A lo largo del siglo XVII, primero en Roma, con el apogeo de los emplazamientos vaticanos, y luego en el resto de las cortes europeas, trabajaron una serie de pintores barrocos que se encuentran en la lista del canon universal de todos los tiempos. Porque la época (con todas sus sombras humanas y sus luces creativas) fue propicia para este desarrollo de la plástica, de la escultura y también de la arquitectura. Resumiendo mucho, anoto que un poder real y eclesiástico cada vez más concentrado en pocas manos dio lugar a una acumulación de riquezas sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, estos frutos no se pusieron al servicio de la sociedad invirtiendo en educación general, investigación, empresa o en tecnología conforme a los medios disponibles. Fue todo lo contrario, ya que el pueblo sufría de hambrunas, pestes y de falta de la más mínima formación académica. Un hecho concreto nos da la clave del cariz de aquellos tiempos. Sucedió el 22 de junio de 1633 cuando Galileo, de rodillas y ante el papa, fue obligado a abjurar de sus ideas. La oportunidad presentada para avanzar conforme a la ciencia se volvió en contra actuando la censura de la Inquisición en su forma más cruel. Así, cardenales, papas, alta aristocracia y reyes competían por tener el palacio más sorprendente, el jardín con fieras más estrambótico, la colección de pinturas barrocas de los más sublimes creadores… Con este panorama, los nombres presentados a continuación son solo un granito de arena de una montaña artística que no se agota en la siguiente lista.
Características comunes a la mayoría de pinturas barrocas
1.- El arte barroco despliega en los lienzos un gusto por el llamado claroscuro. Es este un especial juego de luminosidad y sombras en el que se hace protagonista a un elemento sobre el que se concentra la luz y, a su alrededor, se va oscureciendo progresivamente la narración presentada hasta llegar incluso a la base negra. Fue Caravaggio (1593-1610) el primero y el maestro indiscutible de la técnica.
2.- Otra de las características del Barroco (tanto en el plano plástico, arquitectónico como literario) es su gusto por los escatológico, lo monstruoso, lo cruel y lo sangriento. Por eso se regodea presentado los seres híbridos de la literatura griega o romana y las escenas más terribles de la Biblia. En esta línea vuelve a ser genio indiscutible Caravaggio y también Artemisa Gentileschi (1593-1656) con una obra rotunda de empoderamiento femenino.
3.- El idealismo que había sido una norma en la cultura precedente, en la del Renacimiento, se vuelve ahora realismo incluso con un punto descarnado. Por eso, los modelos están tomados de la calle, de la vida cotidiana y los personajes retratados se hacen con su taras y defectos luciendo los ropajes de la época. En esta línea, si el Barroco español tiene una figura indiscutible este es, sin duda, Diego Velázquez que, a pesar de su condición de pintor real, no dudó en presentar a esos enanos o personajes con discapacidades terribles (humillados para hacer reír a los cortesanos) sin cambiar ni un ápice su verdadera naturaleza.
4.- El estilo barroco se caracteriza por los fuertes contrastes, por el movimiento extremo, por presentar una realidad en frágil equilibrio y a punto de desmoronarse. También es norma el hecho de acogerse a una narración que gusta del dramatismo e, incluso del patetismo extremo. La muerte, el asesinato, la traición, el rapto y la violencia se presentan con toda su crudeza.
5.- A pesar de ese giro hacia la realidad, hacia el autorretrato incluso, los temas bíblicos o de la cultura clásica siguen siendo favoritos. Eso sí la perspectiva ahora será distinta y la intención de la obra se alejará de los cánones mesurados y elegantes del Renacimiento para entrar en el pathos, en la emoción, en el reflejo de las pasiones descontroladas, en definitiva.
Pinturas barrocas más famosas de artistas italianos (una muestra mínima)
1.- David con la cabeza de Goliat de Caravaggio (1607)
Aunque con la misma temática se estudia casi siempre las maravillosas versiones que se custodian en el Museo del Prado de Madrid, he elegido la de Viena porque, en ella, vemos una obra descarnada en extremo. Esta serie de pinturas (todas distintas) muestran el perfecto manejo de la técnica del claroscuro en Caravaggio. Se focaliza siempre la luz en un punto para dejarnos en sombras el resto de la composición. Además, nos sumerge en ese mundo sangriento, terrible, cruel y asesino que es tan del gusto del Barroco. David mata a Goliat y corta su cabeza. Y nos la muestra (en primer plano además) sin ningún pudor, sin escatimar ningún detalle escabroso del acto. Esta serie de pinturas fue realizada por el gran maestro italiano al final de su vida cuando imploraba el perdón por haber sido desterrado tras un percance en el que se vio involucrado en un asesinato. En ella, se retrata como el gigante abatido por su propia soberbia de una manera terrible por no obviar detalle alguno.
2.- Judith y su doncella con la cabeza de Holofernes de Artemisia Gentileschi (1618-1619)
Creció entre pinturas y caballetes ya que su padre, Orazio Gentileschi, mantenía un taller en el que se hacía arte siguiendo los postulados del gran Caravaggio. Allí aprendió dibujo y las técnicas para levantar una obra de tal fuerza expresiva que, a pesar de los intentos por silenciarla, ha sobrevivido a los embates del tiempo, por su gran calidad, originalidad y perspectiva feminista. A la crudeza característica del Barroco se une un hecho diferencial en la biografía de la pintora: una violación a los dieciocho años y un humillante juicio posterior. Todo este trauma caló en lo más profundo del alma de la artista y para ello solo tenemos que admirar su obra. En ella nos refleja unos personajes que se empoderan a través de la venganza (como la Judith biblíca) o hacen uso de su libertad extrema (como la Cleopatra histórica).
La obra seleccionada nos presenta a la joven ricamente vestida blandiendo la espada con soltura y determinación. La cabeza del violador Holofernes ya ha sido seccionada y, por la actitud de las protagonistas de la obra, de manera justa. En este sentido, la anciana criada, representada en todo su realismo, acompaña a la joven en la tarea justificando y aplaudiendo el acto con actitud desenvuelta.
Una de las pinturas barrocas más conocidas del estilo barroco español
3.- La rendición de Breda de Velázquez (1634-1635)
Aunque Las Meninas suele copar todos los honores en el podio de uno de los grandes artistas hispanos (junto con Picasso y Goya), la fuerza de La rendición de Breda, una de las obras de Velázquez más importantes, nos dice de ese barroco patrio en el que ya poco queda de las glorias del pasado. Con un preciosismo difícil de imitar, la obra, de gran tamaño, está perfectamente dividida.
Nos encontramos, a un lado los vencedores, cuidadosamente ataviados y mostrando sus lanzas con orgullo, al otro, los vencidos que deben soportar el humo y el destrozo de la devastación y la derrota. El gesto noble viene de parte de quien recibe las llaves de la ciudad que intenta no humillar al enemigo. La rendición de Breda de Velázquez es una obra que no sigue las temáticas más comunes del estilo barroco y que incluso el artista trabajó, como la tendencia a lo monstruoso o el gusto por lo clásico.
Las pinturas barrocas del norte de Europa (otra muestra mínima)
Si bien las obras de países como Italia o España se regodeaban en el pesimismo, en la escatología, en el conformismo e, incluso, en la fealdad, en el norte de Europa el barroco tuvo otro cariz. El sur estaba inmerso en crisis, pestes, hambrunas y, especialmente, en una terrible desigualdad social. En los Países Bajos o en Alemania, la reforma protestante comienza a dejar su huella con un avance de la burguesía comerciante, culta y urbana. Esta se enriquece, pero sin llegar a los fastos y al derroche del aristocracia de otros lugares europeos. Demanda arte, pero con un espíritu positivo y, además, de menor tamaño. Son cuadros destinados a adornar viviendas cómodas y de medidas mesuradas.
4.- La joven de la perla de Vermeer (1665-1667)
En esta línea podemos insertar a Johanes o Jan Vermeer cuyas obras siempre retratan interiores serenos, relajados y cotidianos. Lejos quedan los grandes dramas bíblicos o clásicos. Captamos a los protagonistas como si miráramos por una ventana de soslayo. Lo que interesa es la belleza cotidiana de personajes entretenidos en su quehacer diario y sencillo. Ninguno de ellos hace gesta alguna especial. En La joven de la perla los fuertes claroscuros se han diluido y se ha dado paso a colores brillantes que se desparraman alrededor del punto de luz situado en la joya que luce la muchacha.
5.- El rapto de las hijas de Leucipo de Rubens (1616)
En esta línea, aunque sí encontramos el dramatismo propio del Barroco se despliega la obra de Rubens. Sus cuadros se presentan con otra luminosidad y la carnosidad se nos antoja brillante. A la par, el fondo negro de lo artistas italianos se sustituye por un paisaje natural que enmarca la escena como el de la pintura que nos ocupa: El rapto de las hijas de Leucipo.
En ellas se recurre al momento de álgido dramatismo en el que los gemelos Castor y Polux (hijos de Júpiter convertido en cisne y la mortal Leda) raptan a las muchachas. Los gestos de miedo de las jóvenes contrastan con la fuerza bruta de los violadores introduciéndonos en ese gusto por lo obsceno, pecaminoso y dramático tan al gusto del arte de la época.
6.- La tormenta en el Mar de Galilea de Rembrandt (1633)
El rastro de la obra se perdió en el año 1990 tras haber sido robada de las paredes de un museo norteamericano. En ella Rembrandt nos presenta casi todos los elementos característicos de la pintura barroca. El dramatismo de la escena bíblica se ve acompañado por la furia de una naturaleza que es presentada en todo su furor y movimiento. Mientras tanto el rostro impasible de Jesús contrasta con el de terror de los discípulos, añadiendo un toque de dolor extra. El artista se ha inmortalizado en la escena retratándose en la misma.
Si bien la lista de pinturas barrocas famosas tendría que tener al menos más de veinte o treinta nombres para comenzar a ser completa, he querido en este pequeño texto reflejar algunas que, siendo universalmente conocidas, son de mi gusto personal. No quiero renunciar a esta pequeña concesión hoy y espero que el lector sepa disculparme por ello.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla