“España no está para imprimir, ni aún para saber, sino cada uno para sí mismo”
Con estas palabras se justificaba Fray Martín Sarmiento (1695-1771), uno de los autores más influyentes del neoclasicismo español a pesar de esa negativa (reiterada con ahínco a lo largo de su vida) a dar a conocer sus escritos. Con toda probabilidad en ese retraimiento (que ya estaba en su personalidad) aumentó con las agrias polémicas en las que se vio envuelto el Padre Feijoo, amigo y maestro de nuestro protagonista. El Neoclasicismo, resumiendo y reduciendo mucho, quiso imponer a toda costa los dictados de la razón en una sociedad, la española del siglo XVIII, enquistada en la superstición, con graves problemas educativos y mal guiada por una élite que se hacía fuerte en sus privilegios sin el más mínimo aporte a la sociedad. El llamado Siglo de las Luces está caracterizado por el amor a la ciencia, la búsqueda de la verdad a través del positivismo y de la experimentación. Además, en España está protagonizado por fuerzas de choques: por un lado la tradición inmóvil y, por el otro, un afán reformador que no lograba penetrar en los estratos de poder.
Personalidad y mínima biografía de Martín Sarmiento
Nació en la localidad de Villafranca del Bierzo en 1695 de familia acomodada. Con quince años ingresa en la orden benedictina y se traslada al convento de San Martín de Madrid donde fallece en 1771. Pocas anécdotas encontramos en su vida más allá de las polémicas debido a su carácter (fuerte y agrio) y por su desmedido afán de saber. En su celda monacal logra reunir una surtida biblioteca dedicándose al estudio constante y a la escritura desordenada de todo tipo de temas. Sobresalen especialmente diversas observaciones sobre la naturaleza (botánica y biología) de la que era un agudo observador. Sus escritos se presentan con un realismo descarnado donde se despliegan todas sus dotes de análisis y de sabiduría. Especialistas hay que apuntan a la imposibilidad de publicar sus papeles por las críticas tan brutales que se vierten sobre ciertos temas y o grupos sociales.
Esta existencia recogida y dedicada al estudio constante cristalizó en una obra dispersa y amplia en la que se intentaba desbaratar los prejuicios, supersticiones y falta de espíritu critico de la España de la época. Sin embargo, a pesar de este confinamiento de por vida, Fray Martín Sarmiento nunca estuvo solo y hasta su celda se acercaron personalidades de importancia y pertenecientes a la élite de la vida cultural y artística de la época. Más bien, convirtió su diminuta habitación en un auténtico salón al estilo de los académicos o tertulias que comenzaban a extenderse en la corte donde se debatía y se conversaba de distintas materias. Eran asiduos los siguientes nombres:
1.- Juan de Iriarte, primer bibliotecario de la Biblioteca Real y colaborador del Diario de los literatos de España, el más importante de la época.
2.- El padre Marcos Burriel, que inventarió los manuscritos de la Catedral de Toledo.
3.- José Quer y Martínez, botánico y viajero.
4.- El padre Flores, autor de España sagrada.
5.- El paleógrafo Terreros.
6.- Agustín Montiano, fundador de la Academia de la Historia.
Carácter de la obra de Fray Martín Sarmiento
1.- Gigantesca, dispersa y desordenada, fue el duque de Medina Sidonia el primero que intentó un publicación de su obra en 1775, tras la muerte del benedictino. En principio, tendría diecinueve volúmenes. Posteriormente se realizó una edición seleccionada por la Real Academia de la Lengua y, en la actualidad, se ha hecho aproximaciones diversas a sus escritos.
2.- Fue el primer estudioso que observó unas reglas en la transformación del latín a las distintas lenguas romances poniendo la semilla para el estudio de la lingüística histórica.
3.- La observación de la naturaleza era su pasión y redactó una Historia natural escrita en gallego. Proponía el método de observación como el único posible para conocer los entresijos del mundo natural.
