La oveja negra en la familia o el papel del chivo expiatorio

Oveja negra

Oveja negra

Candela Vizcaíno

  

En todos los clanes hay un cuadro torcido y en las familias tóxicas siempre hay una oveja negra o un chivo expiatorio sobre el que recaen los secretos, dramas y culpas de todo un sistema. Su rol es elegido normalmente por un progenitor tóxico o una madre narcisista. Para tal función, de manera consciente o inconsciente, con frecuencia se escoge a aquel que sobresale o que puede poner en cuestión las dinámicas perversas familiares. Normalmente es un miembro que se distingue por su rebeldía o por atreverse a hacer lo que antes nadie había hecho (en esencia, elegir otro camino o formular preguntas sobre lo establecido incuestionable). Con dinámicas constantes y malintencionadas, se va cargando con el peso de aquello oculto, inconsciente, pecaminoso o que, a toda costa, se intenta impedir que salga a la luz.  

El origen del chivo expiatorio en los ritos sagrados hebreos

En los ritos antiguos del Yom Kippur hebreo que culminaban con el Día de la Expiación o del Perdón (actualmente el 15 de septiembre) se ofrecían (de distintas maneras) dos machos cabríos. Elegidos al azar, uno de ellos era consagrado a Yahvé (a la luz), se sacrificaba allí mismo y su sangre se vertía sobre el altar. El otro asumía el papel de Azazel o Ángel Caído (tal como lo conocemos por la tradición cristiana). El animal, mediante el rito, se revestía con toda la oscuridad colectiva (o sombra junguiana) al hacerle cargar con las culpas de toda una comunidad. El sacerdote agarraba al chivo expiatorio seleccionado y le susurraba al oído todos los pecados de la comunidad, previamente recopilados. Antes del terminar el ritual, el animal era abandonado en el desierto para que así purgara los pecados ajenos.  

Un ser vivo abandonado así, a su suerte, solo le quedan dos caminos: consumirse y morir o, por el contrario, ser capaz de realizar tal catarsis heroica que pueda regresar a la misma comunidad que lo expulsó. Al llevar a cabo dicha gesta, obliga a la colectividad a mirar frente a frente los pecados que intentaron, sin éxito, exorcizar. En este caso, también se abren dos opciones: el sacrificio ya sin ritual (volviendo al inicio) para que el sistema no cambie y continúe en orden aparente o la asunción de ese rol disfuncional. Esto último conlleva irremediablemente una catarsis (una transformación) y, por tanto, un cambio en el orden del sistema. Si se sigue este último camino,  el chivo expiatorio se convierte así en un elemento sanador del clan, según la terminología de las constelaciones familiares

El papel de la oveja negra en las familias disfuncionales  

Si entiendes la dinámica perversa sobre la que se descarga toda la responsabilidad en un miembro inocente de la comunidad, puedes extrapolarla a las denominadas familias tóxicas. Estas pueden tener distintas características pero, en todas ellas priman las faltas de respeto a los distintos miembros, la sumisión a unas reglas impostadas, el reino del terror, la sustitución de una crianza amorosa por el trauma de apego y, en última instancia, el miedo inoculado por un padre violento, una madre narcisista o unos progenitores abandónicos (tanto en el ámbito material como espiritual).  

En estos remedos de hogares se van instalando una serie de roles que no pueden ser abandonados por ninguno de sus miembros. Así un padre agresivo necesita de la complicidad por sumisión de la madre y una madre perversa dividirá a sus hijos con el único fin de mantener su poder. En estes hogares no existe el amor, la compañía, la complicidad ni la comprensión de los sentimientos del otro. Todo ello ha sido sustituido por una competición feroz entre los hijos en pugna por conseguir migajas de amor de unos padres que son incapaces de llevar a cabo una crianza responsable. En este teatro familiar no está permitido abandonar el papel y asumir que cada uno es un ser individual que necesita del acompañamiento de los distintos miembros del clan (y, especialmente, de los progenitores). Así el hijo de oro será el depositario de todas las esperanzas familiares para perpetuar el mandato del clan. Los monos voladores serán aquellos que se encargan de hacer guardar los secretos familiares cual matón de discoteca. El hijo silenciado asumirá el papel imposible de mediar entre las partes con el consiguiente desgaste emocional. Y luego estará la oveja negra o chivo expiatorio. 

