Giorgio de Chirico y la pintura metafísica

Giorgio de Chirico y la pintura metafísica

 

Los horrores de la Primera Guerra Mundial acaban de comenzar dejando una estela de destrucción y de cambio. Tanto fue así (sin contar todas las víctimas del conflicto) que la confrontación se llevó por delante a casi todos los miembros del futurismo, ese movimiento de vanguardia que amaba, ante todo, la velocidad y el cambio por el cambio. Algunos artistas, tras esta debacle humana, dejan a un lado la experimentación de principios de siglo (como pudo ser el cubismo) para centrarse en una figuración de corte clásico. Este es el caso de Giorgio de Chirico y la pintura metafísica. 

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No fue el único grupo estético que abandonó cualquier experimentación gratuita al entender de estos creadores. Se vuelve la mirada hacia la tradición francesa e, incluso, un vanguardista como Picasso retoma una forma más realista en algunas de las pinturas de la época. Este es el caso de Bañistas, ejecutado en 1918. 

 

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Dentro de esas nuevas figuraciones, el grupo estético que más ha aportado a la historia del arte es el abanderado por Giorgio de Chirico y denominado pintura metafísica. El regreso a los modos clásicos, en este caso, se realiza de lleno, con formas tomadas de la arquitectura y escultura greco-romana, con un gusto por los mitos paganos. Pero vamos por partes.

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Características de la pintura metafísica

Las obras son plenamente reconocibles a simple vista por una compleja mezcla de sencillez, modos clásicos, colores planos y figuras bien delimitadas sin llegar al geometrismo. He reducido las características de la pintura metafísica a estas diez líneas generales para poder entender mejor el movimiento. 

1.- Rechazo a los modos de las vanguardias anteriores

La guerra, la muerte, la posición del hombre en el universo entendido en un sentido filosófico o religioso está detrás de esta transformación estética. Tras los horrores de las trincheras, el arte debe dotarse de un sentido (en el otro extremo de lo que propugnaba el dadaísmo, por recordar un grupo totalmente alejado de estos postulados). Con este bagaje nace la pintura metafísica que se desarrolla especialmente en el norte de Italia, aunque sus inicios se remontan al París que era, en aquella época, el centro del mundo. 

2.- La pintura metafísica supone una vuelta a los modos de la figuración  

Se abandona cualquier investigación con la abstracción, con las formas geométricas, con la experimentación de materiales que había sido característica del cubismo, movimiento del cual abominan los metafísicos. Se retoma la figuración, la presencia humana, los edificios bien definidos… Son frecuentes los elementos de la mitología clásica en un espacio dentro del cuadro tan ordenado que parece diseñado con escuadra y cartabón.  

3.- Colores y formas planas sin perspectiva 

La gran mayoría de las obras de la pintura metafísica se articula en torno a una imagen central y alrededor se articula el resto. No hay abigarramiento ni líneas curvas ni luces ni sombras. La perspectiva es extraña y onírica con un gusto por las formas (incluso cuando se tratan figuras humanas) muy planas con colores casi puros con mínimas veladuras.  

4.- En la pintura metafísica hay un gusto por la reproducción de elementos arquitectónicos de la antigüedad clásica

Edificios, columnas clásicas, elementos arquitectónicos que recuerdan las esculturas grecorromanas y su serenidad son recurrentes en estas obras creando una sensación de irrealidad que choca con ese diálogo con la tradición.  

5.- Las formas humanas quedan reducidas a meros maniquíes 

El ser humano ha perdido aquello que le acercaba a la divinidad (y aquí vemos el impacto de la guerra). Su presencia en la tierra es como la de un muñeco físico, un ser articulado que realiza movimientos pero que no logra encontrar su camino fuera del área profana. Estas imágenes adoptan las poses humanas de una forma tranquila sin dramatismo generando, a la par, un mensaje que inquieta al interlocutor. 

6.- En la pintura metafísica aparecen personajes de la literatura y los mitos clásicos

Son frecuentes las referencias a la literatura romana en una primera instancia y luego a la tradición bíblica. Así, para reconocer, el mensaje último de la obra, hay que estar versado en el sustrato literario o cultural que subyace dentro de estos cuadros.  

