Cómo llegar y qué ver en el Bosque de Oma, creación del artista vasco Agustín Ibarrola y situado en la Reserva de Urdaibai.
Es arte. Es naturaleza. Es mágico. Es simbólico. Es (casi) inaccesible. Es un emplazamiento situado en el corazón boscoso de una montaña intervenido por el pintor y escultor Agustín Ibarrola. Es el Bosque Pintado de Oma, un lugar especial que aúna lo mejor del ser humano cuando es capaz de actuar en sinergia con las criaturas naturales. Si en españa hay espectaculares bosques en otoño (cuando la naturaleza estalla con un haz de colores ocres), el de Oma es para vivirlo en cualquier época del año.
El Bosque de Oma, cómo es y dónde está
Está situado en el centro de la Reserva de Urdaibai, allí donde descansan aves del norte de Europa en su viaje hacia la Curva del Níger o donde nuestros antepasados ensayaron una galería de arte muy especial hoy resguardada bajo siete llaves: las Cuevas de Santimamiñe. Pero que el viajero entusiasta de los espacios naturales no se llame a engaño. La ascensión (y posterior bajada) hacia este emplazamiento singular no es apta para todas las piernas y todas las edades.
Gernika-Lumo es la población de importancia más cercana al Bosque de Oma. Desde aquí se puede llegar en coche hasta el aparcamiento que se encuentra al borde del sendero. Al lado están, además, el Centro de Recuperación de Animales de Basondo y las citadas Cuevas de Santimamiñe.
Lo que viene después (una vez te has bajado del coche y te has calzado adecuadamente) es una empinada ascensión (como corresponde a los lugares de importancia o sagrados) de, al menos, una hora, a no ser que seas un consumado deportista. ¡Cuidado con las aventuras con niños! Aunque mi princesa (¡con tan solo 4 años!) alcanzó el lugar con ilusión, los papás (la mamá, en este caso) deben estar preparados para el camino de vuelta. Se hace necesario una botella de agua y, si acaso, algo de picoteo.Los árboles pintados de Oma de Agustín Ibarrola: características y estilo
Una vez se ha conseguido llegar al corazón del bosque, para acceder al lugar donde están los árboles pintados de Ibarrola hay que bajar unas rústicas y empinadas escaleras. Sin más estructura que la que da la naturaleza, unos troncos hacen las veces de mamperlán que sujeta unos escalones de alturas imposibles. Lo bueno es que hay una barandilla del mismo material para no desbocarse.
Una vez has llegado al lugar, la vista de este primer espacio compensa todo el esfuerzo. Ante tus ojos se muestran los distintos árboles con símbolos y dibujos coloridos que una cuadrilla de voluntarios se afanan por conservar de los embates de la intemperie.
Hay que seguir el esquema mostrado y deleitarse con las raíces que sobresalen del terreno y sujetan esta peculiar obra natural y, a la vez, artística. Unos dibujos parecen arañazos de un monstruo sobrenatural, otros delimitan una silueta humana en disposición de huída, al inicio nos esperan unos labios y un beso, un árbol muestra la imagen de un “personaje que no quiere ser mitológico”…
El recorrido continúa por entre los árboles pareciendo que nos miran o interrogan como corresponde a cualquier obra de arte que se precie de llamarse así.
Agustín Ibarrola, entre el Art Land y el Expresionismo
El autor de esta peculiar obra, a medio camino entre el expresionismo abstracto o esa corriente surgida de la poesía visual que se denomina Art Land, nació bajo el signo de Leo en 1930 en el corazón de Vizcaya.
Formado en los circuitos artísticos del Madrid de los años 50, pudo conectar con otros pintores nacionales en su viaje de estudios a París. Sin obviar otras de sus obras, es conocido sobre todo por sus intervenciones en espacios naturales o públicos. El Bosque de Oma fue creado a inicios de los años 80, los Cubos de la Memoria (en la escollera de hormigón del pueblo asturiano de Llanes) en los primeros años del siglo XXI y, en la actualidad, remata su particular Stonehenge en Garoza de Bracamonte, en Ávila. En este último emplazamiento son las enormes piedras las que sirven de soporte para la intervención del artista.
Datos de carácter práctico para llegar al Bosque de Oma
Árbol, piedra, hormigón o metal sirve a este artista vasco para realizar sus originales obras que a muy pocos van a dejar indiferente. Para llegar hasta allí, como he apuntado antes, hay que tener una buena forma física y, también, muchas ganas. Puedes acceder desde Gernika o bien intentar buscar algún apartamento de vacaciones en la zona, que los hay muy buenos. Esto es imprescindible, ya que, al final del día, vas a necesitar descansar o echarte una larga siesta.
Se llega en coche hasta el aparcamiento del Restaurante Lezika (con buenas carnes a la brasa) al que se accede por la BI-2238. A partir de aquí comienza la ascensión, la cual es mejor realizarla por la mañana. Y, por último, recuerda que los 20 minutos que se reseñan en algunos sitios online solo son para deportistas consumados. Además, la pista de senderismo que conecta el lugar con la carretera no es apta para carritos de bebés o sillas de ruedas.
A veces sueño con el Bosque de Oma y me digo que tengo que volver.
Por Candela Vizcaíno