La función del chivo expiatorio u oveja negra en las familias tóxicas 

En él se depositan todas las culpas, los secretos, los abusos, los pecados que no pueden trascender de puertas para afuera. Y… como en el Yom Kippur es abandonado a su suerte, de tal manera que cualquier intento de regreso al clan familiar se hará imposible, en tanto en cuanto es el depositario de toda la sombra, el lado oscuro que permanece inconsciente en los roles familiares.  

Así el chivo expiatorio será el raro, el que se aparta de los mandatos familiares, el que intenta buscar caminos distintos para resolver los conflictos familiares. Lejos de ser aplaudido o incentivado en esa búsqueda, es vilipendiado, odiado y apartado. La oveja negra de la familia, al cargar con todas las culpas de la familia o al asumir los roles impuestos por una madre perversa o un padre ausente (por narcisismo, drogadicción, egoísmo o debilidad) tiene pocas escapatorias. Es frecuente que el chivo expiatorio o la oveja negra de la familia acabe por llevar a cabo las profecías autocumplidas al dejarse resbalar entre parejas abusivas, relaciones tóxicas, adicciones y fracasos de todo tipo.  

En los hogares tóxicos el chivo expiatorio o la oveja negra cumple el rol esencial de ser el catalizador de toda la oscuridad familiar. Tanto es así que no se le permitirá ningún amago de éxito. Ya se encargarán los distintos miembros del clan de abortar estas iniciativas recordando una y otra vez un papel impuesto y, a la vez, impostado. 

 

¿Eres el chivo expiatorio y te han abandonado? Hay una buena noticia para ti, oveja negra 

Este tipo de seres llegan a las más extrema vulnerabilidad psicológica en la vida adulta. La lluvia fina de maltrato psicológico en forma de mandatos de culpa, de negación de su singularidad y falta de cuidado emocional se transparenta en un calvario emocional con distintas aristas. Es frecuente que vayan enlazando una pareja abusiva tras otra, que sea el blanco de amigos aprovechados y diana de abusos en el trabajo o en la vida profesional. El chivo expiatorio u oveja negra paga así la rebeldía con la que se atrevió a brillar a corta edad poniendo en cuestión las dinámicas perversas de los mandatos familiares. Fue elegido por su sensibilidad, su luz espiritual y por su peligrosidad, ya que estos atributos pueden hacer tambalear todos los secretos que se esconden de puertas para adentro.  

Solo quienes, tras una vida de sufrimiento, se atreven a salir de esta espiral de dolor (normalmente pidiendo ayuda y guía especializada) ven la luz de una dolorosa verdad. Y esta no es más que se han atrevido a cuestionar los parámetros familiares aportando una rareza, una singularidad, un don que los demás no están dispuestos a aceptar. ¿Por qué? Porque esa luz disipa las sombras que cubrían pecados, culpas y faltas que, a toda costa, se pretende esconder. El chivo expiatorio u oveja negra se convierte así en un elemento desestabilizador. 

¿Qué le queda a quien se reconoce en este papel de chivo expiatorio u oveja negra? Solo dos opciones: seguir con el mandato familiar y perpetuar un rol perverso a costa de su estabilidad emocional o enfrascarse en la aventura de la sanación. La cura, por supuesto, será para sí, pero también, para los que lleguen después en su árbol familiar. La buena noticia es que una vez, asumida esta última opción, se abre por delante todo un luminoso camino de libertad (antesala de la felicidad), una vez pueda sacudirse un dolor que no le pertenece, que no es suyo y que le ha sido impuesto sin su permiso.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

Gente en la conversación

  • Invitado - Jose

    Genial articulo sobre las victimas de padres narcisistas.
    ¡Gracias por escribirlo Candela!

    Comentario editado por última vez entre hace cerca de 3 años y Candela Vizcaíno
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