Biografía de Claude Monet

Biografía de Claude Monet

Biografía de Claude Monet

Candela Vizcaíno

 

Nacido como Oscar Claude Monet en el París de 1840, a pesar de que en aquella época la capital de Francia, era literalmente el ombligo del mundo, su familia se mudó a Le Havre cuando el pequeño tenía pocos años. Es esta ciudad un puerto costero, puerta de entrada a Normandía y, de alguna manera u otra, este emplazamiento va a influir en la futura carrera de pintor de nuestro protagonista. Será determinante la ciudad, pero también una tía, aficionada a las artes pictóricas, que lo introdujo en los rudimentos del oficio. Aunque hoy por hoy la biografía de Claude Monet es de sobra conocida, sus obras son tan famosas y llenan las paredes de los mejores museos que nos adentramos en los avatares de su vida.  

De carácter rebelde e independiente, su espíritu bohemio comenzó a chocar pronto con las exigencias de su padre, un hombre curtido en el comercio. Sin embargo, el joven Monet siempre tuvo el contacto (económico, físico y anímico) de su tía Jeanne-Marie Lecadre convirtiéndose la mujer en el sostén que el muchacho necesitaba para ejercer su arte.  

La importancia de la caricatura en la biografía de Claude Monet

Aunque los primeros años de formación la familia se mudó unas cuantas veces, Le Havre, la entrada a Normandía, se convirtió en su hogar y lugar de formación. Asistió al colegió y a la escuela secundaria de la localidad sin pena ni gloria ya que no aceptaba la disciplina reglada. No obstante, logró recibir clases de pintura y formación humanística. El muchacho Claude Monet se las arreglaba para estar más tiempo en el malecón, entre el mar o el puerto que en las clases para disgusto de sus padres. Más tarde, toda esa información sobre el juego de sombras y luces cambiantes que es una de las principales características del impresionismo, le servirán para crear sus grandes obras, las mismas por las que ha entrado en las historia del arte internacional.  

Pero hasta llegar a ellas, en la biografía de Claude Monet hay un hito importante: su papel como caricaturista, género al que se dedicó hasta que había cumplido sus buenos 20 años. En Le Havre expone estas primeras obras que comparten protagonismo con los óleos de Boudin, otro de los artistas que adelantan el impresionismo. Si sus pequeños trabajos como caricaturista de personajes locales le reporta un pequeño beneficio económico, es fundamental las enseñanzas de Boudin. Fue este artista el que le introduce en el gusto por la naturaleza, le muestra los efectos de la pincelada suelta y le abre de par en par la belleza del arte pictórico. El rebelde Monet encuentra en Boudin un maestro adecuado que no se rige por los programas encorsetados del academicismo. 

París en la biografía de Claude Monet

Aunque viaja a París en 1860 donde toma contacto con el mundillo artístico del momento (el centro del mundo recordemos) no será hasta 1862 cuando se instala en la capital francesa. Entre una fecha y otra cumple su servicio militar para después instalarse en el estudio Gleyre. Cuando llega a la Ciudad del Sena Monet ya es un artista enamorado de las posibilidades expresivas de la pintura realizada al aire libre teniendo en cuenta todos los recovecos lumínicos y cambiantes de la naturaleza. Prácticamente no se apartará de esta corriente durante toda su vida.  

En París conoce a todos los artistas del impresionismo y a los integrantes de la escuela de Barbizon (instalados a las afueras de la capital y centrados en la pintura de paisajes). Se encuentra con Renoir, Bazille, Sisley, Manet (el precursor del movimiento impresionista), Jongkind… A pesar de que va progresando en su arte, como su familia no aprueba esta opción vital, se ve en graves apuros económicos al no encontrar, en estos primeros años, ningún apoyo financiero. Aunque las primeras obras siguen la estela paisajística de la Escuela de Barbizon, sus obras apenas tienen cabida en el conocido salón de los artistas (la galería más importante de París). Por tanto, su visibilidad de cara a posibles compradores es muy pequeña ahondando sus problemas monetarios hasta límites de indigencia.   

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El impresionismo en la biografía de Claude Monet

Viaja de vez en cuando a Honfleur, un pueblo marcado hoy en día por el paso de los impresionistas y a Grenouillère. En 1870 se casa con Camille Doncieux y a continuación se exilia primero en Londres y luego en Holanda. El objetivo es desertar de una forma encubierta del ejército ya que se niega a participar en la guerra franco prusiana que tantas vidas se llevó por delante. En cuanto tiene oportunidad regresa. Esta vez se instala en Argénteuil, población marcada por la presencia del Sena y muy cerca de París. De aquí saldrán parte de sus grandes obras paisajísticas que forman parte de la esencia del impresionismo. A pesar de que este movimiento artístico puede catalogarse como arte amable, no logran colocar las obras en el ansiado salón. Es más, casi todos los integrantes, y no solo Monet,  fueron objeto de burla y crítica feroz por parte de la crítica consagrada y establecida.  

