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El Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita | análisis crítico y literario

El Libro de Buen Amor

El Libro de Buen Amor

Candela Vizcaíno

Escrito a principios del siglo XIV, El Libro de Buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita es una de las primeras obras fundamentales de la literatura en castellano.  

 

De su importancia da cuenta el hecho de que nos haya llegado tres manuscritos distintos cuando en la época solo se ponía blanco sobre negro textos religiosos, filosóficos, didácticos o considerados imprescindibles. Desgraciadamente, la creación artística no entraba en esta categoría. Por eso, se ha perdido la mayoría de las obras y son habas contadas los títulos que han llegado hasta nosotros: El Cantar del Mío Cid, cenit de los cantares de gesta, los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo, ejemplo de mester de clerecía, El Conde Lucanor de Don Juan Manuel, un puñado de jarchas o la recopilación de cantigas realizadas por el rey Alfonso X el Sabio. Todo lo demás es oscuridad. Sin embargo, la luz es posible con el Libro de Buen Amor  de Juan Ruiz Arcipreste de Hita. De él nos han llegado tres códices manuscritos distintos. El más completo es el denominado de Salamanca. Tenemos también el de Gayoso y el de Toledo que solo recogen parte de la obra. Son suficientes para apreciarla en toda su belleza y contradicción. 

¿Quién fue el autor de El Libro de Buen Amor? Acercamiento a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita 

Si pocas obras no han llegado de la época, menos son los nombres que han perdurado. Los autores de la literatura medieval se escudaban en el anonimato, simplemente movidos por un deseo de dejar el ego a un lado. Tanto el trabajo de creación como el de compilación, traducción o copia se hacía de manera anónima. Sin embargo, el autor de El Libro de Buen Amor, nos deja su nombre, unas cuantas líneas sobre su vida e, incluso, una burda descripción que a buena parte de la crítica se le antoja jocosa. Quizás fuera consciente de su talento y no quiso dejar a las brumas del tiempo una obra tan original y única como fue en la época (y lo sigue siendo). 

Hay unanimidad en situar la fecha de nacimiento de Juan Ruiz a finales del siglo XIII y dejó este mundo antes de 1351 ya que la archidiócesis de Hita estaba ocupada por otro clérigo en esa fecha. Según sus palabras, era natural de Alcalá de Henares y, con toda probabilidad cursó estudios en Toledo, donde estuvo bajo las órdenes del Cardenal Gil de Albornoz. Según se desprende de la copia conservada en Salamanca, Juan Ruiz sufrió cárcel, aunque la crítica no se ha puesto de acuerdo en la naturaleza de la misma. Si fue presidio físico o convencional o un exilio forzado, no lo podemos saber con los datos actuales.  

Hombre culto, viajó a Roma y a Aviñón junto con el citado cardenal Gil de Albornoz. Para los parámetros de la época puede catalogarse, incluso, de cosmopolita. En El Libro de Buen Amor reconoció parte de su carácter, el mismo que se regocijaba con la cultura popular, con los poemas del mester de juglaría, con la vida de la calle o las tabernas… Y también nos dice que él mismo compuso obras de esta índole, tantas que podían llenarse diez pliegos. De ellas nada nos ha llegado.  

Características generales de El Libro de Buen Amor 

Sea como fuere, solo nos ha sido legado este gran ejemplo de la literatura en castellano escrito de manera autobiográfica. En él se recogen una serie de narraciones en verso que nos van mostrando el mal amor mundano frente al buen amor divino. Al menos, en principio, porque la obra, como anoto más adelante, es contradictoria. Estas aventuras en las que el autor es el protagonista están encaminadas siempre a la conquista de alguna dama con la ayuda de una vieja alcahueta de nombre Trotaconventos, en la base de La Celestina. Todas estas andanzas terminan mal para el protagonista que no logra su objetivo las más de las veces. Cuando lo consigue la historia termina en tragedia y muerte de los protagonistas. Dicho así pudiera parecer una obra moralista y didáctica al estilo de los ejemplos medievales pero El Libro de Buen Amor está plagado de un humor pícaro, de una sutileza erótica y de una sensualidad que, a veces, roza lo pornográfico. Esto es, se sale de los parámetros y dictados impuestos por el  mester de clerecía

Entre estas aventuras nos encontramos coplillas, cantares o loores a la Virgen María la cual es reverenciada como la figura de amor supremo. Por si fuera poco todo esto, El Libro de Buen Amor, no sigue los dictados puros de la cuaderna vía. Aunque la gran mayoría de sus versos son alejandrinos, también nos encontramos con ejemplos de dieciséis sílabas divididos en un hemistiquio central de 8 + 8. No son errores del copista o del creador. Estos se utilizan para organizar varias voces o narrativas. Nos adentramos, así,  en una suerte de pre-teatro en el que cada uno de los protagonistas hace valer sus razones y estas se diferencian de forma estilística incluso.  La obra, además, es tan heterodoxa tanto en su concepción, temática o lingüística que sigue dando alegrías a los investigadores bien entrado el siglo XXI.  

Características general de El Libro de Buen Amor

1.- La temática y la intencionalidad 

La temática, como se ha anotado anteriormente, versa en la contraposición del buen amor (divino) al mal amor (profano, lujurioso o pasional). A pesar de que esta es la intención del autor (y así lo expresa), nos damos de bruces con una realidad literaria bien distinta. Y sucede esto porque la obra es irónica, de una suspicaz picardía, de una descripción detallada y certera de actos, tipos psicológicos o físicos que se hace difícil aceptar que ese conocimiento fuera meramente teórico por parte de su autor. Aunque así fuera, la narración no es expresamente didáctica (aunque se manifieste ese acierto en dar calabazas siempre al autor) y, a veces, se entretiene en un juego sutil (o no tanto) que pone de manifiesto la intención de su creador por la diversión y el disfrute de lo allí narrado. 

Por si esto no fuera suficiente, El Libro de Buen Amor tiene pasajes claramente críticos con algunas costumbres de su época. Es irónico con la élite eclesiástica tan dada a la hipocresía, a la par que se transparenta una no oculta misogenia (un mal que se ha extendido por siglos). En ella se mezclan cantos de arrobo místico dirigidos a la Virgen María con coplas populares subidas de tono, a la par que se describen de forma obscena a veces todos los pormenores de una pasión que se queda siempre en lo meramente carnal. Por eso, los estudiosos se dividen (en bandos enfrentados casi) entre los que opinan que Juan Ruiz se entretiene y solaza con la sensualidad y las pasiones de la carne contra los que lo tachan de moralista. Con certeza no es ni una cosa ni la otra. Es una obra compleja, heterodoxa y contradictoria. Y aquí reside parte de su grandeza.  

2.- En El Libro de Buen Amor se dinamitan las distinciones entre mester de clerecía y mester de juglaría 

Durante toda la Edad Media ambos menesteres estaban divididos. El mester de juglaría entretenía al pueblo con sus cantares de gesta a través de los sencillos romances. Por su parte, el de clerecía, utilizando la cuaderna vía, creaba una literatura culta alrededor de asuntos religiosos. Ni que decir tiene que las diferencias entre el mester de juglaría y el mester de clerecía no acaban aquí, pero sí había como una línea roja entre lo popular y lo culto que no se traspasaba. Sin embargo, el Arcipreste de Hita también se atreve con esto y, a pesar de que pertenece al mester de clerecía por estilo, uso de los metros y cultura, hace una obra del gusto del de juglaría, del pueblo, de las gentes de la calle con quien, al parecer, gustaba de mezclarse. 

Todo eso, hace aún más rica la obra, escrita, como he anotado, en una cuaderna vía que ya no es pura porque utiliza versos de dieciséis sílabas pero cuyos temas están muy lejos de los tratados en la literatura medieval culta. Tampoco está muy claro que la intencionalidad del autor fuera dejar su creación para su lectura privada (más o menos, que los libros eran bienes escasos). Y más bien entendemos que su intención era que fuera cantada por los juglares y que sirviera de diversión (o advertencia) a las gentes sencillas e incultas de la época.  

