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5 razones por las que El exorcista es la mejor película de terror de la historia

Cartel de la película El exorcista

Cartel de la película El exorcista

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El exorcista podría haber sido una película más de zombis o similares. No ha sido así. No es que sea una gran película es que está entre las  diez mejores del cine de todos los tiempos. Es lo que tiene el arte del bueno que con una trama más o menos común se eleva por encima de todo y todos.

Y ¿Te has preguntado alguna vez por qué da tanto miedo El exorcista? ¿Por qué había ambulancias en las puertas de algunos cines americanos? O ¿Por qué hubo infartos en su estreno? Las respuestas son múltiples y, desde luego, no está en sus efectos especiales. ¿Te atreves a adentrarte en las entrañas de El exorcista, la película de 1973 que se ha convertido en un clásico? Pues aquí te dejo cinco razones.

1.- El argumento de El exorcista muy resumido

La película nos pone ante cuatro problemáticas. La primera es la de una madre (Chris MacNeil) que ve como su hija va cambiando y volviéndose agresiva sin motivo aparente. La segunda es la de un sacerdote joven (Damien Karras) miembro de una universidad de prestigio (Georgetown) en una crisis de fe después de la muerte repentina de su madre. La tercera es la del padre  Lankester Merrin, un curtido y veterano arquéologo-exorcista que, en todo momento, sabe lo que tiene que hacer a costa de lo que sea. Y la cuarta es la de la pequeña Regan, de tan solo 12 años, quien se enfrenta, a la vez, a los cambios de la pubertad, al divorcio de los padres y a un demonio desconocido que la niña ha conjurado jugando con una güija en el sótano de casa. Su nombre es Pazuzu.  

Porque El exorcista, casi en ningún momento, nos plantea dudas. No estamos ante una crisis de histeria de una pequeña mimada que ve como su mundo se desmorona. La han visto los mejores médicos y psicólogos. Tampoco nos encontramos en un entorno más o menos desfavorecido (tanto social, económica como cultural) donde es fácil caer en la superstición o la superchería. La pequeña disfruta de una posición desahogada, de una buena educación y su madre es una mujer libre (actriz en vías de divorcio) sin un atisbo de incultura.

2.- El emplazamiento de El exorcista

Además, la mayor parte de la película (el grueso de la trama narrativa) se da en una casa, una vivienda familiar sencilla, moderna, sin rincones, sin historia… No estamos ante una trama histórica.  Es una casa corriente de un miembro de la clase media alta. Es una vivienda que podría ser la nuestra o la del vecino. La narración es contemporánea. Es el aquí y ahora. Se representa el nosotros.

El exorcista nos mete, así, de lleno (por empatía) en la vida de la pequeña Regan y las vicisitudes de su madre y los dos sacerdotes.

3.- La música, el guión y la puesta en escena de El exorcista

Aunque lo más conocido de la película El exorcista es la pequeña en pleno trance con la piel en descomposición y la cabeza dando vueltas o el vómito verde o la joven bajando la escalera en una posición imposible, el terror llega por otros motivos. Porque estos efectos especiales, a pesar de que el film es de 1973, son más o menos conocidos por el espectador contemporáneo y, por tanto, no dan esa sensación de miedo extremo que caracteriza la película. Únicamente pueden dar cierta sorpresa. Un guión bien construido (la película es una adaptación de una novela homónima de William Peter Blatty,  quien también levantó el script del film), una música perfecta y una puesta en escena con claroscuros sublime hacen que la tensión dramática vaya aumentando. La sensación de terror, por tanto, va subiendo exponencialmente.  

4.- Respuesta número 4: los personajes de El exorcista, lo mejor de la película

Cuatro son los protagonistas principales de la película. Cada uno de ellos tiene un papel (en el sentido temático de la palabra) en la trama. Son totalmente diferentes entre sí y sus personalidades están perfectamente construidas desde el minuto uno.

Además, el film comienza de manera desestructurada (aparentemente) presentando cada uno de los conflictos (los dos sacerdotes, la pequeña y su madre) de forma independiente. En unos cuantos minutos nos hacemos una composición de lugar de la problemática y el guión no se detiene en escenas vacías que nada aportan al sentido final. Ello es posible gracias a la configuración magistral de los protagonistas principales.  Comencemos con un repaso:

