Crítica de Maléfica protagonizada por Angelina Jolie teniendo en cuenta los sentidos simbólicos universales de la película.
Notas básicas sobre la película Maléfica (2014) de Disney interpretada por Angelina Jolie
Como esto se va a hacer largo, voy a empezar por el punto que dictan los cánones. Y ello sin ánimo de “sentar cátedra”, que hoy solo quiero poner unas cuantas líneas sobre un tema que me apasiona y a propósito de un película de actualidad. Así que lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la Maléfica, protagonizada por Angelina Jolie no se basa (en puridad) en el popular cuento La bella durmiente del bosque. No se puede considerar una interpretación del relato tradicional ni tampoco una versión cinematográfica de un texto literario.
Maléfica es una obra original (con un magnífico guión de Linda Woolverton), si se puede calificar así (original) cualquier creación artística, con un hipotexto (es la palabra culta para designar la obra u obras que están detrás de otra nueva) reconocible: el recopilado por Perrault y los Hermanos Grimm en sus libros. Pero, reitero: no es una adaptación del cuento. Si has visto la película, sabrás que es así y si aún no has disfrutado de esta magnífica producción, tienes la sinopsis argumental en la Wiki, aunque no sé si eso te va a quitar las ganas de pasar por la gran pantalla.
Dejando al margen la excelente puesta en escena, los conseguidos efectos especiales o la lectura netamente feminista (no puedo reconocer que me encanta), los creadores han desplegado en la obra una serie de símbolos universales entresacadas del inconsciente colectivo (sigo las teorías de C.G. Jung) muy interesantes. Al conocerlos y al asumirlos, la cinta adquiere otra significación y se presenta con la ambición de convertirse en un clásico. Eso el tiempo, que tiene la fea costumbre de poner a cada uno en su sitio, ya dirá. Comencemos con el análisis.
Los símbolos del vuelo en la película Maléfica
Sin entrar en detalles de otros sentidos espaciales o míticos de la película, el hada que interpreta Angelina Jolie se reviste con dos atributos simbólicos muy definidos: 1) unas enormes alas y 2) una visible cornamenta. Podemos añadir un tercer y cuarto sentidos simbólicos: 3) el color negro y/u oscuro de estos elementos que también se llevan a su ropa y 4) el bastón mágico.
Anoto que el negro, según los símbolos y mitos clásicos, es el tono de la indefinición que procede al nacimiento de un orden distinto. Y, si resumimos mucho, esa es la trama de la película: la búsqueda de una nueva forma de entender el mundo. Como sucede en los mitos, y en los cuentos populares, esta realidad no llega así sin más. Siempre son necesarios luchas (a muerte) y “trabajos” de todo tipo (físicos, psicológicos y anímicos) hasta llegar a vislumbrar la verdad que lleva a la felicidad. La cobardía queda fuera de esta búsqueda. Únicamente el espíritu valiente y entregado es el único que puede conseguir ese objetivo.
Y en eso está Maléfica. Pero, ¿no es la mala de la película? Como en la vida y en el espíritu humano (aunque es un ser mitológico), sí y no. En esencia, el hada se guía por una indestructible fortaleza y un generoso poder. Su lado oscuro (cuando su animus armonizado se deja invadir por la sombra perversa) llega cuando le arrebatan las alas. Stephan, quien ella creía amigo entregado, minado por la ambición y por la locura de una corona que no le pertenece, comete la peor de las felonías contra Maléfica: robarle sus alas dejándola débil, herida, humillada, maltrecha y dolorida. Stephan no solo es desleal hacia el hada, también se deja arrastrar por su lado oscuro al preferir la promesa de un reino (que solo puede estar envenenado porque no lo ha ganado) al triunfo del amor.
El dolor de Maléfica es de tal magnitud que toda la sencilla bondad que en ella hay se convierte en odioso resentimiento. El hada, por tanto, olvida su poder curativo (para ella misma y para los que cuida), al perder (con un subterfugio deletéreo, recordemos) su capacidad para volar y, por tanto, se le corta la posibilidad de acercarse a la inmaterialidad del espíritu.
Las alas y su simbolismo, importante para comprender la película Maléfica
“El simbolismo de las alas, de las plumas, y en consecuencia del vuelo, se manifiesta en diversas formas, que traen consigo siempre la noción general de ligereza espiritual y elevación de la tierra al cielo. […] Las alas expresarán, pues, en general una elevación hacia lo sublime, un impulso para trascender la condición humana. Constituyen el atributo más característico del ser divinizado y de su acceso a las regiones uránicas. El añadir alas a ciertas figuras transforma los símbolos. Por ejemplo, la serpiente, cuyo signo es de perversión del espíritu, se convierte, si es alada, en símbolo de espiritualización, de divinidad.”
Jean Chevalier: Diccionario de símbolos, pp 69-70
Maléfica, por tanto, se presenta como un ser revestido con una fuerte bondad y un poderoso don curativo mientras mantiene sus alas. Al serles arrebatadas (además con un subterfugio terrible), se deja arrastrar por el lado oscuro, por la sombra. En consecuencia, tanto ella como el mundo que defiende se deslizan hacia el infierno. Para el hada este nuevo emplazamiento supone la soledad del desamor más absoluto y para los habitantes del pantano (Maléfica incluida) la guerra abierta con el otro mundo. El vuelo, tal cual aparece en otras obras de arte contemporáneo, trasciende, por tanto, el nivel físico para asentarse en el espíritu. Al perder uno, se olvida el otro.
A pesar de esta pérdida, a lo largo del relato, la carga del hada se ve aliviada por la compañía, primero, de Davial, el cuervo que, en agradecimiento, entrega su libertad y, más tarde, por la risa inocente de Aurora (trasunto de la Bella Durmiente clásica).
Los símbolos de los cuernos en los mitos y literatura clásica
Pero Maléfica es algo más (para ella misma y para el pueblo que dirige). Porque, al perder las alas, no solo se esfuma el amor sereno y desprendido sino también la frágil paz y el statu quo imperante entre los dos mundos. El hada, con más poderes que el resto de sus congéneres, a pesar de haber perdido las alas, tiene otros atributos que la dotan de una fuerza especial (física, anímica y espiritual): sus cuernos. Estos, en los mitos, actúan de un modo peculiar: como corona, revistiendo de poder y de legitimidad para guiar a quien los porta.
“El cuerno tiene el sentido primitivo de eminencia, de elevación. Su simbolismo es el del poder. Es por otro lado, de forma general, el de los animales que lo llevan. […] Los guerreros de diversos pueblos (y especialmente galos) han llevado cascos de cuernos. El poder de los cuernos por otra parte no es solamente de orden temporal: Moisés lleva cuernos, que son rayos luminosos (así en la célebre estatua de Miguel Ángel). Simbolizan el poder espiritual que emana de su persona, en razón de sus relaciones particulares con Yahvéh.” Chevalier. Diccionario de símbolos, pp 388-389
Sentido simbólico del bastón, vara o báculo en Maléfica
A la cornamenta se une el bastón que Maléfica busca una vez Stephan le ha arrebatado su capacidad de vuelo. La humilde vara convertida en báculo mágico por el poder del hada, la ayuda a “caminar” (en el sentido simbólico del término), cuando se le ha negado el poder de volar. La reina, así convertida por su pueblo, sabe que necesita apoyarse en algo (para moverse por los “asuntos de la tierra”) y lo hace utilizando este bastón que contrarresta su invalidez emocional provisional y su incapacidad para volar.
Este símbolo está plenamente arraigado en la literatura que puebla el inconsciente colectivo. Maléfica no lo lleva hasta que no se convierte en general, guardiana y protectora de su mundo. Antes no lo necesitaba puesto que era una igual entre los suyos.
