Don Juan Manuel | biografía y obras más allá de El Conde Lucanor

Don Juan Manuel

Don Juan Manuel

Candela Vizcaíno

 

Es Don Juan Manuel, Príncipe de Villena, nieto del rey Fernando I el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio, el más importante prosista de la literatura medieval en castellano. Hombre acaudalado, con poder político o social y cultivado en extremo, levantó conscientemente una obra literaria y divulgativa que aún perdura siglos después. Don Juan Manuel ya no representa a esa aristocracia tan ruda que apenas podía poner una letra tras otra y que contribuyó a que la cultura se quedará enclaustrada entre los muros de los monasterios. Él es cultivado, instruido y, además, con consciencia sobre su labor en post de una lengua, el castellano, que comenzaba a afianzarse de forma literaria. 

Biografía de Don Juan Manuel, el autor de El Conde Lucanor o Libro de Patronio  

Al contrario de lo que sucede con los otros dos grandes autores conocidos de la literatura medieval en castellano (Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita) del infante sí conocemos detalles y pormenores de su biografía. Nació en Escalona en 1282 en el seno de la alta aristocracia, nieto (Fernando I el Santo) y sobrino de reyes (Alfonso X el Sabio), tuvo una educación esmerada a todos los niveles. No solo conocía la filosofía, la historia o el latín sino que también fue instruido para puestos políticos de primer nivel. Todo ello se transparenta en su obra, la cual más de un crítico la considera como uno de los sustratos influyentes de El Príncipe de Maquiavelo. 

Hombre de profundas convicciones religiosas luchó activamente en guerras contra musulmanes y cristianos. Este hecho haría mella en su espíritu en forma de un sincero arrepentimiento (al haber contribuido al derramamiento de sangre que formaba parte del día a día de la Edad Media). Al título de Príncipe de Villena, se le suma el de Adelantado del Reino de Murcia, señor de Alarcón, Elche, Escalona, Peñafiel entre otros. Fue por su situación política, cultural y riquezas materiales uno de los más poderosos de su época. Se casó tres veces y tuvo siete hijos (dos de ellos fuera del matrimonio) que llevaron el apellido Manuel de Villena por las cortes del sur europeo al vincularse con otras casas reales o miembros de la más alta y rica aristocracia.  

Fundó el Monasterio de Peñafiel con frailes predicadores, algo normal entre la élite noble de la época, donde se retiró cuando le empezaron a fallar las fuerzas para la guerra o la política. Fue aquí donde, probablemente, escribió su obra cumbre El Conde Lucanor o Libro de Patronio. No se sabe con exactitud la fecha de su muerte que se considera entre 1348 y 1349 en Córdoba. Esto es, llegó a cumplir los ochenta años, algo también insólito en la época. Sus restos reposan en el citado monasterio.  

Obras de Don Juan Manuel en prosa y en verso

Don Juan Manuel fue uno de los primeros autores de la Edad Media en castellano que tuvo celo por conservar su obra intacta con un afán que podríamos calificar filológico. Con él, además, se dinamitan las diferencias entre el mester de juglaría y el mester de clerecía que había copado las letras desde, prácticamente, el siglo VIII, cuando el castellano había evolucionado tanto desde el latín que ya es una lengua distinta. Aunque escribió algunas cantigas en verso, la mayoría de su producción literaria es en prosa con un estilo limpio, pulido y cuidando cada detalle. Críticos hay que indican que esto fue de tal manera que la autoestima de Don Juan Manuel lo convenció de que sus textos sobrepasarían las brumas del tiempo. En un época de artistas anónimos, de nuestro autor nos han llegado 11 títulos. Aparte de El Conde Lucanor o Libro de Patronio escribió:  

1.- Libro de los Cantares o de las Cantigas que no ha llegado hasta nosotros porque los códices originales que con tanto celo dejó (para que no hubiera ninguna duda de la redacción) en el Monasterio de Peñafiel se perdió en un incendio. 

2.- El Libro de la Caza, considerado una obra menor. 

3.- La Crónica Abreviada, realizada a modo de resumen de la Crónica de su tío Alfonso X el Sabio. 

4.- El Libro de los castigos o consejos que hizo don Johan Manuel para su fijo. Se conoce también con un título más coro: Libro Indefinido. Está compuesto por una serie de cartas donde van dando pautas de comportamiento para todo tipo de circunstancias,  especialmente para la práctica política. 

5.- El Libro de las Armas es una obra autobiográfica de carácter laudatoria donde se van exponiendo todas la virtudes de un clan familiar cuyo árbol genealógico luce varios reyes y gran parte de la aristocracia del siglo XIV. Esta exposición se realiza explicando los distintos elementos que aparecen en los escudos familiares. 

6.- Tractado con temática religiosa centrado en el dogma de María. 

7.- Crónica cumplida, cuya atribución aún no está aceptada. 

8.- De las reglas de como se debe trovar que también se ha perdido. 

9.- Libro del Caballero et del Escudero. Es un tratado sobre la caballería entendida con espíritu guerrero pero también político y religioso. Está escrita a la manera de El Conde Lucanor en el que el protagonista es un anciano sabio ya retirado que da consejos morales y didácticos a un joven escudero. 

