Hipócrates, padre de la medicina

Hipócrates, padre de la medicina

Hipócrates, padre de la medicina

Candela Vizcaíno

 

Aunque se conservan escritos, tablillas y datos que apuntan a que la medicina ya se ejercía como tal en el tercer milenio antes de Cristo, es el griego Hipócrates el considerado como padre de la medicina. Tal fue su legado que, antes de él, a excepción de los compendios del Ayurveda, se entiende que las prácticas de sanación estaban demasiado mezcladas con la superchería, con la brujería o con costumbres que no tenían una mínima prueba empírica. 

Sin embargo, Hipócrates no surge de la nada, ya que, antes de él hubo hasta escuelas de medicina en las que se intentaba (y se conseguía) poner remedio a males diversos. Así, en el llamado Papiro quirúrgico (datado en el siglo XVII a.C.) se recogen una serie de recetas y productos farmacológicos y de fitoterapia que los médicos egipcios aplicaban para todo tipo de dolencias. Además,  aún se conservan tablillas de la antigua Babilonia donde se desgranan las distintas propiedades de las plantas medicinales. Famosas son las de Mardukapalidine II (772-710) y su jardín colgante botánico. Aunque no se conoce si Hipócrates tuvo contacto con la medicina del Ayurveda, esta surgió alrededor de segundo milenio a.C. y sus principios siguen en vigor aún hoy en día.  

Punto y aparte merece la medicina tradicional china con su sistematización de plantas medicinales y propiedades de las mismas, como las del ginseng, el té verde, estragón o granada (por poner algunos ejemplos) cuyas virtudes (o parte de ellas) se han demostrado con los métodos empíricos modernos. Si bien los remedios del reino vegetal sí se han incorporado a la medicina natural de los últimos siglos, aún se encuentran en “revisión” los de origen animal considerados como fármacos  (organoterapia) que, incluso, han generado alguna que otro problema internacional.  

Biografía de Hipócrates de Cos 

Con estas bases crea sus aportes médicos Hipócrates de Cos, considerado el padre de la medicina y cuyo juramento aún sigue siendo la base del código deontológico de los galenos. La isla de Cos se sitúa en el mar Egeo y para cuando él nació (en el 460 a.C) Grecia ya era el emporio cultural (artístico, literario, filosófico, científico, comercial…) que está en las bases de la civilización occidental. Murió en Tesalia en el 370 a.C. (aunque otras fuentes apuntan al 377 a.C). Poco más se sabe de la biografía de Hipócrates aparte de que, con toda probabilidad, fue hijo y nieto de médicos y que sus hijos, yerno y nietos también siguieron la misma vocación. Está unánimemente aceptado que Hipócrates recibió una buena y completa educación filosófica, la cual se transparenta en su portentoso legado. También se cree que viajó por las islas cercanas sanando y enseñando el arte de la medicina. Con respecto a esto último casi no hay duda ya que fue considerado un sabio respetado por sus discípulos. 

El trajín comercial del Egeo (y del Mediterráneo) de estos siglos propiciaba que se comerciara con productos de origen vegetal con reconocidas propiedades medicinales. Desafortunadamente, en esa época, también proliferaban los charlatanes (como en el día de hoy) que ofrecían pócimas o filtros para cualquier circunstancia sin base empírica alguna. La medicina era considerada como un don entregado por los dioses a los hombres y en este batiburrillo se movió durante toda su vida Hipócrates. Influenciado por los principios éticos y filosóficos que hicieron grande a Grecia, tras un tiempo de aprendizaje, comenzó reconociendo que era complicado ver las causas (etiología) de los síntomas o dolencias a la hora de realizar un diagnóstico eficaz a favor siempre del paciente. 

Hipócrates, padre de la medicina

Hipócrates, a pesar de ser un referente en la historia de la práctica médica, no deja de ser una persona de su tiempo. En aquella época, la profesión era considerada más bien un arte más que una disciplina científica. En parte esto era debido a la dificultad para realizar diagnósticos acertados y dar, en consecuencia, con el tratamiento adecuado. Los remedios estaban basados en la fitoterapia y en un somero conocimiento del cuerpo humano. La cirugía (y así seguiría muchos siglos después) se dejaba para casos desesperados entre la vida y la muerte al minuto siguiente y se reducía a la amputación de miembros con cangrena o cesáreas desesperadas. Aunque se reconocían algunas propiedades bactericidas de algunas plantas, cualquier infección podía ser letal y además la higiene del cuerpo, de las ciudades y de las casas era bastante reducida por no decir deficitaria.  

Para Hipócrates, padre de la medicina, la salud dependía de un equilibrio entre los cuatro elementos principales que se correspondían con los humores del organismo. A la tierra, el agua, el fuego y el aire le correspondían la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. La enfermedad se produce o bien por un cambio en la armonía de las proporciones o bien por un trastoque en la temperatura de los mismos. Consideraba que a través de la fitoterapia se pueden corregir estos desequilibrios. Además, por sus escritos se deduce que conocía los efectos del opio y de algunas plantas venenosas que pueden ser utilizadas con fines medicinales, como la belladona, la mandrágora o el beleño.  

En la época de Hipócrates, además, se practicaba la teoría de la señales por las que se creía que lo que ocurría en un plano se manifestaba en otro. Así cada color o cada estrella se refería a un dios mientras que las formas de las plantas ayudaban a los médicos a discernir su función medicinal. Aunque, en un principio, estas ideas pudieran parecer mágicas a ojos de los contemporáneos, así descubrieron propiedades sanadoras que han sido confirmadas por los métodos modernos. En este sentido, aún se siguen utilizado la pulmonaria para el sistema respiratorio, la hepática para el hígado, los frutos rojos para la buena circulación sanguínea… 

Hipócrates, aportes a la medicina  

“La vida es corta; el camino del arte, largo; el instante, fugaz; la experiencia engañosa y el discernimiento problemático.” 

Con estas palabras atribuidas a Hipócrates, padre de la medicina, podemos resumir su forma de estar en el mundo y de enfrentarse a la enfermedad. En vida fue considerado un sabio, un hombre recto, de amplia formación y grandes principios éticos. Y estos son los mismos que han regido desde entonces en la práctica médica. Nacido en una época en la que era difícil distinguir entre la superchería del charlatán y el hacer del verdadero médico formado de manera empírica, Hipócrates antepone un código deontológico basado en el servicio, el cuidado, el desvelo, la abnegación y el discernimiento. Consciente de la importancia de la práctica sanitaria para la vida de las personas, supo dejar claro y así lo transmitió a sus discípulos que, detrás de un médico, tiene que haber una ser humano completo que se conduzca por la vida guiado por la ayuda al prójimo y no por otros intereses espurios. Este cambio fue tan radical que la sección médica de la Biblioteca de Alejandría llevaba su nombre. Esto es, Hipócrates supuso un antes y un después en la práctica médica.  

Los aportes a la medicina de Hipócrates se puede resumir en lo siguiente

1.- Conciencia de que la práctica médica no depende de la investigación o la sabiduría de una sola persona y por eso se necesita humildad para aprender de los maestros. 

2.- Una vez se ha alcanzado cierta pericia o conocimientos, el médico se debe a la generosidad de enseñar y de propagar los conocimientos. 

3.- El enfermo debe ser tratado con bondad y con el principio de no hacer daño.

4.- Es necesario un corazón bueno y noble que se rija por el servicio al prójimo. 

5.- Educación y respeto a la hora de entrar en la intimidad ajena en cualquiera de sus facetas. 

6.- Secreto y confidencialidad de la intimidad del paciente divulgándose solo lo que es perceptivo para la práctica médica. 

Juramento de Hipócrates según la fórmula de Ginebra de 1948  

“En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad.

Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento a que son acreedores.

Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones.

Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí.

Mantendré, en todas las medidas de mi medio, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. Mis colegas serán mis hermanos.

No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase.

Tendré absoluto respeto por la vida humana, desde su concepción.

Aún bajo amenazas no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad.

Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor." 

La biografía de Hipócrates y sus aportes a la medicina se condensa en este juramento en el que la práctica médica es, ante todo, un servicio social. Y este se guía por un código deontológico estricto en aras siempre al progreso de la humanidad. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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