San Juan de la Cruz | biografía, obras y estilo

San Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz

Candela Vizcaíno

 

Dejó escrito tan solo un puñado de versos, apenas tres poemas, pero fueron suficientes para encumbrarlo no solo en el canon literario español sino en las letras universales. Y todo ello, como ha sucedido con su compañera de orden, Santa Teresa de Jesús, sin proponérselo siquiera. Fue San Juan de la Cruz un fraile sencillo, recogido, humilde en su tarea reformadora (inspirado por la santa de Ávilla) que nunca aspiró a gloria literaria alguna. Con un lenguaje sencillo, fresco, único, personal y liviano levantó una obra perdurable hasta hoy en día. Los tres grandes poemas (que no fueron más) de Juan de Yepes (que con ese nombre nació) forman parte de lo más granado de la literatura mística universal. Vamos por partes.  

“Si Santa Teresa de Jesús representa la cima de la prosa mística española, San Juan de la Cruz -el otro gigante carmelita- eleva la poesía mística a la más intensa y sublime expresión a que ha llegado el misticismo universal. Culminación y superación a la vez de las más diversas corrientes, es cronológicamente el último de los grandes místicos y en él se acendran* y agotan las posibilidades de la poesía religiosa.  Incluso humanamente considerado, es una de las voces líricas más puras que jamás hayan existido”.  

Juan Luis Alborg

Biografía de San Juan de la Cruz

Nacido com Juan de Yepes y Álvarez en 1542 en un pequeño pueblo de Ávila (Fontiveros) bajo el arropo de una familia noble venida a menos. A pesar de que tuvo que trabajar como enfermero (por entonces el oficio no tenía la consideración de hoy en día), pudo estudiar con los jesuitas. Ingresó en la orden carmelita con tan solo diecinueve años para continuar formándose en la Universidad de Salamanca. El año que fue ordenado sacerdote, 1567, fue también el encuentro decisivo con la carismática Teresa de Ávila que insufló en el carácter tímido y retraído de San Juan de la Cruz los ánimos suficientes para que este iniciara un proceso reformador en la vertiente masculina de la orden.  

De complexión débil y frágil, apocado a veces, los estudiosos afirman que fue la animosa Teresa la que supo sacar lo mejor de él para que se embarcara en una aventura tremendamente peligrosa. Con este acompañamiento espiritual se decidió no solo por vivir en los principios austeros y primitivos de la orden sino también abanderó la fundación de más de un monasterio bajo los fundamentos de los reformadores descalzos. El primero de ellos fue en Durelo donde tomó el nombre con el que lo conocemos: Fray Juan de la Cruz. Le siguió Macera, Pastrana, Salamanca… No llegó al número de Teresa de Ávila, pero sí tuvo una actitud reformadora importante y esencial para la orden.  

El proceso inquisitorial de San Juan de la Cruz

Como sucedió con Fray Luis de León, fueron los mismos miembros de su orden, movidos por el miedo a sus reformas, la envidia o el odio, los que motivaron su arresto. Eso sucedió una noche fría de invierno de 1577 en Ávila donde ejercía de director espiritual de uno de los conventos fundado por su gran amiga. Desde allí lo llevaron preso hasta Toledo donde fue sometido a torturas físicas y psicológicas a lo largo de ocho meses que casi acaban con su persona. Durante ese tiempo, Teresa de Ávila intercedió largamente por él hasta que logró que pudiera escapar refugiándose en el monasterio de Almodóvar del Campo. Allí pudo recuperarse de las heridas gracias a que la santa había conseguido una especie de inmunidad para los descalzos. 

De allí pasó a Andalucía que se asentaba en el cristianismo tras la expulsión musulmana y judía. Es en este periodo de tiempo cuando escribe toda su poesía (cortísima) y lo poca prosa que nos ha llegado. Murió en Úbeda el 13 de diciembre de 1591. Su cuerpo es venerado hoy en día en Segovia. Fue beatificado en 1675 y nombrado santo en 1726. Había que esperar algunos siglos más para que fuera elevado a la condición de Doctor de la Iglesia. Eso fue en 1926.  

Obras de San Juan de la Cruz 

Intensa, breve y universal así es la obra del frágil carmelita, cenit de la poesía mística de todos los tiempos y lenguas. Tanto es así que se reduce a tres poemas y unos cuantos retazos en prosa, en su mayoría glosa de su propia obra. Sus versos son de tal intensidad y calidad que por sí solos han conseguido un lugar en el canon de las letras internacionales. Sus escritos han sido divididos en dos partes:

1.- La primera que sigue a la literatura renacentista encarnada por Garcilaso y Fray Luis de León la forman 5 canciones, dos glosas a lo divino y 10 romances. 

2.- Y la segunda eminentemente mística y donde se concentra lo mejor del poeta que nunca pretendió serlo. Si el primero es corto, este segundo es más aún, ya que lo forman solo tres títulos que, en esencia, tienen una unidad temática, ya que narran el camino místico de unión con Dios a través de tres etapas. Los tres títulos de las obras de San Juan de la Cruz que lo han encumbrado en la literatura universal son: 

  • Noche obscura del alma con ocho estrofas. En esta obra, escrita en liras, se narra el despojamiento de los sentidos terrenales como paso previo para la comunión con Dios. 
  • Cántico espiritual, con cuarenta estrofas, está también compuesto en liras y en él asistimos al proceso, camino o vía espiritual que llega a la comunión con Dios comenzando por la vía purgativa hasta la unitiva. 
  • Llama de amor viva con cuatro estrofas en el que se canta la unión gozosa divina, la suprema experiencia de comunión espiritual llegando al goce supremo a través del amor puro. 

Aparte de estos poemas, una vez compuestos todos los versos y al final de su vida, San Juan de la Cruz compuso unas glosas de su propia obra al estilo de la literatura medieval. En ellas, en prosa, en un estilo didáctico y sencillo intentó explicar a modo de comentario estilístico sus poemas. No llegó a terminarla. Estas se encuentran recogidas bajo el título de Subida del monte Carmelo

El estilo de la poesía de San Juan de la Cruz

Brevedad e inmersión en la literatura mística, una de las más profundas de la historia literaria se unen en un estilo sencillo, limpio, sereno y personal. Resumiendo muchísimo y reconociendo que cualquier intento de sintetizar siempre será parcial, estilísticamente tenemos lo siguiente:

1.- La poesía de San Juan de la Cruz es sencilla en extremo. En ella se refleja su experiencia mística personal libre de cualquier condicionante de otros autores más intelectuales y reflexivos. Eso le confiere la originalidad que lo ha encumbrado en el canon. 

2.- Eso no quita para que en ella se siga el modelo de las tres vías de la mística promulgada por San Bernardo. Recibe influjo también de San Agustín y, por supuesto, de su compañera de orden, Teresa de Ávila.

3.- Deja a un lado la métrica culta y toma formas poéticas más sencillas como son la lira y los romances con una fuerte influencia de la literatura renacentista de Garcilaso.  A pesar de que la literatura mística es el cenit de la experiencia religiosa, San Juan de la Cruz se basa en los poemas de temática amorosa pastoril para levantar su obra. Por supuesto, ese amor siempre es sagrado y nunca profano. 

4.- Para el poeta, la originalidad, el esteticismo, la formación de una obra con literariedad no era objetivo alguno. Su meta era, simplemente, dejar por escrito su experiencia mística, su profundo amor divino, su comunión espiritual con Dios. Por eso, no tiene empacho en tomar todo aquello que tiene a mano para construir su obra. 

5.- Este despojamiento de cualquier deseo de hacer literatura le lleva a utilizar un lenguaje fresco, directo, sereno, prodigioso casi, de una envergadura tal que se mantiene firme a lo largo del tiempo. 

6.- Toda la despreocupación estética se traspasa a la temática, en el deseo de dejar plasmado aquello que el poeta sentía en su arrobo místico. Por eso, los poemas son de una profundidad pocas veces superada en la literatura española. 

7.- San Juan de la Cruz no duda en echar mano de cualquier tipo de vocabulario, ya sea uno culto, un barbarismo, el lenguaje popular… Todo le sirve si está encaminado al fin que se propone. No hay en él nada que pueda catalogarse como ególatra. Se considera un instrumento de la divinidad y como tal deja a un lado cualquier atisbo de intelectualidad, de razón que pertenece a los hombres.   

8.- Es difícil explicar la frescura y originalidad de sus versos desde el punto de vista de la literatura crítica más allá de este despojamiento del deseo de literariedad. Sí destacar que sus frases son simples en extremo sin apenas recursos estilísticos.

9.- Sí recurre a la poderosa fuerza expresiva de los símbolos aún conocidos por un público amplio y presentes en cualquier forma artística en la época. Son importantes para poder adentrarse en esas aguas divinas tan difíciles de describir en un mundo profano.   

En definitiva, es la sencillez lo que caracteriza a la poesía de San Juan de la Cruz

Es la poesía de San Juan de la Cruz la expresión sencilla del más excelso género místico. Con estos tres poemas llega a la cumbre de esta forma de hacer literatura que no puede desligarse de una real, vívida y sentida experiencia religiosa. Acabo con palabras de Dámaso Alonso: 

“Su causa es la inefabilidad de la experiencia mística. Por ser inexpresable, la vivencia mística es solo pintada, mentada, a través de imágenes, en especial de imágenes del amor profano. Situado dentro de esta gran corriente, San Juan de la Cruz toma el máximo poema de amor, divinizado, que la tradición le ofrece: El cantar de los cantares. Cuando él echa mano de los elementos de amor profano que la poesía de su siglo (ya italianizante, ya tradicional) le brinda, no hace sino continuar el sentido de este proceso”.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla  

 

* Acendrar: Eliminar cualquier imperfección o defecto del carácter de una persona o de una cosa

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