Características de la novela picaresca

Características de la novela picaresca

Características de la novela picaresca

Candela Vizcaíno

 

En 1554, en el reinado de Carlos I, aparece el Lazarillo de Tormes, considerada la primera de este cariz en español. Aunque se da en otras países europeos, en España adquiere la categoría de género nuevo por lo novedoso de su enfoque y lo transformador de la mayoría de las características de la novela picaresca. Desde esa fecha hasta 1646, con la aparición de Estebanillo González, verán la luz algunas obras únicas que han traspasado, incluso, las fronteras de la literatura. 

1.- Una de las más importantes características de la novela picaresca es su original protagonista 

Aunque personajes de baja extracción social ya habían aparecido en la literatura castellana (y nada más hay que señalar El Libro de Buen Amor y La Celestina), ahora se revisten de todo el protagonismo, con todo lo que ello implica para el enfoque y la trama. El pícaro (de cuya etimología duda hasta el mismísimo Corominas) es una suerte de aventurero con tintes de desgraciado que aspira solo a malvivir sin ningún tipo de objetivo vital más o menos loable. Nacido en los bajos fondos, no se mueve del mismo durante toda su existencia ni aspira a nada más que a sobrevivir con pequeños timos, hurtos y engaños. Nada en sus aventuras es digna de admiración más allá de ese afán por agarrarse a la vida a cualquier precio. Es un vagamundo, un mendigo, un pobre hombre que se conforma con su situación.  Su astucia (que nunca se puede calificar de inteligencia) solo le llega para algunas tretas que le permita terminar el día de la mejor manera posible.  Su vida, totalmente apartada de los mínimos modelos cívicos, lo hace resbalarse al margen de la ley sin llegar nunca a ser un delincuente o un criminal sin escrúpulos.  

Todo en él, y esta es una de las características de la novela picaresca, es pequeño, ruin, cínico y bajo. Si el protagonista apela a la libertad como el mayor bien del ser humano, la misma no la aprovecha en su beneficio (para crecer como persona o enriquecerse materialmente) sino que la desperdicia en correrías de poca monta. Y junto a él aparece una sarta de personajes que, aún siendo de otra extracción social, no se comportan de manera mucho más digna.  

2.- Otra de las características del novela picaresca es su realismo

Y es el mismo que articula (con sus salvedades, por supuesto) toda la literatura española y gran parte del arte plástico de esta parte de mundo (Goya por poner un ejemplo). Es un realismo descarnado que se regodea (a veces con humor, cinismo o ironía) en lo peor de la condición humana. Todo ello sucede sin resbalarse en los modos de fuertes personalidades criminales. En el mundo del pícaro todo es mediocre, pequeño y desprovisto de la más mínima ambición. Desde el inicio, en la novela picaresca, sus protagonistas han tirado la toalla hundiéndose en un pesimismo y un derrotismo peculiar que solo le da alas cuando se trata de la subsistencia más inmediata.  

Todas las obras son ajenas, no ya a la utopía idealista (la de la lírica renacentista o de las principales características de las novelas de caballería por poner dos ejemplos), sino que rechaza cualquier posibilidad de redención, de mejora o de crecimiento personal. El pícaro es un personaje conformista que, la más de las veces (y aquí reside su interés) se reviste de un halo filosófico que lo emparenta con el estoicismo, el mismo que defendía Séneca (el filósofo romano nacido en España).  

3.- Contraposición a la lírica renacentista y novelas de caballería 

Estudiosos hay que han dedicado tesis, investigaciones y artículos a poner en contraposición,  cara a cara, las principales características de la novela picaresca tanto con la poesía renacentista como con las novelas de caballería. Estas obras nacen cuando ambas manifestaciones literarias están en su pleno esplendor y favor del público. Por eso, hay quienes ven en el nacimiento de la picaresca literaria un rechazo al idealismo exacerbado que magnifica los valores de la élite culta. Sin embargo, su aparición no puede explicarse solo por esta circunstancia y hay que tener en cuenta más factores. Ni que decir tiene que el personaje estaba en el aire (ya que era un tipo conocido en la época), pero también hay un estado emocional favorable a su creación: pesimismo, sensación de derrota, conformismo vital, negación de la justa rebeldía…   

