La gran civilización de Egipto es una de las primeras presentes en el planeta Tierra junto con la de Mesopotamia. Si una se asentó alrededor del Nilo, la otra tuvo como ríos proveedores de abundancia el Tigris y el Eufrates. Sus primeras expresiones artísticas, culturales y políticas hunden sus raíces en el Neolítico (con el arte prehistórico). Sin embargo, las características del arte egipcio que lo hacen reconocibles comenzaron a presentarse alrededor del tercer milenio antes de Cristo y perdura, aproximadamente, hasta la venida al mundo de este. Aunque hay unas líneas comunes y definidas por símbolos, en tan largo periodo de tiempo, podemos encontrar algunas singularidades. La civilización egipcia perduró (dando sus últimos coletazos) con la Biblioteca de Alejandría aunque en ella estuvieran presentes la cultura grecorromana que tomaría el relevo de poder en esta parte de mundo.
1.- La figura del faraón como individuo divino
Para entender el desarrollo artístico de esta gran civilización tenemos que asomarnos a varios puntos de crucial importancia. En primer lugar tenemos el Nilo con sus crecidas que convierte sus dos orillas (debido al limo depositado) en una zona fértil donde es posible los cultivos. Con ellos llegaron la abundancia y la prosperidad. Más allá de su influencia se extiende el duro desierto. Esta sociedad agrícola y artesana comienza a regirse por un monarca que acapara riquezas y poder no solo sobre este mundo sino también sobre el de más allá. Sin esa acumulación monetaria en manos de los faraones no puede entenderse las grandes obras arquitectónicas que son características del arte egipcio. Y vamos a más, ya que sin su consideración como figuras divinas en la tierra tampoco. El faraón era el dueño de la vida de los habitantes de esta parte de mundo y lo era porque su presencia se consideraba divina. Alrededor de su persona crecía una casta de sacerdotes, escribas, artistas, médicos y artesanos que mantenían una economía y una cultura basada en esta consideración.
2.- Una de las características del arte egipcio es la presencia de los símbolos
Esa consideración divina del faraón y de todas sus obras solo podía transmitirse a través de símbolos. Si estos surgen cuando se intenta aprehender lo inefable e incomprensible por encontrarse más allá de lo situado en este mundo, no es de extrañar que el arte del antiguo Egipto esté plagado de ellos. Con los símbolos se señalaba el estatus del faraón a través de la toca de lino rayada en color azul y a través de su corona. Se representaban, también, los dioses y su función en la mitología egipcia a la par que se manifestaba el curso solar y su significación más allá de las consideraciones mundanas. Los símbolos están detrás de la primera escritura en jeroglíficos, la misma que pretende dejar por escrito ideas sin el uso de un alfabeto. Y del mismo tenor son las grandes construcciones, desde los templos hasta las pirámides pasando por la escultura representativa de los faraones o las pinturas de las tumbas. Era un universo que no solo conocía el sacerdote o el entendido sino también el pueblo llano que hacía suya esa convención informativa en la que la vida y la muerte estaba constantemente presente.
3.- Los dioses en arte egipcio
Si el faraón era la encarnación divina en este plano, alrededor de él convivía un mundo de dioses encargados de todo lo importante en lo que respecta a lo terrenal. Aparte de la figuración real como el dios Horus (representado por un halcón), los dioses más importantes (sin ánimo de exhaustividad) eran los siguientes:
- Amón-Ra era el más importante y se asimilaba al sol, imprescindible para la vida cotidiana de Egipto. Este, además, simbolizaba el transcurso de la vida y el renacer que se producía cada mañana.
- Kepri también es un dios solar pero ya centrado en el sentido simbólico de la transformación y el renacer, como la semilla que queda en la tierra y espera la hora favorable para crecer. A veces se representaba como un escarabajo, animal sagrado en el antiguo Egipto.
- Hathor era la diosa de la fertilidad y se representaba con un círculo sobre su cabeza o con forma de vaca o parte de ellas.
- Khum es el dios de los muertos el cual traslada las almas hacia los infiernos.
- Anubis es una de las figuras más características del arte egipcio y con mayor representación. Nos encontramos bellas y estilizadas imágenes de su persona en las tumbas reales. Se reviste bajo la apariencia de chacal y es el protector de los muertos con una función específica: pesar el corazón de los difuntos y así poder dilucidar si, tras su paso por el mundo de los vivos, este merece vivir la vida eterna.
4.- Otra de las características del arte egipcio son los códigos preestablecidos
Porque toda la cultura del Nilo se basó en unos códigos inamovibles casi y así se refleja en la pintura, la escultura y la arquitectura. Los faraones siempre van tocados con el nemés, una especia de túnica a rayas blancas y azules que cae sobre los hombros. Sobre esta se lleva la figura de Horus o de la serpiente. Además, cada uno de las coronas (en forma y color) representa el emplazamiento concreto (norte, sur o ambos) sobre los que se reina. De igual modo, se despliega un código de representación para las reinas, para los sacerdotes y cada una de las castas en la que se dividía la sociedad. El arte egipcio estaba diseñado para que fuera eterno, para que durara no solo entre los siglos de los hombres sino también en el intangible y etéreo de sus dioses.
5.- El arte funerario como vehículo del arte egipcio
Por eso, el culto a la muerte adquiere importancia sobresaliente hasta tal punto que sobre este aspecto giran las características del arte egipcio. No solo se realizan representaciones con los dioses del más allá sino que toda la cultura está diseñada para la vida tras la muerte del faraón. Y aquí podemos situar las pirámides (cámaras acorazadas para albergar el cuerpo del rey junto con su ajuar), los templos en los que se rendía tributo a los dioses, todo el proceso y la industria de la momificación con el fin de preservar el cuerpo en el más allá, los obeliscos con sus jeroglíficos… Si el sol moría por el oeste para volver a salir por el este y el astro rey era la encarnación del gran dios Amón-Ra, todo en esta vida llevaba el mismo curso. El faraón, encarnación divina en la tierra, debía tener previsto su lugar tras el paso por los vivos. Y con él las reinas, las personas importantes de su familia y así hasta llegar a sacerdotes, funcionarios, artesanos o profesionales. Todos buscaban la vida más allá y esta estaba ligada a la explosión de un arte funerario que se expresaba en todos los órdenes posibles.
6.- La escultura ceremonial
Vinculado con lo anterior nos encontramos las grandes representaciones del faraón realizadas en piedras durísimas, como el granito o la exclusiva diorita. Recordemos que el tiempo, con su aspereza, no podía atravesar los símbolos divinos. Estas esculturas, algunas en tamaños colosales tenían unas medidas proporcionales y se realizaban siguiendo los códigos antes descritos. Todas ellas están representadas siguiendo el mismo canon estilístico. Aunque cada una de ellas es distinta, la imagen del faraón está siempre idealizada en los rasgos y en el momento vital en el que se talla. No hay, por tanto, ninguna que manifieste a un rey en su vejez o decadencia. La generalidad es el estatismo tanto de los miembros inferiores como de los superiores y también del rostro. Los faraones son retratados con la barba postiza y su báculo.
7.- Las características del arte egipcio de las pirámides
Realizadas en vida del rey su función era servir de cámara acorazada para guardar los bienes del difunto en el más allá. Las primeras estaban ejecutadas siguiendo una estructura tosca y escalonada. Estas reciben el nombre de mastaba. La construcción de las mismas suponía un gran esfuerzo tanto de ingeniería como de mano de obra (esclava y formada) que aún escamotea sus secretos a los estudiosos. El cuerpo del difunto, para que pudiera disfrutar de los dones de la otra vida, era momificado y se creó toda una industria en torno a estas tareas. Estas no solo se realizaban sobre los miembros de la aristocracia, aunque estos disfrutaban de un trabajo más fino, sino sobre todo aquel que pudiera pagar tal servicio.
La entrada de las pirámides se situaba en la base de la misma donde se colocaba una pequeña capilla en la se depositaban las ofrendas al difunto. Esta se desarrolla cuesta abajo y llegado un momento se dividía en dos. El camino descendente llega a una cámara falsa para disuadir a los ladrones y saqueadores. A pesar de esta bifurcación con ánimo de confundir, en la de Keops, por poner un caso, llegado un momento, dispone de otra vía hacia arriba en dirección hacia la cámara sepucral. Dicho emplazamiento estaba situado en el corazón de la pirámide y se accedía por una gran galería que se decoraba primorosamente con pinturas en la que se contaban o narraban las hazañas del protagonista. En la de Keops, por seguir con el mismo ejemplo, la cámara de la reina se encuentra en un nivel inferior y es menor a la del rey.
8.- La pintura de las tumbas reales
Si bien las pirámides características del arte egipcio eran una prerrogativa de los faraones, las reinas, otros miembros de la familia real y de la corte también recibían un trato de favor a la hora de ser enterrados con todo boato. Tebas se encuentra en la orilla occidental del Nilo, allí donde se pone el sol y lugar elegido para excavar en las rocas las últimas moradas de las reinas. Esta necrópolis se adentra en el interior de las montañas en sentido descendente. Cada una de las tumbas estaban diseñadas para colocar el sarcófago con el cuerpo momificado en el extremo. Las galerías que dan acceso al sarcófago se encuentran bellamente decoradas con pinturas policromadas.
Al parecer, todos los oficios trabajaban simultáneamente desde el interior hacia el exterior y los murales están realizados con materiales preciosos de la zona. La galería excavada en la roca se recubría con un enlucido de yeso y sobre él se realizaba el trabajo decorativo. En el mismo se empleaban colores naturales como el óxido de hierro para el rojo o el carbón para el negro (tal cual se han encontrado en las pinturas rupestres). Y también se han localizado los primeros tonos sintéticos de la historia para el azul y el verde. Estas obras están realizadas sin ninguna perspectiva y los elementos de la naturaleza se encuentran superpuestos aunque ordenados y claramente reconocibles y visibles. Las figuras humanas o de dioses siempre están representadas de perfil siguiendo la estética estilizada de las esculturas faraónicas.
9.- Los obeliscos y sus jeroglíficos
Otros elementos que son características del arte egipcio son los obeliscos, algunos incluso han sido trasladados a distintos puntos de Occidente en época posterior. También son símbolos sagrados del sol y se colocaban en la entrada de los templos. Algunos de ellos se remataban con una capa de oro con el fin de que el brillo se reflejara aún más y contribuyera a simbolizar la luminosidad real. A la complejidad de su construcción se une que están grabados con jeroglíficos.
10.- La características del arte egipcio con respecto a los templos
Surgen en los emplazamientos de Luxor y Karnak, considerados sagrados, y son una muestra de la grandeza de la arquitectura egipcia. A ellos se accedía por unos caminos de columnas altísimas que aún hoy en día causan admiración. Estas se remataban en capitales siguiendo tres modelos distintos. Los más elementales tenían forma de campana y en ellos se grababan y pintaban papiros y lotos. También nos encontramos columnas figurativas siguiendo la forma de los papiros. Las más complejas tienen formas antropomorfas policromadas.
Esta columnata terminaba en uno o varios patios desde los que se accedía al templo propiamente dicho que se encontraba techado. El lugar era reservado para los sacerdotes y su culto o para la familia real. Desde aquí salían procesiones (en fechas determinadas) en las que se sacaban esculturas representativas de los dioses que se embarcaban en decoradas naves a través del Nilo. El pueblo podía disfrutar de estos festejos desde la otra orilla y se supone que el ambiente festivo era completo.
Aunque este puñado de características del arte egipcio permanece casi inamovible a lo largo de los siglos que duró esta cultura, ni que decir tiene que se produjeron algunas singularidades. Sin embargo, los símbolos y las generalidades sí son comunes.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla