Deconstrucción | la filosofía de Derrida

La teoría de la deconstrucción de Derrida

La teoría de la deconstrucción de Derrida

Candela Vizcaíno

 

Introducción y líneas generales a la teoría o filosofía de la deconstrucción propuesta por Jacques Derrida.

Si la deconstrucción nos ha enseñado algo es que la Verdad, con mayúsculas, no existe, que tras una verdad puede haber otras verdades, que tras un planteamiento puede haber otras exposiciones, otras lecturas de un mismo hecho, otros sentidos distintos.  

Este constante cuestionarse los discursos dados tiene, por supuesto, un carácter eminentemente político, puesto que, en la medida en que la realidad dada es puesta en entredicho, es re-leída o re-interpretada a la luz de nuevos criterios, deviene, casi inevitablemente, opiniones, mensajes, ontologías que no dan por bueno o por terminado el orden establecido e instaurado. Siguiendo a Jacques Derrida (1930-2004), si a través de la deconstrucción podemos alcanzar otros sentidos, tenemos que aceptar que esos otros sentidos alcanzados no pueden ser nunca definitivos, que, simplemente, son visiones, o más bien, otros caminos, otras formas de mirar, tanto la realidad circundante, como las expresiones artísticas del pasado o del presente. Así bajo la teoría o la filosofía de la deconstrucción, aunque los mensajes políticos entran en un limbo viscoso y susceptibles de interpretarse de múltiples maneras, esto alcanza la apoteosis cuando se trata de textos literarios. Si el arte es susceptible de múltiples lecturas dependiendo de la interpretación de cada momento histórico, bajo la mirada de la deconstrucción  hay que aceptar que cualquier lectura que hagamos es siempre provisional.  

¿Qué es la filosofía de la deconstrucción? 

La deconstrucción quiere volver a los orígenes de la filosofía, a ese preguntarse por el mundo sin que medie ningún tipo de condicionamiento, quiere regresar a ese dejarse invadir por la pregunta para quedarse, en algunos casos, en ella. E intenta este camino puesto que es la propia pregunta la que crea epistemología, la que hace filosofía, la que interesa.  Es decir, lo que hay que hacer es interrogar y buscar caminos alternativos, sin temer ni preocuparse por las respuestas. En definitiva las “lecturas” post-estructuralistas (las que llegan después del estructuralismo de Saussure) abogan, desde el primer momento, por el camino, por la otra o las otras formas de entender y de mirar la realidad y el arte. Las respuestas se encuentran andando los otros caminos y, en ningún momento, se preocupa por dar la respuesta acertada. 

Y esto se produce de este modo, entre otros factores, porque los filósofos de la deconstrucción aceptaron, desde el inicio de sus investigaciones, que solo se podía vivir y mirar en el camino y no para la meta. Recordemos que cualquier interpretación conseguida era, desde el principio, considerada como provisional, válida solo hasta el momento mismo que sea sustituida por otra. 

Procesos en la filosofía de la deconstrucción de Derrida

Por supuesto, este tipo de ejercicio no puede llevarnos a caer en el nihilismo estéril, sino que debe suponer un acicate para observar con atención lo que está más allá. Nos tiene que servir para el cuestionamiento, para la interrogación, para, en definitiva, y quizá sea esto lo más importante, no caer, en ningún momento, en el dogmatismo de cualquier signo. La deconstrucción, en puridad, lo que promulga es la más absoluta libertad de pensamiento, una libertad que no debe ser constreñida a ningún método establecido con anterioridad pero que, por el contrario, tiene que estar sustentada en criterios sólidos, en tesis no elegidas de forma aleatoria, al azar o de manera caprichosa. La deconstrucción, en este sentido, participa de la pragmática que tanto éxito está teniendo en las últimas décadas a la hora de afrontar los sentidos inherentes a cualquier texto ya sea éste literario, filosófico, político o publicitario.  

Este “pensar en libertad” va a conllevar en el, prácticamente, cien por cien de los casos, una lectura eminentemente política de los discursos. Y es así puesto que, al ir más allá, al colocarnos en el otro lado de la significación, siempre encontraremos un descontento, una crítica, una posibilidad de alteridad que es inherente a cualquier forma de manifestación artística. Por supuesto, estas características son mucho más acusadas en aquellas obras que, de una manera  u otra, plantean un discurso novedoso, fuera de los límites establecidos por los cánones semánticos imperantes en cada momento. Aunque la filosofía de la deconstrucción es posterior estos movimientos artísticos, no podemos perder de vista que el dadaísmo e, incluso, el surrealismo se basan en estos conceptos de fragilidad en la interpretación de la verdad de la raza humana y, especialmente, de los modelos sociales que se adoptan.  

La filosofía de la deconstrucción ha tenido bastante detractores (y también fervientes admiradores) especialmente por sustentarse en el llamado pensamiento líquido y en promulgar que no hay ninguna certeza a la hora de interpretar cualquier proceso humano.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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