Aldo Manuzio | biografía y aportes a la tipografía

Aldo Manuzio

Aldo Manuzio

Candela Vizcaíno

 

Hablar de los inicios de la imprenta es hablar de Aldo Manuzio. Este impresor-editor veneciano desde 1495 hasta 1515 no solo diseñó y dio cuerpo al libro tal como lo conocemos hoy en día, sino que elevó a cotas de calidad las ediciones críticas de los clásicos greco-latinos. Su logotipo editorial, el ancla y el delfín entrelazados bajo el lema Festina Lente, ese “apresúrate despacio” tomado de un adagio de Augusto, se convirtió muy pronto en símbolo de exquisitez, calidad e innovación.  

En apenas quince años, en el periodo que va desde 1494 hasta 1515, fecha de la muerte de Aldo Manuzio (con algunas interrupciones debido a problemas logísticos) de su imprenta salieron cerca de ciento cincuenta títulos. Sobresalen, especialmente, ediciones príncipes de Aristóteles, Platón, Ovidio, la comedia y la tragedia griega. Y no solo se centró en los clásicos, ya que también en su imprenta vieron la luz los poemas de Pietro Bembo o escritos de Erasmo de Rotterdam (propiciando la expansión del erasmismo). 

Biografía de Aldo Manuzio 

Nace en 1450 (aunque algunos autores señalan la fecha de 1449 y otros la de 1451) en Casiano di Sermnonneta, una pequeña población del Lazio romano. Poco se sabe de su infancia y juventud, pero parece que sus primeros estudios los realiza junto a Scipione Fortiguerra que, más tarde, formará parte de su selecto consejo editorial. En una edad bastante tardía, se traslada a Ferrara a completar sus estudios y es allí donde se encuentra con una de las lumbreras decisivas para su proyecto editorial: Giovanni Francesco Pico della Mirandola. Aldo tenía veinticinco años y el joven Pico era un adolescente de apenas doce años. Sin embargo, ya en él despuntaba, en forma de niño prodigio, la brillantez que le acompañaría de adulto. Por los datos que se tienen de Aldo, si bien fue un hombre afortunado en el plano intelectual, su hacienda era más bien escasa. 

En 1482 estalla la guerra entre Venecia y Ferrara, un conflicto que se prolongará en el tiempo de manera intermitente y casi interminable y que, a la postre, acabará condicionando tanto la futura empresa tipográfica como la vida cotidiana de Manuzio. Cuando las hostilidades se vuelven más duras el joven Pico della Mirandola (poseedor de una fortuna bastante notable) hospeda a su amigo en su castillo. Aquí es donde los dos hombres, llevados por su afán de perfeccionamiento intelectual, comienzan a fraguar la idea de la impresión de textos clásicos en modernas y claras ediciones. Mientras dura las hostilidades y confinados en el castillo, Aldo Manuzio se convierte en maestro de griego de los dos sobrinos della Mirandola. Aquí se organizan tertulias y hay tiempo libre para el estudio de los clásicos. Este contacto con la élite intelectual de la zona y de sus alrededores se ve enriquecido a partir de 1482 con la caída de Bizancio. Esto supone sucesivas oleadas de intelectuales exiliados que se afanaban desesperadamente en conseguir algún tipo de refugio o mecenazgo por parte de los ricos y cultivados príncipes de las cortes italianas. 

Los inicios de la imprenta de Aldo Manuzio 

A pesar de que su amigo della Mirándola le ofrece una parte del castillo para la imprenta y una cuantiosa suma de dinero, Aldo se empeña en mudarse a Venecia, por entonces un hervidero intelectual y eje libresco. Así tenemos que, en 1494, se encuentra en la Ciudad de los Canales buscando financiación para la impresión de sus libros. Fue Ermolao Barbarigo,  cuyo hijo había sido alumno de Manuzio y dueño de la fábrica de papel Fabriano, quien puso el dinero necesario a cambio de la mitad de las acciones. Barbarigo fue una bendición para el impresor ya que, con su fortuna, había conseguido atesorar una importante biblioteca compuesta de libros medievales manuscritos. Estos serán de utilidad para el gran impresor.  La imprenta se instala junto a la iglesia de San Agustín y encarga a Griffo (afamado orfebre) el diseño y la ejecución de los nuevos tipos.  

Su primer libro en latín salió de la imprenta en 1496: Sobre el Etna de Pietro Bembo. El éxito de las obras impresas por Manuzio alcanzó, muy pronto, fama internacional. Así editores e impresores de otras partes de Italia y de Europa no tardan en imitar sus innovaciones. A eso se debió la deslealtad de Griffo que no tuvo ningún reparo en inundar el mercado con fuentes piratas Por eso, lo despide y le sustituye Giacomo “el húngaro” para seguir con Giulio Campagnola hasta la muerte del impresor.  

La Neoccademia de Aldo Manuzio 

Con los beneficios de la imprenta crea en su casa la denominada Academia Aldina inspirada en la Academia Platónica de Florencia. Estaba formada por los treinta y dos sabios de su consejo editorial e intelectuales tanto venecianos como exiliados de Constantinopla. Allí se reunían el príncipe Alberto Pío de Carpi, el poeta Pietro Bembo, el helenista Girolano Aleandro da Motta, Demetrio Ducas (requerido por el Cardenal Cisneros para hacerse cargo de la parte griega de la Biblia Políglota), Thomas Linacre (médico de Enrique VIII de Inglaterra) e, incluso, Erasmo de Rotterdam. 

Estos intelectuales se encargaban de seleccionar los manuscritos que, tras el contraste de las distintas versiones, servirían para fijar el texto. Posteriormente se producía un elaborado proceso de impresión página a página, pliego a pliego. 

Los últimos años en la vida de Aldo Manuzio  

En 1505, en plena madurez, se casa con la joven María Torresani de apenas veinte años. Desafortunadamente dicha felicidad se ve empañada por una serie de desgraciados sucesos. Primero fallece Barbarigo, principal accionista de la imprenta. Luego se declara la bancarrota de las entidades financieras venecianas. Como debe parar, aprovecha la falta de recursos a la hora de seguir con su tarea impresora para hacerse conferenciante con una gira por toda Italia. Le acompaña su esposa y nace su primer hijo.  

Las máquinas vuelven a ponerse en marcha en 1507 cuando el padre de María aporta el capital que no quieren poner los herederos de Barbarigo. Es entonces cuando solo saca a la calle los clásicos con más demanda relegando proyectos de mayor envergadura, como una Biblia políglota o títulos de autores contemporáneos. Hacia 1509 la interminable guerra entre Venecia y Ferrara hace insostenible la situación. Aldo Manuzio debe huir con su familia y encuentra refugio en el castillo de Novi propiedad de su amigo el príncipe Alberto Pío de Carpi. Allí sitúa una imprenta que pretendía ser provisional. Sin embargo, en ella le alcanza la muerte en 1515. Su tarea editora continúo con su hijo primogénito y su nieto, ambos de nombre Aldo. 

  

Aldo Manuzio y sus aportes a la tipografía 

1.- De manera incansable y metódica, Aldo Manuzio puso en marcha y concluyó un plan de publicaciones exhaustivo y complejo. Así, cada edición era sometida a un consejo editorial de treinta y dos sabios de renombre entre los que se encontraban eruditos, filósofos, filólogos, calígrafos o poetas no solo de Italia sino también de Inglaterra, Grecia, Francia o la actual Turquía.  

2.- Para las ediciones de los clásicos de la antigua literatura griega o romana se imprimían los textos redactados en la lengua original, a ser posible sin glosas ni notas a pie de página. Así la nueva intelectualidad, compuesta por una clase emergente de laicos estudiosos, forjada en las ideas y principios del Renacimiento, podía conversar “libremente con tan gloriosos difuntos”. 

3.- Como complemento, anexo o ayuda a estas ediciones, el propio Aldo Manuzio publicó e, incluso, redactó él mismo gramáticas y diccionarios. Estos servían a modo de libros de texto para los cada día más numerosos estudiantes de las universidades. Estos iban cobrando fuerza e importancia en los estados que, por entonces, comenzaban a forjarse, a la par que ser propagaba la imprenta por toda Europa y, posteriormente, por todo el mundo conocido.  

4.- Trabaja con el papel de extrema calidad de la casa Fabriano, hoy un lujo reservado a los regalos.  También utiliza una cola especial que hace que los libros no se abran. Deja márgenes generosos con el objetivo de que en ellos se pudieran realizar notas por parte de los estudiantes.  

5.- Aligera las encuadernaciones haciéndolas minimalistas. Se utilizaba una piel muy fina que llega desde el norte de África y elimina las tablas de los libros medievales. Estas son sustituidas por cartón. Además adopta el lomo plano y se estampa las portadas a fuego. Todo ello aporta ligereza. 

6.- Para hacer más llevadero el proceso de encuadernación, se inventa una forma nueva de numerar los distintos cuadernillos. Esta nomenclatura es la que ha perdurado hasta hace poco cuando la tecnología informática ya no la ha necesitado.  

7.- A partir de 1496, los tipos encargados a Griffo se hacen más ligeros, se redondean y la lectura se hace más clara. Aún se sigue innovando en su afán por presentar hojas limpias. El cenit llega en 1499 primero con la Cornucopias de Perotti y después con la Hypnerotomachia Poliphili, considerado el libro más bello y, a la par, el más enigmático salido de una imprenta.  

8.- Aldo Manuzio no solo se contenta con ir diseñando y fundiendo matrices cada vez más bellas y más claras, sino que, además, en aras de una mejor comprensión lectora, inserta dos signos de puntuación inéditos hasta entonces: el punto y coma y el apóstrofo.  

9.- Fue el primer editor que se preocupa por ordenar sus colecciones y por publicar catálogos a disposición del público con sus características y precios. El primero es de 1498. 

10.- En el año 1500, buscando un formato que se adaptara a las formas de vida de su emergente clientela de eruditos y estudiantes, Aldo Manuzio reduce considerablemente el formato de los libros hasta las medidas de 100 x 150 mm. Nace así el formato octavo o libro de bolsillo. 

11.- Paralelamente, encarga a Griffo una fuente que ha pasado a la historia con los nombres de cursiva, inclinada, itálica o aldina inspirada en los manuscritos autógrafos del poeta Petrarca que Pietro Bombo conservaba en su biblioteca. 

12.- Fue tal su éxito que las tiradas llegan a los mil ejemplares y, además, salían a un precio competitivo.  

La importancia y la influencia de Aldo Manuzio en la historia de la imprenta

En distintos puntos de Europa se imitó, cuando no se copió descaradamente, las ediciones aldinas incluidas sus señas de identidad (el ancla y el delfín). Manuzio modificó no solo el formato códice heredado de la Edad Media (grandes y pesados infolios de difícil lectura) sino que, además se encargó y dirigió la afamada Neoccademmia. Allí los sabios renacentistas, al contrario de los monjes de la cultura medieval, se empeñaron en seleccionar y en fijar la mejor versión conocida de los textos antiguos. Como editor, puso al alcance de una inmensa minoría de interesados los grandes textos de la cultura clásica en ediciones filológicamente impecables.  

Como impresor realizó una serie de innovaciones tan fundamentales que han pervivido hasta la actualidad. Y todo ello sin renunciar a la calidad que se propuso desde el primer momento. La del papel es un claro ejemplo puesto que aún hoy en día permanece blanco, crujiente y tan espeso que ni siquiera la tinta de los escolares que han utilizado estos libros ha logrado deteriorarlo lo más mínimo. 

Como hombre de negocios, ideó modernas y desconocidas estrategias de marketing que posibilitó la movilidad de sus ejemplares por toda Europa. Incluso la influencia de la letra aldina se encuentra en un arte tan alejado como el de los luthiers del norte de Italia con Stradivarius a la cabeza. Se inspiraron en la f inclinada para la apertura de la caja de resonancia. Hasta ese punto llegó la influencia y los aportes a la imprenta de Aldo Manuzio.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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