Berlín es uno de las capitales de Europa que todo viajero que se precie de serlo tiene que tenerla en su bagaje, en algún momento u otro. Aunque en la última década ha dado paso a otros destinos más soleados, hace como diez años todo el mundo quería estar en Berlín. Y no es de extrañar porque la reunificación se había completado totalmente. Sus fantásticos museos señoreaban con exposiciones de primera. Los cabarets se habían recuperado y los que somos del sur nos olvidábamos que en invierno era noche cerrada a las cuatro de la tarde. Eso no quita que Berlín sea uno de esos destinos ineludibles, sobre todo para los amantes del arte. Que París se queda para el romanticismo y Londres para las compras. Berlín es el eje de Europa más allá de Bruselas, otra ciudad imprescindible para visitar.
Independientemente de su Isla de los Museos, de sus parques, de sus festivales y de todo el ambiente cosmopolita de Berlín, en la ciudad hay tres edificios (de carácter político) que son de visita ineludible: el Reichstag, el Ayuntamiento o Rote Rathaus y la conocidísima Puerta de Brandeburgo. Si te has apuntado a los vuelos de bajo coste, y solo tienes dos o tres días, anota estos imprescindibles que ver en la capital de Alemania. No está lo que queda del Muro de Berlín (un poco más apartado del centro). Es otra parada única también y te he dejado el link un poco antes.
1.- El Reichstag, testigo de la historia de Europa y un imprescindible que ver en Berlín
Es uno de los edificios emblemáticos de la reciente historia europea y de Alemania. Aunque fue levantado a finales del siglo XIX, por lo que tiene de símbolo, se ha convertido en una referencia a todos los niveles. Estoy hablando del Reichstag, de imponente fachada y planta neoclásica.
Al margen de haber servido de decorado para películas de todo tipo, el Reichstag merece una visita detenida. Fue objeto de una (supuesta) conspiración por parte de los nazis. El resultado fue un tremendo incendio que lo destruyó casi por completo. Con el régimen de Hitler se habilitaron únicamente las salas y los espacios necesarios para los asuntos de diario. La II Guerra Mundial estaba a las puertas y el Reichstag no tardó en sufrir el bombardeo de las tropas aliadas.
Tuvo la mala suerte de quedar en el lado soviético de Berlín por lo que fue abandonado a su suerte. Bueno, más bien, al vandalismo, a la desidia, a los graffitis sin ningún tipo de carácter artístico o de verdadero protesta, al estilo del Kunsthaus Tacheles, otro lugar simbólico de la historia contemporánea de Berlín.
No fue hasta 1989, con el desmoronamiento del régimen comunista y la apertura del Muro de Berlín (te he dejado un fantástico texto sobre lo que queda de él en este link), cuando el Reichstag pudo incorporarse a la ciudad. Las obras de rehabilitación no tardaron en llegar de la mano del británico Sir Norman Foster, que ya estamos en la Europa unida. Hoy todo el edificio y, especialmente, su maravillosa cúpula acristalada vuelven a ser el símbolo de un Berlín unido y centro de Europa.
2.- Rotes Rathaus o Ayuntamiento de Berlín, segunda parada que ver en Berlín
El Rotes Rathaus de Berlín, literalmente edificio de color rojo, es la sede del Ayuntamiento de la ciudad. Se encuentra en Rathausstraße. Es una mole en ladrillo rojo construida a finales del siglo XIX siguiendo la inspiración del Renacimiento florentino. Está rematada por una alta torre. El diseño corrió a cargo de Hermann Waesemann. Terriblemente dañado tras la II Guerra Mundial, como toda la ciudad, por cierto, se reconstruyó a partir de los años cincuenta y fue artificiosamente divido con la construcción del Muro de Berlín.
