Adentrarse en la polifacética personalidad de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) es zambullirnos de lleno en lo que supuso la cultura del Neoclasicismo con todos y cada uno de los condicionantes españoles. Los auténticos ilustrados del Siglo de las Luces se enfrentaron, a veces, con poderosas fuerzas tradicionalistas que boicoteaban por sistema cualquier atisbo de reforma en cualquier aspecto vital. En este sentido, la obra de Jovellanos se erige (no ya como literatura) sino como ejemplo magnífico de ensayo inserto en la historia de las ideas. De espíritu inquieto, no hubo una faceta de conocimiento que no fuera de su agrado. Viajó por España, ocupó cargos, fue desterrado en varias ocasiones, escribió incansablemente para llegar siempre a la misma conclusión: la necesidad de una instrucción general básica en materias prácticas, combinada con estudios humanísticos, como única vía para salir del atraso nacional.
Trascendencia e importancia de la obra de Gaspar Melchor de Jovellanos
Porque antes que un importante literato con obra única u original, Jovellanos fue a la par un ensayista y un estudioso que puso en práctica sus ideas en el famoso Instituto Asturiano. Consciente del poder del clero y de la nobleza a la hora de intervenir en las leyes, no fue un revolucionario. Todo lo contrario, ya que en diversos escritos se sincera sobre la importancia de hacer las cosas poco a poco sin alteraciones civiles o sociales que pudieran acabar en el derramamiento de sangre que supuso la Revolución Francesa.
Estudioso de la historia, antes de abordar un problema, se retrotraía a los hechos del pasado buscando la explicación en los años (o siglos) anteriores a situaciones del presente. Su espíritu racional e ilustrado, le llevaba a analizar todas las aristas de un tema dado y siempre proponía una solución. Ni que decir tiene que dichas salidas a los distintos atolladeros económicos, sociales o políticos que sufría por entonces España pasaba por una eliminación paulatina de los privilegios de una élite ociosa incapaz de convertir el superávit económico que disfrutaba en un bien social.
La única manera que el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos veía de alcanzar el progreso de todo tipo tenía que pasar por una instrucción general y gratuita, al menos, en los primeros años de vida. Habría, además, que reformar los planes de estudio y adaptar la mentalidad universitaria para acoplar las enseñanzas a los oficios útiles. Y todo ello sin olvidar las humanidades o el estudio de lenguas modernas arrinconando, por tanto, la escolástica y los estudios memorísticos del latín o griego. Esta idea, abanderada por distintos intelectuales del Neoclasicismo español, chocaba con todos aquellos acomodados en su status quo e incapaces de innovar y caminar hacia el progreso.
Biografía de Gaspar Melchor de Jovellanos
Formación y primeros años
Nació en Gijón el 5 de enero de 1744 (día de los Reyes Magos de los que toma, en parte, su nombre) en el seno de una familia aristocrática, acomodada, culta y numerosa. Su padre se afanó en dar instrucción a todos sus hijos y para Gaspar Melchor (el tercero de los varones) le reservó la carrera eclesiástica. Al parecer, en la familia se incentivaba el orden, el trabajo y el estudio. Inició su formación universitaria primero en Oviedo, luego en Ávila y terminó en Alcalá de Henares. Allí recibió el título de bachiller en cánones en 1764. A pesar del mandato familiar, y bajo la influencia de José Cadalso y de Juan José Arias de Saavedra, se decantó por otros derroteros profesionales e ingresó en la magistratura.
Así, en 1767 se encuentra en Sevilla (con tan solo 23 años) ocupando el cargo de Alcalde del Crimen de la Audiencia y en 1774 fue nombrado Oídor (juez). En la capital hispalense tomó contacto con la tertulia de uno de los sabios de la época (Pablo de Olavide) relacionándose con la élite culta y aristocrática sevillana pudiendo exponer sin ningún tipo de censura sus ideas reformistas. Al parecer, fueron años felices para Gaspar Melchor de Jovellanos. Estos acabaron en 1778, cuando fue nombrado Alcalde de Casa y Corte y se trasladó a Madrid. Con el traslado a la corte comienza su periodo de madurez y, también, grandes quebraderos de cabeza.
Madrid en la biografía de Gaspar Melchor de Jovellanos
Y todo ello a pesar de que disfruta de los avances del reinado del reformador Carlos III, el mismo que llenó Madrid de los primeros museos, academias o un sistema básico de alcantarillado y alumbrado. Eran años en los que se creía en las posibilidades del progreso y del avance basado en la ciencia y el espíritu positivo. Las ideas de Jovellanos se hicieron eco y tuvieron tanta aceptación que fue nombrado miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, de la Junta de Comercio, Moneda y Minas, de la Academia de la Historia, de la Academia de Derecho, de la Academia de Cánones y también de la Academia de San Fernando.
En 1780 visita el Convento de San Marcos de León (hoy convertido en lujoso parador) con motivo de la elección del prior. No se queda quieto y reorganiza el archivo y la biblioteca. También inaugura una carretera y visita los colegios de Calatrava y Alcántara. De todo ello realiza informes con críticas y propuestas de mejoras que no sentaron bien a los dirigentes de las instituciones tratadas.
