Fue el primer filólogo en lengua castellana poniendo las bases de lo que hicieron otros grandes nombres de distintas lenguas vulgares (italiano, francés…) Es Antonio de Nebrija (1441-1522), uno de los primeros humanistas e intelectuales del recién estrenado Renacimiento en territorio español.
La época de Antonio de Nebrija
El reinado de los Reyes Católicos, tras la conquista de Granada en 1492, supuso el fin de las guerras y enfrentamientos nobiliarios que había caracterizado toda la Edad Media y que, de una manera u otra, se reflejaba en las principales características de la literatura medieval. Y nada más tengo que recordar los conocidos como cantares de gesta (con el epítome del Cantar del Mío Cid) centrados en las hazañas y heroicidades (pero también vilezas) del sinnúmero de señores feudales entretenidos en conspiraciones y luchas cruentas. Sin embargo, la de Antonio de Nebrija es otra época, ya que con los Reyes Católicos se instaura el centralismo en España. Este culmina con la imposición de una cultura hegemónica basada en el cristianismo y en un idioma común.
Paralelamente, se tiene contacto con la política italiana (y sus intelectuales), se instaura la imprenta multiplicando así el saber de manera exponencial. A la par, se van creando progresivamente más universidades con su trasiego de estudiantes y su afán de conocimiento. Todo ello propicia, por tanto, que se vayan desmenuzando todos los pormenores de la lengua latina que aún seguía siendo la de cultura. Y, con los textos rescatados a través de los libros medievales, se empiece a admirar no solo la literatura griega o romana sino también todo ese mundo y sentir pagano que la misma refleja. Ni que decir tiene que personajes, mitos y relatos se acomodan en la literatura castellana progresivamente como ya hiciera Juan de la Encina, con sus églogas, consideradas la primera manifestación dramática en castellano.
Por contra y en el lado negativo, se expulsan a los judíos y con ellos se erradica de un plumazo toda su cultura la cual solo nos ha llegado a través de unos cuantos libros científicos o de un puñado de jarchas mozárabes. A la par, la Inquisición va creciendo con fuerza con su gusto por los libros prohibidos y por silenciar a todo aquel que se atrevía a dejar opiniones incómodas de las que no se libraron, por recordar algunos ejemplos, ni los grandes místicos (como los dolorosos procesos de San Juan de la Cruz o de Fray Luis de León).
El avance de la lengua castellana
Si en 1492 cae el último reino nazarí de Granada, también es el año del descubrimiento de las nuevas tierras allende el gran océano. Todo ello unido al conocimiento del latín y el reconocimiento de lo que supuso de unificación (y conquista) por parte del Imperio Romano se mezcla en la corte de los Reyes Católicos. Conscientes de la importancia de un idioma común para instaurar un orden cultural y una cosmovisión social, religiosa y económica entre poblaciones diversas (desde los árabes que se habían quedado en la península hasta los nativos americanos), Isabel la Católica favorece de diversas formas los estudios de nuestro idioma.
Y lo hace, además, cuando las universidades afianzan los estudios de retórica o gramática y cuando el primer filólogo (no solo en lengua castellana sino en todas las romances) tiene preparada su gramática, la primera en idioma vulgar y ejemplo para otros sistemas lingüísticos. Aunque en un principio, se vio en el trabajo simplemente una investigación académica como tantas otras, la reina católica (instruida en la historia y en el latín) muy pronto se convenció de su importancia como manual para homogeneizar lingüísticamente pueblos diversos y amplios. Y así se hizo en vistas del avance imparable del español en el mundo. Gran parte de ese éxito se debe al sevillano Elio Antonio de Nebrija, uno de los más importantes intelectuales de la literatura renacentista.
Biografía de Antonio de Nebrija
Nacido en la localidad sevillana de Lebrija en 1441 (otras fuentes aportan la fecha de 1444), al parecer, procedía de familia judía (tanto por rama paterna como materna) obligada a convertirse al cristianismo. Estudió en la universidad de Salamanca y con solo diecinueve años viaja a Italia con una beca para la prestigiosa Universidad de Bolonia. De aquí se trasladó a Roma, Padua, Pisa y Florencia donde estudió disciplinas heterogéneas (desde ciencias naturales hasta teología pasando por historia o derecho). Aunque fue un filólogo convencido (incluso algo pedante y engreído según diversos testimonios), estaba convencido de la importancia de este conocimiento amplio como base para sus estudios lingüísticos.
Hombre de mal carácter que no dudaba en hacer ver la mediocridad de algunos miembros de los claustros universitarios tuvo algunos problemas para hacerse con cátedras importantes simplemente porque se había dedicado a cosechar enemigos. Aunque en un principio ganó una cátedra en Salamanca, pronto fue amparado por el mecenazgo de Juan de Zúñiga, a la sazón maestre de Alcántara. En 1492 tenía terminada su conocida Gramática que fue presentada a la reina Isabel. Las idas y venidas a la docencia universitaria en Salamanca fueron interrumpidas al ser nombrado cronista real y, más tarde, acogido por el cardenal Cisneros en 1502. De nuevo, su mal carácter y su prurito de hombre sabio e instruido le trajo problemas con el equipo de traductores de la Biblia Políglota al ser extremadamente crítico con la versión en hebreo.
Como buen filólogo, era partidario de que los estudios lingüísticos y las traducciones se hicieran a partir de fuentes fiables. Tras publicar De literis hebraicis en 1515, obra pionera en su género, comenzaron los problemas con la inquisición que no veía con buenos ojos su afán por desentrañar la Biblia desde los originales hebreos. Afortunadamente para Antonio de Nebrija, su buen mentor el Cardenal Cisneros intervino favorablemente trastocando el tribunal y no llegó a pisar la cárcel ni sufrió daños mayores. Aparte de su ingente labor filológica sin descanso a lo largo de su larga vida, se empeñó como editor y mantuvo a su familia con ayuda de sus influyentes mecenas.
Casi al final de su vida, en la Universidad de Alcalá de Henares pudo ejercer, bajo el amparo de Cisneros, la cátedra de Retórica la cual desempeñó hasta su muerte, acaecida el 2 de julio de 1522. Hoy da nombre a innumerables institutos y hasta a una afamada universidad.
Obras de Antonio de Nebrija
Sus amplios estudios en ciencias diversas así como su conocimiento tanto del latín como del hebreo fueron el sustrato sobre el que se levantó una amplia e importante obra divulgada en vida de este humanista que fue Antonio de Nebrija. Aparte de su participación (a medias ya que abandonó pronto el proyecto) en la Biblia Políglota destaco las siguientes, sin ánimo de ser exhaustiva.
1.- Introduçiones in latinam gramaticam donde hace acopio de sus conocimientos de la literatura clásica. El trabajo estaba dividido en cinco libros y, posteriormente, fue traducido al castellano por el propio autor.
2.- El mencionado De literis hebraicis que le valió un proceso inquisitorial.
3.- Dictionarium Latino-hispanium et Hispanico-latinum.
4.- Orthografia castellana.
5.- Arte de la lengua castellana, la primera gramática en lengua vulgar y por la que ha pasado Antonio de Nebrija a la historia de las letras universales. De ella se sirvieron reyes y políticos para afianzar un idioma que ya había abandonado la rudeza medieval y que se encaminaba a las grandes cotas del Siglo de Oro. Antonio de Nebrija tuvo el acierto de sistematizar todo este “buen decir” y de ejemplificar la corrección de una lengua que, en el mismo año en el que apareció se expandía por medio mundo.
La importancia de Antonio de Nebrija para la literatura, por tanto, nada tiene que ver con un proceso creativo al uso sino que se centra en su labor filológica. A pesar de todos los desencuentros con colegas y miembros de la intelectualidad de la época (a la que tildaba de mediocre) pudo desarrollar su labor investigadora casi sin pausa. Todo ello fue gracias a la visión de poderosas personalidades que entendieron la importancia (política, social, económica y también artística) de una lengua que se preparaba para ir dando grandes nombres sin pausa hasta el siglo XXI.
Por Candela Vizcaíno | Doctora por la Universidad de Sevilla