Por eso, a partir de 1971 la mayoría de los pintores impresionistas barajan la posibilidad de unirse como un grupo o de realizar algún tipo de manifiesto, extremo que no se produce debido a la libertad que enarbolan todos y cada uno de ellos. Todo ello contrastará con lo que sucederá después, con las vanguardias históricas. Nacerán grupos, como el dadaísmo o el futurismo, que producirán una cantidad tan ingente de auto obra crítica que llega incluso a superar a la producción artística. Pero los impresionistas eran de otra pasta y, a pesar de sus apuros económicos y la crisis social a raíz de la derrota en la guerra franco-prusiana, logran crear obras con un espíritu tremendamente positivo sin pararse a justificarse en ningún momento.

Impresionismo en la obra de Monet 

Para Monet, como el resto de sus compañeros de movimiento artístico, el objeto de la obra era, nada más y nada menos, que captar la esencia del momento presente con su juego de luces y sombras. Es un arte del aquí y el ahora que no intenta ir más allá en lo que respecta al simbolismo que estaba tan presente en la época. Se abandonan los grandes temas, las composiciones de retratos institucionales o las historias mitológicas, bíblicas o históricas para centrarse en los elementos de la naturaleza más sencillas. En este sentido, en la obra de Monet, como la del resto de los impresionistas, un nenúfar es un nenúfar y una señora con un paraguas es eso y nada más. La belleza está en la cotidianidad y en la naturaleza y se descartan las grandes obras épicas tan a gusto de la clase dominante de la época. Eso no quita para que las obras de Claude Monet (sobre todo las de la última época) sea de una grandiosidad apabullante (en todos los aspectos).  

En 1874 expone en el Salón de los Independientes junto al resto de los impresionistas: el fotógrafo Nadar (que presta el espacio), Degás, Cézanne, Sisley, Pissarro, Berthe Morisot… Muy pronto encuentra un mecenas especial, el financiero Ernest Hoschedé, aliviando un poco el panorama económico de Monet. 

Jardín de Monet en Giverny 

La importancia de Giverny en la biografía de Claude Monet 

Desde ese año de la primera exposición, 1874 hasta 1886 Claude Monet participa no solo de las siguientes exposiciones del Salón de los Independientes sino también de muestras individuales. Poco a poco, el impresionismo va encontrando el favor del público. Eso conlleva ventas y también un ahondamiento en los temas, formas y técnicas del movimiento. Si bien otros artistas evolucionaron por otros derroteros, Monet fue fiel a su estilo hasta la última pincelada. A partir de 1881 su situación mejora tan notablemente que se instala en la conocida casa de Giverny, la cual compra en propiedad en 1890. Dos años antes, en 1879, muere Camille, su esposa. 

Allí vive rodeado de un primoroso jardín diseñado y cuidado por él mismo repleto de flores multicolores, sauces llorones, el archiconocido estanque donde planta nenúfares rematado por un puente de estilo japonés. Monet dedica los últimos años de su vida a disfrutar de esa mansión (de buenas proporciones pero decorada sin pretensiones). Allí pasa sus días al cuidado de las plantas y a realizar las grandes pinturas con el tema de los nenúfares tan conocidas (y de otros elementos de la naturaleza) y que son el eje central de la colección del impresionismo en el Museo de Orsay de París.  

En Giverny, tras varias idas y venidas, se instala con Alice Hoschedé, a la sazón esposa de quien fue su primer mecenas Ernest Hoschedé. Este, tras una serie de percances, se declara en bancarrota y no logra levantar cabeza. Mientras Ernest intenta abrirse camino en París, Alice acompaña a Claude Monet en sus distintas residencias de Normandía. La puerta del idilio, por tanto, se abre de par en par. Como el pintor ya tenía cierta fama, la relación fue la comidilla de las tertulias del París de entonces. Todo terminó en 1891 cuando Alice enviudó casándose un año después con nuestro protagonista. 

Los último años en la biografía de Claude Monet 

El pintor muere el 5 de diciembre de 1926 por un cáncer de pulmón en su casa de Giverny. Llevaba 15 años viudo de Alice, pero eso no le impidió realizar una obra vasta, magnífica y extraordinaria. La vivienda fue sucesivamente ampliada y redecorada mientras que el jardín crecía de forma exuberante. Casi toda su producción de estos años está realizada en este emplazamiento que Claude Monet amaba en extremo. Eso no quita para que se convirtiera en un ermitaño. Todo lo contrario, su espíritu positivo, rebelde y con ganas de conocer mundo lo lleva hasta Venecia, Londres, toda la costa de Normandía e, incluso, hasta Madrid donde llega conduciendo su propio coche cuando ya era un sexagenario. Recordemos que el estado de las carreteras y la comodidad de los vehículos de la época nada tiene que ver con los de la actualidad. En Madrid, visita el Museo del Prado y cae rendido ante el genio de Velázquez. 

En la biografía de Claude Monet se dan algunos puntos pasionales y a la par refleja un estilo brillante que le acompañó durante toda su vida artística. Nunca dejó de pintar con los principios del impresionismo, aunque con un lenguaje visual muy cercano a la abstracción y poniendo al límite las posibilidades del color a la hora de representar las formas de la naturaleza. Y todo ello cuando en París comienza a instalarse las primeras vanguardias históricas con el cubismo a la cabeza sin olvidar el fauvismo u otras expresiones artísticas más rompedoras. Claude Monet no se apuntó a ninguna de ellas. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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