“Sostén, defensa, guía, el bastón se convierte en cetro, símbolo de soberanía, poder y mando, tanto en el orden intelectual y espiritual como en la jerarquía social.”
Chevalier. Diccionario de los símbolos, pp 182
La Princesa Aurora, símbolo de la nueva vida
Y, termino. A pesar de tantos escudos y de tantas ayudas, Maléfica se renueva por el poder de la nueva vida, representada en una niña de nombre, nada más y nada menos, que Aurora. Ella es la luz del nuevo día y está llamada a ser la reina del nuevo orden. Pero, antes, debe ayudar a Maléfica a recuperar sus alas, a ser ella misma, a encontrarse con las aristas de su interior, a reconocer los pliegues de su espíritu y a caminar conforme los dictados de su alma.
Esto es, la niña guía al hada hacia la recuperación de la fuerza espiritual que da la generosidad del amor entregado. Primero, simplemente, con su presencia y haciendo de bálsamo para el espíritu atormentado de Maléfica. La dulzura hace que el hada abandonada, torturada y mutilada retome aquello que siempre fue: un ser sanador esencialmente bueno. Después, al final de la película, se atreve a romper el cofre (otro símbolo poderoso) donde están encerradas las alas de Maléfica propiciando que retome su libertad.
Entre un hecho y otro, el hada, que se nos antojaba bruja malvada, se redime de su brutalidad al aceptar su maldad hacia un ser inocente, hacia Aurora a quien maldijo nada más nacer. Al verbalizar que Aurora nada tenía que ver con los actos de su padre, el Rey Stephan, Maléfica no solo logra salvar a la princesa de su sueño eterno sino también liberarse ella misma del resentimiento destructor causado por la traición de quien creía un amigo leal. La misma hada que realizó el conjuro puede liberarlo al llevar a cabo el acto que dejaba invalidada la maldición. Es capaz de dar un beso de amor verdadero a la Princesa Aurora.
Aurora y Maléfica, necesarias la una para la otra
La ayuda es mutua, ya que la niña, representación simbólica de la nueva vida, más limpia y buena, recordemos, había guiado a Maléfica a superar el infierno a través de su candidez y dulzura. Aunque se adivina una nueva entrega, la paz entre los dos mundos llega a través de Aurora que es coronada como Reina. Los muros no son necesarios y Maléfica utiliza su poder para derribarlos.
Os recuerdo que Maléfica vive un infierno, pero no ha salido de su emplazamiento antropológico y no ha hecho ningún viaje. Además, se han quedado algunos cabos sueltos en la película. ¿Es libre Diaval como el resto de los habitantes del pantano? ¿A qué ha ido ese príncipe despistado? ¿Cuál es su mensaje? ¿Qué quiere ese otro reino? ¿Encontrará Maléfica la paz serena tras lidiar con sus monstruos? Todos esos hilos sin urdir (y por el éxito en taquilla) me dicen que “deben” estar pensando en una nueva entrega. Ya os contaré…
Bibliografía selecta
Casseti, F. Teorías del cine. Madrid, Cátedra, 1994.
Cirlot, J.E. Diccionario de símbolos. Madrid, Siruela, 1958.
Chevalier, J. Diccionario de símbolos. Barcelona. Jerder, 2003.
Durand, G. La imaginación simbólica. Buenos Aires, Amorroutu, 1971.
Eliade, M. Imágenes y símbolos. Madrid, Taurus, 1979.
García-Noblejas, J.J. Comunicación y mundos posibles. Pamplona, Eunsa, 1996.
Gimferrer, P. Cine y literatura. Barcelona, Planeta, 1985.
Grimm, W y J. “Rosita de espino” en Cuentos de la Infancia y el Hogar, 1812.
Jung, C.G. El hombre y sus símbolos. Madrid, Aguilar, 1966.
Perrault, Ch. “La bella durmiente del bosque” en Los cuentos de Mamá Gansa, 1697
Propp, V. Morfología del cuento. Madrid, Akal, 1998.
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Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla