Molinos de Alcalá de Guadaíra | ruta para no perderse

Molinos de Alcalá de Guadaíra

Molinos de Alcalá de Guadaíra

Candela Vizcaíno

 

Hubo un tiempo en el que Alcalá de Guadaíra, encajonada entre el alto cerro de Oromana y el río, vivía (literal) del pan. Y lo hacía porque aquí se elaboraba cada mañana ricas piezas en sus hornos desperdigados por toda la localidad. La materia prima no llegaba de muy lejos ya que los molinos que salpicaban y aprovechaban los saltos del río surtían de abundante harina a los múltiples obradores de la localidad. Todo era, por entonces, de kilómetro cero: desde el cereal de la vega colindante hasta la harina, el pan o sus famosas tortas y bizcochelas. Con la industrialización, a principios del siglo XX, estas viejas construcciones quedaron abandonadas a su suerte y alguna hubo, incluso, que colapsó en ruinas. Otras (la gran mayoría) han podido ser recuperadas, rehabilitadas, blanqueadas y hoy son accesibles para los que buscan los dones de la naturaleza y las huellas del pasado. Así, aquellas que han podido salvarse del olvido se han reconvertido en la ruta de los molinos de Alcalá de Guadaíra. 

¿Dónde están los molinos de Alcalá de Guadaíra y cómo se accede a ellos? 

La ruta (que se puede hacer tanto a pie como en bicicleta y que en algunos tramos admite carritos de bebé) tiene dos posibles entradas. La primera está justo al lado del puente romano (o antiguo, que la localidad ofrece muchos más que estos molinos), junto a las ruinas del Molino de la Tapada. A partir de aquí comienza una ruta circular que lleva a lo más alto de Oromana y al otro punto de inicio. Este (mi favorito y aconsejable) se encuentra detrás de los llamados pisos de San Francisco (en la calle denominada precisamente Tren de los Panaderos). Este bloque de viviendas de los años setenta no tiene pérdida ya que se ve nada más entrar en el pueblo y se caracteriza por el gusto poco conseguido (por decirlo con palabras amables) de las construcciones de esas décadas.  

Si vas en coche, hay un aparcamiento descubierto  al lado y en las calles colindantes (a no ser que sea un día festivo de buen tiempo) también se encuentra plaza. Eso sí, es aconsejable ir temprano porque la ruta de los molinos de Alcalá de Guadaíra va ganando adeptos día a día. 

Ruta de los molinos 2 

¿Qué te espera en la ruta de los molinos de Alcalá de Guadaíra si eres senderista o ciclista? 

O simplemente alguien amante de la naturaleza. Aunque el circuito completo alcanza más de 10 kilómetros, si llegamos hasta aquellos que están detrás del Puente de Dragón (otro hito monumental del pueblo), los más bonitos pueden recorrerse en poco más de una hora. Si accedes por la puerta que está bajando la calle Tren de los Panaderos te vas a encontrar:  

1.- El monumental Molino del Algarrobo que se alcanza atravesando una senda empedrada y que puede cruzarse de orilla a orilla gracias a las ruedas (de molino precisamente) que sirven como puente. Aquí se ha habilitado una pequeña plaza rústica con bancos donde, de vez en cuando, se informa de las construcciones a lo largo del río. Destaca una torre almenada que no es medieval. Es una recreación tardo romántica que en esta época gustaba mucha de retrotraerse a un imaginario pasado.  

¡Atención! En época de lluvias el paso por el Molino del Algarrobo puede estar anegado. En este caso, lo mejor es empezar la ruta por el Molino de la Tapada. Desde allí parten varios caminos que se dirigen en distintos niveles a la otra fachada de este molino. 

2.- En este punto no hay que perderse, ya que del mismo parten tres caminos distintos que, aunque siguen la ruta, te puede desviar de la más interesante. Hay que tomar el central, el que está enfrente y en cuesta empinada. Luego bajarla para dejar de lado un puente (¡ojo! ¡no hay que cruzarlo!) y ya desembocas en la ruta propiamente dicha puesto que está arreglada, señalizada y ajardinada incluso. Sí, vale, que no cuesta nada poner unos cartelitos. Al día de hoy no existen. Así que dejo la sugerencia por escrito. 

