Qué ver en Helsinki

Qué ver en Helsinki

Qué ver en Helsinki

Candela Vizcaíno

 

En el Norte de Europa, a orillas del Mar Báltico, la capital de Finlandia es un destino casi desconocido.

Quien vive en clima cálido y acostumbra a elegir (para sus vacaciones, escapadas o viajes de ocio) destinos con buen clima o, en su defecto, con una fuerte carga monumental o artística, probablemente, un país escandinavo como Finlandia, en general, y su capital, en particular, pueda parecerle un lugar poco apto para pasar unos días agradables. Sin embargo, hay bastante que ver en Helsinki más allá de su archifamosa Fortaleza de Soumenlinna, Patrimonio de la Humanidad. 

Pero esta premisa, simplemente, responde a uno de los tópicos tan manidos con los que calificamos las ciudades. El emplazamiento disfruta actualmente de una sociedad emergente, volcada en todos los ámbitos del diseño y en el desarrollo de las nuevas tecnologías. Además, Helsinki con niños ofrece planes divertidos muy ligados a la naturaleza.  Pero empecemos por el principio.

Panorámica de Helsinki

Historia mínima de Helsinki 

Si por algo se caracteriza Finlandia es por apenas generar noticias. El país es tan tranquilo, ordenado y civilizado que rara vez acapara los titulares de la prensa internacional. Cuando se habla de este norteño rincón del mundo es para ponderar sus virtudes o los magníficos resultados de sus alumnos en los distintos y sucesivos exámenes a los que se someten los escolares cada cierto tiempo. Y esto que es, en parte, resultado de la política social y económica nacional es más acuciado, si cabe, en la capital, Helsinki. 

A pesar de ser un país de la viaja Europa, Finlandia es una nación muy joven. Hasta 1809, cuando pasó a formar parte de Rusia, bajo la nominación de Gran Ducado de Finlandia, era parte del Reino de Suecia y no consiguió su independencia plena hasta 1917. Aunque Helsinki fue fundada en el siglo XVI (en 1550), hasta prácticamente finales del siglo XIX fue simplemente un pueblo de pescadores sin importancia alguna.

Y así hubiera seguido (abrumada por las vecinas Tallin en Estonia o la magnífica San Petersburgo), si en 1827 no se hubiera trasladado la conocida Academia de Abo (en Tarku), germen de la actual Universidad (la Helsingin yliopisto en finés), a Helsinki. Al calor de la educación, la formación y la cultura fue creciendo este antiguo pueblo de pescadores, convirtiéndose, al día de hoy, en una capital señera, referente mundial en diseño, nuevas tecnologías (especialmente las referidas a la comunicación) y finanzas. 

Lo básico que ver en Helsinki 

Por supuesto, el clima condicionará las visitas del viajero. La capital, como el resto del país, se encuentra nevada gran parte del año, con muy pocas horas de luz durante el invierno y apenas oscuridad nocturna durante el verano (lo que se conoce como Sol de Medianoche). A pesar de tan adversa climatología, la ciudad puede ofrecer una estancia agradable. 

El viajero deberá iniciar su recorrido en La Plaza del Senado (o Senaatintori), una explanada inmensa dominada por la estatua de Alejandro II  en la que se agrupan los edificios más notables: a un lado, la fachada neoclásica de la sede central de la Universidad de Helsinki, a otro, el Palacio de Gobierno (antigua residencia de un rico comerciante de la sal) y, de fondo, la sobria y blanca Catedral Luterana de Helsinki. La plaza, además, alberga el edificio más antiguo de la ciudad, la Sederholmin talo, de 1757 y, hoy en día, sede del Museo Nacional de Helsinki. 

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Qué ver en Helsinki con más tiempo

Pero un lugar que crece al amparo de la cultura y la educación no puede más que ofrecer otros espacios expositivos que satisfagan la sed de conocimientos de propios y extraños. De factura contemporánea es el Kiasma o Museo de Arte Contemporáneo de Helsinki con una buena oferta de arte escandinavo actual. Tampoco hay que perderse una visita al Palacio de Congresos, diseñado por el arquitecto Alvar Aalto y con muestras diarias para todos los gustos.

Otro edificio especialmente original es Temppeliaukion kirkko, una Iglesia con un diseño de vanguardia excavada en la roca. De cariz totalmente distinto es otro de los templos señeros de la ciudad, la Catedral Ortodoxa Uspenski, de ladrillo rojo y, al contrario que el templo luterano, de decoración abigarrada y barroca. En las afueras se alza la Fortaleza Soumenlinna, Patrimonio de la Humanidad y que, por su importancia, merece estudio aparte. 

Planes culturales qué hacer en Helsinki

Con toda probabilidad el clima es, en parte, responsable de los gustos desarrollados por los finlandeses, entre los que se encuentran la lectura (en la ciudad hay muy buenas librerías) y, especialmente, la música. La programación de la Ópera Nacional de Finlandia (o Kansallisooppera) no olvida el ballet y los conciertos sinfónicos. Con suerte, se puede asistir a alguna interpretación de cualquier obra del músico nacional por excelencia: Jean Sibelius (1865-1957).