Destaca su sala heráldica que se utiliza como espacio de protocolo. Aquí sobresalen sus vidrieras insertas en unas ventanas neogóticas que dan a la calle. La alta torre coronada por un reloj puede constituirse en la mejor simbolización de la superación de todas las vicisitudes, guerras y separaciones incluidas. El edificio se puede visitar por dentro y, además, su conocida Sala de las Columnas se utiliza como lugar de exposiciones de arte.
3.- Puerta de Brandeburgo, un imprescindible que ver en Berlín
Muy cerca del Reichstag se encuentra la Puerta de Brandeburgo, que no es un edificio dedicado a la actividad política, aunque sí es, como los otros dos que protagonizan este texto, un mito histórico, no ya de Berlín, sino de toda Alemania.
Este espectacular monumento no es un Arco de Triunfo (como la Puerta de Alcalá o el que se encuentra al final de los Campos Elíseos). Es una auténtica puerta de entrada a la ciudad al estilo de las que solían abrirse en las murallas medievales. Eso sí, con unas proporciones diferentes, ya que mide más de 25 metros de alto.
Fue construido a finales del siglo XVIII y sus columnas en forma de pórtico están rematadas con una escultura en bronce representando a la diosa griega Victoria, que entra en la ciudad conducida por cuatro briosos caballos.
Hoy la Puerta de Brandeburgo es un lugar especial, escenario de conciertos o marchas de protesta, un lugar vivo de la ciudad de Berlín y, por extensión, de Europa.
Probablemente la capital germana sea, al día de hoy, una de las urbes más cosmopolitas, abiertas e interesantes del planeta. La gran remodelación llevada a cabo por el gobierno alemán, tras la reunificación, ha creado unos espacios de dimensiones colosales dedicados, por supuesto, a la administración, al comercio, pero, también, a la cultura y al ocio.
4.- La Isla de los Museos de Berlín, basicos que ver en Berlín para los amantes del arte
Historia mínima de la Isla de los Museos
Entre todos estos nuevos emplazamientos sobresale, por su tamaño, calidad, variedad y majestuosidad la denominada Isla de los Museos (Museumsinsel), rodeada por el río Spree. Este espacio no es nuevo, ya que existía desde la época prusiana y, desgraciadamente, fue gravemente dañado durante los bombardeos de la II Guerra Mundial y dividido, después, con esa herida física y psicológica que fue el Muro de Berlín. Mediante un complejo y completo plan de restauración y construcción (el cual se espera está totalmente concluido en el año 2015), la Isla está adquiriendo un lustre quizá nunca visto en la historia de la humanidad.
¿Qué es la Isla de los Museos de Berlín?
La Isla de los Museos de Berlín es como una ciudad dentro de otra ciudad. Sus dimensiones son tan espectaculares que, por supuesto, se necesitará, al menos, varios días para hacerse una idea lo que en ella se alberga y semanas para disfrutar con tiempo de las mejores obras que se custodian entre las paredes de sus centros de arte.
Lo más recomendable es hacerse con bonos especiales que pueden ser diarios. Se incluyen transporte, entradas y acceso a descuentos. La información se actualiza constantemente con ofertas temporales, así que, si quieres organizar tu viaje con antelación, lo mejor es que visites la página oficial, donde encontrarás todos los detalles de los distintos medios de locomoción, entradas, tickets y horarios.
¿Y qué es lo que se puede visitar en la Isla de los Museos?
Pues, la oferta es de mareo. Independientemente de las exposiciones temporales, no te puedes perder:
- El Museo de Pérgamo (Pergamon Museum), con sus colecciones arqueológicas como las Puertas de Ishtar de Babilonia o el Altar de Zeus de época romana.
- De visita obligada es, también, la magnífica colección de arte bizantino del Museo Bode (Bode-Museum).
- La pintura decimonónica donada por el banquero H.G. Wagener a la Galería Nacional Antigua (Alte Nationalgalerie).
- Sin duda alguna, una de las estrellas rutilantes del cielo berlinés es el busto de Nefertiti, el cual puede admirarse en el Museo Nuevo (Neue Museum), arropada por una impresionante colección arqueológica procedente del antiguo Egipto.
- Aún nos queda el Museo Antiguo (Altes Museum), una pinacoteca decimonónica diseñada al estilo de los primeros centros de arte europeos, como el Louvre o el Prado, a partir de colecciones reales y donaciones nobiliarias (más o menos impuestas).
5.- Antigua Galería Nacional o la Galería Nacional Antigua de Berlín, mi emplazamiento favorito que ver en Berlín
Dentro de ese colosal espacio dedicado al arte que se sitúa al norte de Berlín, en la llamada Isla de los Museos, uno de los emplazamientos expositivos injustamente menos conocido es la Antigua Galería Nacional o la Galería Nacional Antigua, como también es traducida la Alte Nationalgalerie.
Situada en un bello edificio decimonónico dominado por una doble escalinata y por unas aristocráticas columnas de inspiración clásica, el origen de esta delicada colección hay que encontrarlo en una donación realizada por un banquero. Joachim H.W. Wagener hizo entrega al estado prusiano de más de doscientos cincuenta obras de su propiedad para regocijo del público interesado.
Como la totalidad de Berlín, el edificio quedó muy dañado durante la Segunda Guerra Mundial y las colecciones prácticamente olvidadas durante las primeras décadas de la postguerra. Ha sido con la gran remodelación llevada a cabo tras la reunificación, cuando ha retomado el brillo de antaño. Se reabrió al público en el año 2001.
Nazarener, Nazarenos o Romanos, pintores románticos en la Antigua Galería Nacional de Berlín
Aunque la pinacoteca también alberga finas tallas escultóricas e, incluso, obras de los impresionistas o pre-impresionistas franceses (Manet, Monet, Degas, Renoir o Cézanne -ellos solos son excusa suficiente para una visita-), sin lugar a dudas, el conjunto más destacable es el que corresponde a la pintura romántica alemana. De los franceses, no ha gustado En el verano o Nogal en flor de Renoir.
Estos artistas eran conocidos como los Nazarener (Nazarenos o Romanos), ya que, siguiendo la costumbre de la época, prácticamente todos se embarcaron en un largo y provechoso viaje por tierras italianas, siguiendo el Grand Tour. Recordemos que el periplo estaba a medio camino entre la iniciación y la ampliación de estudios y tenía como objetivo Roma y el conocimiento de primera mano de lo que quedaba del antiguo imperio.
El tema de las ruinas, tan querido por los artistas románticos, se prestaba a las mil maravillas como excusa para la elaboración de obras de diversa índole. Así, el paisaje servía de pretexto para la elucubración sobre la fugacidad de la vida y la muerte inevitable.
Caspar David Friedrich y Adolf Menzel en la Antigua Galería Nacional de Berlín
Pero, sin lugar a dudas, si hay un nombre que ha trascendido los manuales de arte universal, éste es el de Caspar David Friedrich (1774-1840) y especialmente su enigmática y simbólica obra El caminante sobre un mar de nubes (1817-1818).
En la Galería Nacional Antigua hay una importante muestra de dibujos y pinturas de Friedrich, quien comparte protagonismo con otros autores románticos, como el casi contemporáneo Adolf Menzel (1815-1895), conocido por su obra paisajística y de recreación de interiores.
Menzel fue uno de los artistas con más éxito de su tiempo con una producción amplísima, tanto en óleo como en papel, caracterizada por un cierto aire propagandístico.
Impresionismo alemán en la Galería Nacional Antigua de Berlín
Y del romanticismo inicial al posterior impresionismo, ya que la Alte Nationalgalerie también dispone de obras de esta corriente. Destacamos a Max Liebermann (1847-1935), con una temática más cercana a los cuadros populares y marginales, tan del gusto de los movimientos realistas y naturalistas que triunfaban por entonces, a finales del siglo XIX.
Por Candela Vizcaíno