Buena parte de las características de la generación del 98 se basan en la reacción de algunos intelectuales y escritores ante la desastrosa situación social, económica y política española a finales del siglo XIX. Si bien esta culmina con la pérdida de todos lo territorios de ultramar en 1898, el declive venía arrastrándose desde décadas antes. A las independencias de las distintas naciones americanas se sumaban un descontrol administrativo en la metrópolis, caldo de cultivo para guerras civiles y corrupción generalizada. Todo ello desembocó en sucesivas crisis económicas que hundieron aún más en la miseria a un población empobrecida y carente de los mínimos recursos educativos. A esta situación de decadencia espiritual se enfrentan los autores de la generación del 98 proponiendo textos en los que, de una manera u otra, se ponían en valor los modelos más sencillos y humildes de las tierras locales. Resumiendo mucho, estas son las características de la generación del 98, un grupo heterogéneo que aunaba a poetas, filósofos, novelistas o historiadores.
1.- El dolor por España como tema de fondo
Aunque ya desde la literatura barroca en España se trató el “asunto nacional”, en esta época el enfoque fue de pesimismo con buenas dosis de crítica, cinismo e, incluso, humor negro. Y en este sentido nada más tenemos que recordar las obras de Francisco de Quevedo. En el siglo XVIII, por su parte, con la cultura del Neoclasicismo se hizo un enfoque político con el bien intencionado objetivo de mejorar la instrucción de la población, entendida como única vía posible para el progreso. Sin embargo, con la generación del 98 el dolor es distinto, derrotista y lírico. Esto es, se renunció a cualquier acción política (aunque la mayoría de sus integrantes tenían, en principio, ideas avanzadas) para poner en valor lo más sencillo de la esencia española. En este sentido, fue como un ir a los orígenes, como un darse cuenta de que sin el conocimiento de aquello que es local y, a la vez, universal no se puede avanzar. Y todo ello se hace desde la tristeza, el dolor, la nostalgia, la melancolía…
2.- Una de las características de la generación del 98 entronca con el concepto de intrahistoria de Unamuno
El gran sabio rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno (1864-1936) se unió a las peticiones del llamado grupo de los tres (conformado por Maeztu, Baroja y Azorín) para agitar unas conciencias adormiladas. Y de resultas de esa colaboración propuso el término intrahistoria que aún hoy en día se sigue utilizando para explicar distintos procesos sociales, económicos o políticos. La intrahistoria se refiere a los hechos cotidianos, comunes, repetidos y que conforman la cosmovisión de la gente sencilla, aquella que no entra en los libros. A través de ella se explica los cambios sustanciales en la forma de pensar que posibilitan las transformaciones culturales. En este sentido, achacaba las grandes pérdidas de lo que en siglos fue uno de los países más influyentes de Occidente al carácter derrotista y de atonía espiritual de la nación. ¡
3.- Se ponen los ojos en los vastos territorios de Castilla
Aunque algunos escritores ambientan sus obras en territorios urbanos o periféricos (a veces al margen de la ley y de los preceptos sociales), las llanuras castellanas comienzan a tomar protagonismo. Tanto es así que es fundamental comprender la esencia de estas tierras, ya que es una de las características de la generación del 98 más visible. Ellas son la simbolización de un pueblo resignado, sencillo, laborioso y tradicional. Alcanza el cenit de la belleza estilística con los versos de Antonio Machado (1875-1939) que, aunque militó, en un principio, como su hermano, en el modernismo literario, andando, el tiempo realizó una poesía sentida en la que los elementos de la naturaleza se aúnan con el alma del poeta.
4.- Paralelamente nos encontramos como una de las principales características de la generación del 98 un afán por la europeización
Esto es, ante la toma de conciencia del estado de devastación nacional y la falta de emprendimientos de todo tipo, los intelectuales y artistas del movimiento ponen sus ojos en Europa. Allí encuentran los modelos de lo que aquí no se hace: escolarización, universidades con nuevos programas, desarrollo de la ciencia, de la técnica y de la ingeniería, avance en los derechos civiles… Todo ello, como sabemos, conforma el sustrato para cualquier progreso cultural, económico o social y estos creadores eran plenamente conscientes de ello.
5.- Hay un gusto por la literatura medieval
En esa reivindicación de la esencia y del sentir de lo propio (aunque el modelo a futuro fuera extranjero), nos encontramos un gusto por la historia. Es en este época cuando se estudian a conciencia las grandes obras de la literatura medieval desde el Cantar del Mío Cid hasta Gonzalo de Berceo. Las coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, el Arcipreste de Hita, Francisco de Quevedo y Miguel de Cervantes fueron leídos, analizados y estudiados con fervor. Gracias a las investigaciones y análisis literarios de la generación del 98, se pone en valor las virtudes de El Quijote, aparcado por el Romanticismo literario por no corresponder su realismo con los gustos del movimiento.
6.- Presentan un rechazo de la grandilocuencia
Los textos están insertos en esa intrahistoria propuesta por Unamuno y que he anotado nada más comenzar. Por eso, no hay tono épico ni relato de grandes batallas ni mención a gloriosas hazañas. La grandeza se encuentra en lo humilde, en lo sencillo, en lo popular, en los campos olvidados… Y, por tanto, todo ello está alejado de cualquier tratamiento extravagante o rimbombante.
7.- Otra de las características de la generación del 98 es el uso de un lenguaje sobrio sin retórica
En línea con lo anterior, se busca la simpleza en las oraciones. Se huye de la subordinación y de cualquier rebuscamiento. El estilismo se pone al servicio de la comprensión. Por eso, se levantan textos de gran fuerza expresiva que nos introducen, de inmediato, en el alma captada por el artista sin necesidad de comentarios o de lecturas profundas de expertos. Paralelamente, se cuidan las formas para conseguir esa sencillez que fue santo y seña del movimiento. También se echa mano del uso de palabras tradicionales. Se recurren a vocablos locales utilizados en el campo o en los pueblos potenciando la rica variedad del vocabulario español.
8.- Se llega al subjetivismo y al lirismo
Ya he anotado que, aunque el compromiso con la situación española es ineludible, los distintos modelos de crítica se hacen desde la más absoluta serenidad, eliminando trazas de patetismo y de dramatismo. La crítica, a excepción del esperpento propuesto por el representante tardío Ramón del Valle Inclán (1866-1936), se hace de manera sobria y mesurada. Con este método, la lengua literaria (aunada con la sencillez) llega al alma del receptor de manera directa. Las obras se cargan de subjetivismo; esto es, de la visión del escritor que siempre es emocional y serena a la vez. Esta personificación se rodea de un lirismo mesurado que dota a los textos de una profunda verosimilitud. Así se logra una empatía total con el receptor. En esta honestidad quizás, reside el gran éxito cosechado por los miembros de la generación del 98 entre el público posterior. Y, en este sentido, quizás sea Antonio Machado el que haya logrado conectar con un lector alejado (en el tiempo y en el espacio) de las problemáticas de principios del siglo XX.
Y, por último, algunas de las características de la generación del 98 fueron adoptadas por los escritores de temática social que surgieron a partir de la década de los cuarenta. Sin embargo, tras los horrores de las guerras (la española, la segunda mundial, el holocausto…), los creadores se centraron en la exclusión social desde todas las ópticas posibles. El problema español, por terminar por donde empezamos, se trasladó a los crímenes de distinto tipo creados por los gobernantes.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla