Ensayo sobre el concepto de semiosfera y la cultura como macrotexto de Yuri M. Lotman.
El término semiosfera nos remite al “lugar donde se produce la semiosis”; es decir, el espacio donde son posibles todos los significados. Estos nacen por las relaciones que entablan entre sí los distintos elementos presentes en el texto, pero, además, se generan al sobrepasar los límites de dicho texto.
“En el nivel de la semiosfera, significa la separación de lo propio respecto de lo ajeno, el filtrado de los mensajes externos y la traducción de estos al lenguaje propio, así como la conversación en información.”
Y.M. Lotman: La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto, Madrid, Cátedra, 1996, página 26.
Por tanto, las fronteras de la semiosfera siempre estarán en contacto con “los espacios culturales particulares.” Nos adentramos, pues, en lo que se ha venido en llamar Semiótica de la Cultura, concepto tratado en otro espacio. También adelanto que los distintos significados presentes en la semiosfera están modelados y estructurados por las distintas “visiones del mundo”, tanto del emisor como del receptor.
La semiosfera y el lenguaje del arte
Según las teorías expuestas por la escuela de semiótica de Tartu, abandera por Yuri M. Lotman, el arte -en cualquiera de sus vertientes- se concibe como lenguaje y, por tanto, como instrumento de comunicación. De hecho, esta aseveración (“El arte como lenguaje”) es la elegida para titular el primer capítulo del estudio -convertido en obra de referencia- Estructura del texto artístico (1970). En lo que al lenguaje del arte se refiere se codifica y descodifica en el plano superpuesto.
“Puesto que la conciencia del hombre es una conciencia lingüística, todos los tipos de modelos superpuestos sobre la conciencia, incluido el arte, pueden definirles como sistemas modeladores secundarios. Así, el arte puede describirse como un lenguaje secundario, y la obra de arte como un texto en este lenguaje.”
Lotman: Estructura del texto artístico, Madrid, Istmo, 1988, página 20.
La relación en el lenguaje artístico, entre el significante y el significado no es arbitraria puesto que ambos -significante y significado- forman parte de una estructura, la cual entendemos como compleja. Esta complejidad es de tal grado que aceptamos que a mayor grado de elaboración y, por tanto, de complejidad, más información es susceptible de transmitir la propia estructura. Nos topamos, de hecho, con la plurisignificación del texto artístico:
En cuanto a este “lenguaje del arte”, se trata de una jerarquía compleja de lenguajes relacionados entre sí pero no idénticos. Esto está ligado a la pluralidad de posibles lecturas del texto artístico. Está asimismo relacionado, al parecer, con la densidad semántica del arte, inaccesible a otros lenguajes no artísticos. El arte es el procedimiento más económico y más compacto de almacenamiento y de transmisión de la información […] Al poseer la capacidad de concentrar una enorme información en la “superficie” de un pequeño cuento (cf. el volumen de un cuento de Chejov y de un manual de psicología), el texto artístico posee otra peculiaridad: ofrece a diferentes lectores distinta información, a cada uno a la medida de su capacidad; ofrece igualmente al lector un lenguaje que le permite asimilar una nueva porción de datos en una segunda lectura. Se comporta como un organismo vivo que se encuentra en relación inversa con el lector y que enseña a éste.
Lotman: Estructura del texto artístico, Madrid, Istmo, 1988, página 36.
Una cultura dada indica un isomorfismo en la visión del mundo. Pero esto no supone que cada uno de los particulares yo tengan que adherirse al cien por cien a esta concepción dada. Esta contradicción es aún más pronunciada, si cabe, en el caso del arte, cuando la mirada del artista a la ordenación e interpretación del universo circundante es distinta de la versión mayoritaria o predominante. Esto es, la cultura actúa como elemento aglutinador pero, al mismo tiempo, las visiones disidentes acaban -muy pronto- formando parte de la misma.
Estas visiones no oficiales de una cultura dada se complican aún más con lo que Lotman (en Semiosfera I) y Greimas (en Del sentido II) han descrito como un verdadero mecanismo de traducción. Así, lo que el yo quiere expresar en un momento dado, tiene que ser leído por un tú distinto, con su particular interpretación de los hechos presentes o pasados, con un bagaje personal y de conocimientos distintos a ese yo del emisor. Durante ese recorrido hacia el receptor, el mensaje es inevitablemente modificado, transformado, interpretado, en suma. Ahora bien, si esto sucede con aquellos textos artísticos que, de alguna manera u otra, intentan levantar el mundo individual de su autor, ¿qué sucede cuando ese mismo mensaje artístico eminentemente personal se sustenta en metafunciones culturales de carácter mítico? En este punto todo se hace aún más complejo.
La cultura como macrotexto de Y.M. Lotman
La cultura en su totalidad puede ser considerada como un macrotexto formado por textos que se relacionan y se modifican entre sí. El estudio pragmático sería, pues, el que se encargaría de dilucidar los procesos que se originan entre el texto y la cultura; es decir, la pragmática estudiaría las relaciones entre sí de cualquier manifestación o creación realizada por el hombre. Tenemos, pues, que el texto entra en una complicada red de relaciones sintácticas, semánticas y pragmáticas, ya que las direcciones del mismo no solo se establecen entre un emisor sino que además entablan un diálogo con la tradición cultural, con el lector (y el lector consigo mismo ante y tras la lectura de ese texto) y con otros textos de la misma o de distinta tradición cultural.
“El proceso de desciframiento del texto se complica extraordinariamente, pierde su carácter de acontecimiento finito que ocurre una sola vez, tornándose más parecido a los actos, que ya conocemos, de trato semiótico de un ser humano con otra persona autónoma.”
Y.M. Lotman: La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto, Madrid, Cátedra, 1996, página 82.
Lotman al concebir la semiosfera, la cultura como un macrotexto y el lenguaje artístico como un “actividador” de posibles significados, enlaza con el concepto de dialogismo propuesto por Bajtin (Teoría y estética de la novela). Y, a partir de este, con las elaboraciones realizadas por Julia Kristeva (“Bakhtime, le mot, le dialogue et le roman”) bajo el nombre de intertextualidad, desarrolladas y estudiadas, entre otros, por M. Rifaterre y Gerard Genette.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla