16 de agosto de 2021: ya sabemos qué ha pasado en Afganistán después de la más desastrosa campaña militar de la historia por parte de los “aliados” occidentales con USA a la cabeza. Los talibanes vuelven a gobernar en Kabul y es pronto para adelantar el número de familias que buscan cualquier resquicio para escapar de una ratonera que amenaza con parecerse al infierno. Entre ellas, hay familias con niñas pequeñas o jóvenes o adolescentes o mujeres adultas que pudieron labrarse un presente y un futuro (hoy comprometido) en esta tregua de veinte años. Todo lo demás será historia menos para la dura realidad de las mujeres afganas bajo el control talibán. Para ellas comienza el horror más absoluto, una cárcel tras un burka de color azul y su reducción humana al concepto de cosa. Porque a eso quedan limitadas bajo las crueles imposiciones de una secta poderosa que interpreta el Corán a su manera y de forma demencial. Si te repasas la declaración de los derechos humanos, a las mujeres afganas bajo el terror talibán, no se les concede ni una sola prerrogativa. Si acaso la de la nacionalidad que, incluso, estaría por ver en algunos supuestos. Se puede hablar mucho de lo que supone esta tiranía en la desaparición de cuajo de cualquier atisbo de libertad. A partir de hoy llegará un día a día insoportable, humillante, asfixiante y demoledor hasta la muerte en vida para millones de niñas y mujeres afganas.
El estatus jurídico de las mujeres afganas bajo los talibanes
1.- Y el principio es que se le niega su humanidad y se le reduce a una mera cosa. Y, como tal, es objeto de transacción sin ningún tipo de derecho. Nunca alcanzarán la mayoría de edad y siempre pertenecerán a un varón: o bien al padre o bien al marido o bien a esa figura que es el guardián. Este debe ser un miembro de la familia con el que esté prohibido el matrimonio: padre, abuelo, hijo, hermano… No hay resquicio para la trampa. No podrá decidir absolutamente nada (ni lo más básico y elemental) sobre su persona.
2.- Podrá ir a la escuela coránica (con una instrucción sesgada y limitada) hasta los 8 años. A partir de esa edad se considera adulta pero sin ningún tipo de derecho. Como cosa que es, podrá ser vendida y su dueño tiene carta blanca para hacer con ella lo que quiera que para eso es su propiedad. En ese “lo que quiera” se incluyen los matrimonios infantiles entre viejos con niñas que aún no han cumplido los diez años. La horrorosa noche de bodas para la muchacha podrá acabar hasta con la muerte por los desgarros vaginales ante una penetración violenta. Cualquier corrección (lee paliza) está permitida con tal de amansar el carácter de las más rebeldes. Se abren las puertas de par en par para la indefensión aprendida más atroz a la par que se alimenta una autoestima tan baja que ni siquiera podremos utilizar ese nombre.
3.- Las habrá afortunadas (con sus matices en este contexto) con familias que no permitirán tal aberración para sus hijas, pero incluso estos padres tendrán serios problemas para poder proteger a sus pequeñas. Las penas por no hacer bien el trabajo familiar son también importantes. Algunos progenitores, con dolor incluso, casarán (lee venderán) a sus hijas muy pronto simplemente para evitar males mayores si el pretendiente tiene un atisbo de corazón. Ellas no podrán decidir nunca nada a igual que sus madres a las que solo les queda asentir en silencio.
4.- Ser madre en el Afganistan de los talibanes es estar reducida a un útero. Nunca tendrán la custodia de sus hijos en caso de divorcio (lee repudio por parte del varón). Nunca podrán decidir nada sobre el presente o futuro de sus vástagos ya sean niños o niñas. Incluso en sus documentos de identidad solo aparecerá el nombre del padre. La madre no existe.
Ningún derecho educativo ni sanitario para las mujeres afganas bajo el régimen talibán
Porque es lo que se intenta con estas leyes crueles que van más allá del machismo o de una sociedad patriarcal. Quien creó este código y obligó (por la fuerza bruta) a atajarlo solo puede tener el alma de un perverso psicópata. Por eso se le niega lo más básico y enumero solo algunos puntos:
1.- No pueden ser atendidas por médicos o enfermeros varones. Si a eso unimos que cualquier trabajo fuera del hogar está prohibido, tenemos el cóctel explosivo perfecto. En puridad se les niega cualquier atención sanitaria. Las matronas o enfermeras que se atrevan a atender en sus casas a sus compatriotas lo hacen en condiciones de salubridad deplorables y sin medios apenas. Se abre la puerta para muertes prematuras debido a partos complicados (pon aquí a una niña apenas adolescente) o cualquier otra dolencia. Además se enfrentan a ser perseguidas si se interpretan que están desarrollando un trabajo prohibido.
2.- Lo primero que han hecho los talibanes cuando han alcanzado Herat es mandar a todas las universitarias a casa. La formación queda limitada a esos primeros ocho años de vida en las escuelas coránicas. Así, se las condena de por vida a ser analfabetas de facto, a no tener instrucción, a no poder desarrollar su inteligencia innata. Y, por supuesto, a no poder valerse por sí mismas ahora ni el futuro. Porque, aunque dentro de treinta años caiga el régimen taliban, estas niñas de hoy poco o nada podrán hacer en el mercado de trabajo si no han recibido la más mínima instrucción.
3.- Su mundo queda desde hoy reducido a las cuatro paredes de su casa y lo que puedan ofrecerles su familia, cada uno con desigual criterio. Nunca podrán salir solas si no es en compañía de ese guardián, de ese familiar tan cercano que la ley no permite bodas entre ellos. Y cuando lo hagan, tendrán que llevar el símbolo de una absoluta opresión: un burka de color azul que le tapará todo el cuerpo y desde el que mirará el mundo a través de un enrejado realizado mediante un bordado en la tela. Las más pobres tendrán mayor condena si en casa no pueden costearse el gasto de tal infame prenda.
La libertad es una palabra utópica para las afganas del siglo XXI
Desde cualquier concepto, desde cualquier perspectiva. He leído el testimonio de un grupo de afganas encerradas en una casa cuyo único objetivo vital era languidecer mientras se apoderaba de ellas la depresión. “No hablamos siquiera. No salimos y no tenemos nada que contar unas a otras”. Ahora (si me permites el juicio) es aún más grave porque ni siquiera les asiste la esperanza de un cambio debido a una acción internacional. Lo que tenemos hoy es un repliegue militar por no decir huida y va a ser difícil que los países occidentales vuelvan a intentarlo, al menos en el corto plazo. Entonces, ¿qué les espera? Enumero solo algunos puntos:
1.- Estar encerradas en casa dedicadas a las labores del hogar sin voz ni voto sobre ningún aspecto familiar ni sobre ellas mismas. La demencia de odio de los talibanes llega hasta tal extremo que hay que pintar las ventanas de los bajos para que no se vean las mujeres que hay dentro. No pueden asomarse a las mismas ni a lo balcones ni a las terrazas. Se las hunde en la oscuridad eterna.
2.- La misoginia feroz lleva a prohibir su risa y no podrán alzar su voz porque se considera que solivianta al hombre. El silencio será su vida, la obediencia y la humillación extremas. Tampoco podrá participar de ninguna festividad (ni siquiera las religiosas) a no ser que su función se reduzca al de cocinera, criada o esclava de los hombres.
3.- Los tacones son objetos diseñados por el demonio ya que su sonido incita sexualmente al hombre. Sí parece que algo de esto hay en el fetichismo de este accesorio. Llevarlos puede condenar a las afganas bajo los talibanes a duros castigos que implican cárcel o latigazos infames.
4.- Esa reclusión, sumisión y pertenencia al varón llega al extremo de considerarlas culpables si son violadas. Serán la deshonra de la familia porque mancillaron (no sabemos si por omisión) un cuerpo que nos le pertenece. La disforia llegará hasta tal extremo que hay mujeres en condiciones espantosas en cárceles afganas por atreverse a denunciar una violación. Hasta un caso de una europea despistada se ha dado.
5.- Las penas por desobediencia serán atroces y variarán según la intensidad de la supuesta falta. Y pueden ir desde la amputación de un dedo por pintarse las uñas o hasta la lapidación por adulterio. Sí, con las piedras también se tapan las violaciones.
6.- El borrado va a más: no pueden salir en fotografías, aunque tengamos algunas y cualquier denominación que remita a la palabra mujer será eliminado de inmediato. En esencia, se trata de eliminar de un plumazo su presencia y solo tolerarla para la procreación y sus tareas asociadas.
En este contexto de violencia extrema no es de extrañar que en pocos años la niñas pequeñas se conviertan en mulas de carga de sus familias susceptibles de transacción económica. Nada podrán hacer por huir de ese entorno que las reduce a una mera cosa y les niega desde el nacimiento sus derechos más elementales. Como siempre, dependerá de la familia aunque también se arriesgan a ser blanco de las iras talibanes.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla