Al-Andalus era el Paraíso y Yan-nat-al-Arif (que de aquí proviene Generalife) se puede traducir como Jardín del Alto Paraíso. Y todas estas alusiones al Edén en la tierra se explica cuando se visitan los actuales jardines que bajan desde la muralla norte de La Alhambra de Granada formando un vergel de sombras y luces acompañados por el aroma del tomillo y el romero.
En el siglo XIII comenzó a construirse este bello vergel en el que el agua resuena cantarina entre caminos de cipreses, murallas de plantas aromáticas, rosas de todos los colores y acequias que aprovechan el desnivel de la ladera para crear una fronda de sombra y luz. Por aquí pasaron poetas del Grand Tour mientras que algún que otro bardo tuvo una inspiración feliz o se nos antoja a Federico García Lorca perdido entre sus laureles. Las leyendas llegan hasta la corte nazarí cuando, a los pies de hoy un centenario ciprés, se daba cita la última reina mora de Granada con su fornido amante cuya deslealtad se pagó con la muerte de ambos y la familia del atrevido muchacho. Hoy los Jardines de El Generalife forman parte de el conjunto monumental de La Alhambra, la ciudad roja, mora y exquisita (aunque no exenta de crueldad) que domina Granada.
Cómo son los Jardines del Generalife
En esencia, este conjunto de construcción, acequias, fuentes a ras de suelo, caminos de cipreses, setos recortados y flores aromáticas era un palacio de verano. Cuando llegaba el estío los reyes nazaríes que dominaron Granada hasta 1492 se trasladaban hasta aquí para disfrutar del frescor, el rumor del agua y descansar de guerras, intrigas y conspiraciones. Aunque las edificaciones hoy luzcan vacías y sencillas con sus yeserías y paredes encaladas, en los tiempos de los reinos árabes de Granada se vestían suntuosamente. Hasta aquí se trasladaban muebles, alfombras y menaje que hicieran agradable y cómoda la estancia.
Los Jardines del Generalife no estaban diseñados solamente para el solaz ya que gran parte de ellos estaban formados por huertas e, incluso, por pequeños campos de cultivo de cereales. Únicamente una parte estaba pensada para el regocijo de la corte musulmana con sus cipreses, flores, acequias y caminos.
Y el agua es el gran protagonista de estos jardines que están construidos en distintos niveles para aprovechar la caída del líquido elemento de fuente en fuente, de acequia en acequia. Con este sistema rudimentario y ayudados por una noria (aún existen algunas semejantes de la época en el Guadalquivir a su paso por Córdoba) se conseguía regar una amplia zona.
Desde aquí, además, se divisaban y se divisan aún la ciudad de Granada (el Albaicín de casas blancas y tejados rojos), la corte palaciega de La Alhambra, las murallas de La Alcazaba e, incluso, perdiéndose por entre sus escalones se tienen vistas distintas del Patio de la Acequia, eje central de los Jardines de El Generalife.
El visitante contemporáneo no encontrará aquí la monumentalidad de otros jardines famosos (como pudieran ser Versalles o los Bóboli de Florencia por poner solo dos ejemplos de los más conocidos). En el del Generalife todo está realizado a escala humana. Las pequeñas fuentes de mármol blanco brotan a ras del suelo. El enlosado es de barro pulido. No hay esculturas ni apenas adornos artísticos como corresponde a la cosmovisión musulmana. Los Jardines del Generalife deben su belleza a una mezcla del rumor del agua, al juego de luces y sombras, al aroma de las plantas aromáticas y a la brisa que llega de las montañas atravesando Granada. Es, en definitiva, un jardín que apela a todos los sentidos.
1.- El patio del Generalife es la puerta de entrada a este vergel y aquí destaca su fuente en forma de estrella de David.
2.- El camino de acceso (a través de las acequias y fuentes que desembocan en el Patio de la Acequia) es distinto al de salida (a través de la senda de los cipreses).
3.- El Patio de la Acequia (cuya foto encabeza el reportaje) es el eje central de El Generalife y en sus básicas construcciones se acomodaba la corte nazarí durante el verano.
4.- Alrededor de este patio alargado hay otros jardines (más modernos) con vistas hacia La Alhambra o Granada que se han convertido en un puro verdor de sombra y luz.
5.- En un rincón casi escondido te encuentras la escalera del agua cuyos pasamanos dejan correr un hilo del líquido elemento. Te lo puedes perder y es todo un placer sentarse a escuchar el rumor en esta zona perfectamente encalada.
6.- Los jardines altos ofrecen vistas hacia el Patio de la Acequia y solo son accesibles mediante escaleras.
7.- El patio de la sultana con su alberca parada nos recuerda la leyenda de la última reina mora Zoraya, enamorada de un príncipe Abencerraje. Tal romance llegó a oídos del último rey de Granada, Boabil, acosado por el avance de las tropas cristianas y temiendo (como así sucedió) la pérdida de la bella Granada. La deslealtad se pagó cara ya que la reina, su amante y treinta miembros de la familia de este fueron acusados de conspiración y decapitados en la sala de La Alhambra que lleva su nombre.
8.- En verano, en la zona de acceso se instala un escenario para celebrar el Festival de Teatro y Danza donde se dan cita lo más granado del flamenco andaluz entre otras primeras figuras nacionales e internacionales.
Las funciones son al caer la tarde y es otra manera de adentrarse en estos maravillosos jardines que hicieron derramar lágrimas a reyes por su pérdida y fueron inspiración para todo aquel poeta que tuvo la suerte de perderse entre sus rincones.
Datos prácticos para acceder a los Jardines del Generalife
1.- El acceso está bien señalizado aunque a la ciudad palatina no se puede llegar en coche particular. Hay que andar (subiendo una empinada cuesta) o tomar transporte público (taxi o autobús).
2.- La visita para personas con movilidad reducida está muy complicada porque las escaleras no han sido salvadas con rampas y los jardines están diseñados en múltiples niveles.
3.- En verano puede hacer calor sofocante en las horas centrales del día.
4.- La Alhambra y El Generalife son Patrimonio de la Humanidad y objeto de deseo de viajeros de todo el mundo. Evita los días o temporadas de mayor afluencia.
5.- Puedes estar todo el tiempo que quieras y no hay hora para su visita (sí se fija el día en la entrada) pero, una vez, que has hecho el recorrido no puedes dar marcha atrás. Practica el silencio y la lentitud para disfrutarlo a tope.
6.- Compras las entradas en la web oficial del Patronato. Es la única que te ofrece garantías al 100% y visita por libre. La mayoría de páginas “venden” visitas guiadas. Los Jardines del Generalife se pueden disfrutar sin necesidad de que te expliquen cualquier rincón. Todo dependerá de tus gustos. Reconozco que soy una libertaria en este sentido.
7.- Si puedes, alójate, come o, al menos, tómate un café en el Parador de Granada. Su patio cubierto con enredaderas donde también se escucha el rumor del agua, tiene vistas a este maravilloso palacio de verano.
Los Jardines de El Generalife son ese regalo para los sentidos que nos legaron los musulmanes del último reino de Granada. Paseando entre sus setos y caminos nos hacemos una idea del refinamiento de una corte única en Europa.
Fotos y texto por Candela Vizcaíno