3.- El Libro de Buen Amor es una mezcla de estilos y fuentes 

No hay nada ortodoxo en la obra ya que todo en ella es una amalgama de estilos, narraciones y metros. Sin embargo, el conjunto rezuma unidad y armonía más allá de ese autor autobiográfico que va desgranando sus hazañas. En ella se combinan la ironía o la picardía más mundana con bellos poemas a la Virgen mientras su autor se entretiene en poner en evidencia todos los males de la época. Por El Libro de Buen Amor, en una suerte de Comedia Humana, aparecen todos los tipos de la sociedad medieval, desde la señora rica y estirada hasta la serrana hombruna e inculta. 

Otro aspecto que hace las delicias de los investigadores es el asunto de las fuentes. Una de las características de la literatura medieval es que no es original tal como lo entendemos hoy en día. Todos los textos se basan o son traducciones, glosas o interpretaciones de otros anteriores. En El Libro de Buen Amor, aunque se encuentran retazos de Ovidio y de otros autores de la literatura clásica nos topamos con pasajes plenamente originales o inventados. En el siglo XIV esto era una novedad casi. 

 

Análisis estilístico básico de El Libro de Buen Amor  

Resumiendo mucho anoto lo siguiente:  

1.- El personaje de Trotaconventos es la base para toda la pléyade de alcahuetas que vendrán más tarde, La Celestina incluida. Está descrita con acierto tanto en lo psicológico como en lo físico. 

2.- En la obra se encuentran elementos del nuevo paganismo que ya iba impregnando la sociedad del siglo XIV. Esto no quita para que se encuentren pasajes de una profunda y creíble religiosidad.  

3.- En el libro se describe de forma desvergonzada las artimañas del varón a la hora de conquistar a las damas, las cuales se zafan de estos embustes para, según el autor, el bien de ellas mismas. Críticos hay que han puesto en relación la obra con la literatura árabe en la línea de El Collar de la Paloma. 

4.- En El Libro de Buen Amor nos encontramos retazos de fábulas, ejemplos, coplillas y sátiras. A pesar de esta amalgama, todo apunta a que la obra estaba diseñada para ser cantada por un juglar con el fin de divertir a las gentes sencillas. 

5.- No hay alegoría ni mención al otro lado de las cosas, sea este religioso o meramente anímico. Todo en la obra se centra en el aquí y el ahora, en la vida terrenal cortada únicamente por la muerte, la cual el autor teme y huye llorando a los que caen en ella.  

6.- El poema tiene 1709 estrofas siguiendo la cuaderna vía aunque hemos anotados que algunos versos son irregulares.  

7.- Goza de un castellano sencillo, vital, fresco y, a la vez, complejo y rico tanto en vocabulario como en la sintaxis.  

8.- Llama la atención el uso de diminutivos que aportan cercanía a las andanzas de los personajes.  

9.- Toda la obra está vehiculada por un fino humor satírico a veces, picante otras, pero siempre acertado, brillante, original y único. 

10.- A pesar de su lenguaje culto y rico, la obra está plagada de dichos populares, refranes y frases realistas del pueblo llano. 

11.- Aunque es un largo poema, no responde a la narración pura y dura. Se alterna con acertadas descripciones de tipos y también con un diálogo que adelanta el teatro. Este está tan bien concebido que, incluso, se hace uso de la diferencia métrica para distinguir las distintas voces.  

En definitiva, El Libro de Buen Amor es una obra heterodoxa, original, brillante e, incluso, irrepetible en el canon literario español. Ha traspasado los muros del tiempo llegando incólume al siglo XXI donde es objeto de adaptaciones teatrales, cinematográficas y sigue siendo favorita de los estudiosos. A ello contribuye todas estas notas chocantes en apariencia que hacen muy difícil su encasillamiento literario. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora por la Universidad de Sevilla

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