Las novelas picarescas serían ese contrapunto (ese puñetazo en la mesa) al mostrar a personajes que se encontraban en la vida real como auténticos protagonistas de un modo de vida ajeno a la literatura de evasión. Aunque el reinado de Carlos I aún conservaba toda la gloria épica de las conquistas, con Felipe II llegan sucesivas bancarrotas, derrotas sonoras (la Armada Invencible sin ir más lejos) y decadencia de los valores incluso en los llamados a mantenerlos. Es una época en la que, alrededor de las grandes ciudades (Sevilla, Toledo, Salamanca…), se van agolpando legiones de campesinos en busca de una vida mejor. Estos conviven con grupos de soldados abandonados a su suerte que intentan malvivir incluso con graves lesiones invalidantes. A esto se une un desprecio por el emprendimiento empresarial, artesanal o comercial por considerarlo propio de conversos o judíos (por entonces fuera de toda consideración social por parte de la mayoría cristiana). Y el cóctel social no puede ser más explosivo, ya que, ante la exaltación de una vida bohemia y las pocas posibilidades de subsistencia, solo cabe la vida del pícaro. 

4.- Otra de las características de la novela picaresca es su carácter autobiográfico 

Que se muestra nada más empezar (ese “yo señor no soy malo” de Lázaro de Tormes) y del que apenas hay precedentes en la literatura en castellano ni en ninguna otra lengua vulgar. Hasta este momento, los personajes pertenecían al autor, al narrador, que, de una manera u otra, mostraba sus hazañas y avatares. Sí existían protagonistas de baja condición social y moral, estos siempre tenían un papel cómico, subalterno y de alter ego con la finalidad de mostrar las virtudes de los épicos o dignos de imitación. Con la novela picaresca todo eso cambia y el protagonista (a falta de un autor que se digne a bajar a contar sus aventuras y desventuras) toma la palabra por sí mismo. El resultado es un relato descarnado en el que no hay consideración moral más allá de mostrar todos los vicios de una sociedad que se alejaba de la excelencia. Junto con la autobiografía se muestra el anonimato empezando por el Lazarillo de Tormes

5.- Otra de las características de la novela picaresca es que se desbarata la división entre lo cómico y lo elevado

Esta estructura en cajones estancos era la manera de conducirse de la literatura clásica con sus divisiones en comedia o tragedia. Con el nuevo género las tramas se adentran con la mayor naturalidad en el egoísmo individualista sin juicio de enmienda, en la crítica cínica contra los estamentos de poder (incluida aristocracia e iglesia), en la defensa de la holgazanería sin ningún tipo de pudor y en desgranar un mundo donde los parásitos sociales pertenecen a todas las familias. Si bien, conforme va avanzado el siglo XVII, las obras van cambiando para hacer una especie de acto de constricción, en la narración y lectura se asiste a un mundo que está lejos de la ejemplaridad.

6.- La narración se crea mediante una sucesión de caracteres sociales reprobables 

Aunque conforme van publicándose los títulos, las nuevas obras se van acercando a las novelas de aventuras, las picarescas se caracterizan por ser una sucesión de historias deslazadas entre sí. Tanto es así que se pueden leer incluso independientemente, ya que nada afecta a la trama. Recordemos que una de las características de la novelas picaresca estriba en su personaje, el cual no hace ningún intento de mejora personal tanto en el plano social como en el económico o en el moral.  

Las páginas de las obras, por tanto, se convierten en una sucesión de individuos huecos que nada aportan a la sociedad y sin más meta que estar vivos al caer el día. Estos lo convierten en seres indignos cuando no en cómicos por los que se siente una particular lástima. No hay objetivo en sus vidas que pueda redimirlos más allá de esa intención moralizante que han querido ver algunos críticos y que explica el auge del género. 

7.- El erasmismo como una de las características de la novela picaresca 

En 1545 comienza la denominada Contrarreforma a la que España se adhiere de lleno jurando defender los principios católicos incluso con las armas. Se olvida, por tanto, cualquier intento de cambio propuesto por Lutero y se vuelve al dogma. El erasmismo que algunos críticos quieren ver en el interior de estas obras promulgaba una libertad de criterio y de vida que enlaza con el espíritu del pícaro. Sin embargo, aunque las teorías del de Rotterdam solo calaron en las élites intelectuales españolas, la Contrarreforma atacó a todas esas obras de ficción pura e idealizadas en las que la fantasía hacía olvidar al lector su misión vital. Se promulgó, por tanto, que la literatura debía estar al servicio de la moralidad o de la educación. Y ambos extremos no se pueden conseguir si no hay buenas dosis de realismo que muestre al lector los males de este mundo. En este contexto nace la novela picaresca que ya sería, como apuntan algunos autores, obras que intentan mostrar la condición abyecta a la que puede degradarse el ser humano. Otra cosa es el talento de sus creadores que, entre medias, nos dejen párrafos de memorable literatura alejándose de rancios sermones moralizantes. 

En palabras de A.A. Parker, uno de los grandes estudiosos del género: 

“La diferencia proviene de que lo pastoral deriva del Humanismo italiano, mientras la picaresca procede del Elogio de la locura de Erasmo, a través de movimientos reformistas que postulan una religión sencilla, libre de complicadas observancias, y proclaman el desprecio del mundo y sus honores. El pícaro recoge este ideal, pero rechazado por la sociedad, lo transforma en cinismo amargo y resentido, vacío de moral, que se expresa en la literatura negativa de la picaresca”. 

8.- La picaresca y su relación con la mística

Esta búsqueda de libertad individual y despego de las cosas del mundo está íntimamente relacionado con la mística literaria, cuyas más altas cotas son contemporáneas a la novela picaresca. Si San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús buscan hacia dentro (hacia la visión divina) la verdad  existencial y sus giros, la picaresca lo hace hacia afuera: mostrando con crueldad los vicios sociales. En ambas vertientes literarias hay un afán moralizante o edificante, una desgranando las maravillas de la gracia divina mientras que la otra se entretiene por el camino de la oscuridad vital a través de sus pecados sociales.  

“Como el místico, el pícaro no ve en la vida más que algo pasajero, algo finito, que no vale la pena de tomarlo muy en serio, y menos aún de dedicarle un gran esfuerzo. Se dirá que es vagancia la suya. Sí, pero una vagancia altamente filosófica.”

César Barja

9.- El sentido trágico como una de las características de la novela picaresca

Todo estas anotaciones nos lleva a un punto esencial: el sentido trágico. El pícaro no es un bufón, no es un cómico, no es un hedonista que aprovecha el aquí y el ahora. Es un desahuciado social y personal que se resigna antes de hacer un movimiento por su superación personal. Todo ello lo reviste con un halo trágico. Su mundo es el de la insignificancia aceptada, no como un intento de hacerse uno con las cosas terrenales, sino porque se niega a trabajar en su propio bien. 

10.-El pícaro está alejado tanto del honor tan español como del sentido de trascendencia 

Por tanto, los personajes de la novela picaresca no aspiran a nada más que no sea llegar a la hora siguiente. Para no importarles ni siquiera se preocupan por aparentar, como sí hacen algunos personajes secundarios de estas novelas. Nada hay en la vida que merezca un mínimo esfuerzo. Por tanto, concepto como dignidad o trascendencia les queda lejos, tanto como las historias amorosas de las idealizadas novelas pastoriles. El pícaro vive en la cruda realidad de un día a día agresivo, cruel y deleznable.  

En definitiva, la mayoría de las características de la novela picaresca nos muestran personajes que no saben ni pensar ni sentir ni hacer a lo grande aunque se equivoquen. No son unos fracasados en el sentido contemporáneo del término puesto que no intentan nada. Simplemente se valen de los recovecos del sistema para dar rienda suelta a sus instintos primarios. Y con estos mimbres se crearon grandes novelas del canon en español.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

  • No se han encontrado comentarios
Añadir comentarios
image.jpeg Filosofia Historia
 

Mi Último Libro

Cuento infantil
 
el bosque de las respuestas

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrar a los usuarios publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si se continúa navegando, consideramos que se acepta su uso. Es posible cambiar la configuración u obtener más información aquí

Acepto