En su afán por poner en práctica sus ideas reformistas, funda en 1789 en Gijón el Instituto Asturiano, una escuela básica en la que se enseñan oficios prácticos desde una perspectiva progresista. Los primeros graduados saldrían en 1797 y también las críticas. Los recelos se elevaron cuando a Jovellanos se le ocurrió la idea de pedir permiso para tener en su biblioteca libros prohibidos. Aquí entró en juego la Inquisición que no cejaría en su empeño de tirar por tierra cualquier emprendimiento del ilustrado.
De ministro al exilio
Fue Cabarrús quien convence a Godoy (favorito del rey) de que la única manera de prosperar a nivel nacional es rodearse de ilustrados con ideas novedosas. Es así como es nombrado Ministro de Gracia y Justicia en 1797, cargo que no ocupó ni nueve meses. Y a partir de aquí comienza sus problemas con la Inquisición debido, según es parecer unánime de la crítica, al éxito de su obra más conocida el Informe sobre la Ley Agraria publicada en 1795. En ella se desarrolla el germen de lo que posteriormente sería el fracaso de la Desamortización de Mendizábal que tanta obra de arte destruyó. Acusado de jansenismo, no encuentra apoyo en una corte que Jovellanos había criticado severamente por su relajación moral y por su enquistada corrupción institucional.
Así es exiliado a Gijón primero y luego a Mallorca. En 1801 fue detenido y todos sus papeles fueron incautados lo que llenó de gran pesar al escritor. Sin embargo, hizo gala de una profunda resiliencia y en el otoño de su vida acepta con estoicismo este revés dedicándose aún más al estudio y a la escritura. La invasión francesa en 1808 no hizo mella en su carácter, negándose a colaborar con los usurpadores a pesar de sus críticas a la monarquía española. Aunque hubo un buen puñado de ilustrados que se debatían entre el espíritu patriótico y ese afán de avance que, por entonces, representaba Francia, Jovellanos no sucumbió a esas promesas de redención. En este sentido, dejamos hablar al escritor:
España no lidia por los Borbones ni por Fernando; lidia, por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda familia o dinastía. España lidia por su religión, por su Constitución, por sus leyes, por sus costumbres, sus usos; en una palabra: por su libertad, que es la hipoteca de tantos y tan sagrados derechos. España juró reconocer a Fernando de Borbón; España le reconoce y reconocerá por su rey mientras respire; pero si la fuerza le detiene, o si le priva de su príncipe, ¿no sabrá buscar otro que la gobierne? Y cuando tema que la ambición o la flaqueza de un rey la exponga a males tamaños como los que ahora sufre, ¿no sabrá vivir sin rey y gobernarse por sí misma?
Miembro de la Junta Central, tuvo que huir en 1810 no sin antes defender los principios básicos en los que se sustentaría el progreso: reunión de Cortes (con cámara alta y baja), libertad de imprenta (expresión) y reforma educativa que garantizara el acceso a los oficios prácticos sin olvidar las humanidades ni las lenguas modernas. Desgraciadamente hubo que esperar más de un siglo para que tal proyecto se materializase en España.
Huyendo de sus perseguidores, enferma tras una tormenta y muere el 29 de noviembre de 1811.
Obras de Gaspar Melchor de Jovellanos
… que lo que importa es perfeccionar la educación y mejorar la instrucción pública; con ella no habrá preocupación que no caiga, error que no desaparezca, mejora que no se facilite.
Resumiendo y reduciendo mucho, esta idea es la que traspasa toda su obra, desde los escritos didácticos hasta la poesía pasando por los ingentes informes. Aunque no están todos los que son, sí son todos los que están.
1.- Sobre la necesidad de unir al estudio de la legislación el de nuestra historia y antigüedades, discurso de ingreso de la Academia de la Historia en 1780.
2.- Elogio de Carlos III de 1788.
3.- Informe sobre la Ley Agraria, de tal importancia que su prosa ha sido equiparada a la de Cicerón. En este se desgranan los males que asolaban por entonces al sistema económico agrícola español y propone ideas novedosas. Estas, por supuesto, implicaban eliminar privilegios e incentivar, mediante una economía liberal, a los labradores. También proponía la necesidad de dar formación específica para el mayor aprovechamiento de los recursos disponibles.
4.- Memoria sobre espectáculos, impresa en 1812 aunque la primera redacción es 1786.
5.- Memoria en defensa de la Junta Central.
6.- Elogio de las Bellas Artes, discurso leído en la Academia de San Fernando en 1781.
7.- Elogio de Ventura Rodríguez, arquitecto mayor de la Corte que leyó en 1780 ante la Sociedad Económica del Madrid.
8.- Reflexiones y conjeturas sobre el boceto original del cuadro llamado “La familia”.
9.- Descripción del Castillo de Bellver.
10.- Innumerables cartas en las que desarrolla sus ideas y su prosa erudita. Las más importantes son las Cartas a don Antonio Ponz.
11.- El Diario donde reseñaba de manera pormenorizada viajes, visitas, impresiones y descripciones. Dentro de esta obra destacan los itinerarios.
12.- Poemas que incluyen versos amorosos, sátiras, y de temática didáctica o filosófica tan del gusto de la poesía del Neoclasicismo.
Si bien fue el Informe sobre la Ley Agraria el que ha empujado hacia el canon a Gaspar Melchor de Jovellanos tanto por su exposición histórica, sus ideas reformadoras como por su prosa sutil, sencilla, vibrante y directa.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla