Representante tardío de la Escuela de Pintura Vasca, Gustavo de Maeztu y Whitney (Vitoria, 1887- Estella, 1947) desarrolló un estilo propio al margen de cualquier escuela.
Aunque las modas, los modos y las circunstancias de cada tiempo condicionan irremediablemente la cosmovisión de cualquier creador, hay quienes se sienten más tentados a seguir los dictámenes que la época impone y quienes se decantan por un camino en solitario. Esta vía fue la escogida por el pintor vasco Gustavo de Maeztu, quien se movió, vivió y creó al margen de las vanguardias imperantes en la época.
Biografía mínima de Gustavo de Maeztu
De familia acomodada, aunque muy pronto venida a menos, Gustavo de Maeztu, a pesar del ambiente provinciano en el que se crió, disfrutó de una educación cosmopolita, abierta y liberal. Era su padre un hacendado cubano incapaz de mantener en pie los negocios y el estatus de la familia en los convulsos años de cambio de siglo (del XIX al XX). La ruina llegó a la par que la muerte del patriarca, dejando a la madre (nacida francesa, pero de ascendencia italiana e inglesa) a cargo de cinco hijos y con una situación financiera desastrosa.
Pero Juana Whitney (que así se llamaba la matriarca) no se amilanó ante la pérdida de la cómoda vida elitista disfrutada en Vitoria y, únicamente con el aporte de su educación e inteligencia, se traslada con toda la familia a Bilbao, donde funda un colegio de señoritas. La importancia dada a la educación por la señora Whitney dará pronto sus frutos, ya que consigue situar a parte de su prole, sobre todo a los mayores, entre la élite intelectual y cultural de la España triste de las primeras décadas del siglo XX. El primogénito, Ramiro de Maeztu (1875-1936), fue un insigne escritor, politólogo y crítico perteneciente a la Generación del 98 y María de Maeztu (1881-1948), una de las primeras pedagogas del país.
A pesar de los esfuerzos de su madre, Gustavo no abandonó un cierto gusto por la vida cómoda cercana a la estética del dandy. Vive durante el año 1907 en París, donde conoce a Picasso, pero no se llega a interesar lo más mínimo por los nuevos lenguajes artísticos que, por entonces, se desarrollaban en la capital francesa. Aunque los viajes al extranjero fueron frecuentes (Londres o Ámsterdam donde expone con un éxito discreto), prácticamente pasó toda su vida en Bilbao, realizando cortas incursiones por el sur de España. Fascinado por los tipos y el paisaje de Castilla y Andalucía, muere en Estella donando a la ciudad sus obras, enseres y patrimonio.
Museo Gustavo de Maeztu
Es en el Palacio de los Reyes de Navarra (o Palacio de de los Duques de Granada de Ega), en la localidad de Estella, en pleno Camino de Santiago, donde se ubica el Museo Gustavo de Maeztu. El edificio civil de arquitectura románica data del siglo XII y tras diversos abandonos, saqueos, olvidos, reestructuraciones y reformas alberga esta colección de arte, con el formato que hoy se muestra al público, desde 1991.
El espacio expositivo del Museo Gustavo de Maeztu se distribuye en dos plantas (sin ascensor) y en varias salas. Pinturas, óleos, dibujos y grabados (especialmente litografías) conviven con objetos de taller y estudio -como las herramientas utilizadas en su investigación con la encáustica-. Siguiendo los pasos de sus hermanos Ramiro y María, Gustavo escribió y publicó varios libros de creación (Caligostro o La Camorradormida, de 1927) y un manifiesto artístico titulado Fantasía sobre los chinos (1923).
Obras de Gustavo de Maeztu, una introducción
Pero a la hora de buscar el verdadero Gustavo de Maeztu, hay que dirigirse a sus pinturas. Heredero de la Escuela Vasca abanderada por Ignacio de Zuloaga, estudió con Antonio Lecuona, con quien aprendió los rudimentos del pincel, la luz y la composición.
En sus grandes óleos destaca un uso rotundo del color, con preponderancia de los rojos y los azules en contraste con una paleta apagada de tonos ocres. Trabajó siempre al margen de las vanguardias y ni siquiera tuvo la curiosidad (tal como hiciera Diego Rivera) de probar los nuevos modos cubistas en su etapa parisina. Tampoco encontramos atisbos del surrealismo que tanto dominó la escena artística de principios de siglo XX.
Son los protagonistas de Maeztu los tipos típicos de Castilla y Andalucía, las mujeres del pueblo llano que se engalanan con las prendas regionales, teniendo como fondo el eterno paisaje de caseríos y ruinas. Sus modelos son tratados con exageradas curvas y redondeces, aportándoles un punto de tercera dimensión, como si de esculturas se trataran.
Están, vida y obras, por tanto, al margen de los libros de historia, ya que en los cuadros de Gustavo de Maeztu encontramos todos los temas y las formas que dominaban la España profunda de las primeras décadas del siglo XX.
Texto y fotos por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla