En apenas 100 kilómetros, si se bordea la costa, se encuentran emplazamientos de veraneo de lo más exclusivo del mundo con hoteles históricos que rezuman lujo y elegancia.
¿Dónde está y qué significa la Costa Azul?
Su línea costera suena a glamur, a mito, a noches de amor, a sol, a arena, a elegancias en bikini... Es la Riviera Francesa o la Costa Azul, uno de los primeros destinos de veraneo de playa del mundo y casi de la historia. Desde Cannes hasta la frontera con Mónaco, se salpican cabos, calas y bosques de pinos que hablan de un mundo fácil y hedonista. Hoy esta parte del planeta, aunque ha sufrido los rigores de los visitantes en masa, aún conserva ese brillo del pasado. En parte porque los precios prohibitivos de hoteles, restaurantes y servicios corrientes alejan cada año a los bolsillos menos pudientes.
Salpicado aquí y allá te vas a encontrar, galerías de arte, puertos, museos, bistrós y villas de infarto que un día fueron viviendas provisionales para la aristocracia y la clase alta europea como la Villa Ephrussi de Rothschild (en la imagen).
Cannes (con su afamado festival de cine) y Niza (la capital de la Costa Azul) son las dos grandes ciudades de referencia, pero bordeando el mar se suceden maravillosos pueblos de un puñado de miles de habitantes que nos atrapan al instante. Antibes, Cap de d’Antibes, Saint Paul de Vence (repleto de galerías de arte contemporáneo), Èze (encaramado a un roca) o St-Tropez (donde la Bardot lució el primer bikini) aún pueden ser considerados como los pueblos más bonitos de Francia. Un recorrido en coche hará reconciliarte con tus fantasmas (si los tienes) y si disfrutas de poder financiero para alojarte en uno de ellos conseguirá, incluso, que se alejen para siempre. Así es el glamur no solo de Niza sino de toda la Costa Azul, de la Riviera Francesa objeto de deseo.
Porque en esta parte de mundo se salpican grandes hoteles centenarios y otros más pequeños reconvertidos en estancias glamurosas siguiendo un concepto distinto. Villas aristocráticas o mansiones familiares han sido reconvertidas en alojamientos exquisitos con servicios de altura para los clientes más exigentes. Te traigo hoy solo diez elegidos entre los mejores. Puede que sean más, pero te aseguro que los que están son para no olvidar.
1.- Hotel Le Negresco, uno de los hoteles de Niza con más historia
Se encuentra en el afamado Paseo de los Ingleses mirando hacia el mar y con su cúpula en color rosa, ha cumplido sus buenos 100 años luciendo impresionante sobre el Mediterráneo. No es un hotel corriente puesto que está catalogado como Monumento Nacional. Y no solo por su arquitectura de la Belle Époque sino también por sus obras de arte (Dalí entre otros) que señorean en el interior. Es este de esa suntuosidad palaciega al gusto de los Ritz o Palace, pero algunas habitaciones son de un impactante estilo art decó auténtico. Y si su playa privada es un reclamo para sus clientes very very very vips, el bistró decorado con caballitos de tiovivo está abierto a todos los mortales que puedan pagar casi 10 euros por café.
2.- El Hyatt Regency Nice Palais de la Méditerranée, otro de los hoteles de Niza que debes tener en cuenta
A corta distancia y más moderno que el centenario Le Negresco se encuentra este hotel también en Promenade des Anglais o Paseo de los Ingleses. Tiene vistas al mar y los servicios que se esperan de un cinco estrellas de este nivel, como hammam o piscina cubierta. El interior no tiene nada que ver con las paredes enteladas en seda de Le Negresco pero es una opción “económica” (si esto se puede aplicar a servicios de este nivel) a su hermano de Avenida.
3.- Royal Riviera en Jean Cap Ferrat, a media hora en coche desde Niza
Está situado en un cabo o una pequeña península que se adentra en el Mar Mediterráneo. Saint Jean Cap Ferrat es la apoteosis de los lugares de veraneo del pasado con su clima suave y sus bosques de pinos. Aquí se situaron los grandes aristócratas y hoy quizás tenga la mayor densidad de hoteles de muy altísima gama del planeta. El interior es de un exquisito estilo Art Decó reinterpretado que hace las delicias de cualquier adepto a la decoración. Y, por supuesto, tiene una playa tan privada y tan maravillosamente puesta que si vas con niños te dan hasta las palitas y los cubitos para que jueguen en la arena. ¡Nobleza obliga!
