Mar Mediterráneo. El estilo, el mismo que se refleja en bellas iglesias y suntuosos libros, abre la puerta a lo que sería la Edad Media en Europa. Al término del periodo en el que se desarrollan las características del arte bizantino se deja atrás definitivamente todos los fastos del Imperio Romano.
El sistema económico y social que hay detrás de las características del arte bizantino
1.- A la hora de estudiar cualquier movimiento artístico de cualquier época no podemos dejar de lado los condicionantes históricos que lo sustentaron. El arte bizantino (el de Bizancio y los últimos reductos del Imperio Romano) surge en una sociedad en decadencia en lo que respecta a lo militar, económico y social. Atrincherados en la zona europea de la actual Estambul, los dioses paganos fueron sustituidos por el Cristianismo que se hizo oficial tras las persecuciones de los siglos anteriores. Por tanto, el discurso narrativo que anima esta forma de arte ya nada tiene que ver con los cultos a los héroes o los símbolos mitológicos.
2.- La nueva era supuso un cambio radical en la forma de vida y no solo por el desarrollo del Cristianismo sino porque se apoderó una terrible decadencia económica. Los caminos que las milicias romanas habían levantado para ir conquistando más y más territorios fueron abandonados. Y con ellos no solo se produjo un empobrecimiento de los recursos económicos sino también de las ideas. Tanto fue así que el saber quedó recluido entre los muros de los monasterios. Si bien los libros medievales recogieron todo el conocimiento de la civilización clásica fue tan poco lo que se innovó que apenas puede decirse que hubo avance. Incluso los bellos ejemplares minados (de los que hay ejemplos sublimes del arte bizantino) eran meras copias de otros anteriores. Eso sucedió, por poner un caso, con los maravillosos Beatos desperdigados por lo que hoy es España o los Libros de Horas del Norte de Europa que se crearon justo antes del nacimiento de la Imprenta.
3.- Esto es, hasta esos hitos: la imprenta de Gutenberg y las grandes misiones exploratorias que culminó con el descubrimiento de América a ojos europeos (y estamos hablando del siglo XV), el saber quedó recluido entre los muros de iglesias, monasterios, conventos y abadías. Para la época en la que se desarrolló el arte bizantino hacía mucho tiempo que no se hacían representaciones teatrales, por poner un caso, o había ardido el último reducto del saber de la Antigüedad, la Biblioteca de Alejandría, por poner otro.
4.- Este empobrecimiento cultural solo puede trasladarse en un retroceso social. Las guerras no se habían aparcado. Todo lo contrario. La diferencia era que ahora estallaban entre enemigos vecinos, pero no por ello menos crueles. El comercio perdió el empuje de la Antigüedad y los reinos de Europa comienzan a atrincherarse dentro de lindes muy manejables. Todo ello perduró hasta bien entrado el siglo XIV, como nos ha llegado a través de los principales autores de la Edad Media.
Características del arte bizantino generales
1.- Este mundo decadente no invitaba a levantar grandes construcciones (como las de la arquitectura egipcia o del arte griego) y la creatividad se refugió en lo pequeño. Una de las contribuciones más subyugadoras de la época lo constituyen los libros, como he anotado. Los ejemplares a disposición de eruditos o meros lectores eran mínimos. Y eso sin contar que incluso la casta guerrera o aristocrática era, a veces, analfabeta. El conocimiento se quedó encerrado en los monasterios donde se copiaba pacientemente los escritos del Nuevo Testamento, los Hechos de los Apóstoles o los retazos que llegaban del conocimiento romano o de la literatura griega. Era una tarea laboriosa y muy cara para los parámetros de la época. Los ejemplares se prestaban con celo para ser copiados y así evitar (con este método) la pérdida de ese saber (el que fuera) para siempre. Algunas de estas obras (las de carácter religioso o de más importancia) se iluminaban bellamente con materiales preciosos que incluían oro, plata, lapislázuli o la codiciada chinchilla.
2.- Pero estos libros (que hoy están en museos fuertemente custodiados) a pocos llegaban. Por eso, muy pronto se vio la necesidad de sacar este conocimiento a la calle, a los lugares de reunión o de culto. El arte paleocristiano de las primitivas basílicas fue transformándose progresivamente para crear bellos templos en los que, mediante un fuerte simbolismo, se pudiera crear un relato comprensible para todos los estratos sociales. Surgen así edificios que están impregnados de la estética oriental en algunos de sus aspectos y que retoma toda la tradición artesana de la Antigüedad (columnas, arcos, mosaicos…)
3.- Estas obras se van levantando (muy de tarde en tarde) en todo lo que supone el Mediterráneo Oriental hasta llegar a Turquía. Algunas (la gran mayoría) han sufrido tal modificación en época posterior que apenas se perciben las características del arte bizantino principales. Sin embargo, una de ellas ha logrado salir victoriosa de todas las brumas del tiempo: La Iglesia de San Vital de Rávena, en Italia
La Iglesia de San Vitale en Rávena, donde se condensan todas las características del arte bizantino
1.- Rávena sustituye a Roma a partir del 404 como capital del Imperio de Occidente. Como eje administrativo se levantaron edificios de todo tipo. De finales del siglo VI (aunque su construcción duró décadas) es la Iglesia de San Vitale, hoy declarada Patrimonio de la Humanidad.
2.- El exterior luce el color rojo típico de la Toscana. Para los planos se utilizaron todos los avances desde el arte etrusco (el arco de medio punto o la bóveda de cañón) hasta de las arquitectura romana (la cual desarrolló cúpulas similares a la de esta iglesia) pasando por las columnas del orden griego. El edificio es octogonal y se levantó sobre un ingenioso sistema de arcos que aportan una luz especial. El interior al completo está decorado con mármoles y mosaicos.
3.- La luz entra por las ventanas, recurso que se irá afianzando conforme nos vayamos adentrando en la Edad Media. Estas tienen losas de alabastro. Toda la iglesia está adornada con mosaicos multicolores en los que se han utilizado piedras semipreciosas, mármol y oro. Las imágenes están desarrolladas de forma plana pero con un contenido visual y simbólico muy potente en torno a las bases del Cristianismo.
4.- La cúpula está presidida por la imagen del Cristo Redentor sentado sobra una bola que simboliza el cosmos. Sostiene un Evangelio, la nueva Ley, y de aquí surgen los cuatro ríos del Paraíso (iconografía que luego recogería el arte medieval andalusí en sus fuentes).
5.- Justiniano reinó del 527 al 565 d.C. y en ningún momento abandonó la sede de Bizancio adelantando una tendencia que sería común en la Edad Media. Sin embargo, como tenía que hacer llegar su imagen al último confín del Imperio eligió esta iglesia para hacer levantar un relato de su persona y de lo que significaba para el poder social del momento. Tanto él como su esposa Teodora están retratados en las paredes sirviéndose de pequeñas teselas que conforman un mosaico multicolor y fascinante. En estas representaciones todos los protagonistas aparecen tanto con sus rasgos físicos como con los ropajes de la época y los elementos que llevan o portan tienen un caractér simbólico. Lo mismo ocurre con el lugar que ocupan en cada grupo de imágenes.
6.- Entre columnas bellamente trazadas, que nos adelantan el arte islámico y que se hunde en el oriental, aparece el Emperador Justiniano revestido con su manto púrpura (un color muy costoso y difícil de hacer), calzado con sandalias rojas sosteniendo el pan de la Eucaristía. Alrededor se disponen los dignatarios de blanco y púrpura. Los escudos de la guardia hacen valer (en griego) el monograma de Cristo. La emperatriz aparece enjoyada con largas cuentas de perlas.
Toda esta iconografía que representan las características del arte bizantino estaba dirigido a hacer llegar (mediante un mensaje de gran belleza visual y fuerza expresiva) el código moral que sustentaba el Imperio. Nada hay al azar y cada color o posición dentro de la imagen tiene un significado. No olvidemos que todo ello estaba dirigido a un pueblo aislado que (por razones de logística) quedaba lejos del centro de poder. Y este ya estaba mermado y empobrecido con respecto a los grandes siglos de la cultura clásica.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla