Fue uno de los grandes poetas de la literatura barroca en España en pugna constante contra enemigos literarios por su estilo conscientemente culto y rebuscado, el cual llevó al límite de las posibilidades del idioma. En la biografía de Luis de Góngora no faltan anécdotas, hechos y escritos que, como dardos envenenados, se lanzaban dos escuelas que pretendían ser radicalmente distintas, aunque, en el fondo, no consiguieran ser tan diferentes. Los encontronazos literarios con Quevedo, especialmente, y otros poetas de la escuela castellana contribuyó a que las obras de Luis de Góngora se quedaran olvidadas durante siglos hasta su última recuperación por los grandes creadores de la Generación del 27.
Breve introducción al estilo de las obras de Luis de Góngora
Decir Luis de Góngora es introducirse de lleno en todas las características del estilo barroco en España. Época de crisis económicas continuadas, de vergonzosa corrupción institucional, de pérdida de la grandeza de antaño, el pueblo y la cultura se resbalan por un pesimismo que roza el conformismo más atroz. Sin poder agarrarse a la esperanza, el teatro barroco (tan fértil desde cualquier punto) se convierte en evasión mientras que los grandes poetas llevan a la apoteosis los principios heredados de la literatura renacentista. Resumiendo mucho, la poesía de Luis de Góngora se caracteriza por lo siguiente:
1.- Recurrir al vocabulario, la expresión y la sintaxis culta heredera del latín. Si bien esto es característica también de la lírica renacentista, en Góngora adquiere el nivel de apoteosis total sin parangón en otro poeta en lengua española.
2.- Por otro lado, los temas mitológicos o recurrentes de la literatura griega se convierten en el centro temático de las obras. De esta forma, ese pasado clásico que se adivina esplendoroso se convierte en el hipotexto que impregna todas las obras.
3.- La sintaxis castellana se retuerce hasta el extremo con una preferencia por el hipérbaton. Su uso llega al extremo de chocante incluso.
4.- Del amor por la lengua latina nace una preferencia por las palabras esdrújulas. Esta elección hace que las obras de Luis de Góngora tengan un ritmo especial.
5.- El uso de las figuras retóricas (todas ellas) llegó también al límite poblando de metáforas buena parte de los versos de la mayoría de sus poemas.
6.- No se esconde el culto (que llega a la veneración) a la belleza en todos sus órdenes. Esto lleva al poeta a crear versos complejos desde el punto de vista formal y, a la par, a alejarse de la realidad debido a la exageración (y exasperación) en la estilización. Dicho esto, este último punto ha sido objeto de controversia entre los estudiosos, lectores y críticos del siglo XX de la obra gongorina.
7.- La temática pesimista tan dada a cantar los estertores de un imperio perdido, las ruinas sociales o físicas y la muerte que todo lo barre e iguala se refugia en el canto al carpe diem. Ese atrapa el momento convive con las cenizas o con el tiempo fugaz de una manera tan magistral que pocos poetas en español lo han podido superar.
Luis de Góngora y sus obras menores
Si calificamos estos versos como menores, no es por su calidad sino más bien por la extensión de los mismos. El poeta cordobés pudo dedicarse en vida a pulir sin descanso su obra ya que, desde joven, sin familia ni obligaciones y con una buena posición dentro de la jerarquía de la iglesia, no tuvo por qué preocuparse por las cosas del sustento diario. Otro extremo es su mala vida debido a la afición al juego que le hizo resbalarse por la pobreza a final de sus días. Además, sus poemas quedaron recogidos (primorosamente caligrafiados) en el denominado “Manuscrito Chacón”, con el visto bueno del poeta, recogido por su gran amigo como regalo para el valido Olivares, bibliófilo y hombre fuerte del nuevo rey: Felipe IV.
1.- Las letrillas, entre las obras de Góngora más reconocida por la crítica posterior
Tanto es así que los críticos y estudiosos de la literatura neoclásica (con un posicionamiento artístico totalmente ajeno a los principios del barroco literario) los recoge como lo mejor del poeta. Y lo hace porque les parecen sencillos, aunque una lectura más atenta nos lleva a las características propias de la obra gongorina reflejadas al principio. Si las letrillas del poeta de Córdoba tuvieron predicamento posterior fue, en esencia, por su ritmo y fuerte sonoridad que nos remite a las voces populares tan del gusto en la literatura española. La temática está impregnada de una fuerte misoginia (propia de la época) y de una fina ironía contra la hipocresía, la vanidad o la ostentación. Con un lenguaje afilado y afinado se burla de todas las falsedades con las que se reviste el ser humano sea cual sea su condición o época. Se han contabilizado más de 200 letrillas entre las obras de Luis de Góngora.
2.- Los romances
Como no podía ser de otra manera, a pesar de su base popular, están levantados con la estética culta que predomina en todos sus versos. Se han recogido casi 100 y son de temática diversa. Destacan los irónicos (alcanzado algunos el punto de cinismo) y desde el aspecto formal están muy cuidados.
3.- Luis de Góngora y sus obras más conocidas: los sonetos
Con el poeta de Córdoba se llega al cenit de la perfección formal de esta fórmula poética que tantos maravillosos ejemplos ha dado. Son apenas trece y en ellos se concentran todas las características del estilo barroco. La desolación, la muerte que todo lo arrasa (con el sic transit gloria mundi tan querido por los artistas de la época) conviven, a la par, con la necesidad de vivir el momento presente. Esta simbiosis hace de estos versos ejemplos sublimes del canon literario no tanto por su contradicción sino por la unificación de conceptos, en apariencia, contradictorios. En este sentido, el poeta, desde su posición de conocimiento de los recovecos de la condición humana, nos invita a gozar, a disfrutar, a amar antes que todo se disuelva, se destruya o transforme
“en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.”
Esta filosofía del buen vivir antes de que la devastación se apodere de todos nosotros es el eje temático de buena parte de los sonetos de Luis de Góngora. Quizás sea sorprendente (al menos para el lector contemporáneo) que la idea se enmarañe con poemas que son elegías a personas reales (normalmente poderosas) que el poeta quería halagar y adular. Tengo que reseñar, por último, que de este cariz son la gran mayoría de los sonetos gongorinos.
4.- Oda a la toma de Larache
Se aparta del barroco para enlazar con la lírica de otro andaluz ilustre, Fernando de Herrera. La temática es patriótica y bélica.
Los grandes poemas de Luis de Góngora
Aunque en este bloque se añade el Panegírico al Duque de Lerma, la crítica lo hace no por la calidad o la aportación al canon literario sino, más bien, por su extensión. Es un poema desafortunado en línea temática con las elegías a personas diversas que el poeta compuso a lo largo de su vida. Está escrito en octavas que suman 632 versos en los que se da un repaso al gran valido del rey Felipe III. A pesar de su extensión, se quedó sin terminar.
La Fábula de Polifemo y Galatea, la obra más famosa de Luis de Góngora
En ella se retoma no solo uno de los temas favoritos de la literatura griega o latina sino también del arte barroco. El gigante Polifemo es un ser deforme, monstruoso y con un solo ojo. Esta fealdad no se corresponde con su interior anímico repleto de afectuoso amor hacia la ninfa Galatea. Es una pasión no correspondida ya que la protagonista está enamorada del pastor Acis. Todo ese choque interior desencadena en la muerte del joven a manos del gigante, loco por los celos. El desgraciado joven, tal como se recoge en las Metamorfosis de Olvido, es transformado en río por la mediación de Galatea.
El poema cuenta esta trágica historia de amor en versos endecasílabos (ya favorito de la lírica española) construidos con una exquisita perfección formal. En total son 504 agrupados en 63 octavas reales. Las estrofas despliegan todas las características de la literatura barroca y hace las delicias de los docentes en busca de símiles, comparaciones, hipotextos cultos, metáforas o excesos de hipérbaton. Recogemos las palabras del gran Dámaso Alonso acerca de la Fábula de Polifemo y Galatea de Luis de Góngora, quizás su obra más sublime.
“… ese contraste, esa contradicción interna en el alma del cíclope tenía que ser especialmente grata a la época que busca por todas partes en el arte (el claroscuro, etc.) y en literatura los contrastes y las contradicciones invencibles. Polifemo era un tema interesante para ese siglo porque era desmesurado…”
La complejidad estilística del poema Soledades de Góngora
Es una de las obras más difíciles de la literatura española por su abandono de la realidad a pesar de que el hilo conductor es la aventura de un peregrino. La crítica ha encontrado que el objetivo del poeta era componer cuatro partes, cada una centrada en las distintas edades del hombre (desde el punto de vista androcéntrico más que antropocéntrico). Sin embargo, el poema quedó inconcluso. Está levantado utilizando la silva. La primera parte tiene 1091 versos y la segunda (sin terminar) 979. Lo entendemos a través de las palabras de otro gran poeta y estudioso de la obra: Pedro Salinas.
“Góngora era andaluz sensual y el mundo no se le presenta en ideas, valores morales, sino en volúmenes y formas, en apariencias seductoras.”
Estas dos grandes obras de Luis de Góngora, junto con los sonetos, conforman el puñado de versos que se desentrañan una y otra vez en el canon clásico español buscando esa clave del alma humana donde confluyen todas las contradicciones. Resumiendo (y reduciendo) mucho, la exasperación por la muerte, la ruina, el olvido, la descomposición o la devastación encuentra consuelo en el amor a la belleza externa de todos los recovecos de la creación.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla