El hombre en el Renacimiento

El hombre en el Renacimiento

El hombre en el Renacimiento

Candela Vizcaíno

 

De todos los cambios que se produjeron a finales del siglo XV en Europa, hay uno que es vertebrador de todos los demás: la distinta concepción sobre el hombre en el Renacimiento a todos los niveles. Lo poco que nos ha llegado de los autores de la Edad Media nos muestra una sociedad teocéntrica, encerrada, guerrera y acosado por calamidades de todo tipo (desde la intransigencia, la inmovilidad hasta las luchas cruentas pasando por epidemias nefastas). Estas obras nos muestran una visión de la vida con las miras siempre puestas en el más allá. Este mundo, por tanto, se convierte en un valle de lágrimas, un paso hacia la gracia absoluta y únicamente importa la salvación del alma tras la muerte. Nada había en lo cotidiano que no invitara o poner los ojos en ese paraíso celestial e incorpóreo, ya que que lo de este plano ofrecía escasos alicientes. Todo eso cambia con la llegada del Renacimiento. Y el hombre se erige en la medida (literal) de todas las cosas a la par que se acepta el disfrute de la vida en la tierra como lo deseable. Vamos por partes para entender mejor este concepto. 

1.- Antropocentrismo, eje sobre el que gira el hombre en el Renacimiento 

Aún siendo Europa eminentemente cristiana, la cosmovisión religiosa cambia a finales del siglo XV e, incluso, un poco antes en lugares de Italia. El hombre comienza a ser la medida de todas las cosas de este mundo. La creación, por tanto, comienza a ser considerada como un regalo o don por parte de la divinidad para disfrutar de ella. A partir de aquí da comienzo el camino de la felicidad, concepto que empieza a tener auge después de los años oscuros, tristes y repletos de penalidades de la época anterior y que nos ha llegado a través de las crónicas y la literatura medieval

Paralelamente, la política en el Renacimiento va cambiando progresivamente mermando el poder de los señores feudales y, con ello, se posibilitan periodos más largos de paz. Las guerras son desplazadas por las intrigas cortesanas o los chismes de las cortes y palacios que se llenan de refinamiento y cultura. Con ello, la humanidad comienza a disfrutar de esos dones sin el sentimiento de culpa (o de pecado) que había caracterizado los siglos anteriores. En el mismo orden de cosas, la naturaleza se convierte en refugio de paz y de inspiración. Aparece, a continuación, el concepto del amor mundano (aunque platonizado). La mujer (ya que aún estamos en una sociedad androcéntrica) se concibe en su carnalidad más allá del canto meramente espiritual y anímico que había predominado en los siglos anteriores. Todo ello forma una combinación novedosa que desemboca en esa idea de antropocentrismo en el que Dios se va desplazando progresivamente para ir ocupando esas esferas por una humanidad deseosa de cambio.  

2.- El hombre en el Renacimiento descubre la antigüedad clásica 

Paralelamente, a esta concepción se van descubriendo los mitos y la literatura griega o latina. En las páginas de los libros medievales que empiezan a imprimirse aparece un mundo pagano de dioses que se mezclan con los hombres, que tienen hijos con los mortales y que están maldecidos con los mismo vicios que la humanidad. En estos textos se despliega una naturaleza que sea alinea con todo lo viviente y que está puesta para el disfrute de las criaturas vivas. Con todas estas ideas, el concepto de valle de lágrimas  va quedando aparcado. Y el disfrute terreno va cobrando fuerza (sin olvidar las ideas cristianas) hasta desembocar en un hedonismo sereno y elegante que no se había conocido en Europa. Por tanto, Ya no será Dios el que acapare cada centímetro de universo sino que hay un deseo de convertir todo lo creado a la medida pequeña de la criatura humana. En este sentido, por poner solo uno de los más famosos, se explican los dibujos con las proporciones y escalas del hombre de Leonardo da Vinci. 

3.- El hombre en el Renacimiento se apunta al avance del conocimiento

Y se hace en todos los aspectos y en todos los sentidos. El Renacimiento en España se inaugura casi con tres grandes hitos: la homogeneización que supone la toma de Granada, el descubrimiento de América y la carta de naturaleza del castellano como lengua de cultura con la Gramática de Antonio de Nebrija. Todo ello sucedió en 1492. Y sin riesgo a equivocarme mucho, se puede afirmar que en esta fecha comienza el Renacimiento en España. Algunos de estos logros no habrían tenido eco si detrás no estuvieran avances científicos. Si la ingeniería naval se desarrolla hasta el punto de permitir empresas antes inconcebibles, lo que supuso un antes y un después fue la invención de la imprenta a mediados del siglo XV que rápidamente se reprodujo por todos los rincones de Europa. Con ella se aumentaron exponencialmente el número de obras a disposición de un público que iba abandonando el analfabetismo crónico. Y, además, alimentó a las nuevas oleadas de estudiantes que se formaban en las incipientes universidades europeas. 

4.- Para el hombre en el Renacimiento la vida, por tanto, ya no es un valle de lágrima y aparece el hedonismo 

En este sentido, se da permiso para crear deliciosos jardines, cómodos palacios o festejar cualquier cosa. El antropocentrismo va dando paso progresivamente a un hedonismo vital que va empapando todas las esferas de las artes y la existencia. También es el acicate para el avance económico, ya que los recursos se concentran para bien del hombre y de la humanidad, aunque las luchas, guerras y enfrentamientos siguieron existiendo. Eso no quita para que los periodos de paz fueran más largos que los medievales. Por tanto, no solo no se destruía lo creado sino que daba tiempo a mejorar lo existente. Todo ello en aras de hacer un aquí y un ahora más vivible. 