 

Por si esto fuera poco, la ciudad disfruta de una animada vida nocturna y de magníficos cafés que sacan sus mesas al aire libre, cuando el tiempo lo permite. Conocidos son el Kappeli Café o el Strindberg. El viajero que se precie de serlo no puede irse de Helsinki sin degustar algún plato local elaborado con carne de reno. Los más sibaritas encontrarán oferta suficiente para satisfacer sus exigentes paladares, incluido algún restaurante con estrellas michelín. 

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Helsinki sorprende por su carácter innovador, emergente, culto y educado. Es una capital aún con poca historia y sin la monumentalidad de otros destinos más conocidos, como los del área mediterránea, pero ello no quita para que sea un lugar de interés para el viajero que no se amilane ante el frío y la nieve.

Suomenlinna

Imprescindible que ver en Helsinki: Suomenlinna

Construida sobre siete islas que se abren al frío Mar Báltico, la fortaleza de Suomenlinna ocupa un lugar de honor en el espíritu de la desconocida nación finlandesa erigiéndose en símbolo perfecto de la historia de este país nórdico. Sin llegar a alcanzar el carácter mítico que tiene, por ejemplo, Massada (o Masada) para el pueblo hebreo, la fortaleza de Suomenlinna, situada a las afuera, es el monumento internacionalmente más conocido del patrimonio histórico de Finlandia.   

Historia mínima de Suomenlinna 

Diseñada para que ningún enemigo pudiera atracar en las pequeñas playas de arena negra que rodean a Suomenlinna, Suecia (a cuya corona tenía que rendir tributo por entonces la nación finlandesa) mandó construir esta casi inexpugnable fortaleza en el año 1748.  

 

Fue, originariamente, bautizada con el nombre de Suevorg (castillo sueco, en traducción castellana), formando una estrella de seis puntas por el lado de la playa y una robusta muralla tierra adentro. Este meditado proyecto de  Augustin Ehrensvärd permitió que el enemigo de Suecia, el todopoderoso Imperio de Rusia, no pudiera tomar las costas de Finlandia durante más de sesenta años.

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A pesar de Suomenlinna y del empeño de Suecia por conservar la plaza, el fuerte, tras una larga batalla, se rindió a las fuerzas rusas en 1808 y un año después, en 1809, Finlandia pasaba a pertenecer legalmente a Rusia, condición que mantuvo hasta bien entrado el siglo XX, hasta el año 1917, fecha de su independencia como nación.  

Pero tras conseguir la ansiada autonomía nacional, la recién creada Finlandia, lejos de organizarse pacíficamente, se ve envuelta tan solo un año después, en 1918, en una guerra civil. El fuerte de Suomenlinna (no podía ser de otra manera) siguió manteniendo su carácter militar y fue utilizado durante este periodo como campo de concentración de prisioneros por los guardias rojos, quienes terminaron por perder la guerra al no lograr instaurar un régimen comunista cercano a los movimientos políticos que estaban desarrollándose, por entonces, en la que hubiera sido potencia colonizadora: en Rusia. 

Con la pacificación de Finlandia, el fuerte pasó a llamarse Suomenlinna (según traducción castellana desde el finés: castillo finlandés) para albergar una escuela militar, que aún está en activo, y un astillero dedicado a la reparación de barcos de madera. 

La Fortaleza de Suomenlinna en Helsinki, Patrimonio de la Humanidad 

Aunque tiene una población flotante que acude, sobre todo, en verano, actualmente la Fortaleza de Suomenlinna se encuentra completamente habitada por unas 850 personas que han hecho de este peculiar edificio su residencia habitual. Aparte de la Academia Naval y el pequeño astillero, la casi totalidad de las instalaciones están volcadas al turismo y al ocio. Es el monumento de Finlandia más fotografiado, el que más visitas recibe y el favorito de la prensa internacional.  

La educada y culta Finlandia no ha hecho de Suomenlinna  un punto turístico que se visita sin más, sino que le ha dado vida. Quiere ser un pequeño pueblo volcado hacia el ocio, el descanso, el desarrollo del espíritu, la práctica de los deportes y todo ello con especial predilección por las familiasEn Suomenlinna se pueden recorrer sus empedradas calles en cualquier estación (espectaculares resultan cubiertas de nieve), conocer la historia del lugar en sus museos, realizar algunas compras, asistir a cualquier espectáculo callejero que recrea la historia de la fortaleza con actores perfectamente ataviados de época, tomar un aperitivo o cenar en cualquiera de sus restaurantes, organizar una boda, un banquete o una recepción, quedarse a dormir en su hotel y hasta tomarse un baño de sol en las pequeñas playas de arena que la rodean. 

Todos los ingresos netos que genera Suomenlinna se dedican a la reparación y la conservación continuada de esta fortaleza para que siga viva y en perfecto funcionamiento esta maravilla Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aparte de este emplazamiento y su actividad cultural es mucho lo que ver en Helsinki ya sea durante una parada de un crucero o en una escapada más larga. 

Por Candela Vizcaíno

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