Ruta de los molinos 7 

3.- El siguiente es el Molino de Oromana que comparte protagonismo con el del San Juan que está enfrente. Se sitúa paralelo al parque y al hotel homónimo. A partir de aquí (y antes de llegar incluso) la senda se convierte en un espacio ajardinado, arreglado con bancos e, incluso mesas. Es normal encontrarse los fines de semana pintores (más o menos profesionales) que intentan captar la belleza del paisaje siguiendo los modelos del impresionismo. También abundan las familias con niños que, incluso, se atreven a practicar algún deporte de agua. El río está estancado en algunos tramos (debido a las presas) y su discurrir es bastante lento. 

4.- A continuación, se sitúa el molino de Benarosa que se encuentra en la otra orilla. Aún así, se puede acceder porque se ha habilitado un paso peatonal aunque bastante resbaladizo y peligroso para los que se hayan saltado el gimnasio. En este punto se concentran patos y otras aves que comparten espacio con anfibios y peces de río. La vista no solo es refrescante sino fotogénica a más no poder. 

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5.- La ruta de los molinos de Alcalá de Guadaíra puede terminarse con la visita del Molino de las Aceñas de blanco impoluto y también con una torre almenada. Antes habremos pasado (casi sin darnos cuenta) las ruinas del Molino Rabo de Zorra que se encuentra en la otra orilla. Una vez vencido este punto, el camino no está habilitado y se va adentrando cada vez más en campo abierto. El sendero se complica hasta llegar a la Finca La Perdida, una explotación ganadera ajena a lo que estamos tratando. ¿Y ahora qué?

Datos prácticos para hacer la ruta de los molinos de Alcalá de Guadaíra

1.- Una vez has alcanzado el Molino de las Aceñas, lo mejor es volverse sobre los propios pasos un poquito hasta que encontremos algún tramo de sendero en bifurcación. Ni se te ocurra agobiarte porque te lo hayas pasado. Hay distintos accesos a lo largo del camino e, incluso, puedes volver por la misma ruta en distintos niveles. Me explico. La senda ha sido realizada de manera escalonada de tal forma que puedes ir por distintas vías a diferentes alturas. Y puedes volver a un nivel u otro cada cierto tramo. Así que la variedad está asegurada. Solo tienes que seguir el curso y el rumor del río. 

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3.- Si llegas por esta ruta (casi por tus pasos) hacia el Molino del Algarrobo, puedes completarla tomando el camino que serpentea por detrás (o por delante según se mire) y alcanzarás las ruinas del Molino de la Tapada. De aquí, cruzando el puente de piedra, se accede a  otra senda que, bordeando el castillo, llega a la Fuente de la Retama para desembocar en el Puente del Dragón. Esta construcción contemporánea, realista (si tal criatura existiera de verdad) y rematada con azulejos brillantes tiene oficialmente el poético nombre de Puente del Guardián del Castillo. Además, bajo sus vigas se ha habilitado un parque sombreado con mesas de picnic favorito de los alcalareños los fines de semana.  

4.- ¿Y qué más? Si quieres seguir caminando, aún te espera la Fuente de la Judía y el Molino del Realaje. La dirección no tiene pérdida. Hay que seguir el curso del río (ahora hacia arriba) dejando el castillo (con su correspondiente dragón guardián) detrás. 

5.- Y aquí va el consejo. Aunque este tramo del camino es agradable, la ruta que comienza en el Molino del Algarrobo acabando en el mismo punto tiene tal concentración de construcciones, zona sombría, vegetación de todo tipo, vida animal y artística que con este recorrido seguro que el alma del caminante se queda satisfecha. 

Y, por último, recuerda que, aunque las grandes panaderías han desaparecido, aún hay bonitas confiterías con delicias locales en el centro del pueblo. En el cogollo de la ruta de los molinos de Alcalá de Guadaíra, además, hay un hotel (Hotel Oromana y te dejo el link). Está sobre el cerro y hace gala de una decadente arquitectura regionalista de principios de siglo. En verano abren su refrescante piscina entre pinos (los árboles mayoritarios del parque) y tiene también un buen restaurante. Que ya sabemos que las cosas del espíritu tienen que acompañar a las del cuerpo, tanto que sea difícil distinguirlas.  

Fotos, vídeo y texto por Candela Vizcaíno

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