El Conde Lucanor o Libro de Patronio | Guía de lectura

El Conde Lucanor

El Conde Lucanor

Candela Vizcaíno

Concluido con toda probabilidad en 1335,  El Conde Lucanor de don Juan Manuel, también conocido como Libro de Patronio, es, quizás, la obra más importante en prosa de toda la literatura medieval en castellano y, a la par, cierra un modo de enfrentarse a las letras y al arte.  

Acercamiento a Don Juan Manuel, autor de El Conde Lucanor o Libro de Patronio 

De la gran mayoría de los autores de la Edad Media poco o nada conocemos (apenas algunos nombres y fechas muy amplias) ya que, en la época, el anonimato, como forma de entrega del trabajo a Dios, era la norma. Sin embargo, de don Juan Manuel sabemos que nació en 1282, nieto del rey Fernando el Santo, conquistador de Sevilla, y sobrino del gran intelectual de la época,Alfonso X el Sabio. Perteneciente a la alta aristocracia, recibió una educación esmerada en latín, filosofía e historia amén de formación militar como correspondía a su estatus de la más alta nobleza. Además, con don Juan Manuel se rompe todos los parámetros y diferencias del mester de juglaría y del mester de clerecía. Con él la literatura evoluciona por otros derroteros mientras se va poniendo fin a un época oscura cuya cultura estaba atrapada entre los muros de los monasterios. La única luz para el pueblo llano (y gran parte de la nobleza) eran esos cantares de gesta que, de villa en villa y de camino en camino, llevaban los artistas callejeros del mester de juglaría

No obstante, don Juan Manuel, aún produciendo literatura de la denominada culta, no pertenece al mester de clerecía. Con él comienza la gran prosa en castellano a la par que, contrariamente a lo que se hacía en la época, levanta de manera consciente y cuidada toda una obra heterogénea. No es de extrañar sabiendo que fue uno de los nobles más poderosos de su época en el plano político, que acumuló títulos (Príncipe de Viana, señor de Murcia, de Villena o de Alarcón entre otros), tierras y riquezas. Fundó el monasterio de Peñafiel a su costa y allí se retiró cuando pudo abandonar las armas. En este emplazamiento, con toda probabilidad, escribió el Libro de Patronio o Conde Lucanor. 

Se casó tres veces y tuvo siete hijos, dos de ellos extramatrimoniales. La fecha de su muerte es inexacta, pero se postula el año 1349 como la más correcta. Llevó, por tanto, una vida larga y próspera que la aprovechó ampliamente. 

Otras obras de Don Juan Manuel más allá de El Conde Lucanor 

Una de las características de la literatura medieval en castellano es su carácter oral y lo poco escrito que nos ha llegado. Tanto es así que son habas contadas los títulos literarios de la época que han sobrepasado las brumas del tiempo. Si del Cantar del Mío Cid aún no estamos de acuerdo si ese Pere Abat que lo firma, es copista o creador, del mester de clerecía apenas nos han llegado un puñado de versos y, eso sí, dos grandes obras: Los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo y el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita. Sin embargo, don Juan Manuel, como señor poderoso que era y, probablemente, con la autoestima muy alta se diferencia de estos, ya que puso especial celo en el cuidado filológico y la transmisión de su obra para la posteridad. Del autor tenemos las siguientes obras: 

1.- Libro de los cantares o de las Cantigas, perdido en un incendio en monasterio de Peñafiel donde dejó depositada el total de su obra redactada de su de puño y letra. 

2.- El Libro de la caza. 

3.- La crónica abreviada.

4.- Libro de los castigos o consejos que fizo don Johan Manuel para su fijo

5.- Libro de las armas

6.- Un tratado religioso

7.- Crónica cumplida cuya autoría es discutida. 

8.- De las reglas de como se debe trovar, el cual también se ha perdido. 

9.- Libro del caballero et del escudero. 

10.- Libro de los Estados. 

11.- El Conde Lucanor o Libro de Patronio, la obra por la que ha pasado al canon literario en español. 

Características estilísticas de la obra de Don Juan Manuel  

De él se ha dicho que es “el primer escritor castellano preocupado por la posteridad y por la conservación y transmisión de sus escritos”. Por eso, nos han llegado prácticamente todas sus obras y estas, además, se han conservado en manuscritos limpios, corregidos y sin los fallos de copiado propios de la época.  De hecho, podemos disfrutar de algunas cartas en las que el autor manifiesta su prurito por la limpieza (literaria y caligráfica) de su obra y se presta a enviarla manuscrita correctamente y depurada al máximo desde el punto de vista del lenguaje. Don Juan Manuel, y es una de las primeras características de su obra, presta, por tanto, especial atención al idioma castellano que se estaba aún formando delimitando los vocablos y adaptando un lenguaje sencillo, claro y libre de cualquier artificio.  

