Ruta por Cantabria con parada en Santillana del Mar, Santander y Santo Toribio de Liébana

Ruta por Cantabria con parada en Santillana del Mar, Santander y Santo Toribio de Liébana

 


Para aquellos que necesiten desconectar de la agitación y las prisas cotidianas, un fin de semana o un puente en Cantabria puede ser una buena opción. Aunque la región admite viajes más largos, unos cuantos días rodeados de naturaleza (prados, montañas y playas), silencio, tranquilidad, bonitos pueblos y mejor gastronomía serán suficientes para “cargar las pilas” y volver a la tarea diaria con aires completamente renovados.

Cantabria 1

¿Cuándo ir a Cantabria? ¿Cómo organizarse?

Aunque la primavera es una magnífica estación, la mejor opción es el verano para minimizar el riesgo de lluvias. Cantabria es un destino apto para todos los públicos: parejas de todas las edades, familias con niños e, incluso, solitarios en busca de relax (con la compañía de un buen libro y la música favorita). 

 

Se pueden organizar rutas a caballo, en bici o en coche. La oficina de turismo de Cantabria propone un completo y variado programa de rutas, aunque estas propuestas (por largas y extenuantes) difícilmente encajan en el concepto de turismo en plan tranquilo o vacaciones de relax. Aún así, se puede elegir cualquiera de ellas, la que más se acomode a los intereses de cada uno (paisaje, gastronomía, turismo cultural, gastronomía, etc.) y “recortar” según presupuesto, gustos y ganas.

Como las carreteras están en buen estado, incluso la serpenteante ruta que sube hacia los Picos de Europa, el coche se postula como una magnífica opción para recorrer los distintos rincones de Cantabria. Además, si se viaja en verano o en la primavera tardía, toda la región está impregnada con el olor maravilloso de los numerosos prados. Este aroma a hierba recién cortada es toda una experiencia para los sentidos, incluso para los de los viajeros más exquisitos.

 

Hoteles y restaurantes de Cantabria

La red de casonas, casas solariegas y palacios de Cantabria está estupendamente organizada y es la mejor opción (con la garantía de la tranquilidad, en la gran mayoría de los casos) para los que buscan un hotel con encanto al margen de las grandes cadenas hoteleras. 

En cada rincón de Cantabria se pueden encontrar buenos restaurantes con una inmejorable relación calidad-precio. Y para aquellos afortunados con mayor presupuesto, reservar en el Cenador de Amós en Villaverde de Pontones, por ejemplo, estará a la altura de los paladares más exigentes.

Calle típica de Cantabria

Ruta por las ciudades y pueblos de Cantabria más bonitos

Desde descansar con un buen libro, pasear a orillas del mar, dejarse impregnar por los olores o las notas del silencio o adentrarse en las montañas hasta hacer lo que convencionalmente se ha denominado turismo (esto sin prisas y sin acumular un lugar tras otro, dejándonos empapar por los espíritus del lugar) todo ello es factible en Cantabria. Hay que dejar, al menos, dos días completos para poder disfrutar despacio de todos los encantos de la región. Como los destinos son múltiples, habrá que organizar de antemano los lugares que se quieren conocer.

1.- Santo Toribio de Liébana

Para los que además de patrimonio cultural buscan la sorpresa de la naturaleza extrema, una buena opción puede ser acercarse al Monasterio de Santo Toribio de Liébana donde se guarda celosamente el trozo más grande del Lignun Crucis. La ascensión (recomendable el coche y con los frenos recién revisados) hacia este monasterio enclavado en un lugar recóndito, escarpado y, hasta hace nada, de difícil acceso, colmará las ansias de naturaleza de los más exigentes. La jornada puede terminar con una parada en Potes para acercarse hasta la Torre del Infantado o perderse por su maravilloso Barrio Viejo.

Bisontes de la Cueva de Altamira

 

2.- Santillana del Mar y el Museo de Altamira 

Otra localidad que ha conservado con celo su casco antiguo es Santillana del Mar. Un paseo por sus calles estrechas repletas de casas solariegas, tiendas y restaurantes hasta acabar en la antigua Colegiata de Santa Juliana puede ocupar otro día de unas vacaciones tranquilas por Cantabria. No hay que irse de Santillana del Mar sin conocer el Museo de Altamira donde se exhibe la reproducción exacta de las cuevas con las afamadas pinturas rupestres de bisontes y caballos.

3.- Santander y el Palacio de la Magdalena

Cita obligada de los urbanitas recalcitrantes con morriña de ciudad es Santander (destino de la realeza española a principios del Siglo XX). Si lo que se quiere es que el bullicio propio de una urbe moderna no estropee el concepto de escapada relax, lo mejor es acercarse hasta el parque y el Palacio de la Magdalena y luego darse un paseo por la Playa del Sardinero. Un tentempié en el bar del Hotel Real colmará las exigencias de los que, además, no renuncian al espíritu sibarita.

Un puente o un fin de semana de viaje, pues, por algunos rincones de Cantabria dejará satisfechos a los viajeros de todos los gustos y bolsillos. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla y viajera incansable 

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