7.- La obra de arte pretende ser una obra de ingeniería casi 

No se deja nada al azar y lejos quedó la experimentación con la escritura automática o con la abstracción. Todo en el lienzo tiene que estar ordenado y medido. Aunque hay referencias a la geometría, vemos tanto figuras inanimadas como animadas reducidas a un trazo elemental que elimina cualquier claroscuro o concesión al adorno. 

8.- Utilizaron una revista para dar a conocer sus obras

Y esta fue Valori Plastici que estuvo activa desde 1918 hasta 1921. Nació en Roma y no ocultaba su gusto por los reductos del pasado, por las columnas y esculturas en mármol que pueblan la Ciudad Eterna. 

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9.- Se convierten en inspiración para el surrealismo 

Sus paisajes planos y oníricos y ese gusto por las maniquíes humanizados fue todo un descubrimiento para el surrealismo, el grupo artístico preponderante en la segunda mitad del siglo XX. 

10.- La pintura metafísica se centra en el tema de la situación del ser humano con respecto al mundo

Por eso es frecuente en los lienzos asistir a la mirada de un maniquí hacia restos del pasado. La obra se convierte en un cuestionamiento, en un punto de partida para iniciar preguntas de índole filosófica abandonando cualquier atisbo de frivolidad de las primeras vanguardias.

Giorgio de Chirico adalid de la pintura metafísica 

Formación y primeros años de Giorgio de Chirico

Nace en una pequeña isla griega en 1888 y pronto se traslada a estudiar a Atenas. Ni que decir tiene que allí tuvo modelos clásicos al alcance, lo cual condicionó cualquier aventura posterior. Con tan solo 20 años estudia en Munich para luego dirigirse a París, centro del arte por entonces. Aunque su mayor producción fue tras la Gran Guerra, las primeras pinturas metafísicas datan de 1910. 

En la capital francesa toma contacto con las vanguardias y con Alberto Savini. Sin embargo, los  modos experimentales no le satisfacen del todo. Por eso, regresan a Italia donde se empapan de la filosofía de Nietzsche y quedan fascinados por su particular división del mundo casi entre lo negro y lo blanco. Para el filósofo, el mundo está regido por dos vibraciones diferentes. Por un lado, tenemos lo apolíneo (perteneciente al dios Apolo), sereno, triunfante y sobrio. Y, por el otro lado, se contrapone lo dionisiáco (del dios Dionisio, el protector del vino, la fiesta y el desenfreno).  

En esta época pinta cuadros sin presencia habitada o animada. Son obras inquietantes con una perspectiva acusada, realizada con colores y formas planas. Las plazas o los foros se encuentran desiertos, como si una explosión nuclear hubiera acabado con cualquier atisbo de vida humana. 

 

Giorgio de Chirico y el grupo de Ferrara

Las obras del artista iban evolucionando hacia un complejo extrañamiento y onirismo, hacia una particular visión del mundo en el que cualquier atisbo de vida queda relegado al mínimo, aunque quedan las obras de un ser humano invisible presente en esos elementos arquitectónicos sacados de contexto como si estuvieran flotando en el aire. 

En 1915 se une al grupo Carlo Carrá el cual aporta la temática hebrea, el gusto por los interiores o por unas imágenes que se nos antoja como acertijos. 

1924 supuso un momento de inflexión ya que el surrealismo, con toda su explosión rebelde, lo mostró como un referente a tener en cuenta. Y con esto me refiero tanto a la obra de Giorgio de Chirico como a la totalidad de la producción de la pintura metafísica.  

Un poco antes, en 1918, entra a formar parte de la revista Valori Plastici hasta su último número en 1921. Aquí se hace una apología de la artesanía de la pintura obviando lo que, al parecer de estos artistas, eran excentricidades que no llegarían a colgarse en las paredes de un museo. Por otra parte, en la época era normal desacreditar el trabajo de quien no pertenecía a la misma estela artística. Y los integrantes de la pintura metafísica, con Giorgio de Chirico a la cabeza, no fueron menos. Aunque el grupo desaparece alrededor de 1923, se clasifica obras de esta línea hasta la década de los treinta. 

 Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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