Este perfeccionamiento tenía una finalidad y era que sus escritos llegaran a un público lo más amplio posible y que fuera aprovechada desde el punto de vista educativo por un amplio número de personas. Esto es, y aquí llega otra de las características de la obra de don Juan Manuel, su intención (a la par que literaria) fue siempre divulgativa. No es una obra creada para el regocijo u ocio sino, más bien, para el aprendizaje moral, filosófico o político. El hecho de que se presente en forma de cuentos o relatos cortos está supeditada, por tanto, a ese fin. Era, además, consciente de que los textos tenían que ser amenos, lejos de los tratados sesudos del mester de clerecía o de la filosofía clásica que se habían quedado recluidos cada vez más en las bibliotecas monacales. 

Por otro lado, tira del refranero popular, de los dichos o proverbios comunes entre las gentes sencillas de la época. Todo ello, recordemos, siempre está supeditado a un fin: a las enseñanzas en el plano moral o cívico. La moraleja, el ejemplo, el modelo a imitar, está presente no solo en El Conde Lucanor o Libro de Patronio sino en otras de sus obras.  

Guía de lectura básica de El Conde Lucanor o Libro de Patronio

1.- El Conde Lucanor es una colección de cuentos distintos unidos por una estructura simple 

Está compuesto por cincuenta relatos en prosa castellana en los que, de una manera sencilla y amena, se dan respuestas a distintos problemas tanto vitales o personales como políticos o sociales. Para ello se utilizan moralejas o ejemplos que fueron comunes en la época. Pocos o ninguno son originales y proceden de la tradición oral latina, francesa o, incluso, árabe. 

La estructura de la obra es siempre la misma. El Conde Lucanor (protagonista y a quien están dirigidas las enseñanzas de la obra) plantea una pregunta a su mentor o maestro y este responde a la problemática (en el plano vital, de amistad, de política o social) con una narración literaria. De aquí se saca una enseñanza que queda resumida al final del relato.  

2.- Una de las características básicas de El Conde Lucanor o Libro de Patronio es el influjo oriental 

Aunque en la época el concepto de autoridad era preeminente en cualquier tipo de escrito (ya fuera histórico, filosófico o literario) Don Juan Manuel escribe esta colección de cuentos como si no hubiera habido nada más antes y como si todo fuera de su invención. Y nada está más lejos de la realidad, ya que la crítica ha encontrado en ellos, en primera instancia, ecos de la tradición árabe. Es más, se han encontrado que algunos de estos relatos o ejemplos se encuentran en el Calila e Dimna o en el Barlaam y Josafat. España, en la época (aunque por poco tiempo más), aún seguía siendo la tierra de las tres culturas y todos esos relatos eran conocidos no solo por la Escuela de Traductores de Toledo sino también de forma oral.   

Américo Castro ha apuntado que igualmente procede de la tradición árabe el concepto de que a Dios se le puede servir de muchas maneras y no solo dedicando la existencia a la contemplación. No olvidemos que don Juan Manuel fue un hombre de acción (en lo militar, político y también en lo personal) y esa cosmovisión individual no chocaba con su sincera religiosidad. Su obra, de alguna manera u otra, por tanto, a pesar de esa apelación al yo más humano, es una forma de entrega a Dios, de aportar algo bueno a la sociedad que pudiera complacer a la divinidad. Y, por último, el formato de distintos cuentos con historias variadas unidos por un hilo conductor común también se remonta a la tradición árabe cuyo máximo exponente en esta línea narrativa es, recordemos, Las mil y una noches.  

3.- El Conde Lucanor o Libro de Patronio de Don Juan Manuel es una obra austera en todos los sentidos

Lejos queda el regocijo de algunos cantares de gesta, de las pequeñas jarchas que cantan las penas de amor que nos han llegado, del original Libro de Buen Amor… En la obra no hay erotismo ni placer carnal. Todo en ella está vertebrado para, de manera amena, introducir al lector en las grandes virtudes del alma y en los recovecos de los caminos de la dignidad vital como única manera de llevar una existencia plena. Esto no quita que en algunos relatos encontremos consejos prácticos o excesivamente profanos. Porque, en El Conde Lucanor, como buen político que fue don Juan Manuel, se aconseja la cautela, el silencio astuto o directamente el disimulo. Tanto es así que críticos hay que han puesto el Libro de Patronio como antecedente directo de El Príncipe de Maquiavelo. 

4.- Algunos cuentos de El Conde Lucanor o Libro de Patronio sirvieron para obras posteriores

Una obra que lleva siglos en el canon no podía dejar de influir (ya sea en estilo como en temática) en la literatura posterior. Así se han encontrado que ciertas narraciones o aspectos que transforman la narrativa anterior se encuentran en la posterior. El relato del “mancebo que se casó con una mujer muy brava” sirve de hipotexto a La fierecilla domada de Shakespeare. El cuento del pobre que comía altramuces se encuentra en La vida es sueño de Calderón. Y, por poner otro caso, Cervantes en su El retablo de las maravillas coge toda la trama del paño mágico que sirvió para engañar un rey. 

En definitiva, El Conde Lucanor o Libro de Patronio es la primera gran obra de la literatura en prosa en castellano. Como es común en la literatura medieval en romance está escrito de una forma sobria, sencilla, sin obviar todos los parámetros sociales y culturales de la época. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora por la Universidad de Sevilla

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