4.- Investiga en los métodos de estudio de la historia y es el primero que apunta que los hechos del pasado solo pueden conocerse desde una perspectiva sesgada; esto es, desde una narración con la mirada del presente. También se da cuenta de lo que, andando los siglos, vendría en llamarse, el hecho diferencial de los distintos territorios de España.
5.- Comprometido con los procesos educativos de la época, aunque nunca llegó a ejercer como tal, propone que la instrucción debe ser más práctica, útil, encaminada a la formación en el manejo y desarrollo de la industria y de la manufactura. En este sentido, es un adelantado a su tiempo, ya que se da cuenta de la importancia de la formación a edades tempranas. Considera que un amplio vocabulario en el niño así como conocimientos de matemáticas son fundamentales para su desarrollo posterior. Fue tan adelantado a su tiempo que promulga la estimulación y la educación a través del gusto, más que por el castigo y la memorización constante. Llega a decir que:
“El tiempo perdido en estos años no solo se pierde tiempo, sino como ocasión.”
Intuitivamente se da cuenta de los procesos de evolución del cerebro humano y de la importancia del aprendizaje en la niñez antes de que fuera demostrado por la ciencia siglos más tarde.
6.- Se enfrascó en los estudios y en las características de la literatura medieval y fue el primero que anotó que el Cantar del Mio Cid era anterior a la obra de Gonzalo de Berceo y eso que solo dispuso de fragmentos para su estudio comparativo. Además, con el cantar de gesta relatando las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar hace una importante labor de filólogo. Es el primero que anota que el poema está escrito con versos irregulares.
7.- En el plano utópico propone la creación de una especie de lengua franca universal aunque, más tarde, se da cuenta (por sus profundos estudios filológicos) que es una empresa vana y quimérica.
Fray Martín Sarmiento visto por él mismo
En vida fueron muchos los que polemizaban por su formas hurañas (incluso hoscas y rudas) o por estar recluido en su celda sin dar papeles a la imprenta. Entre sus muchos escritos eligió uno para su publicación El porqué si y el porqué no en el se describe de la siguiente manera. Aunque el fragmento es largo, no tiene desperdicio:
“Yo soy en boca de todos… un hombre ridículo, duro, adusto, hipocondríaco, insociable, seco, serio, desabrido, incomunicable, melancólico, intratable, indómito, terco, tenaz, testarudo, huraño, inurbano, descortés, grosero, inmanejable, voluntarioso y, en fin, si le hay en ridiculizarme, que soy otro Timón ateniense, nuevo misántropo en Madrid. A estas dos docenas de lisonjas que inventó la retórica de la envidia, y que son veinticuatro imposturas garrafales, se añaden la reprensibles acciones que el mismo lenguaje retórico y político me atribuye: que no visito a nadie; que cierro la puerta a toda visita; que si admito alguna, no la pago; que no salgo de casa ni aun de la celda; que rarísima vez se me ve en la calle, o en el campo; que no recibo cartas; que si las recibo, las más no las abro; y a las más de las que leo no respondo; o que, si respondo, que es con tanta sequedad que se quitan las ganas de repetir; que, a veces, devuelvo las cartas con sobrescrito a las escribió…. Que después de cuarenta y ocho años que conozco a Madrid no tengo comunicación alguna ni alta ni media ni ínfima; que, por lo mismo, soy muy inútil para un empeño en la Corte…”
Se describe como una persona negada para cualquier acto social pero, por sus escritos, Fray Martín Sarmiento nos muestra un autor, investigador y estudioso imbuido de una misión social. Se detiene en los graves problemas educativos de la época y, a la par, propone soluciones novedosas y adelantadas a su tiempo. Esos ensayos en los que se insta a sacar lo mejor de los niños con una instrucción práctica no pueden venir de una persona antisocial. Con una nueva mirada (la del siglo XXI), entendemos más bien que estamos ante alguien que huye de las pompas del mundo y se centra en lo importante. Y eso para el autor era el trabajo y la investigación incansable.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla