Visitar Itálica para pasear por sus ruinas

Visitar Itálica

Visitar Itálica

Candela Vizcaíno

 

Recorriendo a pie las ruinas romanas de Itálica, en el municipio de Santiponce, muy cerca de Sevilla.  

Estaba (y está) situada sobre un alcor sobre el que, en tiempos, se divisaba la rica vega del valle del Guadalquivir. Su fundación, en el siglo II a.C se debió a un Escipión, general en la Bética. Tras las guerras con los turdetanos, los mismos que probablemente nos dejaron el enigmático Tesoro del Carambolo, creó el emplazamiento para los veteranos vencedores en esas batallas. Había nacido Itálica, a pie de la Vía de la Plata, la ruta que unía de sur a norte (o de norte a sur) toda Hispania desde Cádiz hasta la actual Gijón. Hispalis (la actual Sevilla) no tuvo la importancia de Itálica y ni mucho menos la de Mérida (hoy un museo al aire libre con lo mejor de la arquitectura romana). Así que lo que, en un principio, se creó para servir de retiro a soldados cansados de batallas muy pronto comenzó a florecer gracias al comercio.  

Un poquito de historia de los inicios antes de visitar Itálica

Estamos en el siglo II a.C. y el emplazamiento era un mero lugar de retiro. Aunque no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron las primeras viviendas, sí se cree que, en principio, no hubo más ambición. Sin embargo, las cosas sucedieron de otra manera tal como ocurre en contadas ocasiones a lo largo de la historia. Itálica se aprovechó de su situación privilegiada junto a la Vía de la Plata (hoy convertida en autopista) para prosperar con el comercio. Y también se valió de las riquezas agrarias que se cultivaban en la fértil vega del Betis, el río que luego se llamó Guadalquivir. 

Década tras década, Itálica fue prosperando y creciendo con magníficas villas romanas que se decoraban con delicados mosaicos. Suponemos que con frescos y ricos muebles, pero esos elementos no han llegado hasta nosotros. Tal fue su poderío que aquí nacieron (de familias patricias) los emperadores Trajano (18 de septiembre del 53 d.C)  y Adriano (24 de enero del 76 d.C). Si te decides a visitar Itálica hoy en día, aunque la ciudad no está excavada al completo, de su importancia se da cuenta no solo el anfiteatro sino también el teatro. Sus grandes dimensiones nos dicen de un emplazamiento próspero con una buena proporción de habitantes fijos a lo largo de su historia. 

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Auge y decadencia de Itálica  

Itálica alcanzó su apogeo en el siglo II d.C cuando ambos emperadores (que habían beneficiado a la ciudad) ya no estaban en este mundo. A partir del siglo III comenzó a languidecer lentamente hasta ser olvidada del todo, aunque no tanto, puesto que los habitantes que la ocuparon durante toda la Edad Media se sirvieron de sus columnas, sus mármoles y sus piedras como material de construcción para levantar otras edificaciones.

Sea como fuere, en el siglo XIV, cuando es fundado el Monasterio de San Isidoro del Campo, otra maravilla artística en estilo mudéjar a cuatro pasos de las actuales ruinas de Itálica, se tenía constancia de la ciudad romana. El recinto religioso está levantado en honor de San Isidoro de Sevilla, el sabio que escribió las Etimologías, una especie de enciclopedia con todo el saber disponible de su tiempo. Pues bien, algunos monjes, conscientes de la importancia del lugar, hicieron algunas excavaciones en Itálica. Justificaron ese esfuerzo vertido sobre una civilización pagana por la importancia del mismo. Tenemos que recordar que, aunque la cultura medieval fue eminentemente cristiana, en los monasterios (a través de sus scriptoria) se recogieron todos los retazos de la sabiduría, la literatura y el arte clásicos.  

El polvo del olvido seguía cayendo sobre Itálica hasta el Romanticismo con su gusto por las ruinas y las excavaciones. Si en Europa se acometía lo que se conocía como Grand Tour, un viaje de fin de estudios hacia Italia, Egipto o Constantinopla para admirar sus restos artísticos, en España también recalaron algunos de estos viajeros. Fueron ellos los que pusieron en valor algunos puntos (como el Alcázar de Sevilla). Desafortunadamente, en las virtudes también se encuentran los vicios. Así, si bien fueron capaces de admirar estas bellezas pasadas, no dudaron en dedicarse al expolio. Expolio que fue también instigado por ricos mecenas locales que sufragaron excavaciones a cambio de reservarse para uso personal algunas (quizás las mejores) obras. Este fue el caso de la Condesa de Lebrija (1851-1938) que trasladó múltiples mosaicos y esculturas a su palacio en el centro de Sevilla, hoy abierto al público previo pago de su importe. 

Entonces, ¿qué hay para visitar en Itálica hoy? 

Con toda esta historia de abandono y expolio parece que poco o nada queda del antiguo esplendor. Bien es verdad que lo que tenemos delante son ruinas, pero se ha podido salvar parte de ellas, especialmente cuando se protegió el recinto en la década de los años veinte del siglo XX. Con grandes interrupciones debido a sucesivas crisis económicas, guerras y también desidia, se han encontrado grandes ejemplos de escultura romana que hoy se custodia en el Museo Arqueológico de Sevilla, en pleno Parque de María Luisa. Actualmente está en obras sin fecha para su finalización y reapertura. 

Itálica hoy ofrece un agradable paseo por su anfiteatro que está aún en uso para algunos festivales y también podemos perdernos por las calles que conservan parte del empedrado. A su alrededor se despliegan los restos de las casas, villas y otros edificios que conformaron el entramado urbano. 

No hay que perderse: 1) Edificio de Neptuno, 2) La Casa de los Pájaros, 3) Traianeum, 4) Mirador de Trajano (aunque las vistas hoy en día son almacenes industriales), 5) Anfiteatro y… pasear entre mosaicos, ruinas y altos cipreses. 

El Conjunto Arqueológico de Itálica está vallado y su acceso es gratuito para los ciudadanos de la UE. Y la entrada es muy económica para el resto de nacionalidades. Además, en la localidad de Santiponce también se ha excavado el teatro y es posible disfrutar de este emplazamiento de excepción durante el Festival Internacional de Danza.  

Fotos, vídeo y texto por Candela Vizcaíno

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