Características del simbolismo

Características del simbolismo

Características del simbolismo

Candela Vizcaíno

 

25 características del simbolismo, el movimiento artístico que intentó dar respuesta al vacío de una época: la sociedad occidental de finales del siglo XIX y principios del XX.  

Nace oficialmente en el París de las vanguardias el 18 de septiembre de 1886 con la publicación en Le Figaro del Manifiesto simbolista de la mano de J. Moréas. A pesar de esa fecha, las principales características del simbolismo se encuentran en ciertas obras unos cuantos años antes. Para el inicio de la Primera Guerra Mundial se da por terminado, a la par que llega la eclosión de todos los estilos de vanguardia: futurismo, cubismo, surrealismo…  

10 principales características del simbolismo

1.- Es preeminentemente literario y eminentemente poético. A pesar de ello, también se encuentran rasgos del mismo en reconocidos artistas plásticos como Pierre Rodin o Antoni Guadí

2.- Es un movimiento de confrontación con la sociedad burguesa imperante en la época. Por eso, reniega de cualquier fórmula de mecenazgo y reclama la libertad del artista. Dicho esto, buena parte de los poetas que reclamaban la liberación de esas ataduras no lograron levantar una obra de cierta envergadura. La gran mayoría de ellos se quedaron prisioneros de una pose, del histrionismo y reivindicando la figura del bohemio sin nada más detrás. 

3.- Eso no quita para que algunos poetas sí levantaran una obra significante. Rescatamos los nombres de René Ghil, Stuart Merrill, Jules Laforgue, Joris Karl Huysmans.  También pertenecieron al movimiento los grandes nombres de  Rubén Darío, Oscar Wilde, W.B. Yeats, André Gide, los primeros hermanos Machado o Paul Verlaine (1844-1896), maestro indiscutible del simbolismo. 

4.- Otra de las características del simbolismo más importante es el rechazo a cualquier modelo de tradición, inaugurando así la posición de los estilos de vanguardia más radicales: dadaísmo, expresionismo en arte… Sin embargo, debido al proceso de intertextualidad inherente a la cultura, esto no se pudo llevar a la práctica artística y encontramos, además con bastante claridad, el sustrato de movimientos anteriores. 

5.- El poeta o el artista simbolista se arroga para sí el papel de creador absoluto. Ya no será un imitador de la naturaleza sino que su función consistirá en abrir las puertas de par en par de todos los mundos posibles y ocultos al común de los mortales. 

6.- El creador (elevado a un estado de cuasi divinidad) va a necesitar la alteración de los estados de conciencia para llegar al fondo de esa verdad desconocida y escamoteada tanto a la conciencia como a los sentidos. Para ello, se vale no solo de una imaginación desbordada sino también del ensueño y del sueño. Asistimos, además, a los primeros esbozos de  lo que ya se conoce como inconsciente adelantando, a la par, las principales características del surrealismo, el movimiento preeminente en el siglo XX. 

7.- Con el fin de llegar a esos mundos oscuros y ocultos está permitido el uso de sustancias artificiales con capacidad para alterar la conciencia. 

8.- Se busca la belleza sin más, despojada de cualquier realidad o de fealdad. El artista se sitúa en una torre de marfil desde la que divisa un mundo perfecto y se aviene a describirlo. 

9.- Se hace un excesivo hincapié en la perfección del lenguaje. 

10.- El mundo que se representa es paradisíaco y ajeno a cualquier cuita cotidiana.  

Características del simbolismo que entroncan con la tradición anterior

11.- A pesar de su rechazo hacia cualquier fórmula ya creada, el movimiento simbolista bebe de los autores precedentes. Tanto es así que se consideran el francés Charles Baudelaire (1821-1867) y el inglés Edgar Allan Poe (1809-1849) como los precursores del este estilo con sus escritos fantasiosos tanto en el plan material como espiritual. 

12.- También se acepta una influencia mucho más lejana: la del sueco Emmanuel Swedenborg (1688-1772), defensor de la filosofía de las correspondencias. Así, según estas teorías cada elemento del mundo natural encuentra su correlato en el mundo invisible y divino. Swedenborg sufría de alucinaciones (vinculadas, con toda probabilidad, a brotes de paranoia) y de visiones paranormales con presencia de ángeles y demonios. A partir de ellas, consideró que únicamente la palabra tiene el suficiente poder para adentrarse en el camino de la comunicación entre lo divino y lo humano. 

13.- Además, del Romanticismo literario tomaron los simbolistas el concepto del poeta como demiurgo, como puente entre dos realidades que se encuentran en las dos caras de una misma moneda. El escritor, el que es señalado con el don de la palabra y que -por una vía u otra- se empeña en trascender de la realidad terrena, es el más dotado para poner en circulación un mundo y otro, el de los hombres con el de los dioses. 

14.- Sería Baudaleire (que no es un simbolista) el que puso estas bases, que serán tomadas casi como dogma por el movimiento, convirtiéndose en una de las características del simbolismo. El poeta es el comunicador (a su vez calcado del movimiento romántico) entre un mundo y otro. 

15.- Se hace mucho hincapié en la musicalidad del poema y en los ritmos marcados al máximo, extremo este ya trabajado por los parnasianos. 

16.- Otro predecesor del movimiento simbolista poético es el también francés Stéphane Mallarmé (1842-1898), cuyos poemas en forma de caligramas están también en la base de la poesía visual contemporánea. En su domicilio parisino organizó entre 1882 y 1884 una tertulia literaria por la que pasó lo más granado de la literatura simbolista. 

Más características del simbolismo en su relación con el mundo alrededor 

17.- Los poetas simbolistas estaban dando respuestas a un mundo cambiante, donde se imponían las prisas, la velocidad, el humo de las fábricas, la suciedad de las ciudades, las adiciones, la soledad urbana y el spleen (melancolía, depresión…) Como la realidad que se abría ante los ojos era entendida como radicalmente novedosa, cualquier tipo de academicismo, de espíritu didáctico o de aprendizaje de la tradición era rechazado. Y, por el contrario, se ensalzaba un genio creador innato, renovador e improvisador. 

18.- No se puede entender este sentimiento de extrañeza por los cambios que se imponen a todos los niveles. Las ciudades crecen hasta dimensiones desconocidas por entonces. La industrialización avanza inexorablemente. Ello conlleva, por supuesto, progreso y riqueza para algunos, pero otros muchos son explotados miserablemente y excluidos de las maravillas que se promulgan. Con otro cariz, y en el plano narrativo, de esta realidad da cuenta un movimiento casi contemporáneo al simbolista: el realismo literario

19.- Es en esta época cuando se presencia una infinidad de personajes que quedan relegados a las fronteras y los límites de la sociedad donde son presa fácil del alcohol, las drogas, enfermedades infecciosas, la soledad, la prostitución, la marginalidad y hasta el crimen. Son estos los que, por vez primera en la historia de la literatura, se convierten en protagonistas de obras artísticas de todo tipo desde novelas o poemas hasta pinturas. Los creadores, debido a este proceso de negación de la sociedad burguesa, se sienten identificados con este ejército de excluidos y marginados. 

20.- El desapego a los ricos o poderosos (y, por tanto, a su mecenazgo) es una de las características del simbolismo. Sienten que están agotados el naturalismo y el realismo con su inmersión en los pormenores de la suciedad, el horror y los pecados de las ciudades modernas. Además, con anterioridad, la cultura del Neoclasicismo con su cientificismo extremo, había despojado al hombre de cualquier referencia divina por no poderse demostrar. Todo ello generó en una deshumanización que se afianzó con el desarrollo de las grandes ciudades, cuya referencia por entonces era París.  

La angustia y la neurosis en el movimiento simbolista

21.- Con este panorama, el artista se siente como esos seres condenados a las fronteras y que, aún perteneciendo a la comunidad, no participa del progreso de la misma. El poeta se ve desplazado de un sistema en el que Dios murió hacía mucho, el demonio había sido liquidado por los románticos, la naturaleza no es suficiente para encontrar reposo y las ciudades son lugares caóticos. 

22.- Todo ello le empuja a la neurosis y al vacío espiritual al no encontrar nada a lo que asirse para vivir. La angustia existencial no tarda en llegar al asomarse al hueco que deja lo que en otro tiempo ocupó la divinidad, los deberes comunales o los sentimientos hacia el prójimo. El individualismo va parejo a ese don (o maldición) para ver lo que está oculto. Y con este llega la soledad extrema.  

23.- Ante este panorama, el artista, el poeta, sobre todo, vuelve su mirada hacia el interior de sí, hacia el espíritu, hacia aquello que habita en las profundidades desconocidas, convirtiéndose en seña y una de las características del simbolismo. Como esa realidad se antoja (porque lo es) de difícil descripción solo puede intuirse a través del símbolo. El símbolo, por tanto, intenta poner en conexión un objeto del mundo real, natural, cognoscible y tangible con aquello indescriptible que el hombre intuye, o a la postre, intenta creer, creándolo a la vez. Este movimiento no es nuevo y está presente desde el arte prehistórico pero, ahora con los simbolistas, se hace consciente. 

24.- A partir de 1900 las técnicas simbolistas se expanden por Europa y América. El nicaragüense Rubén Darío, el italiano Gabriel D’Annunzio, los españoles Miguel de Unamuno, Manuel y Antonio Machado, con mayor o menor ahínco, participaron del movimiento, el cual se fue diluyendo conforme iba avanzando el siglo XX. También estuvo presente en Arthur Rimbaud (1854-1891), buscador incansable, por la vía que fuera, de una realidad ajena a la nuestra. 

25.- Estos poetas del último siglo XIX o de inicios del XX se embarcaron incluso en una renovación de la literatura entendida como una cruzada, como una auténtica lucha abanderada por una juventud descontenta, rebelde, revolucionaria y, a la vez, aristocráticamente decadente.  

Recordamos que los poetas simbolistas fueron hijos de su tiempo. No podemos entender las características del simbolismo sin conocer el ambiente. Se respiraba un malestar anímico profundo, fruto de los movimientos filosóficos, de la cultura imperante, de la economía impuesta y de los imparables avances mecánicos. Ante esta situación, tanto artistas como filósofos, políticos o médicos intentan encontrar una explicación que diera salida a los males espirituales del hombre. Freud publica La interpretación de los sueños en 1900. Se colocaban los fundamentos que desembocaría en la Primera Guerra Mundial con sus atrocidades. El hombre de la ciudad se encuentra solo, rodeado por un pensamiento científico que niega a dios. La angustia y la histeria se ceban en la población. Ante esta realidad que atenaza el espíritu humano, se busca más allá de las circunstancias alrededor y se intenta dar una razón a lo que ocurre en el interior espiritual. Y, a la desesperada, se formula un sentido vital que acerque o supla la esencia divina desaparecida. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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