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Marqués de Santillana | biografía, obras e importancia en la literatura en castellano

Marqués de Santillana

Marqués de Santillana

Candela Vizcaíno

Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana

Si el anonimato entre los grandes y pequeños autores de la Edad Media había sido la norma, con don Juan Manuel, primero, y con el marqués de Santillana, después, se impone una nueva forma de enfrentarse a la literatura. Y este modo que cambia el concepto de las letras viene, en primera instancia, por el prurito de firmar las obras y, en segunda instancia, por un deseo ferviente de distinguirse de la producción popular. Y en el caso que nos ocupa va más allá de las conocidas diferencias entre el mester de juglaría y el mester de clerecía que se habían producido siglos atrás.  

Por tanto, los creadores del recién estrenado siglo XV van poniendo las semillas para el Renacimiento literario con su radical concepción del mundo respecto a la sociedad medieval. Y, a caballo entre las principales características de la literatura medieval y la que surge con la imprenta ya asentada, se encuentra el marqués de Santillana. Aunque ha pasado a la historia (estos son las contradicciones de los siglos) por sus letrillas sencillas de corte popular que, al parecer, compuso de mala gana, quiso destacarse como un creador docto. Esto es, en todo momento entiende la literatura como un medio para inculcar moral o una enseñanza vital más que una forma de entretenimiento o solaz.  

Biografía del marqués de Santillana

Nació en 1398, cuando la Edad Media con toda su cosmovisión estaba dando sus últimos coletazos, en Carrión de los Condes. Tuvo una esmerada educación ya que su padre fue Almirante de Castilla y muy pronto entró a formar parte de la corte de Juan II. Sin embargo, el marqués de Santillana no fue un hombre cien por cien del Renacimiento. Participó de la política de su tiempo repleta de tantas intrigas, guerras fratricidas y luchas cruentas que aún están poniendo en orden estos siglos los historiadores. Como era normal, no dudó en adherirse a un bando o en otro según la conveniencia. Parece que no lo fue mal, ya que acumuló títulos (conde del Real de Manzanares, señor de Hita y Buitrago sin corta el de marqués por el que ha pasado a la historia) y también riquezas a pesar de ser enemigo declarado de uno de los hombre más poderosos de Castilla: Álvaro de Luna. Participó de las últimas batallas que ganaron territorios del sur para la causa cristiana: Huelma y Jaén abanderando el ejército como capitán mayor. Los historiadores le atribuyen no solo una enemistad manifiesta contra Álvaro de Luna sino que además, con sus actos, maquinaciones y manipulaciones, contribuyó a su caída.

Su vasto patrimonio también quedó aumentando al casarse con una de las hijas del maestre de Santiago, Catalina Suárez de Figueroa. La boda fue en Salamanca en 1412. Tuvieron seis hijos que, en parte, han pasado a la historia ya que el primogénito fue el primer duque del Infantado (Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa) y el último, nacido en 1428, aparece en las crónicas como el Cardenal Mendoza. 

Con las riquezas acumuladas en tantas victorias (aparte de que provenía de familia noble) y buenos negocios se hizo con una notable biblioteca de libros medievales, tan bellos como escasos. No contento con esto, mandó traducir las obras clásicas al castellano rodeándose de especialistas, entendidos, filólogos y maestros a los que mantenía a la manera de Alfonso X el sabio, pero sin llegar a la importancia de la Escuela de Traductores de Toledo. Aunque recibió una educación esmerada, parece que desconocía el latín (al menos en profundidad) y el griego, aunque sí manejaba otras lenguas romances (francés e italiano). Entre los estantes de su famosa biblioteca estaban todas las obras de la literatura clásica que eran consideradas canónicas en su tiempo en ediciones limpias y bellamente encuadernadas. Por tanto, el marqués de Santillana no solo contribuyó a la historia de la literatura en castellano al crear sus propias obras sino también a un mecenazgo generoso que propició la conservación de buena parte de los textos de la filosofía o literatura griega y latina. Murió en Guadalajara en 1458.  

Estilo y carácter de las obras del marqués de Santillana

Era don Iñigo López de Mendoza un hombre recio, sereno, poco dado a la efusividad pasional. Tanto es así que los retratos anímicos que de él nos han llegado nos muestran un alma estoica que, si bien no renegaba de los deberes políticos y militares, se entretenía con las mieles culturales. Se conserva una carta en la que se le retrata como un ser impasible dedicado al estudio y a su biblioteca. El marqués de Santillana, contrariamente a otros nombres de la literatura medieval conocidos, como pudiera ser el Arcipreste de Hita, tenía claro que los libros, la cultura y la literatura debían estar al servicio, no del solaz o del entretenimiento, sino de la más alta educación. En este sentido, se jactaba de realizar una labor de un hombre docto que no se entretenía con poemas populares basados en el regodeo del hedonismo. Su seriedad llegó a renegar incluso de sus mejores serranillas, las mismas por las que ha pasado a la historia, en uno de esas carambolas que son frecuentes a lo largo de los siglos. Siguiendo este sentir con respecto a las letras, el marqués de Santillana dividía la literatura en:  

1.- Sublime, la perteneciente a las letras clásicas escritas en griego o latín sea cual fuera la temática (incluso lasciva de la que tanto renegaba el escritor). 

2.- Mediocre, que es la compuesta siguiendo los parámetros clásicos en lengua romance y en la que entraría lo mejor de la literatura italiana del Renacimiento. 

3.- Y, por último, tenemos la ínfima, por la que ha pasado a la historia de la literatura el marqués de Santillana. Dejemos hablar al poeta al respecto para entender mucho mejor su contradicción: 

 “Ínfimos son aquellos que sin ningúnt orden, regla ni cuento facen estos romances e catares de que la gente baxa e servil se alegran”. 

Como justificación a estas palabras, en la época se consideraba que la literatura tenía que tener un sentido didáctico y moralizante si se escogía la lengua romance. De lo contrario, entraría en el mismo saco que las jarchas mozárabes o los cantares de gesta de los que se han perdido prácticamente toda la producción. Al no considerarse dignos de traspasar las brumas del tiempo ni siquiera se tomó la molestia de ponerlos por escrito y, por tanto, se perdieron para siempre.  

Obras del marqués de Santillana

1.- Obras en prosa del marqués de Santillana 

En prosa solo nos ha llegado (siguiendo el celo que empleó en mantener una excelsa biblioteca y una obra literaria firmada no hay motivo para pensar que escribiera algo más) dos títulos. El primero lleva por nombre Carta Prohemio al Condestable don Pedro de Portugal donde aparecen datos tempranos de la historia y crítica de la literatura castellana. El marqués de Santillana, que no duda en expresar su ideología (que esa es la palabra que lo define) acerca de las letras, nos deja apuntes básicos sobre la creación de la época.  

La segunda obra en prosa del marqués de Santillana se encuentra bajo la lupa de la crítica literaria ya que hay quien niega su autoría. El título ya nos da algunas pistas: Refranes que dicen las viejas tras el fuego. En ella, la primera de este cariz en castellano, se recogen los dichos populares que circulaban en la época y se aparta de ese deseo de levantar un opus culto y docto que movió al escritor.  

2.- Obras en verso del marques de Santillana 

Muchísimo más abundante aunque haya pasado a la historia por un puñado de serranillas de tipo popular, puede dividirse en tres apartados. 

2.1.- Obras del marqués de Santillana en verso siguiendo la manera italiana 

La crítica ha propuesto que estos poemas fueron escritos al final de su vida ya que conoce de manera pormenorizada cómo se componían las primeras obras del Renacimiento. Y una cosa es saber cómo se hace y otra hacerlo. Porque nuestro poeta fuerza la rima y el verso con un resultado muy poco fluido. Estamos ante poemas repletos de símbolos, escritos en arte mayor y tono grandilocuente que se nos antojan forzados desde el principio hasta el final. En este apartado destacan: 

2.1.1. Comediata de Ponça, escrito tras la batalla homónima que perdió Alfonso V de Aragón. Sus protagonistas son la madre y las nueras del rey que relatan lo sucedido tras aparecerle toda la escena en sueños. 