5.- La belleza, la naturaleza y la mujer (androcentrismo) como forma de llegar a Dios

Aunque una de las principales características del Renacimiento literario o artístico es colocar al hombre en el centro del Universo, no debemos entender aún ese “hombre” como representante de la Humanidad. La mujer aún no ha adquirido un papel predominante a pesar de la visibilidad de algunas reinas (Isabel de Castilla) o artistas (Santa Teresa de Jesús, representante de la mística). Más bien, eran tenidos como puente que une el mundo profano cotidiano con el de la belleza que es también divina. En este sentido, actúa como la naturaleza en ese camino de la felicidad que permite ver los grandes dones de Dios. Es, por tanto, medio o puente, no fin último.  

6.- Las teorías de Erasmo en la concepción del hombre en el Renacimiento 

Las grandes ideas siempre están en el aire. Si Lutero rompe con la tradición católica negando la autoridad papel, Erasmo lleva esta revolución de otra manera. Entiende que los textos sagrados han sido corrompidos en su lectura y que esta ha sido sesgada para beneficiar a una curia y a un papado corrupto que, en la época, se entretenía con los goces terrenales más que con los divinos. Por eso defiende nuevas traducciones a las lenguas vulgares de los textos sagrados con el fin de acercarlo al origen. Todo ello no sería posible sin ese avance tecnológico y económico que propició el desarrollo de la imprenta y, con ella, los estudios del latín en las nuevas universidades.  

7.- Monarquía frente a señores feudales como cambio 

La política en el Renacimiento gira en torno a la concentración de poder de las cabezas coronadas con respecto a los señores feudales. Todo ello tiene implicación en el ámbito de la economía (al concentrar más riquezas) pero también en las esferas de las ideas. Se hace necesario homogeneizar en diferentes sentidos: políticos, sociales, legales, lingüísticos… Paralelamente, se ve a la humanidad como un todo semejante en su ámbito espiritual. Con ello se ponen las bases para una incipiente justicia social al considerarse que el alma del señor no vale más que la de un pobre ciudadano. Aunque bajo nuestra cosmovisión  esto parece evidente, no lo era para la de la época feudal gobernada, a veces, por crueles y caprichosos caciques.  

8.- El hombre en el Renacimiento está transformado por la incipiente burguesía 

Desde los campos y las murallas cerradas de los castillos se van abriendo nuevos burgos y pequeñas ciudades. Estas se llenan con profesionales de oficios distintos al de la ganadería o la agricultura. Nacen, a continuación, los gremios (que comienzan a agruparse para defender sus derechos o darse apoyo) y una nueva clase que enarbola la bandera de la libertad. Ya no sirven a un señor al cual encomiendan (en todos los sentidos) sus vidas, sino que en cada artesano, en cada artista, en cada profesional independiente (canteros, aparejadores, médicos, farmacéuticos o escribanos) hay una persona que se sabe única e independiente. A la par, este sistema social engendra mayor desarrollo económico, con lo cual la rueda de la libertad no para de retroalimentarse constantemente. Este nuevo orden social (acompañado del mayor poder real que gobierna de forma homogénea) va a influir de manera importante en la cosmovisión del hombre en el Renacimiento. 

9.- El número cinco en el hombre de Vitruvio

Simbolización perfecta del espíritu de la época y de lo que supuso el hombre en el Renacimiento es la medida representado por el hombre de Vitrubio de Leonardo da Vinci. El cinco es considerado, en simbología, el número del hombre, cinco son los dedos de la mano y cinco son los puntos (contando la cabeza) que se proponen en esa famosa ilustración. Con el cinco se dice del hacer, de la capacidad de transformación y de progreso. El cinco supone el cambio y la manera que el ser humano tiene de modificar la realidad dada. Ya no se deja todo a la providencia divina sino que tenemos entre nuestros dedos la posibilidad de crear un mundo distinto, aunque eso no signifique olvidar los principios del cristianismo. Por eso, esa ilustración se ha convertido en el símbolo perfecto de una época.  

10.- El hombre en el Renacimiento busca la perfección en las artes

Y en la naturaleza que pretende domeñar creando jardines ordenados donde el caos no existe. En el mismo sentido, se recupera de la tradición clásica el número áureo que se utiliza para crear edificios sobrios y elegantes a la par que se acometen algunas reformas urbanísticas en este sentido. A la proporción, se une la perspectiva que da ese aspecto tridimensional a las obras de la época. La belleza, por tanto, se convierte en fuente de felicidad y el arte va a ayudar a conseguir ambas cosas. 

En definitiva, el hombre en el Renacimiento es el artífice del cambio esencial que se da en la segunda mitad del siglo XV en Europa. Con esta cosmovisión se cierra la Edad Media tan enconsertada, pobre, inculta y acechada por tantas calamidades que solo puede poner los ojos en el más allá, tal es la cantidad de guerras, hambrunas y pestes alrededor. Con el nuevo orden que inaugura la Edad Moderna se desarrollan inventos que facilitan la vida generando ideas filosóficas transformadoras. La humanidad, avalada por estos avances, comienza a tomar las riendas tanto de su propio destino como del progreso material y se niega a abandonarse a deseos inescrutables de la divinidad.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

  • No se han encontrado comentarios
Añadir comentarios
image.jpeg Filosofia Historia
 

Mi Último Libro

Cuento infantil
 
el bosque de las respuestas

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrar a los usuarios publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si se continúa navegando, consideramos que se acepta su uso. Es posible cambiar la configuración u obtener más información aquí

Acepto