Barrio y cementerio judío de Praga

Barrio y cementerio judío de Praga

Flanqueado por magníficos edificios art nouveau e, incluso, de estética cubista, el viejo gueto judío de Praga rezuma historia y leyendas de la antigua Bohemia. Si en una esquina señorea lo que fuera el Convento de Santa Inés, hoy reconvertido en Galería Nacional de Arte, el barrio judío de la capital de Chequia se caracteriza por su profusión de sinagogas que se amontonan en sus calles abigarradas. Sin lugar a dudas es uno de esos destinos imprescindibles de cualquier viajero cosmopolita y aristocrático que se precie de serlo. El Barrio Judío de Praga (sin desmerecer los de Córdoba, Roma o Toledo) es uno de los más sugerentes de Europa y, sin lugar a dudas, destino ineludible. 

¿Damos un paseo?

Barrio Judío de Praga, cómo moverse y disfrutarlo al máximo

Aunque habría que dejar una tarde o una mañana para deleitarse con las obras románticas de los artistas bohemios guardadas en el antiguo Convento de Santa Inés, el gueto judío de Praga está dominado por su cementerio (lo dejamos para un poco más adelante) y por sus innumerables sinagogas. Hay que dejarse llevar, recorrer sus calles y admirar sus edificios, pero no te puedes embobar y perderte los siguientes puntos del lugar:

  • Sinagoga Klausen, hoy reconvertida en museo judío con objetos curiosos de todo tipo.
  • Sinagoga Alta con espléndidas bóvedas renacentistas.
  • Sinagoga Maisel.
  • Sinagoga Pinkas, donde se rinde homenaje a los judíos víctimas del Holocausto nazi.
  • Ayuntamiento del Barrio Judío.
  • Sinagoga Española, de 1868 y construida según los cánones del estilo morisco reinventado en esta época.

Sinagoga Staronová en el Barrio Judío de Praga

Mención aparte merece la Sinagoga Nueva o Staronová Synagoga, en checo, rematada con un tejado escalonado de ladrillo oscuro que data del siglo XIV. Y todo ello sin contar que el edificio fue levantado en 1270 y ha sobrevivido, durante estos largos siete siglos y medio, a todas las persecuciones sufridas por la comunidad.  Se puede visitar los domingos y de lunes a jueves desde las 9 de la mañana hasta las cinco de la tarde y los viernes de 9 a 3 de la tarde, previo pago de su importe.

De su interior destaca la Silla del rabino Löw, filósofo erudito en los entresijos de la Tora que vivió a finales del siglo XVI y al que la tradición señala como creador del Golem, una figura de arcilla que llegó a cobrar vida.

Tampoco hay que perderse los siguientes puntos de su interior:

  • La nave derecha repleta de candelabros de bronce.
  • El estandarte judío con su Estrella de David.
  • El pórtico del vestíbulo sur decorado con racimos de uvas y hojas de parra, símbolos de abundancia.
  • Las bóvedas en piedra sobre pilares octogonales.
  • El Arca donde se guardan los rollos de la Tora y lugar sagrado de la sinagoga.

El Cementerio Judío de Praga

Para el final hemos dejado este lugar objeto de leyendas y novelas (de Umberto Eco, por ejemplo) de todo tipo. Es el cementerio judío de Praga o Staryý Zidovský Hrbitov. Fundado en 1478, durante más de tres siglos fue el único lugar donde se permitía enterrar a los judíos. El resultado es una profusión de lápidas amontonadas donde se apiñan en varias capas (hasta doce) los cuerpos de los difuntos.

Recorrer este espacio es adentrarse en la historia de la ciudad desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XVIII, ya que el último enterramiento se produjo en 1787. Las lápidas suelen llevar los símbolos de la familia, de la profesión del fallecido o de su entorno social.  Con un poco de paciencia se pueden encontrar:

  • La tumba del rabino Löw donde se depositan guijarros y piedras en señal de respeto.
  • La lápida del rabino David Oppenheim, bibliófilo erudito que vivió entre 1664 y 1736.
  • El túmulo Nephele donde recibían sepultura los bebés que no habían alcanzado el año de vida.
  • El sepulcro de Hendela Bassevi, esposa del primer noble judío de la ciudad.
  • El muro de las lápidas con inscripciones del siglo XV y puestas allí tras haber sido trasladadas desde otro recinto situado en la Ciudad Nueva.
  • La tumba de Mordechai Zemach y de su hijo Bezalel, dedicados al noble oficio de la impresión.
  • La lápida del escritor y astrónomo David Gans que vivió entre 1541 y 1613.

Hay otras doce mil más que guardan la memoria de más de cien mil vidas, pero con este buen puñado el viajero se va a sentir transportado a otro tiempo y otra forma de vida. Recuerda que en el precio de la entrada están incluidos los tickets para las sinagogas Pinkas, Klausen, Alta y Maisel que flanquean o rodean el recinto y, aunque las fotos parezcan un decorado de Halloween, esto es un lugar sagrado que debe respetarse como tal. ¡Da igual cuáles sean nuestras creencias! Para eso viajamos: para vivir por unos instantes la cultura de otros.

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación y viajera incansable

Gente en la conversación

  • Invitado - PAco

    Buena entrada, te felicito!
    El cementerio es un poco escalofriante, la verdad que es un lugar que no deja indiferente a nadie. Es una pena lo que debieron sufrir los judíos y hasta donde puede llegar la tiranía del ser humano....
    Nosotros para visitar el Barrio Judio y el Cementerio optamos por una visita guiada con White Umbrella Tours que hizo el recorrido mucho más interesante y curioso.
    Gracias por la entrada, me ha permitido recordar mi viaje por una ciudad asombrosa como el Praga.

    Comentario editado por última vez entre hace cerca de 5 años y Candela Vizcaíno
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