Se escapó del turismo masivo de los setenta, ochenta e, incluso, noventa por el viento. Es tan intenso a veces que no es (no era) del gusto de los veraneantes y playeros de aquella época. Así, lo que se suponía que era un problema se ha convertido en su bendición. Quizás por eso o por otras razones, la Playa del Palmar de Vejer se encuentra en estado casi salvaje, sin apenas edificaciones (ni altas ni bajas) y rodeada de campos de girasoles o de pastos para el ganado. Hasta aquí se llega por una carretera que da acceso a lo largo de su línea de costa y es obligado ralentizar el coche. El regalo es una visión de otra época, más natural, más bohemia, más distendida. Pero no todo es línea de costa, mar, aire y naturaleza, por si todo ello fuera poco.
¿Qué esperar en la Playa del Palmar de Vejer?
Enumero:
1.- No te esperes sitios de club de playa, construcciones y asfaltos. El llamado paseo marítimo es simplemente una pequeña calle necesaria para el acceso a los vehículos, tan estrecha que, a veces, hay que parar para no chocarse con el de enfrente. Todo lo demás es tierra y arena.
2.- Chiringuitos y restaurantes, muchos, muchísimos, uno detrás de otro, con decoración sencilla, bohemia o incluso un poco hippie. Las reservas se hacen complicadas en temporada alta a partir de las tres de la tarde. Así que es obligada la previsión. Aparte del maravilloso atún de la almadraba que se prepara de mil maneras distintas o de las sardinas asadas, en los últimos años se han puesto de moda las recetas tipo wok o poke inspirados en la cocina oriental.
3.- Decir Playa del Palmar es nombrar lo mejor del surf en Cádiz. Entre restaurante y chiringuito se van espaciando las escuelas, muy buenas todas, que ofrecen clases colectivas o individuales, alquiler de material, venta de productos o asesoramiento. Hay donde elegir e, incluso, puedes hacerlo online con antelación para asegurarte plaza. La actividad o la iniciación en este deporte es la mejor manera de aprovechar el verano para las familias con niños crecidos y/o adolescentes.
Si tienes interés, te dejo este link con actividades de surf en la Playa del Palmar de Vejer
4.- Otro punto a su favor son las tiendas, mercados y mercadillos abiertos en temporada alta con ropa suelta, playera y colorida. Abundan los puestos con pulseras, collares o colgantes realizados en piel, bolsos de paja, chanclas y vestidos vaporosos de seda y/o algodón. También te puedes decorar la piel con henna o hacerte las uñas.
5.- Esta línea de costa está protagonizada en parte por las torres vigías que servían para avistar embarcaciones amigas y enemigas. En la Playa del Palmar hay una de ellas, muy bien conservada y rodeada por rocas donde no está permitido el baño aunque sí el acceso. Al bajar la marea puedes encontrar cangrejos y otros crustáceos. La siguiente torre es, nada más y nada menos, que el Faro de Trafalgar.
6.- Entre escuelas de surf, mercadillos y chiringuitos hay espacios para aparcar al aire libre, en zona de tierra y sin sombra. El precio por día es bastante económico y además, está tan cerca de la playa que podrás bajar los bártulos sin problemas.
7.- Y la última pata de este trocito de paraíso va de la mano de la naturaleza y de los restaurantes que se desperdigan a lo largo de su paseo marítimo. La naturaleza nos da una de las mejores puestas de sol del mundo. Los bares, a la par que la carta de cócteles o del servicio de cena, compiten por poner en cartel el mejor concierto o al Dj más puntero, siempre al caer la tarde. Aquí sí es necesario reservar, que tal es el calibre de la experiencia que todos quieren probar.
8.- El ambiente en general es de gente joven, bohemia y amante del surf y de los deportes al aire libre. Aunque hay algunos servicios, estos están pensados para aquellos que disfrutan con cierta “incomodidad”, la de la naturaleza en estado puro.
Hoteles y apartamentos en la Playa del Palmar de Vejer
En esta línea no sorprende que las pocas construcciones que existen en este pedacito de mundo se reduzcan a un puñado de casas bajas, pequeñas y construidas a veces con materiales desmontables. Al parecer la actividad inmobiliaria aquí no está permitida. Esto es lo que da este carácter tan especial, tan salvaje, como el que tienen las playas más bonitas de Cádiz. Pertenece al municipio de Vejer de la Frontera del que dista apenas veinte minutos en coche. Como es reconocido como uno de los pueblos más bonitos de Cádiz, es una opción para montar el campamento base.
2.- No hay hoteles en la Playa del Palmar ni de una ni de cinco estrellas. Apenas puedes encontrar un par de hostales como El Alférez con uno de los mejores restaurantes de la zona. Tiene habitaciones sencillas y limpias sin más pretensiones. Los hoteles (algunos tan de lujo que se encuentran entro los mejores de Europa) se concentran en la vecina Sancti Petri, a lo largo de la Playa de la Barrosa, que merece artículo aparte. En coche y dependiendo del tráfico, está a unos quince minutos.
3.- Muy cerca puedes encontrar el Kampaoh El Palmar con un servicio básico de glamping y alquiler de autocaravanas o campers muy chulas, preparadas para vivir a tope la experiencia surfista.
4.- Lo único que puedes encontrar para pernoctar en la Playa del Palmar son alojamientos básicos tipo apartamentos o casas rurales, la mayoría de ellas gestionados por particulares. Eso sí, a pesar de la sencillez, los precios en temporada alta no son baratos. La zona congrega a bastante personal amante del surf y la demanda es siempre mucho mayor que la oferta. De todos modos, es la mejor manera de disfrutar de este cachito de mundo con propiedad olvidándote del coche. Te dejo este link si estás buscando apartamentos en El Palmar.
En definitiva, en un lugar de ese Cádiz que tanto enamora se encuentra la Playa del Palmar perteneciente al municipio de Vejer de la Frontera, uno de los pueblos blancos más bonitos y espectaculares. No solo te espera el sol, la arena o el viento sino también surf y la posibilidad de su aprendizaje, mercadillos de artesanías, ambiente joven, restaurantes con conciertos al atardecer y puestas de sol que se quedarán no solo en la retina sino también en el alma.
Fotos y texto por Candela Vizcaíno