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Arquitectura prehistórica | características y acercamiento general

Arquitectura prehistórica

Arquitectura prehistórica

Candela Vizcaíno

 

Nace en el cambio de cosmovisión que supone una sociedad cazadora o recolectora hacia otra más compleja. Si las pinturas rupestres en cuevas, cavernas y abrigos apuntan a una intencionalidad mágica, religiosa o ritual, un tanto de lo mismo sucede con los restos que podemos observar de la arquitectura prehistórica. Concentrada en grande cúmulos de piedra dispuestas de distintas formas, la gran mayoría de las interpretaciones que giran en torno a estos restos nos indican que estas sociedades ya tenían un fuerte concepto religioso en torno a los ciclos de la naturaleza, los eclipses y las estaciones. 

 

1.- La arquitectura prehistórica nace en el Neolítico 

El Paleolítico evidencia una sociedad elemental en todos los sentidos, centrada en la caza, la recolección, el nomadismo y la búsqueda de refugio en los elementos naturales disponibles. En estas cuevas u oquedales se realizan toscas pinturas con figuras de animales y de líneas antropomorfas que, con toda probabilidad, buscaban el buen augurio en la provisión de alimentos. El Neolítico supone, por contra, un cambio trascendental ya que la humanidad se asienta en lugares concretos, construyendo toscas cabañas donde se refugian mientras pastorean o se dedican a la agricultura. Se supone que habría ya una mínima división de clases y aparecen elementos más elaborados de cerámica, esculturas (como las Venus prehistóricas) y la arquitectura en piedra. En este sentido, todos los restos que nos han llegado son grandes construcciones en piedra, o bien con un diseño elemental (dos verticales y una horizontal cerrando), o bien tremendamente más complejas (como las de Antequera, en Andalucía, en las que hay un proyecto arquitectónico propiamente dicho). Las más fascinantes responden al tipo de cromlech (como Stonehenge en Inglaterra o el de Évora en Portugal). Ni que decir tiene que estas construcciones suponen un gran esfuerzo constructivo y su intención es, con toda probabilidad, religiosa.  

2.- Las construcciones de arquitectura prehistórica están realizadas en piedra

No hay elaboración de arcilla, ladrillo u otras composiciones. El cien por cien de los monumentos que nos han llegado supone el movimiento de grandes bloques de piedra que se levantan en vertical cerrando con otros bloques en horizontal. En algunos puntos (como en Antequera) estos edificios aparecen completamente cerrados con bloques de piedra constituyendo una auténtica cámara con varios espacios diferenciados. Para el hombre prehistórico la piedra ya había entrado en lo que C.G. Jung en el siglo XX denominó imaginario colectivo. Ya por entonces era el símbolo de lo eterno, de lo permanente y de lo indestructible. Por eso, estos pueblos, con toda probabilidad, tenían una intención ritual, mágica o religiosa a la hora de levantar estas complicadas estructuras.  

3.- La roca simboliza lo eterno 

Y con ello ya hay una conciencia de lo mudable en este mundo y la esperanza puesta en un más allá desconocido. Este tipo de construcciones de arquitectura prehistórica no se ejecutó, por tanto, con fines comerciales, lúdicos o de ocio. Nada de eso importaba en la época. Todas estas estructuras nos indican un intento por entender, domeñar y aprehender la naturaleza. Esto podría hacerse realizando una obra con claros fines astrológicos, tal es el caso de Stonehenge, diseñado para que los rayos de sol en el solsticio de verano se trasladaran por un espacio concreto. También se han encontrado lugares (y Antequera es el más fascinante) donde los dólmenes están orientados a un espacio natural en el que se adivina un rostro humano. Con esta construcción, por tanto, estos hombres prehistóricos, con toda probabilidad, intentaban unirse con la naturaleza cuyos ciclos ya conocían. 

 Stonehenge Condado de Wiltshire Inglaterra

4.- La arquitectura prehistórica gira en torno a espacios sagrados y de culto  

Nada en ella invita a pensar que se dedicaran a otros menesteres. En Stonehenge se han encontrado enterramientos y hasta un altar. Se supone que allí se ofrecían sacrificios y que se realizaban fiestas. En Antequera se ha excavado un pozo que también podría tener esta finalidad y miles de dólmenes repartidos por el mundo indican también la finalidad de cementerio. Con la conciencia y el culto a la muerte llega la percepción de algo sagrado, de un más allá inasible e incomprensible que se pretender ordenar y hacer suyo para que ayude a los que se encuentran en este plano. Son todos lugares rituales vinculados a la luz solar, a los eclipses, a las montañas con formas humanas y nunca a los bosques o a los árboles que se antojaban mudables como la existencia humana.  

5.- Los restos que nos han llegado sugieren conocimientos astronómicos 

Se conocían de manera precisa los ciclos de las estaciones, las estrellas y el movimiento solar. Eso ya indica un estudio concienzudo que va de la mano del avance de la agricultura. Si en el  Paleolítico, la caza y el nomadismo era la norma, ahora nos encontramos sociedades complejas que dedica la fuerza de algunos de sus miembros al estudio, a la organización y a la construcción de estructuras gigantescas con el fin de aunar a la tribu, el clan o a varios pueblos. Todo ello se realizaba, con toda probabilidad, en días concretos poniendo las bases de los primeros calendarios y, con ellos, las agendas para las labores humanas. 

6.- La arquitectura prehistórica y el intento de control de la naturaleza 

Si bien la escultura que nos ha llegado nos llevan por un culto a la fecundidad, las demás manifestaciones artísticas de la Prehistoria inciden siempre en lo mismo: en una conciencia de lo mudable de lo natural pero, a la vez, en un conocimiento de su carácter cíclico. Con ello, pudieron mantener un mínimo control sobre lo que sucedía alrededor y, por tanto, un desarrollo en todos los órdenes vitales.  

7.- Las dificultades de estudio de la arquitectura prehistórica 

Estos restos estaban sepultados, en su mayoría, sobre capas de tierra superpuestas por el paso de los milenios y olvidadas para ojos expertos. Solo bien entrado el siglo XX se puso atención a este tipo de construcciones de manera general, aunque otras por su monumentalidad o situación siempre estuvieron a la vista humana. Ello supone no solo un deterioro sino también un movimiento de los distintos elementos. Un caso extremo de esto último es el cromlech de Évora en el que el dueño de la finca primitiva movió las piedras de su emplazamiento original colocándolas siguiendo la forma en la que se creyó que fueron levantadas. Esto, ni que decir tiene, supone una interpretación (y en un caso extremo una invención).  Su lectura, por tanto, está realizada según la cosmovisión contemporánea. Esto implica una distorsión del sentido simbólico o final que le dieron sus constructores originales. En algunas de estas construcciones desperdigadas por otras partes del mundo, además, se han realizado grabados o incisiones (Valcamonica) en la estructura en una época posterior. Con ello se evidencia que los usos pudieron ser superpuestos y, por tanto, transformando el espacio primitivo. 

La arquitectura prehistórica, por tanto, no solo se manifiesta por sus carácter monumental con grandes bloques de piedra sino por ser espacios simbólicos, rituales, mágicos o sagrados ligados a los ritos de la naturaleza. Todos ellos nos indican (porque hay enterramientos o restos festivos) que ya se tenía una arraigada conciencia de lo mudable del tiempo y del fin terrenal con unas miras en un más allá etéreo y eterno. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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