Gracias a estas obras un hidalgo de La Mancha salió en post de gloria personal e individual junto a un escudero anclado en la realidad de la tierra y sus aventuras se convirtieron en la mejor novela de la historia. En la literatura castellana, salvando algunas obras puntuales, fueron las primeras obras creadas con una intención claramente de entretenimiento. Y aquí quizás resida una de las características de las novelas de caballerías principales: que abandona toda finalidad moralizante alejándose de los grandes temas de la literatura medieval. Eso no quita para que el idealismo y el afán de perfeccionamiento de los héroes caballerescos sirvieran de abono en el proceso de superación de conocidos místicos como pudiera ser Santa Teresa de Jesús o San Ignacio de Loyala. La Doctora de la Iglesia confiesa que, en su juventud, fue ávida lectora de estas historias. Y críticos de la literatura hay quienes ven en esos ideales de superación un sustrato de las experiencias místicas que llegarían después. Sea como fuere, el tono moralizante de un don Juan Manuel, para poner un ejemplo, queda atrás y la cosmovisión que se nos presenta es totalmente distinta.
La sociedad castellana en el siglo XV y las novelas de caballería
Las novelas de caballería comenzaron a hacerse populares en el siglo XV, justo cuando la imprenta inicia su andadura para dejar atrás definitivamente los libros medievales que solo estaban al alcance de muy pocos. Ese punto quizás también contribuyera a su éxito y propagación. Sea como fuere, la sociedad castellana del siglo XV estaba aparcando todos los parámetros brutales de la Edad Media. La nobleza olvidaba su rudeza y se hacía cortesana a la misma velocidad que aumentaban las intrigas palaciegas y las peleas entre reinos. La monarquía perdía su papel y, paralelamente en una contradicción casi, surgían voces que abogaban por el centralismo. El avance hacia los últimos reductos de los reinos musulmanes quedó paralizado hasta el último embate de los Reyes Católicos en 1492.
Mientras tanto, la misma nobleza que renegaba de la autoridad real se congregaba en castillos y palacios para disfrutar de grandes banquetes, justas poéticas y torneos donde se demostraba habilidad y fuerza con más espíritu deportivo que guerrero. El recogimiento religioso medieval queda, paulatinamente, apartado mientras se va descubriendo el mundo pagano de la literatura griega y latina que comenzaba a traducirse en castellano y a editarse en las incipientes imprentas. Las universidades comenzaban a plantar sus cátedras y aulas por todo el territorio español (la primera fue la de Salamanca en el siglo XIII) y la burguesía se hacía culta y letrada. Todo ello era caldo de cultivo propicio para una nueva forma de hacer literatura que dejaba a un lado la realidad más cruda resbalándose por la fantasía para solaz de lectores individuales.
10 Características de las novelas de caballería
1.- Surgen en el siglo XV en un ambiente cortesano
Como ya he anotado, es una literatura producto de su tiempo como lo fueron los cantares de gesta mantenidos por el mester de juglaría siglos atrás. La cosmovisión medieval iba progresivamente abandonándose y lentamente España se introducía en el Renacimiento literario con todo lo que ella implica. La imprenta hace factible un mayor número de libros. A la par que va aumentando el público alfabetizado con el auge económico burgués y la implantación de las universidades se ponen los cimientos para los descubrimientos, la incipiente ciencia, los ingenios mecánicos, la mejora de las comunicaciones, el poder centralizado… En esta situación la nobleza se vuelve más ociosa dejando la rudeza de los siglos atrás. Gusta de las fiestas palaciegas, de los modales de las justas caballerescas, de la prueba en los torneos… En este ambiente nacen las novelas de caballerías que exaltan otro ideales distintos a los de antaño.
2.- Una de las características de las novelas de caballería es el ensalzamiento del amor
Excepto en la poesía trovaderesca, el amor como idealización no había tenido cabida en la literatura en castellano. Los autores de la Edad Media (a excepción si acaso del Arcipreste de Hita y su obra tiene otro cariz) siempre escribían con fines moralizantes, edificantes, educativos… Sin embargo, las novelas de caballerías ensalzan el amor incondicional de un caballero hacia su dama a la cual entrega el fruto de todas sus conquistas.
3.- El héroe caballeresco busca la gloria individual
Los ejemplos de cantares de gesta que nos han llegado nos muestran a héroes con espíritu de soldado, con cosmovisión militar. Cualquier hazaña tenía una finalidad colectiva ya fuera patria (o terruño) o religión (la toma de territorios para la causa cristiana por poner otro caso). Eran combatientes abnegados que actuaban movidos por un honor heredado y por un deber leal a cualquier causa en la que ponían sus vidas. Sin embargo, los protagonistas de las novelas de caballerías viajan y llevan sus aventuras en solitario en busca de causas etéreas (aunque sean llevados por el afán de hacer el bien) y con un espíritu egocéntrico que adelanta los fundamentos del Renacimiento. Las peleas que libraban eran para su gloria personal y no como parte de un ejército con una causa común.
4.- Otra de las características de las novelas de caballería es la fantasía
Si algo caracteriza a la literatura española de todos los tiempos es su fuerte arraigo en el realismo. Tanto es así que cuesta encontrar obras en las que la fantasía sea una norma y uno de sus fundamentos. La excepción es la novela de caballerías donde los héroes se topan con monstruos inverosímiles, magos con poderes, animales fantásticos y toda suerte de seres imaginarios que acompañan (algunas veces para mal y otras para bien) al caballero en sus andanzas.
5.- La topografía presentada es difusa y etérea
En la misma línea con lo expuesto anteriormente, otra de las características de las novelas de caballerías es que no se reconocen como reales la toponimia presentadas en las obras. Amadís de Gaula, por poner un ejemplo de una de las mejores, viaja por toda Europa pero son lugares irreales, etéreos, irreconocibles con paisajes que difícilmente puedan encontrarse en un tour turístico contemporáneo. Los castillos están encantados. Los fantasmas y las criaturas del otro mundo conviven en armonía con personajes caracterizados con mayor realidad.
6.- Las novelas de caballería se convirtieron en manuales del perfecto cortesano
Porque los héroes de estas obras representaban los ideales y virtudes de los perfectos caballeros sin tacha y mácula alguna. Son personajes esforzados con modales exquisitos que no pierden la compostura en ningún momento aunque estén siendo devorados por un dragón de tres cabezas. A la par, hacen gala (y luchan por ello) de grandes ideales y una buena dosis de ánimo que lo convierten en dechados de virtudes. Inasequibles al desaliento y en ayuda a los menesterosos, su lema es la lucha por la justicia. El ideal caballeresco, por tanto, de los libros se pretendía imitar entre un público cortesano cada vez más instruido que ya rechaza la rudeza en el trato, los modales y las relaciones sociales.
7.- Los orígenes de las novelas de caballería son franceses
Aunque de España salieron grandes ciclos que luego se vertieron a otras lenguas romances, los orígenes se encuentran en los héroes épicos franceses. En estos poemas se encuentran personajes alejados de las características de los cantares de gesta principales. Si los castellanos pedían verosimilitud como si se tratara de las noticias de la prensa y los héroes se presentaban con toda su crudeza, en los galos todo estos caracteres estaban más endulzados. Además, en los poemas épicos castellanos no se hubiera permitido la fantasía de castillos encantados y criaturas extrañas que ayudaban a los caballeros galos en los momentos de apuros. En los españoles se exigía a los héroes un arrojo y valentía fuera de lo humano. Todo esto se trastoca con las novelas de caballerías que presentan un mundo totalmente distinto.
8.- La mejor novela de caballería en castellano es el Amadís de Gaula
Y tanto fue así que merece estudio individual ya que el héroe constituye un ciclo aparte y tanto fue su éxito que se contaron 50 ediciones en apenas unas cuantas décadas. El público estaba tan ansioso por conocer más aventuras que incluso el Amadís original fue resucitado después de haber sido asesinado. Las sagas en las que seguían las aventuras de su hijo o su nieto eran esperadas por los lectores ávidos de estos héroes inmaculados e irreales que dedicaban su vida al amor de una dama y a luchar por la justicia de manera abstracta.
9.- Otra de las características de las novelas de caballería es su independencia de las historias de aventuras: el caso del Tirant lo Blanc
Este mundo de magia y de paisajes de brumas donde aparecen seres fantasiosos no tenían nada que ver con las novelas de aventuras con una meta concreta. Los caballeros andantes vagaban sin rumbo buscando deshacer cualquier entuerto (como aspiraba el antihéroe Don Quijote) que les saliera al paso. Sin embargo, el Tirant lo Blanc (escrito en catalán) es un obra que se sale del género al presentar a un militar que lucha contra los turcos y vence gracias a su ingenio, inteligencia y astucia. A pesar de que los lectores cultivados se rindieron a la gran belleza literaria de la obra, esta no tuvo el éxito de otras novelas de caballerías más imaginativas. Tanto es así que en el escrutinio de la biblioteca quijotesca, esta se salva porque poco había podido contribuir a la perdida de la razón del héroe.
“Aquí comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con otras cosas de que todos los demás libros deste género carecen”.
10.- Las sagas de las novelas de caballería es otra de sus características
Las historias son larguísimas y no acaban nunca. Son auténticas series de aventuras sobre el mismo tema en los que los personajes no envejecen y se muestran inasequibles al desaliento. El público esperaba con ansiedad más y más historias tanto de los protagonistas como de sus hijos y sus nietos. El entretenimiento estaba servido porque, entre combate y combate, se intercalaban otra historias de corte amoroso que hacían las delicias de los lectores.
Todas estas características de las novelas de caballería propiciaron que fueran las favoritas de un público lector cada vez más amplio que buscaba aventuras e ideales a la par que se evadían de la realidad. Fueron tan populares que las grandes aventuras, de una manera u otra, eran conocidas por todos.
Por Candela Vizcaíno | Doctora por la Universidad de Sevilla