1.- Chris MacNeil es la madre de la pequeña poseída. Es una actriz con una posición desahogada, libre de ataduras, con buena cultura y mejor estatus social (recordemos la escena del salón y la alfombra). Está en vías de divorcio, pero no parece que su mundo se esté desmoronando por ello. Es una mujer estable emocional, psíquica, social, cultural, económica y socialmente. Nada hace prever que tenga que recurrir a una práctica estigmatizada por la élite a la que pertenece para salvar a su única hija. Ella es la conductora, la que hila la trama entre todos los demás. Hace, en ese sentido, su papel de madre clásica. Ante los cambios terribles que se operan en su hija, la mujer recurre a los mejores médicos  y psiquiatras. Ve una razón (el divorcio, los cambios, la rabia de la edad…) en ellos. En ningún momento se le ocurre que puede estar poseída. Es una mujer racional que recurre al exorcismo no como fin último sino para convencer a la pequeña de que los curas van a liberarla de su demonio. Esto es, busca una terapia psicológica. Es decir, los llama como un método racional de persuasión no como fin último. La instigadora primero del exorcismo, por tanto, no cree en eso. Es más, confiesa, incluso, que no profesa fe alguna.

2.- Sin embargo, el Padre Lankester Merrin es un curtido y veterano arqueólogo con experiencias en exorcismos sin ningún resquicio en sus creencias. Viejo, cansado y enfermo, sabe en lo que cree. Sabe lo que es (un sacerdote con una misión evangelista y salvadora) y sabe a qué se enfrenta. Lo hace todo con una convicción que alcanza el martirio casi. Reconoce que está enfermo y que el ritual puede acabar con él. Sin embargo, no tiene miedo. Si lo tuviera dejaría de ser lo que es. Su fe es inquebrantable y no teme al más allá. En ningún momento pone en duda su misión: ayudar a la pequeña a expulsar el espíritu del demonio.

3.- De distinto tenor es el espíritu del joven sacerdote  Damien Karras, el exorcista de la película. Ante una crisis de fe motivada por la enfermedad y muerte de su madre, el cura comienza a hacerse cargo del ritual sin apenas convicción. Lo aterrador llega cuando el clérigo empieza a ser consciente de la posesión por métodos científicos. Se topa, por ejemplo, con el nombre del padre Merrin por una grabación y hasta que no oye la voz de su madre recién muerta cree que el origen del problema es psicológico. Karras se arrodilla y comienza a rezar. Es entonces cuando entiende el problema y, igual que su compañero, lleva su misión hacia el martirio. La pequeña es la que tiene que ser salvada y las vidas de los dos hombres son consideradas por ellos mismos como prescindibles. Sin patetismo alguno. De ahí la grandeza y de ahí también el terror. Porque ante el mal no se puede dudar. Ante el más allá la vida terrenal (para un sacerdote) puede quedar al margen. De eso hablo más adelante.

4.- Y por último nos encontramos con la pequeña Regan-Pazuzu. El uno sin el otro no puede concebirse. La niña es la inocencia y la bondad. El demonio es su contrario.  Regan pone el cuerpo carnal. Pazuzu se apodera de él y el espíritu diabólico se hace fuerte. Conforme avanza la película, los poderes del diablo son más fuertes. La niña es anulada. Al principio es consciente de lo que ocurre. Pide ayuda. Grita. Tiene miedo. Cuando el exorcismo comienza, la posesión es completa. Ya no es ella. El tiempo apremia. De eso son conscientes los dos sacerdotes de El exorcista. Por eso no dudan en dar su vida para liberar a la pequeña y para recluir el espíritu maligno evitando males mayores.

5.- ¿Por qué da tanto miedo El exorcista? Respuesta número 5: la temática

El exorcista nos pone ante la pantalla las tres grandes dilemas del ser humano: 1) el más allá frente al acá o la vida espiritual tras la muerte física, 2) el bien en pugna contra el mal y 3) la verdad frente a la mentira. Y a los tres les da respuesta. En la película, como hemos repasado, no hay lugar a dudas. La pequeña no tiene ningún problema físico o psicológico causado  por el estrés o el trauma de los cambios. El mal existe, el domonio está aquí acechando. Por tanto, la existencia tras el fin terrenal es posible. Y todo ello es verdad absoluta. La pequeña Regan no tiene un problema psicológico. No hay sueños que interpretar, dando lugar a dudas o vacilaciones. No hay hechos más o menos dudosos. Hay una verdad absoluta en ella. Está poseída. El ser humano miente y se miente pero en contra de él mismo. Por eso El exorcista, a pesar de ser una película encuadrada en el género de terror  y de su final tan trágico, da un mensaje positivo que tanto gusta y necesita el individuo contemporáneo. Nos pone ante la existencia de un más allá con un espacio para el bien y otro para el mal. Nosotros decidimos en qué lugar nos vamos a quedar.

Si el mal, encarnado en ese diablo que posee, existe también es verdad la rendición por la bondad, el amor y la gracia de Dios. Y yo ahora podría terminar el artículo, pero como nos gusta tanto la película, te voy a dejar aquí el tráiler oficial por si te atreves una vez más con El exorcista.

Por Candela Vizcaíno

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