A miles de kilómetros existe otro Trujillo (con una catedral amarilla y edificios coloridos) unido por avatares históricos a nuestro protagonista. Porque el de Perú se llama así en recuerdo del pueblo de nacimiento de Francisco Pizarro, conquistador de estas tierras para la causa española. Y del nuestro también es Francisco Orellana, descubridor del Amazonas, nada más y nada menos. Por eso, la geografía americana está plagada de Trujillos (Honduras, Venezuela…) Las riquezas traídas de esas tierras (vale que robadas) sirvieron para engalanar el primer Trujillo (arremolinado por entonces alrededor del castillo) con bellas casas de estilo renacentista. Pero vamos por partes porque hay mucho que ver en Trujillo y en sus alrededores.
Los cinco básicos que ver en Trujillo o visitar
1.- Aunque no es el primer emplazamiento que se encuentra al llegar a esta localidad de Cáceres, vamos a poner un poco de orden en todas las fechas y vamos a empezar por el principio (o casi). Entre el siglo IX y XII se levantó su castillo o alcazaba defensiva, cuando España entera estaba en pugna constante con reinos hermanos o de distinta religión. Alrededor del mismo se despliega un laberinto de calles conformado por casas de piedra. En la actualidad, buena parte de estas edificaciones están abiertas al turismo con tiendas de artesanía, bares o restaurantes tradicionales. Desde aquí se tienen unas vistas magníficas de la localidad y de sus alrededores.
2.- Sin embargo, el eje central que tienes que ver en Trujillo es su Plaza Mayor rodeada de edificios renacentistas levantados por las familias que, directa o indirectamente, se beneficiaron del comercio (o del saqueo) con Las Indias. En una esquina se ha levantado una estatua en bronce en honor a su hijo más ilustre: Francisco Pizarro.
3.- En la misma plaza, rodeada con algunas tiendas y muchos restaurantes que sirven la deliciosa cocina local (acompañada de los buenos vinos de la tierra) se encuentra la Iglesia de San Martín en estilo gótico renacentista aunque, al parecer, la construcción aprovechó otra realizada en la Edad Media.
4.- No hay que moverse mucho (puesto que están apiñados en la misma plaza) y nos encontramos una serie de palacios o de construcciones palaciegas en estilo renacentista, Estos dan cuenta de la importancia del lugar y del poderío económico de algunos de sus habitantes. Todos ellos han ido sufriendo modificaciones a lo largo del tiempo y, en la actualidad, tienen usos diversos. El Palacio de la Conquista, en esquina, luce una fachada plateresca. El de los Orellana Toledo tiene dos pisos de arcadas y también es renacentista. El de los Duques de San Carlos se encuentra frente a la iglesia y responde al mismo estilo.
5.- A medio camino entre la Alcazaba, con la que hemos empezado este paseo por la historia, se encuentra la Casa Museo de Francisco Pizarro. Se ofrece una recreación de una vivienda típica de la época y un recorrido por los avatares militares del conquistador.
Que ver en Trujillo con más tiempo
6.- Museo de la Coria sobre los restos de un edifico religioso y con una exposición interesante de artesanía y objetos iberoamericanos.
7.- La Alberca, una piscina del pasado para recoger el agua, te la encuentras callejeando por el casco antiguo de camino hacia el castillo.
8.- La Iglesia de Santa María la Mayor es otro ejemplo del pasado románico de Trujillo aunque fue modificada con posterioridad y encontramos elementos góticos.
9.- Los amantes de la historia también pueden darse una vuelta por el Parador de Trujillo con su patio y pozos ocupando un antiguo convento del siglo XVI. Merece la pena acercarse aunque solo sea para tomar un café. Si te das el lujo de pedir un poco de jamón y algún vino de la tierra, la experiencia está completa.
10.- La Fundación Xavier de Salas es otro pequeño museo (aunque interesante y bien montando) en torno al arte y la artesanía Iberoamericana.
Que ver en los alrededores de Trujillo
1.- Cáceres, un imprescindible que ver cerca de Trujillo
Ciudad Patrimonio de la Humanidad, su caso antiguo se ha quedado detenido en un tiempo lejano cuando los grandes señores del Renacimiento se enriquecían con las primeras conquistas de las Américas. Anexada a la causa cristiana en el 1229 por el ejército comandado por Alfonso IX de León, el rey dio una privilegiada carta comercial que atrajo a mercaderes y también a artesanos. Toda esta riqueza se materializó en bonitas casas de piedra que, poco a poco, se hicieron más ostentosas. Así los grandes señores rivalizaron en poderío construyendo almenas cada vez más altas. Todo esto se paró en seco con los Reyes Católicos que mandó desmochar las que sobresalieran de una cierta altura. Y, con este gesto, se acabó las muestras de narcisismo en Cáceres. Eso fue en el año 1477 y aún faltaban algunas décadas para la conquista de Granada. Hoy esas torres sirven como refugio y nidos de cigüeñas.