2.1.2. Infierno de los enamorados, siguiendo una temática muy popular en la poesía trovadoresca. Tras un sueño, el poeta se despierta en una selva bucólica donde purgan sus pecados los grandes enamorados clásicos. 

2.1.3.- Coronaçión de Mossén Jordi que es, en esencia, un panegírico. 

2.1.4.- Defunssión de don Enrique de Villena escrito en 22 octavas en arte mayor con predominio de los mitos paganos que tanto había estudiado el marqués de Santillana a través de los libros que se hacía traer desde Italia. 

2.1.5.- Cuarenta y dos sonetos fechos al itálico modo de temática diversa y los primeros en nuestra lengua siguiendo esta estrofa que llega incluso a la poesía del siglo XXI.  También tacha la crítica estos versos de poco flexibles con una rima extraña que recuerda a la gallega. 

2.2. Obras del marques de Santillana en verso siguiendo la temática didáctico-moral  

2.2.1. Diálogo de Bías contra Fortuna. Recordemos que fue uno de los llamados siete sabios de Grecia y en la obra el poeta pone en boca del filósofo lo vano, fugaz, mundano y falaz a veces de la existencia humana. 

2.2.2. En Doctrinal de privados se despacha a gusto contra don Álvaro de Luna. La crítica ha encontrado en estas 52 coplas una fuerza expresiva única que se explica, en parte, porque esta diatriba, con toda probabilidad, le salió del alma al resbalarse por el odio que mantuvo abiertamente contra el personaje.  

2.2.3.  Proverbios de gloriosa doctrina e fructuosa enseñanza dirigidos al príncipe don Enrique. Está compuesto en cien estrofas de pie quebrado. 

2.3. Obras en verso del marqués de Santillana siguiendo la estética popular

Y curiosamente son las mejores y por las que ha pasado a la historia. Que un autor tan sesudo y tan preocupado por no caer en las letras que regocija a las gentes sencillas haya llegado a los libros por aquello que combatió no deja de ser triste incluso. Aquí se engloban:  

2.3.1. Canciones y deçires. Son únicamente 19 de temática variada pero centradas en el amor cortés de línea platónica siguiendo los fundamentos de la poesía trovadoresca. 

2.3.2. Serranillas que están entre lo mejor del genero de la historia de la literatura española. En esto puñado de versos el marqués de Santillana logra cotas antes (y después) difícilmente superadas. Las protagonistas, contrariamente al trato dado por otros poetas, son presentadas (excepto en las primeras) como verdaderas damas y no como jóvenes agrestes, rudas y maleducadas. El paisaje, así como las protagonistas y el amor que se manifiesta, están estilizados y presentados de forma bucólica como si de un cuadro se tratara. 

No obstante, el marqués de Santillana, a pesar de presentar sentimientos elevados y platonizados, no olvida el realismo que es propio de la literatura castellana. Otra cosa es que estén limadas las crudezas y que todo esté dibujado en un ambiente gentil propio de los caballeros nobles. Y para muestra un botón:  

Asy concluimos

el nuestro processo

sin fazer excesso, 

e nos avenimos.

E fueron las flores

de cabe Espinama

los encubridores. 

Aún nos encontramos dos poemas más en la obra del marqués de Santillana. Se trata de dos composiciones dedicadas a sus hijas. En ellas se canta la belleza de las damas y la crítica lo pone en relación con las serranillas porque están en esta línea.  

Sospirando yva la niña, 

e non por mí,

que yo bien se lo entendí. 

Y de este tenor son los versos que se siguen leyendo en el siglo XXI del marqués de Santillana a pesar de que, en vida, se empeñó en temas mucho más sesudos y siguiendo un estilo menos fresco. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora por la Universidad de Sevilla

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