El Castillo de Fontainebleau se encuentra a apenas una hora en coche desde el centro de París. Hay que recorrer sus instalaciones aristocráticas, sus jardines y el bosque de alrededor. Es una visita imprescindible si te encuentras en la zona.
Fontainebleau y Francisco I
Si tú, viajero, subes hasta Amboise, en pleno Valle del Loira y te atreves a sortear el viento para otear el horizonte, entonces entenderás la personalidad de un rey muy especial. Fue Francisco I, el monarca que puso las bases del Renacimiento en Francia e invitó al gran Leonardo a vivir sus últimos días como al genio le gustaba: con la creación.
Aquí murió y en una capilla minúscula frente al castillo reposan sus restos. Pues bien, este mismo rey fue, también, el promotor de Fontainebleau, a apenas una hora de París. Fontainebleau es, sobre todo, su bosque, antiguo coto de caza de reyes, emperadores y gobernantes y hoy parque nacional.
La escuela de Barbizon y su relación con Fontainebleau
La fauna, los regatos, las fuentes, las luces y sombras de sus claros atrajeron a un gran número de artistas que, seducidos por la pintura al natural, se instalaron en la cercana Barbizon para dar cuenta de las luces de la naturaleza. Rousseau y Millet (el de Las espigadoras) son los mejores exponentes de esta escuela preciosista que recupera para el arte los espacios verdes salvajes cercanos a París. Aunque tiene importancia por sí misma, también influyó en los movimientos artísticos posteriores. Así, este gusto por la pintura de naturaleza y al aire libre sería una de las principales características del impresionismo.
El Castillo de Fontainebleau
Pero Fontainebleau es también su fortaleza ordenada por ese rey humanista que fue Francisco I, por eso lo hemos mencionado al principio. Aunque existe indicios de una torre medieval e incluso de una abadía del siglo XII, Fontainebleau, tal como lo conocemos, es renacentista. Por supuesto, como suele suceder en este tipo de recintos palaciegos, ha habido ampliaciones, reformas, embellecimientos, decoraciones al gusto de la época, demoliciones, etc. etc. etc.
Pero Fontainebleau conserva ese carácter armónico que caracteriza la arquitectura francesa tradicional. Diseñado en forma de U, el castillo se abre con una serie de jardines a la francesa que desembocan en la Escalera du Fer-à-Cheval, ejecutada en dos brazos y que es puerta de acceso a la mayoría de las estancias interiores de importancia. No hay que perderse:
- Capilla de la Santa Trinidad, del siglo XVI.
- Galería de Francisco I, con vistas al Patio de la Fontana y frescos de Rosso Fiorentino.
- Petits y Grands Appartements donde descansaron desde Napoleón a todos los reyes que ha habido en Francia.
- El Salón de Baile no relumbra con los dorados propios de Versalles y los palacios que nacieron a su imitación, pero es impresionante con su proporcionada dimensión al más puro estilo del Renacimiento.
- El Salón del Trono.
El bosque y los jardines de Fontainebleau
Y Fontainebleau es, también, espacios verdes y no solo el bosque que rodea a este antiguo coto de caza o al pueblo homónimo sino también a sus cuidados jardines. En el inglés predominan cipreses, plátanos y árboles de sombra en romántico desorden. En el de Diana, presidido por una escultura de la diosa romana, se articula en torno a senderos, setos y césped.
Si sales al bosque por el castillo, hazlo por la Puerta Dorada diseñada por Gilles Le Breton en la época de Francisco I. Con más tiempo, hay que detenerse en las vitrinas del Museo de Fontainebleau o deleitarse con la programación cultural de lugar: conciertos, concursos, exposiciones o conferencias, que estamos en la culta Francia.
Fontainebleau está bien comunicado con la capital:Parísy puede ser una deliciosa excursión de un día.
Por Candela Vizcaíno