4.- Grand-Hôtel du Cap-Ferrat, uno de los hoteles de la Costa Azul a corta distancia de Niza
Pero aún en mejor sitio si cabe porque se encuentra situada en la punta de este cabo tan exclusivo es el Grand Hôtel du Cap Ferrat. Y entre uno (este que comentamos) y otro (el Royal Riviera) se encuentra la Villa Ephrussi de Rothschild. Centenario como el anterior, tiene, nada más y nada menos, que siete hectáreas de jardines (70.000 metros cuadrados). Así que la privacidad está garantizada. Fue en su día refugio de ricos de todo tipo y hoy es uno de los más exclusivos porque, incluso, hay zonas reservadas dentro de un lugar tan discreto. No quieren vivir de los tiempos gloriosos y acaban de reformarlo con una piscina que se confunde con el mar, un spa y una decoración en tonos sobrios y blancos que tanto gusta ahora.
5.- La Réserve de Beaulieu de 1880, uno de los hoteles de la Costa Azul a tener en cuenta
Creado por Pierre Loti, tan vinculado a la literatura de aventuras y sobre todo a Estambul. Y todo empezó en 1880 con un restaurante de marisco y diez habitaciones. Eso sí de lujo y al borde del mar y con vistas a la villa privada y sus impresionantes jardines Kerylos. Hoy es un destino perfecto para una Luna de Miel si los fastos de la boda no dejan a la familia con poco saldo en la cuenta.
6.- Hôtel Barrière en Cannes para irse andando al Festival de Cine
Está frente al puerto y es el elegido por las estrellas de la alfombra roja para sus estancias durante el festival. El hotel, como es normal en establecimientos de esta gama, es renovado cada cierto tiempo. Hoy, quizás lo mejor sea su terraza con vistas al Mar Mediterráneo. Y es tan exclusivo que tiene casino propio.
7.- Hotel Byblos en Saint-Tropez, uno de los hoteles de la Costa Azul con más historias de artistas
Y sus ecos de los años del Power Flower y la alegría por la playa, el sol, la arena y el desparpajo social. Porque, si bien los hoteles anteriores de Niza y la Costa Azul que te he ido poniendo son más veteranos y tienen más solera, casi todos ellos no rezuman el espíritu festivo que se respira en Saint Tropez. Aquí se deja de lado la sobriedad, la suntuosidad de paredes enteladas en seda y nos adentramos en un saber vivir diferente: un poco más bohemio. Aunque eso no quita la exclusividad al más alto nivel. De ese tenor es el Hotel Byblos con sus techos de madera envejecida, sus paredes en vivos colores de terracota que intentan emular un pueblecito pesquero. Las fiestas de los años setenta aún se pueden rememorar en su club nocturno.
8.- Le Mas de Pierre, en uno de los pueblos más bonitos del mundo
En Saint Paul de Vence, uno de los pueblos más bonitos de Francia y probablemente de Europa, se encuentra entre olivos que cobijan en verano a cigarras que no paran de cantar, que para eso estamos en la Costa Azul. Saint Paul de Vence está muy cerca de Niza pero con los encantos de un pueblo único repleto de galerías de arte y tiendas de moda de estilo boho chic. El hotel asemeja una villa particular y, en verano, al caer la noche hay buena música en vivo y en directo a la luz de las velas.
9.- Château de La Chèvre d’Or en Ezé
Está colgado sobre un acantilado sobre el mar. Y si el pueblo es bonito (aunque no apto para los que se olvidaron del gimnasio) ni te digo de este hotel. Algunas habitaciones están decoradas con piedras como es tan habitual en las viviendas de la zona y de la vecina Provenza. Pero lo mejor sin duda es su restaurante – cafetería exterior con vistas al Mar Mediterráneo. ¡Una experiencia!
10.- Le Club de Cavalière & Spa en Le Lavandou
Tan exclusivo que es casi imposible reservar a pesar de sus precios (en verano la noche ronda los 500 euros por habitación). Pero es que su playa privada es un reclamo para cualquiera que pueda permitírselo. Por dentro, por fuera o desde el mar parece una villa privada de amplias dimensiones, pero es lo que tiene la exclusividad: que ni siquiera lo parece. Tienen un bistró con vistas al mar que es para quedarse horas.
Y para terminar: arte en Niza y en la Costa Azul
Hay muchos más, algunos más asequibles, otros iguales de fascinantes, pero he tenido que seleccionar obligatoriamente. La Costa Azul o Riviera Francesa con Niza como centro fue uno de los primeros destinos de veraneo (y lo que significaba el concepto para otro día) de Europa. Hasta aquí llegaba la aristocracia rusa, los lores ingleses o los ociosos italianos. Luego se fue poblando con estrellas de cine, de la música y con magnates de todo el orbe. Hoy gusta mucho a los pudientes de los países árabes y no solo por ser un destino de glamur, playa, sol y cocina exquisita. También está plagada de galerías de arte y de museos de arte contemporáneo. Un buen sitio para iniciarse es, por supuesto, Niza pero también el pequeño pueblo de Saint Paul de Vence donde Picasso o Matisse pasaron largas temporadas de verano creando a lo grande.
Por Candela Vizcaíno