Durante todo el verano y por la noche, las fuentes del Palacio de Versalles, a corta distancia desde París, son objeto de un espectáculo de luz, color y pirotecnia adecuado para toda la familia. ¡Impresionante!
Una introducción mínima al Palacio de Versalles
Versalles es el Palacio, así con mayúsculas, del orbe. Es el gran recinto aristocrático diseñado para el regocijo de una élite poderosa y que se creía eterna. Los que allí vivían eran ajenos a las cuitas del mundo. Era una ciudad alejada de la pobreza, de la fealdad, de los conflictos cotidianos… Sus enormes salones profusamente decorados estaban diseñados para el baile, el cotilleo, las conspiraciones de poder… Las habitaciones del rey y la reina atesoraban tal cantidad de reliquias, obras de arte y objetos preciosos que se contabilizaban por cientos de miles.
Pero si la biblioteca de Luis XVI, el Salón de los Espejos, el Salón de Apolo, el Cuarto de la Reina, el Salón de Venus (con mármoles y esculturas que te dejarán con la boca abierta), el Salón de Hércules o la Capilla Real no dejaran al viajero literalmente turulato por tanto brillo, lujo, belleza y amontonamiento, Versalles no se puede concebir sin sus jardines. Es un sitio imprescindible, junto con otro palacio cercano, aunque de menor medida y grandiosidad,Fontainebleau, que se puede visitar perfecta y cómodamente desde París, incluso con una excursión de un día.
Los jardines del Palacio de Versalles
Si bien, la Revolución Francesa acabó con los privilegios de una casta que encontró refugio en esta construcción paradisíaca en la tierra, Versalles (a pesar de expolios y ocupaciones) sigue aún en pie mostrando todo el esplendor de antaño. Y no solo el recinto palaciego es para quitar el hipo (y el sueño a más de un viajero ávido de arte y belleza), sino también sus kilómetros y más kilómetros de jardines.
Allí se encuentran el Petit Trianon, favorita de la desgraciada y malograda María Antonieta, el Grand Trianon con su acceso en forma de Arco de Triunfo, la impresionante Columnata con sus esculturas y arcos de mármol, la Fuente de Neptuno, la Fuente del Dragón, la fotogénica Fuente de Letona y caminos y más caminos y senderos y muchos senderos bordeados por setos de boj, por canales de agua, por altos árboles centenarios… Versalles es el sueño de un rey megalómano con delirios divinos hecho realidad.
Espectáculo en las fuentes de Versalles los veranos por la noche
Los gestores de esta maravilla salida de la mano del hombre no se conforman con planificar y mostrar el recinto palaciego a los visitantes llegados desde todos los rincones del planeta. No, ni mucho menos, que aquí estamos en la culta Francia. Por eso, en Versalles, además, hay exposiciones o ciclos temporales que tienen por objeto deleitar o cultivar al visitante.
Uno de ellos (atención que no es el único) es el espectáculo nocturno en las font
anas de los jardines. Tiene lugar todos los sábados de verano desde mediados de junio hasta la primera semana de septiembre desde las 9:30 de la noche hasta casi llegada la madrugada. Se trata de intervenciones artísticas que ponen a prueba, aún más y si ello es posible, la belleza de las fuentes de Versalles. Luces, láseres, música, movimientos de agua y fuegos artificiales trasladarán al viajero a la época dorada del Rey Sol, cuando la aristocracia europea se divertía de forma semejante.
Es un espectáculo apto para todos los públicos y que requiere un abono extra. y recuerda que Versalles requiere de una planificación adecuada. Hay mucho que ver y mucho más que disfrutar.