A pesar de esta cura de humildad hacia los grandes señores de Cáceres, la ciudad siguió embelleciéndose intramuros durante el siglo posterior gracias al comercio, la agricultura y la ganadería. Con el Barroco llegó su decadencia hasta tal punto que no tuvo ningún protagonismo en las sucesivas contiendas de los siglos XIX y XX. Y la decadencia tuvo un aspecto positivo ya que eso supuso que se quedara congelada en un tiempo perdido. Por eso, fue declarada Patrimonio de la Humanidad muy pronto, en 1949.
Hoy vive del turismo cultural, de su rica gastronomía basada en los productos del cerdo y la huerta. Tampoco hay que olvidarse de los buenos vinos que se producen por toda Extremadura y que se sirven en los innumerables y buenos restaurantes desperdigados por el casco antiguo. Este es peatonal y lo mejor es perderse por sus callejuelas y plazas. Dicho esto no hay que olvidarse de algunos puntos de interés comenzando por el Arco de la Estrella por el que se accede al casco histórico hasta llegar a la Concatedral de Santa María. De las casas aristocráticas no te puedes marchar sin admirar la Casa y torre de Carvajal, la Casa de los Golfines de Abajo, la de los Cáceres-Orvando, la Casa del Sol o de la familia Solís. Los amantes de la historia tienen también una cita en el Museo Provincial.
2.- Guadalupe, otro emplazamiento Patrimonio de la Humanidad cerca de Trujillo
Para llegar a este remoto lugar ubicado en pleno Geoparque de las Villuercas, uno de los bosques más bonitos en otoño en España, hay que pasar por la localidad de nacimiento de Francisco Pizarro. La carretera, aunque con bastantes curvas, está en bastante buen estado. Guadalupe gira alrededor de su maravilloso monasterio consagrado a la advocación homónima, patrona de todos los pueblos que hablan español. Su fundación es de 1340 y sus torres le dan un aire de ensueño. Son visibles desde las habitaciones superiores del Parador, que se encuentra justo al lado. Aunque no te alojes aquí, merece la pena acercarse a tomar un café para disfrutar de su patio arbolado, antiguo claustro, y la fuente que evoca los cuatro ríos del paraíso de su jardín. La antigua judería, muy bien conservada, está hoy plagada de tiendas con objetos de cerámica, latón y maravillosas carnicerías que ofrecen la típica morcilla que se come cocida. ¡Una delicatessen aunque no sea apta para dietas!
3.- Romangordo, un pueblo que ha hecho de los grafitis en los muros un especial museo
A poco menos de media hora está este pueblo tradicional al que merece la pena acercarse para disfrutar de sus pinturas murales con escenas de la vida popular. Están realizadas por artistas emergentes (con resultado diverso) y son contemporáneas. Es una buena idea, sobre todo si viajas con niños.
4.- Mérida, otro emplazamiento que ver cerca de Trujillo
Otra de las ciudades Patrimonio de la Humanidad de Extremadura que aún conserva los restos de su glorioso pasado romano cuyo ejemplo más sobresaliente es el teatro aún en uso en su festival que se celebra en julio. Para no alargarnos mucho más con este reportaje, ya que hay mucho que ver en Mérida te remito al link con el artículo de esta localidad imprescindible para los amantes de la historia.
Hoteles en Trujillo y algunas cosas de comer
A pesar de que la localidad es relativamente pequeña, como los alrededores ofrecen muchas alternativas, es una opción perfecta para esas escapadas de fin de semana o de puentes que tanto nos gustan. Además, se han rehabilitado casas palaciegas, conventos o monasterios como alojamiento lo cual aporta un plus de satisfacción y sibaritismo.
1.- Parador de Trujillo, a unos cinco minutos caminando desde el centro con la calidad de la casa. Está levantado sobre un convento del siglo XVI con sus claustros blanqueados y los pozos que dan la bienvenida al viajero.
2.- Eurostar Palacio de Santa Marta está detrás de la Plaza Mayor y tiene una pequeña piscina en la azotea con vistas a las torres de la localidad. La relación calidad-precio es inmejorable en cualquier época del año.
3.- Palacio Chaves Hotel sobre una casa solariega levantada en 1570 en estilo renacentista. En los jardines se ha construido una pequeña piscina.
4.- Izán Trujillo, otra opción con una relación calidad-precio fantástica, se ha proyectado sobre un convento del siglo XVI.
5.- Hotel Boutique Casa de Orellana es lo más de lo más de Trujillo ya que es la casa natal de Francisco de Orellana, descubridor del Amazonas. Es pequeño, con unas cuantas habitaciones decoradas con un gusto sublime y no admite niños.
Y además de todo lo que tienes que ver en Trujillo no puedes olvidarte de las cosas de comer, especialmente de los productos del cerdo o de los pescados del río. Pregunta por los dulces locales (que se ofertan en un par de pastelerías de la Plaza Mayor) y, por supuesto, por los vinos.
Fotos y texto por Candela Vizcaíno