10.- Libro de los Estados deja a un lado el didactismo para adentrarse de lleno en la literatura, en la ficción, sin perder ese carácter. En él se narra los avatares de un maestro (de nombre Turín) que debe ocultar la muerte a un príncipe. Como esto es harto difícil y el pupilo, de forma brutal, es consciente de este final, el anciano, junto con un sabio cristiano, lo adentran en los misterios cristianos del más allá.  

 

El Conde Lucanor o Libro de Patronio, la obra cumbre de Don Juan Manuel 

Forma parte del canon actual y no hay visos de que vaya a desaparecer. Está compuesta por cincuenta cuentos cortos distintos y sin conexión temática entre sí más allá de una estructura formal (en el plano lingüístico) determinada y fija. En ellos aparecen fábulas, moralejas, ejemplos… y todo está encaminado a dar una lección o enseñanza al Conde Lucanor que siempre pregunta por una problemática y este responde con una narración a modo de ilustración del asunto a tratar.  

Los hipotextos tienen origen diverso. Se han encontrado fuentes francesas, orientales, de Esopo…Todos ellos han sido seleccionados cuidadosamente para dar un ejemplo que sirva para la vida cotidiana, especialmente para los poderosos o con cargos políticos. En ellos no hay nada que se salga de la austeridad castellana siempre en lucha constante con los peligros de los instintos carnales y los pecados. 

Es una obra que no se queda aquí, quieta en el tiempo, ya que varios de sus personajes o tramas se encuentran en obras posteriores de literaturas diversas. Calderón, por poner un par de nombres de las letras españolas, recoge uno de estos apólogos para La vida es sueño. Mientras que Cervantes se vale para El retablo de las maravillas el engaño sufrido por el rey por parte de los burgueses. Shakespeare se basa en otro para La fierecilla domada

Estilo de la obra de Juan Manuel, el autor de los relatos El Conde Lucanor o Libro de Patronio 

Resumiendo mucho, el carácter de este corpus literario se puede sintetizar en lo siguiente:  

1.- Es un autor preocupado por el legado de su obra y no solo por la conservación (cuando los libros medievales no solo eran difíciles de realizar) sino también por dejar una versión filológicamente limpia y pulida. Por eso donó códices de su puño y letra  al Monasterio de Peñafiel, aunque el destino lo trató mal al incendiar esta biblioteca. Los textos escritos que se conservan de su obra se deben, por tanto, a copistas posteriores que, en algún caso, no pusieron tanto celo en la reproducción como nuestro autor.  

“Que si fallaran algunas palabras mal puesta, que non pongan la culpa a él fasta que vean el libro mismo que don Johan hizo, que es enmendado en muchos logares de su letra”.  

2.- Relacionado con lo anterior, Don Juan Manuel sometió toda su obra a ediciones intensas en un afán por un perfeccionamiento imposible en literatura. Sabedor de la importancia de las palabras y de utilizar el castellano para hacerse entender, escoge minuciosa y cuidadosamente cada vocablo. Las frases son limpias, sin adornos, sin concesión a los tropos. En este orden de cosas, es consciente de que el castellano, a veces, se mezcla con el latín y su afán era diferenciar ambas lenguas. 

3.- Aunque realizó literatura, la finalidad de su obra era moral o didáctica. Si utilizó fábulas, cuentos o ejemplos fue para hacerla más amena y acorde a los gustos de un público más amplio. 

4.- Algún crítico ha expuesto que la alta autoestima que se tenía Don Juan Manuel lo aleja del principio de autoridad que es una de las principales características de la literatura medieval. En ningún momento reconoce fuentes o hipotextos. Los libros aparecen como si no hubiera habido nada en literatura antes que él. 

5.- Sin embargo, no ha podido confundir a los investigadores que han llegado después. Hay críticos que ven influencia oriental y no solo de la cultura árabe (con una población amplia que aún vivía en la Península Ibérica) sino que estos llegan de más lejos, de Japón incluso. Con toda probabilidad, estos relatos desembarcaron en España a través de la labor de copia y traducción de la Escuela de Toledo. Así, en su obra se encuentra sustrato del Calila e Dimna,  o del   Barlaam y Josafat… Anotamos que el hecho de estructurar sus libros mediante pequeñas historias distintas con un nexo en común pertenece a la tradición árabe, un aspecto que llega, incluso, a Las mil y una noches 

6.- Las frases son sencillas sin subordinaciones más de ese “et” (y) que se repite tan constantemente aportando un ritmo especial a una prosa fresca, ligera y pulida al máximo. 

Don Juan Manuel, el autor de uno de los clásicos de la literatura de la Edad Media, El Conde Lucanor o Libro de Patronio, es, en definitiva, uno de los escritores más complejos y, a la par, consciente de su labor. Atrás queda el entretenimiento de los cantares de gesta e, incluso, la sobria religiosidad del mester de clerecía. Él es el primer autor en prosa castellana. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora por la Universidad de Sevilla

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